Hace 25 años, el proyecto de instalar un cementerio nuclear en la localidad de Gastre, Chubut, que impulsaba la Comisión Nacional de Energía Atómica desde finales de la dictadura genocida, y continuado por los gobiernos de Raúl Alfonsín y Carlos Menem, fue derrotado por la enorme movilización del 17 de junio de 1996. Considerado el primer conflicto socioambiental en la Patagonia, logró que hoy, no exista un Repositorio de Residuos Radiactivos de Alta Actividad funcionando en ningún lugar del mundo.
Miércoles 16 de junio de 2021 15:30
En la noche del 16 de junio decenas de micros, camionetas y autos particulares salían desde las ciudades de Trelew, Puerto Madryn, Comodoro Rivadavia, Esquel, Rawson, El Bolsón y Bariloche hacia la ciudad de Gastre, ubicada en la meseta, una zona seca, árida y serrana de la provincia de Chubut.
La historia comienza a principios de 1980, cuando la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) anunció que construiría un repositorio de Residuos Radioactivos de Alta Actividad, conocido comúnmente como “basurero nuclear”, en Sierra del Medio, a 70 km de Gastre, el primero del planeta.
La CNEA para convencer de la seguridad del “basurero nuclear” no dudo en fraguar estudios sobre el macizo de Sierra del Medio cambiando el estudio de la roca del macizo de la provincia por un estudio realizado sobre rocas graníticas de Suecia.
La respuesta fue la movilización popular de “No al Basurero Nuclear” que se quería instalar en esta localidad. Más de 5000 personas se movilizaron el 17 de junio para decir: No es No.
En Chubut existe una conciencia ambiental añeja y triunfante que impregnó el devenir de varias generaciones con sus casi 25 años de lucha y resistencia. La mina en Esquel y el repositorio en Gastre no pudieron transformarse en realidad.
El legado de la movilización de Gastre de 1996 se expresa en decenas de municipios del país declarados «no nucleares», en leyes que prohíben desechos radiactivos, y la inclusión en la reforma constitucional provincial y nacional, de los artículos 110 y 41, respectivamente, que prohíben el ingreso de residuos radiactivos.
La Patagonia una zona de sacrificio, ayer y hoy: “Chubut está de pie y le dice no al basurero nuclear”.
Los -10°C, la nieve y los 450 kilómetros de ripio de los caminos no fueron obstáculos para que miles de personas se manifestaran en contra de la instalación de un repositorio nuclear en esta ciudad chubutense. En su mayoría llegaron desde Trelew, aunque había personas de toda la provincia y de localidades de la provincia de Río Negro. Camionetas, colectivos y automóviles repletos de chicos y grandes con banderas hicieron sonar sus bocinas en la plaza San Martín ante la gran sorpresa de los apenas 400 habitantes que tenía en ese momento esta pequeña localidad.
El motivo de la movilización era que cinco comisiones de la Cámara de Diputados de la Nación daban potestades a la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) para decidir el emplazamiento del basurero nuclear de no llegarse a un acuerdo con la provincia.
La política neoliberal del gobierno menemista había llegado a la energía nuclear con la intención de privatizar las centrales nucleoeléctricas y obtener una buena renta alquilando el basurero atómico a las potencias mundiales, que al día de hoy no saben qué hacer con la letal escoria radiactiva. La empresa francesa Pechiney Ugine Kulhmann quería construir el basurero nuclear. El Gobierno Nacional, a cambio, obtenía una rentabilidad de U$S 13 500 millones en el lapso de una década.
La multitudinaria marcha de Gastre un portazo definitivo al proyecto del basurero nuclear, derrotó el intento del gobierno de Carlos Menem de imponer el primer repositorio de residuos radiactivos de alta actividad del planeta, y constituye uno de los primeros hechos en Argentina contra la destrucción del ambiente. La gran caravana a Gastre produjo un fuerte impacto en los medios nacionales e internacionalizó una lucha contra los basureros nucleares.
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El gobierno de Menem no tuvo en cuenta que el pueblo de Chubut llevaba 13 años batallando sin claudicaciones contra el repositorio nuclear. Se habían reunido 8.000 firmas en octubre de 1986 y las entregaron al entonces presidente Raúl Alfonsín en una visita realizada a Trelew por su centenario.
Desde que se anunció el proyecto en el Parlamento nacional se sucedieron actos, marchas y movilizaciones espontáneas por toda la Patagonia: 3.500 estudiantes salieron a las calles en Caleta Olivia, Santa Cruz, en Puerto Madryn una inmensa cadena humana con más de 5 mil jóvenes escribía con sus cuerpos, sobre la arena de la playa: «No al Basurero Nuclear. Patagonia No Nuclear», en Trelew se registraban fuertes movilizaciones y actividades en la Plaza Independencia, y así en muchos lugares. De esta manera se iba dando un rechazo rotundo en todos los rincones de la Patagonia.
