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¿Se hará justicia? Abusador y amigo del poder: empieza en Salta el juicio contra Agustín Rosa Torino

Dos exnovicios y una exmonja lo denunciaron en 2016. Desde entonces, con complicidad del Vaticano, fueron perseguidos por el fundador de la congregación “Discípulos de Jesús de San Juan Bautista” (con sucursales en Argentina y México). Además de su probable condena, el juicio puede ventilar nuevas denuncias. Por eso el Poder Judicial no transmitirá las audiencias y el acceso de la prensa será restringido.

Daniel Satur

Daniel Satur @saturnetroc

Viernes 25 de junio de 2021 10:38

Este viernes al mediodía comenzaron las audiencias del juicio oral y no público contra el cura Rubén Agustín Rosa Torino, acusado de “abuso sexual gravemente ultrajante por la duración y por ser ministro de culto reconocido” contra tres víctimas (dos exnovicios y una exmonja). Todos hechos ocurridos hace algunos años en las instalaciones de la congregación “Discípulos de Jesús de San Juan Bautista”, fundada por el propio cura.

Luego de este viernes, las audiencias continuarán los días 28, 29 y 30 de junio y 1, 2, 5, 6, 7 y 8 de julio y estarán a cargo de los jueces de la Sala IV del Tribunal de Juicio de Salta Maximiliano Troyano, Norma Vera y Roberto Lescano. La fiscala Verónica Simesen de Bielke representará al Ministerio Público Fiscal.

Foto Red de Sobrevivientes de Abuso Eclesiástico de Argentina
Foto Red de Sobrevivientes de Abuso Eclesiástico de Argentina

Pese a que en Argentina es tradición la transmisión de todo tipo de juicios orales y públicos (desde procesos a genocidas por delitos de lesa humanidad hasta femicidios) en este caso los jueces decidieron varias medidas restrictivas para acceder a las audiencias. Así lo denunciaron desde la Red de Sobrevivientes de Abuso Eclesiástico de Argentina que acompaña a las tres víctimas de Rosa Torino.

Al menos oficialmente sólo serán transmitidas las audiencias de este viernes y la última, donde se dictará sentencia. Pero ni las víctimas ni la población podrán ver las declaraciones de testigos ni del propio acusado y sus abogados. En este caso, dos de les tres querellantes viven en Buenos Aires, así que se les estaría negando un derecho elemental a presenciar el juicio.

Curiosamente, desde el Poder Judicial le dijeron a las víctimas que la ausencia de transmisión se debe a “limitaciones técnicas” para garantizarla. Un argumento muy poco creíble en un contexto donde, producto de la pandemia de covid-19, las transmisiones virtuales de todo tipo de instancias públicas ya son parte de la vida cotidiana.

El caso de Rosa Torino es uno de los que recogió el denunciante salteño José Luis Galli para denunciar penalmente al papa Francisco y al arzobispo Mario Cargnello, acusados de encubrimiento en varios casos de abusos cometidos en iglesias y conventos de esa provincia.

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Este viernes en la Ciudad Judicial de Salta organizaciones de mujeres, de derechos humanos, el ILEC, entre otras, convocaron a concentrar y acompañar a las víctimas en el comienzo del juicio.

El abominable Rosa Torino

Agustín Rosa Torino fundó la congregación “Discípulos de Jesús de San Juan Bautista” en Salta en 1986. Durante años su empresa religiosa creció gracias a los favores y las “donaciones” de importantes personajes de la alta sociedad salteña. Tanto creció que años después inauguró una “sucursal” en la capital de México.

Tras las denuncias surgidas en 2016 por Yair Gyurkovits, Jonatan Alustiza y Valeria Zarza por los abusos cometidos por el cura durante años previos, la congregación terminó siendo disuelta aunque al día de hoy sigue funcionando como convento de monjas.

Uno de los exnovicios de la congregación denunció los abusos en 2016 ante el Poder Judicial de Salta. Los hechos ocurrieron cuando era adolescente y había ingresado para hacerse cura. Él y el otro exnovicio denunciaron originalmente tanto a Rosa Torino como al cura Nicolás Parma, conocido como “Padre Felipe”, quien cometía los abusos en una residencia de Santa Cruz, también propiedad de la congregación.

Parma fue imputado y procesado en Río Gallegos, se fugó y tiempo después fue capturado en Tucumán. Está detenido y espera su propio juicio.

