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El Círculo Rojo. 8M ¿Feminismo de ministerios o de las calles?

¿Dónde está fuerza del movimiento feminista cuando persisten los obstáculos y la reacción patriarcal alimenta a la derecha? Institucionalización y lucha de clases. Columna de Géneros en El Círculo Rojo, programa de La Izquierda Diario los jueves de 22 a 24 por Radio Con Vos FM 89.9.

Celeste Murillo

Celeste Murillo @rompe_teclas

Viernes 10 de marzo de 2023 01:26

· Ayer fue 8M, el Día Internacional de las Mujeres. Hubo movilizaciones en todo el mundo. En Argentina, hubo varias marchas aunque no fueron masivas como otros años.

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· Unos días antes en la radio, un grupo de periodistas hablaban sobre el 8M y comentaban que el movimiento feminista argentino está desinflado porque había avanzado la derecha. El comentario era llamativo, no por lo que decían del movimiento (que es cierto) sino por el motivo. Argentina viene de conquistar el derecho al aborto legal, como resultado de un movimento masivo que ganó en la calle. Los sectores conservadores siguen desafiando las leyes que garantizan derechos, pero no impusieron una derrota.

· Esto no quiere decir que no sea necesario estar alerta, la reacción patriarcal alimenta grupos y partidos de derecha e incluso fortalece las alas más rancias a ambos lados de la grieta. Y si mantienen o ganan poder es porque los gobiernos “progresistas” o menos reaccionarios se lo permiten.

· Pero falta un elemento en la ecuación: la política de pasivización del gobierno, a sacar al movimiento de las calles y fortalecer un feminismo institucionalizado, juega un papel importante en el desinfle. ¿Cuántas veces nos dijeron “ya está”? "Ya hay aborto legal, hay ministerios, hay secretarías, hay presupuesto con perspectiva de género". En una operación doble se refuerza el feminismo de ministerios (institucionalizado) y se silencian las críticas y debates dentro del movimiento feminista porque "avanza la derecha".

· Y las restricciones que existen hoy a los derechos conquistados tienen más que ver con un gobierno que habla de igualdad pero prioriza sus compromisos con los empresarios y los organismos internacionales. ¿No merece una observación crítica el uso de discursos feministas mientras se reproducen las desigualdades? ¿O una reflexión sobre las políticas con la etiqueta “perspectiva de género”?

· Hay incomodidad en varios sectores, incluso entre quienes apoyaban o apoyan al Frente de Todos, pero a veces parece más tranquilizador escuchar a Javier Milei o Patricia Bullrich criticar el Ministerio de Mujeres con argumentos reaccionarios y evitar debates que existen en el movimiento feminista hace tiempo.

· No tenemos la obligación de acompañar a ningún gobierno y no está escrito en ninguna parte que la lucha contra la opresión avanza con la tutela estatal o en armonía con los intereses de los gobiernos que se dicen progresistas pero no tocan ningún pilar esencial de la desigualdad. Una cosa es que los gobiernos atiendan de forma más o menos distorsionada una demanda, pero es muy distinto pensar que el feminismo avanza o retrocede porque un partido gana las elecciones.

· ¿Por qué el motor de la movilización feminista no puede ser enfrentar a la derecha? ¿Por qué no pensar nuestro movimiento como parte de las fuerzas sociales que aplican los “frenos de emergencia” de los que habla Walter Benjamin en sus Tesis sobre el concepto de Historia? Como mínimo, es parte de los debates que atraviesan el movimiento.

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Un poco de fuego francés

En Francia, sin el apoyo de funcionarias ni ministerios, el movimiento feminista fue protagonista del 8M en plena huelga contra la reforma jubilatoria de Emmanuel Macron (en la que las mujeres van a ser las más afectadas porque llegan al retiro con menos aportes, por la mayor tasa de precariedad y la menor cantidad de tiempo dedicado al trabajo remunerado por la sobrecarga de los cuidados).

