Juan José Ruiz había sido apartado de su cargo por tomar como agravante en un fallo la condición de extranjera de una persona. Recientemente fue absuelto por el Jurado de Enjuiciamiento.
Martes 21 de junio de 2022 14:20
Por mayoría, el Jurado de enjuiciamiento presidido por la titular de la Suprema Corte de Justicia de Buenos Aires, Hilda Kogan, resolvió absolver a Juan José Ruiz respecto de la acusación de haber emitido un fallo discriminatorio cuando ejercía funciones en el Tribunal Oral Criminal Nº 1 de la ciudad de La Plata. Dicha absolución implica, además, el reintegro a sus funciones.
Los antecedentes
En abril de 2014, se produjo la detención de una mujer trans de nacionalidad peruana. Se la juzgaba por el delito de tenencia de estupefacientes para su comercialización, en la zona de La Plata.
El entonces magistrado del Tribunal en lo Criminal 1 la condenó a 5 años y 3 meses de prisión, y contempló como agravante que se trataba “de una extranjera”. Con una argumentación a las claras repudiable, Ruiz consideró que la capacidad que tiene el Estado de sancionar a los extranjeros que delinquen no es una "violación a los principios de igualdad ante la ley y de no discriminación entre otros", sino, "una medida excepcional", avalada por la Constitución, "y los tratados internacionales que la integran".
No conforme con ello, también señaló que, si bien es cierto que "existe el principio de igualdad ante la ley, esto no es tan cierto ni tan absoluto como parece", y citó como ejemplo el artículo 21 de la Constitución, que impone a los argentinos la obligación de armarse en defensa de la Patria, lo que no rige para los ciudadanos por naturalización, quienes son libres de prestar o no ese servicio.
Diversas organizaciones, entre las que se destacan las del colectivo LGBTIQ han repudiado enérgicamente el fallo absolutorio, y la continuidad de Ruiz en sus funciones. El Colectivo de Trabajadoras Judiciales, inclusive, ha destacado que dicho magistrado es conocido en los pasillos de tribunales por el maltrato a las empleadas en el ámbito de la labor cotidiana.
El rol del Estado. Lo que el Poder Judicial dice de nosotras.
No es la primera vez que nos encontramos con fallos en los que el Poder Judicial suele cumplir un rol de relevancia cuando se trata de desestimar las denuncias de mujeres y de la comunidad LGTBIQ, y peor aún (como en este caso), culpabilizarlas.
Hay algunos casos emblemáticos al respecto. Se destacan los argumentos vertidos en el caso de Higui, quien terminó presa por defenderse de una violación “correctiva” en base a su orientación sexual. Actualmente fue absuelta, aunque la Fiscal de la causa ha apelado el fallo.
También el caso de Lucia Pérez, víctima de femicidio. Allí, el Tribunal Oral Criminal N° 1 de Mar del Plata, con terribles argumentos misóginos, centrados en la vida de Lucía, absolvió a los tres imputados de los delitos de abuso sexual y femicidio, condenándolos solo por el delito de tenencia de estupefacientes para su venta. Dos de estos Jueces enfrentan actualmente una suspensión e inicio de enjuiciamiento. En ambos casos se impuso, otra vez, la lucha y movilización de sus familiares, junto al movimiento de mujeres y disidencias, todavía en alerta.
En una reciente elaboración del Colectivo de Trabajadoras Judiciales, a siete años del primer “Ni Una Menos”, se pusieron sobre relieve los fallos misóginos que se han utilizado por parte de funcionarios y magistrados, reabriendo el debate sobre el rol del Poder Judicial en la reproducción de un sistema patriarcal y clasista.
Se destacan resoluciones donde se utilizan frases tales como “… vaya uno a saber por qué disfunción psicológica prefería mantenerse al lado de una persona violenta y golpeadora en lugar de privilegiar el bienestar y la vida de su hijo…” o “… la víctima, tras 27 años de convivir con el acusado, con el que concibió cuatro hijos, comenzó a evidenciar actitudes de desprecio, abandonando el lecho conyugal, desatendiendo las tareas de madres y las propias del hogar para abocarse a intercambiar mensajes con otro hombre…”
Los párrafos anteriores expresan dos casos distintos donde la mujer víctima, (sin embargo) es Juzgada, primero por quedarse, luego por irse, con argumentos de antaño, pero hoy.
También se han relevado fallos donde se destaca una y otra vez que la persona de la que se está hablando es “transgénero” o se refiere, ante un caso de femicidio que “… había abierto la puerta de la casa y lo recibió, tal como habían acordado…” o en casos donde hay niñas víctimas de abuso intrafamiliar, donde se destaca como un atenuante que “…sostenía una relación con el imputado…”
Por citar solo algunos casos más, hace pocos años fue noticia una Juez de Paz de San Vicente, quien mandó de vuelta a una denunciante de violencia de género a su casa, refiriéndole que “…vuelva con su marido y se deje de molestar…”
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Estos ejemplos muestran que, en casos donde se tiene que actuar con perspectiva de género, se resuelve desde sentidos comunes cargados de prejuicios y misoginia, tal como sucedió con Ruiz. Pero no solo eso. Estas personas, que deciden sin formación, sin perspectiva seria para el tratamiento de cuestiones tan sensibles, se encuentran en lugares privilegiados, con sueldos exorbitantes y comodidades,totalmente ajenas al conjunto del pueblo trabajador.
Las mujeres y disidencias, atravesadas por su condición de clase, son las víctimas predilectas de este Poder Judicial para privilegiados. Aquí solo pueden esbozarse algunos ejemplos, que muestran a las claras que aún queda mucho por que luchar.
Primera conclusión: La calle. Nuestra conquista.
Hace unas semanas se cumplieron 7 años de aquella primera vez en que las mujeres, cansadas de la violencia machista, salimos a la calle a gritar: ¡Ni una menos!! ¡Vivas nos queremos!.
Semejante movimiento no fue casual. El feminismo venía ya elaborando conclusiones acerca de eso que nos pasa a las mujeres y disidencias en la sociedad. Sacamos de esas insoportables cuatro paredes, y de los límites del barrio la violencia machista, los femicidios, los travesticidios y los crímenes de odio. Se empezó a discutir nuestro rol en la sociedad y nuestra ubicación como colectivo. Lo personal empezó a ser político.
Mucho pasó de allí hasta hoy. Las mujeres y disidencias sacamos una principal e importante conclusión: ¡nuestros derechos se conquistan organizadas y en las calles! Muestra concreta de ello es el acceso al aborto legal seguro y gratuito, que pasó de ser una frase que asustaba, a un derecho conquistado. Mejor dicho, un derecho que nosotras conquistamos y que tenemos que seguir defendiendo, como tantos otros.
También se habló en esta nota de la movilización contra los Jueces que absolvieron a los asesinos de Lucia y por la absolución de Higui, por solo citar dos casos emblemáticos, en los que el Estado se vio obligado a dar respuesta al imponente movimiento que se gestó.
Debemos denunciar y continuar exigiendo al Estado refugios para la violencia de género, presupuesto real para la mujer, sin Ministerios de cartón, cumplimiento de políticas de atención integral a las víctimas de violencia antes de que se transformen en víctimas fatales, implementación real del cupo laboral trans y de la Ley Micaela, ESI en todas las escuelas.
Pero todo ello debe ser enmarcado en la lucha contra los privilegios de clase, y contra los intereses que el Poder Judicial (y el Estado en general) eligen defender, cuando actúan en contra de las mujeres, las disidencias, y el conjunto del pueblo trabajador. Es necesario desenmascarar y transformar este mundo de raíz.