La tercera denunciante es Valeria Zarza, exmonja de la congregación, quien en diciembre de 2016 inició una causa penal contra Rosa Torino por abuso sexual. Ella denunció que luego de recibir comentarios contra Rosa Torino quiso plantear el problema a las autoridades de la institución, pero enseguida empezaron a “aislarla” hasta que la trasladaron a la sede mexicana. Estando allá, durante una visita del fundador, la mujer fue abusada por el propio Rosa Torino. Poco después tomó la decisión de escaparse y denunciar todo ante el Poder Judicial.

El propio Rosa Torino organizó un plan para invertir la carga de la prueba y logró que una joven (familiar de otro cura de la congregación) denunciara a Zarza por abuso sexual contra ella. El juicio se realizó en 2019 y la exmonja terminó absuelta. Lo único que se comprobó en el juicio es la vulnerabilidad de la denunciante, quien fue manipulada por sus familiares para que denunciara un hecho que no había ocurrido.

“No fui la única que denunció. Hubo más de 30 denuncias canónicas, se empezaron a escapar hermanos y a denunciar también. Ahí el Vaticano intervino la congregación, separó al padre Agustín, a la hermana María Luz y al padre Josué, pero eso no se respetó, ellos siguieron dando órdenes, molestando a los hermanos que se iban”, explica Zarza a través de un comunicado de la Red de Sobrevivientes.

Foto Enfoque Rojo
Foto Enfoque Rojo

Rosa Torino goza de una prisión domiciliaria en un chalet de lujo en las afueras de la capital salteña que, sin embargo, sus denunciantes afirman que incumple sistemáticamente.

La Red denuncia a su vez que “las víctimas denunciantes no tuvieron acompañamiento de parte del Estado salteño. Tampoco les informaron desde la Fiscalía o el Poder Judicial respecto a los plazos que tenían para constituirse en querellantes y tener mayor participación en las causas, ni se les ofreció la posibilidad de contar con abogadxs que lxs asistan y patrocinen de forma gratuita desde el Estado”.

En julio de 2019 se conoció una carta de un exintegrante del Instituto Discípulos de Jesús de San Juan Bautista, donde denunció que dentro de la congregación “hubo más de 30 abusadores y 100 víctimas”.

Hay un secreto a voces en Salta respecto a Rosa Torino. Es su estrecha relación con empresarios, jueces y políticos tanto de Salta como de Buenos Aires, quienes fueron fundamentales para el crecimiento patrimonial de los “Discípulos de Jesús de San Juan Bautista”.

En 2017 María Gracia Damario, otra exmonja de la congregación, relató parte de esas relaciones de Rosa Torino en una extensa entrevista con La Izquierda Diario. Allí resaltó que el cura ha tenido mucho sostén económico y moral de parte de familias como la del exgobernador Juan Carlos Romero y la del exvicegobernador Miguel Angel Isa.

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“Acá siempre tuvo relación con familias poderosas y en Buenos Aires era muy amigo de un alto funcionario de un banco importante. Así conseguía dinero para él que, obviamente, no iba para las obras. De allí las causas judiciales que tiene por malversación de fondos y otras cuestiones”, relató Damario, quien vivió una odisea personal en Argentina y en España hasta que finalmente logró romper las cadenas que la sujetaban dentro de la institución a la que había ido a intentar ser monja.

Tal vez la decisión de los jueces Troyano, Vera y Lescanono de no transmitir completo el juicio no tenga que ver con cuestiones técnicas ni mucho menos con un supuesto intento de no revictimizar a las víctimas (algo que el Estado viene haciendo hasta el cansancio) sino más bien como “control de daños” ante las posibles ventilaciones de esas relaciones con el poder de Rosa Torino y de otras denuncias contra él y sus secuaces.

Pero como el sol no se puede tapar con una mano, se verá en los próximos días si la maniobra del Poder Judicial tiene éxito. Del otro lado, estarán les sobrevivientes y una gran parte de la sociedad que le sacompañan, para no dejar pasar ninguna de esas maniobras de impunidad.

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Daniel Satur

Nació en La Plata en 1975. Trabajó en diferentes oficios (tornero, librero, técnico de TV por cable, tapicero y vendedor de varias cosas, desde planes de salud a pastelitos calientes). Estudió periodismo en la UNLP. Ejerce el violento oficio como editor y cronista de La Izquierda Diario. Milita hace más de dos décadas en el Partido de Trabajadores Socialistas (PTS).

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