En la mañana del miércoles 11 de diciembre, en las escalinatas del Hospital Prof. Dr. Luis Güemes de Haedo concentraron residentes, trabajadores del hospital, pacientes, trabajadores de otros centros de salud de la zona en el homenaje a Axel Vázquez. Su hermana estuvo presente.
Jueves 12 de diciembre 11:07
Mucha bronca e impotencia entre quienes cuidan la salud de la población, acompañado de un gran interrogante: ¿Quién cuida a los que cuidan? ¿Quién los protege de las extenuantes jornadas, pésimas condiciones laborales, sueldos de miseria, mientras salvan vidas?.
En los últimos meses, el sector de residentes nacionales puso en el centro de sus demandas las condiciones en las que tienen que formarse, trabajando a destajo, expuestos a mucho stress, a jornadas interminables, cuando no teniendo que tener otros trabajos para llegar a fin de mes como fue en parte la situación de Axel. Y esto, lo denunciaron sus compañeros, que en cada una de sus intervenciones, insistieron que la decisión de Axel de terminar con su vida, no puede ser olvidada, sino que tiene que ser un punto de quiebre.
Que la denuncia de la profunda crisis que atraviesa al sector de salud en general, y al que hace a la salud mental en particular, se paga con vidas, de los pacientes y los trabajadores de la salud. Esto quedó claro en cómo sus propios compañeros de residencia contaban la dificultad para acceder a la atención médica en el área de salud mental, aun siendo trabajador de la salud. Indignante.
Son muchas las causas que llevan a una persona a tomar la decisión que tomó Axel, pero sus palabras finales fueron contundentes y conmovedoras “la salud en general es vista como un negocio y no bajo perspectiva de derechos”. Invitan a pensar como cambiar de raíz un sistema de salud que debe estar al servicio de las mayorías populares y no solo en función de las ganancias de un pequeño grupo de empresarios para los que representamos un número frío en un balance. Lejos de tomarlo como un problema individual, cada uno de los que tomó la palabra, ya sean sus compañeros de residencia del Güemes, sus pacientes, compañeros de la vida y su hermana, ponían el centro de sus denuncias en un problema social, que nos interpela a todos y hoy queda al desnudo una vez más. La falta de inversión, la precarización, la superexplotación, que se lleva vidas; a veces de los pacientes y hoy la de un trabajador comprometido con la salud de los sectores populares, como los que se atienden en el Güemes.
El ajuste en salud, no conoce jurisdicción. A nivel nacional, el gobierno intentó cerrar un hospital de salud mental especializado en adicciones, y colectivamente los trabajadores lograron impedirlo. Pero los efectos de la crisis y la falta de políticas de protección y el ajuste que existe tanto en las provincias como en los municipios en todo el país, están generando no sólo una salud pública cada vez más deteriorada, sino también que afecta gravemente la salud de los trabajadores.
En esta oportunidad, se escuchó con mucha fuerza, una y otra vez, entre abrazos y lágrimas, que esta muerte no será en vano y que sus compañeros van a pelear por poner en pie espacios interdisciplinarios de contención y para que sus derechos laborales se cumplan.
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