El clamor por la aparición con vida de los estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa llegó hasta la FIL Guadalajara. Fue un tema casi ineludible y contó con la solidaridad de intelectuales y personalidades argentinos, el país invitado de este evento.
Martes 2 de diciembre de 2014
Fotografía: EFE
Fotografía: EFE
Era imposible que la ausencia de los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa no hallara eco en uno de los eventos culturales más importantes de Latinoamérica, a pesar que entre sus organizadores se encuentren miembros del PRD que han sido cómplices de la violencia del Estado Mexicano.
El día 29 de noviembre, en declaraciones a La Jornada, Raúl Padilla López, presidente de la FIL, señaló que “el estado de derecho será un tema de discusión asociado a los derechos humanos, así como el gran drama que se vivió en Ayotzinapa; va a haber varios eventos que tendrán como propósito expresar esa solidaridad con los familiares y amigos de los desaparecidos. Se contará con la participación de Javier Sicilia, de Solalinde y del obispo Vera”.
En particular se refirió a la participación en la FIL de las Abuelas de Plaza de Mayo, una agrupación de mujeres que se organizaron para buscar a sus nietos, hijos de hombres y mujeres desaparecidos durante la dictadura militar argentina entre 1976 y 1983 que fueron robados por los militares y criados muchas veces en el seno de sus propias familias.
Sobre esto afirmó que “la visita de las Abuelas de Plaza de Mayo va a hacer conexión con el tema que se posiciona como inquietud mayor en nuestro país, un fenómeno de desaparición que nos indigna a todos los mexicanos y a todo el mundo.”
Piden aparición de los 43
En el acto de inauguración, una ceremonia que se realiza a puertas cerradas, sólo abierta a “notables” y a los medios de prensa, Padilla López hizo público su apoyo a los amigos y familiares de los normalistas de Ayotzinapa.
En su discurso sostuvo que “en este sentido, nos resulta insoslayable la mención al caso Ayotzinapa, que ha causado tanto dolor e indignación entre los mexicanos, incluso más allá de nuestras fronteras, y que ha revelado lo gravemente que se ha visto afectado el Estado mexicano por el crimen organizado”.
También señaló que él y todo el equipo organizador de la FIL reclaman la restitución del Estado de derecho en el país.
A su vez, el rector de la Universidad de Guadalajara (UdeG), Itzcóatl Tonatiuh Bravo Padilla afirmó que “no podemos dejar de mencionar que como comunidad universitaria nos duelen y avergüenzan los hechos violentos ocurridos en septiembre de este año.”
Cabe preguntarse a qué Estado de derecho se refieren: ¿al status quo de la miseria y la pauperización creciente de la inmensa mayoría del pueblo mexicano mientras unos pocos viven en el lujo y la opulencia, como Peña Nieto y su consorte? ¿O al Estado de derecho donde las desapariciones forzadas de miles, las detenciones arbitrarias, las torturas, las violaciones por parte de las fuerzas represivas sean invisibilizados? ¿O donde la policía y el ejército violan la autonomía universitaria? ¿O donde se secuestran estudiantes por sus actividades políticas y se les fabrican cargos? ¿O donde el presidente aprovecha su investidura para obtener privilegios de los empresarios a cambio de favoritismos? ¿Un Estado de derecho en el que no haya movilizaciones ni cuestionamientos a los partidos tradicionales y al gobierno, y donde la FIL, ese enorme centro de negocios de la industria editorial, no deba pronunciarse ante hechos abominables como los de Ayotzinapa?
Un pasado siniestro
Buena dupla Padilla López y Bravo Padilla. Son ellos quienes detentan el mando en la Universidad de Guadalajara, la segunda más importante del país, que además tiene proyección internacional por las cuantiosas ganancias que genera la FIL Guadalajara.
Tanto el presidente de la FIL, Raúl Padilla López, como el rector de la UdG Bravo Padilla, pertenecen al Grupo Universidad, que dirige el Partido de la Revolución Democrática (PRD) en Jalisco.
Participaron de la Federación de Estudiantes de Guadalajara –un grupo porril (de matones) que fue proscripto durante la gestión del mismo Padilla López como rector, entre 1989-1994–. Este grupo colaboró con las fuerzas represivas del Estado en la Guerra sucia en los años ’70 y fue responsable de asesinatos, torturas, violaciones y desapariciones forzadas. Desapariciones como la de los 43 normalistas de Ayotzinapa, que cimbraron el país.
Quienes estuvieron vinculados a acciones gangsteriles y represivas en su época estudiantil, hoy parte del Grupo Universidad del PRD, tienen que hablar ahora de los jóvenes desaparecidos, a quienes tal vez hubieran perseguido si hubieran sido contemporáneos.
Lo cierto es que la búsqueda de los normalistas continúa y ha revelado –a partir del 26 de septiembre– la profunda indignación del pueblo mexicano. A eso responde que en el acto oficial de la inauguración de la Feria internacional del Libro de Guadalajara, fuera obligada la mención del caso de los normalistas desaparecidos.