· “Cuando anunció la reforma, el gobierno la presentó como ‘más justa’, sobre todo para las mujeres. Esto generó mucha bronca. Algunas organizaciones feministas jugaron un papel importante al destacar cómo, por el contrario, las mujeres iban a estar entre las más afectadas: por los salarios bajos, el trabajo precario, las interrupciones en sus carreras, tendrían que trabajar más allá de la edad legal o retirarse con jubilaciones irrisorias”. Esto lo cuenta Gabriella Manouchki, que es militante de Du Pain et des Roses de Toulouse y escribe en la sección de géneros del portal Révolution Permanente (de la red internacional de La Izquierda Diario).

· No es que en Francia no haya discusiones, hay un montón, o que no haya ataques de la derecha. “En un contexto así, el llamado a la ‘huelga feminista’ del 8M se vuelve mucho más política de lo que suele ser. Muchas organizaciones feministas y algunos sindicatos convocan una huelga que une las reivindicaciones del movimiento obrero y del movimiento feminista: contra la reforma, por aumentos salariales, contra la violencia sexista y sexual y en solidaridad con las mujeres de todo el mundo. Esto es algo muy progresivo, porque normalmente estos dos aspectos están separados”.

· En Francia, como en Argentina y otros países, Du Pain et Des Roses (parte de la agrupación internacional Pan y Rosas) peleamos de la misma forma en los sindicatos y en el movimiento feiminista. “Defendemos [que es necesario] hacer del 8M el inicio de una huelga política y reconductible [renovable] por el retiro de la reforma jubilatoria, pero también por todo lo demás: aumento de salarios y su indexación a la inflación, reparto de las horas de trabajo, presupuesto para servicios públicos como salud y educación, y por la regularización de todos los trabajadores y trabajadoras sin papeles. También defendemos que con este programa podemos garantizar el derecho al aborto libre para todxs y luchar contra la violencia patriarcal y racista”.

· Francia mostró una forma en la que la movilización feminista confluye con la lucha para frenar agendas reaccionarias, de ajuste, de austeridad. En los días previos, un encuentro en la Universidad París 8 se preparaba para el 8M (convocado por los colectivos Du Pain et Des Roses y Le Poing Levé). “En la mesa, junto con nuestras compañeras de la educación, los ferrocarriles, la limpieza y jóvenes, estaba Adèle Haenel [actriz y protagonista de Retrato de una mujer en llamas]. Era la primera vez que hablaba en un mitin político. Afirmó con orgullo su apoyo a la huelga, llamó a construir la huelga renovable a partir del 7 de marzo”. Pero no habló solo de eso. Adéle habló contra la vida de explotación (sin eufemismos) en el capitalismo, y dijo algo muy interesante: que la huelga, además de ser una demostración de fuerzas, es una forma de romper el monólogo de la burguesía, de imponer nuestra voz.

· La respuesta de la derecha fue inmediata. Se desató una campaña contra Adèle porque es muy conocida pero, en general, en contra de las ideas que se discutieron en esa reunión y en cada lugar donde la juventud, las trabajadoras y los trabajadores también están hartos del monólogo de los dueños de todo. “En la televisión, los editorialistas burgueses condenaron sus palabras con un sexismo y un desprecio de clase sin límites, comentando su apariencia física y lamentando que una reunión así pudiera celebrarse en una ‘universidad francesa’. Le siguió una avalancha de odio de la derecha y la extrema derecha contra Adèle”. Si hay algo que a los medios de comunicación (sobre todo a sus dueños) les resulta insoportable es que una cara conocida se ponga del lado de quienes no tienen voz en sus pantallas.

· La semana del 8M empezó con la campaña de solidaridad con Adéle Haenel y a través de ella, con todas las que quieren que el 8M no sea una jornada “sectorial”, que con su lucha recuperan la tradición del Día Internacional de las Mujeres, que nunca se trató de biología sino de política y lucha de clases.

· Hoy se usan diferentes palabras para definir el feminismo por el que peleamos porque nuestro movimiento es amplio y heterogéneo. En francés hay una expresión que es feminismo de lucha de clases. Es sencilla y deja claro el lugar donde queremos estar, porque es nuestro y porque le da a nuestra lucha contra la opresión (no sin debates) la fuerza social para imponer nuestras demandas.

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Celeste Murillo

Columnista de cultura y géneros en el programa de radio El Círculo Rojo.

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