Los golpes de nocaut que faltaron en la pelea del sábado, estuvieron en el superclásico del domingo. Boca pegó al final y se llevó el primero.
Lionel Pasteloff @LionelPasteloff
Lunes 4 de mayo de 2015
Foto: Télam
Empezó la serie, esa que promete dejar herido de muerte a uno de los dos, indefectiblemente. En La Boca se jugó el primero, tal vez, el que menos riesgo implicaba, ya que al ser parte de un torneo largo, permite imaginar un margen para la recuperación.
Nada de eso sirve para atenuar los efectos de un Boca-River, claro está. Boca tuvo un primer tiempo dual. Impreciso con la pelota, complicado por la presión de River, tuvo las mejores chances. Un zapatazo de Osvaldo en el palo, la imprecisión de Carrizo y sobre todo, el yerro de Chávez. Pero era pura voluntad, sin armar juego ni terminar de llevarse por delante a su rival. Los de Gallardo tuvieron una primera parte con más posesión pero contenidos. La llegada de Sánchez (travesaño), el tiro libre de Mora y otro tiro desviado del uruguayo no pudieron disimular la escasa predisposición del visitante para atacar. Los laterales estuvieron contenidos, se apostó a salir rápido pero no a aprovechar la presión para generar un asedio constante en un Boca que por momentos lucía confundido.
El segundo tiempo arrancó con River sometiendo a Boca los primeros quince minutos. Fue con temperamento y parecía que la inclinación en la cancha iba a variar considerablemente. Mora tuvo un tiro de lejos y un córner algo fortuito para generar peligro. Terminado ese lapso, su equipo se desinfló. Casualidad o no, coincidió con el ingreso de Gago. El volante xeneize revitalizó a sus compañeros, quienes lo buscaron y se animaron a más ante su presencia. No tardaron en entrar Pablo Pérez y Pavón, evidenciando que Arruabarrena es el entrenador con más suerte del mundo, o simplemente tuvo mejor visión que Gallardo. Mientras que el entrenador millonario apostó al nombre por nombre (Cavenaghi por Teo, Martínez por Driussi y ya tarde, Mayada por Mammana) que no le funcionó (porque el problema de River era otro), el DT de Boca vió donde estaba el problema. Boca no contenía en el medio, Lodeiro no rendía más atrasado y lo bendijo asociándolo con Gago. Pérez aportó su clásica mezcla de juego, pierna firme y llegada al área rival. Pavón, la frutilla del postre, generó muchas más complicaciones de las que se le pueden exigir a alguien en tan pocos minutos. Abrió el marcador a los 39 y complicó todo el tiempo. El segundo gol, llegó tras un delicioso taco del ex volante de Newell’s, quien asistió y luego aprovechó una chance desperidiciada por el enganche uruguayo.
Pavón pone el 1 a 0 para Boca
Pablo Pérez estira la diferencia. Boca 2, River 0
El partido venía siendo una clásica pelea en la que ambos se estudian y esperan las tarjetas. La ambición de Boca, que aún jugando mal no apostó al punto, le permitió el arrebato final. Ahí aparecieron dos manos duras, de esas que ganan una contienda que iba derecho a la decisión de los jueces. El jueves, otro duelo imperdible.