La consigna de marchar a Gastre fue lanzada por Javier Rodríguez Pardo, uno de los iniciadores del movimiento contra el basurero nuclear y luego de la Unión de Asambleas de la Comunidad de Chubut (UACCH), en una de las masivas concentraciones en la Plaza Independencia de Trelew. En cuestión de días se gestionaron decenas de colectivos (que no alcanzaron) para trasladar a más de 4 mil anotados. Cientos de vehículos particulares fueron también de la partida. No hubo medio nacional, televisivo ni gráfico que no haya cubierto el rotundo rechazo de los chubutenses al sepulcro radioactivo.
Gastre en la gran historia de lucha del pueblo de Chubut
Recordar la gesta antinuclear de Gastre es imprescindible, fue la primer batalla ganada en defensa del ambiente, antecesora de la batalla de Esquel en 2003, por la que la provincia cuenta con la Ley 5001 que prohibió la actividad minera metalífera en la modalidad de cielo abierto y la utilización de cianuro en los procesos de producción minera. Al calor de la ofensiva extractivista del gobierno nacional de Alberto Fernández, que se expresa en la provincia de la mano de Mariano Arcioni con el impulso a la megaminería, buscando anular la 5001 e imponiendo un proyecto de zonificación minera al servicio de la pan American Silver, retorna el intento de hacer de la meseta una zona de sacrificio.
¿Ejemplos de esto? La subsecretaria de Desarrollo Minero de la Nación, Laura Rópolo, en una nueva charla organizada por la Cámara de Proveedores y Empresarios Mineros del Chubut (CAPEM) señaló que "La mayor potencialidad de producción de plata en la Argentina está en el territorio del Chubut". Contento con estos señalamientos, el presidente de la CAPEM, el geólogo Gerardo Cladera, valoró que el presidente Alberto Fernández "apoya el desarrollo minero".
Las palabras de Matías Kulfas, ministro de Desarrollo Productivo de la Nación, no dejan lugar a dudas de que la pelea por la defensa del ambiente y contra la megaminería no se toma vacaciones. Esta semana señaló que “está sorprendido por los reclamos en Chubut bajo el eslogan de “cianuro” y “la ley de glaciares” porque “son dos conceptos que no tienen relación con el proyecto de plata que busca luz verde en la Meseta provincial”, y agregó “en Chubut existe un activismo que no tiene base científica y simplemente se limita a impugnar cualquier tipo de actividad minera”. Toda similitud con la instalación del basurero nuclear en pleno neoliberalismo, no es pura coincidencia, es la continuidad de una política de saqueo y destrucción ambiental al servicio del pago de la fraudulenta deuda externa y de maximizar las ganancias de las multinacionales, gobierne quien gobierne, y que hoy impulsa el Frente de Todos a nivel nacional y los gobernadores provinciales aliados y opositores, porque en este tema no hay grietas.
Solo el Frente de Izquierda y de los Trabajadores Unidad plantea en su programa, en las calles y en el parlamento nacional, con Nicolás del Caño, o en las legislaturas provinciales como en Mendoza, Jujuy, Neuquén y Córdoba su oposición a la megaminería y las políticas extractivistas, ayer con Macri y hoy con Fernández.
Contra los discursos de ampliar la matriz productiva de Arcioni y los espejitos de colores del gobierno nacional, es necesario discutir un verdadero y profundo cambio de la matriz productiva, no extractivista, planificado en base a los intereses de las grandes mayorías y las futuras generaciones, necesita basarse en la nacionalización integral del petróleo -que sigue siendo la principal renta de la región- que permitiría usar la explotación y refinación del petróleo convencional para financiar un plan de obras públicas que ayuden a mejorar el uso del agua, la necesidad de viviendas, fijar tarifas de combustibles y servicios que dependen de este, más accesibles para la población, así como utilizar una buena parte de esa renta para financiar un plan de reconversión profunda y estratégica hacia una matriz energética limpia y renovable, que requiere altos niveles de inversión tecnológica e industrial, y poder dejar progresivamente de utilizar combustibles fósiles principal causa del calentamiento global y la contaminación del planeta.
Para esto tenemos que unir la lucha ambiental del pueblo de Chubut a las fuerzas de la juventud y la clase trabajadora. Debemos derrotar esta ofensiva contaminante y saqueadora de la megaminería impulsada por el gobierno nacional de Alberto Fernández y los gobiernos provinciales comprados por este lobby. La lucha por salvar el agua de Chubut es parte de la lucha por darle un futuro a la juventud, que no es otra cosa que darle un futuro al mundo. El legado de Gastre, es ese.
Ariel Iglesias
Nació en Buenos Aires en 1969. Es docente (jubilado). Militante del Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS). Escribió en Ideas de Izquierda "La Educación en el país de los soviets"; "Chubut: Crónica de un triunfo popular contra la Megaminería". Escribe y edita La Izquierda Diario+ en Chubut.