La Universidad de Lanús dejó al 40% de los estudiantes del curso de ingreso afuera. Hace tres años que se mantiene su modalidad eliminatoria, a pesar de la reforma de la Ley de Educación Superior que sostiene que se debe garantizar el ingreso "libre e irrestricto" de todas las personas.
Martes 26 de marzo de 2019 22:53
En noviembre de 2015 se sancionó la reforma de la Ley nacional 24.521 de Educación Superior. En su artículo 2 establece la igualdad de oportunidades y condiciones de acceso y permanencia de las distintas trayectorias educativas de nivel. Esto significa garantizar el ingreso "libre e irrestricto" de todas las personas. Una vez mas como hace tres años la UNLa mantiene un ingreso eliminatorio dejando al 40% de les estudiantes fuera.
Curso de ingreso restrictivo
Año tras año son miles les jóvenes de distintos puntos del conurbano que terminan el secundario con la expectativa de ingresar en la universidad pero quedan fuera por desaprobar el examen de ingreso, la instancia "filtro" impuesta para regular el presupuesto universitario, siendo esto acentuado ante el desfinanciamiento de la educación superior como medida de ajuste. Los números no mienten: este año del total de estudiantes -que superan los 5500 inscriptos-, 2263 quedaron fuera por desaprobar el curso de ingreso.
¿Universidad para muchos o para pocos?
Aunque nos remitamos a la ley de educación superior mencionada y la ley de gratuidad universitaria de 1949, la mayoría de las universidades del conurbano optan por un ingreso eliminatorio negándose a remplazarlo por instancias niveladoras (como sucede en los terciarios) que permitan la inserción al ámbito académico. En
la zona sur del conurbano, solo la UNLa es una de las pocas que tiene la modalidad de tener un curso de ingreso eliminatorio.
Esta universidad cuenta con dos tipos de cursos de ingreso: uno cuatrimestral y otro intensivo que se realiza en el mes de febrero. En ambos se deben rendir tres materias para poder ingresar en la vida académica (Universidad en Argentina, Métodos y Técnicas de Estudio, y una específica de la carrera elegida). Tres materias distintas, tres exámenes distintos.
Las carreras artísticas dejaron a un gran número de estudiantes afuera: la licenciatura en Diseño y Comunicación Visual dejó al 55% de les estudiantes, la Licenciatura en Audiovisión al 42% y la carrera de Traductorado al 55%. El departamento de desarrollo productivo no se queda atrás: la Licenciatura en Sistemas y la Licenciatura en Turismo tiene arriba de un 50% de estudiantes desaprobados.
Ahora bien, el caso extremo es la Licenciatura en Nutrición: 890 inscriptos, solo 220 pudieron pasar el ingreso. ¿A caso en el conurbano bonaerense los problemas de desnutrición y pobreza no existen?
¿Quien sostiene todo esto?
La gestión de la universidad con la rectora Ana Jaramillo a la cabeza sostiene este modelo desde la creación de la UNLa en 1995. Todos los años vemos repetir la misma historia, donde miles se quedan afuera y donde el doble discurso es espeluznante. En las materias del ingreso y en el resto de los ámbitos universitarios pregonan todo el año que la UNLa es una universidad comprometida con la comunidad ¿Esto sigue en pie cuando dejan sin derecho a estudiar a cientos de jóvenes?
La gestión de la universidad es parte del kirchnerismo y del peronismo. En 2018 llevaron a la universidada todos los políticos que eran necesarios para ser parte de la interna del peronismo en la PBA. El doble discurso viene de ahí, de los que hace cuatro años le están dejando destruir el país y nuestras vidas al gobierno de Macri. Dicen ser oposición pero son totalmente cómplices: desde sus bancas en el Congreso levantaron la mano a favor de Cambiemos para votar las leyes de ajuste; desde los sillones de las centrales y sindicatos que ocupan no impulsaron ningún plan de lucha para enfrentar el saqueo a nuestros bolsillos, y desde los centros de estudiantes que dirigen se niegan a organizar y movilizar a todes les estudiantes que queremos pelear por nuestro presente y futuro.
Mientras, nosotres hacemos malabares para trabajar y estudiar
La mayoría de los ingresantes son jóvenes, quienes enfrentan obstáculos a la hora de cursar y mantenerse para rendir el examen final. Obstáculos propios de un contexto de recesión, desempleo, inflación y ajuste. En nuestro país, el 61% de jóvenes entre 16 y 24 años estamos precarizados y más de la mitad vivimos en el conurbano.
El sistema no está hecho para quienes laburar varias horas para mantener familia, para quienes cuidan a sus hijes y no tienen con quien dejarles, no está hecho para quienes cayeron en una pública sin recursos, no está hecho para quien no pueda comprar apuntes y comida dentro de las concesiones privadas de la Universidad que lucran a costa de la educación imponiendo precios exorbitantes. No está hecha para les trabajadores, sino para unos pocos.
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¿Acaso los pocos mecanismos institucionales que facilita la UNLa son suficientes para lograr que ingresen todes? No, por ejemplo no hay becas para ingresantes; existe un programa de tutores pares (que son estudiantes voluntarios) que actúan como instancia informativa y de acompañamiento durante el curso. Entonces la figura del ingresante en sí es un limbo lleno de espinas con un broche final de eliminación o aprobación.
A todes les estudiantes ingresantes, de todas las carreras y posgrados nos urge la necesidad de defender nuestro futuro y eliminar este curso de ingreso. Hay que unir las fuerzas!
Nos venden la meritocracia: el que quiere ingresa y el que no…
En el transcurso de toda la cursada del ingreso se sabe que al menos la mitad se quedará afuera. El éxito o el fracaso serán determinados por un número en la cartelera a la vista del público. Dicen que los que se prepararon mejor, los más inteligentes merecieron pasar y dicho esfuerzo se corona con la celebración de la semana del ingresante una vez iniciadas las clases.
Algunos se irán a su casa y otros lo van a volver a intentar. Pero saben que deben hacer mérito porque de eso se trata. El que disponga de tiempo, recursos tiene más posibilidades de ingresar, de esta forma el sistema de eliminación queda a la vista.
Podríamos decir que el argumento clásico para no quitar esta modalidad de evaluación sea la falta de presupuesto e infraestructura. Si les estudiantes son la inmensa mayoría de la comunidad universitaria, ¿no son acaso quienes tienen derecho a decidir en que se destina la partida presupuestaria? Pudiendo por ejemplo
decidir que el curso de ingreso sea nivelatorio y no eliminatorio.
Pero no es sólo eso, la verdadera pregunta es ¿se ha dado batalla hasta el final para ampliar el derecho a la educación superior? No basta con actos declarativos para enfrentar el ajuste en curso del que la juventud trabajadora, las mujeres, somos quienes pagamos los platos rotos, negándonos el derecho a la educación. En este ajuste donde el FMI pide recortar la salud, la educación y dónde los jóvenes somos los más precarizados y pobres, necesitamos organizarnos para defender nuestro futuro.
¿Cuál es la salida para dar vuelta todo?
No es posible hablar de “igualdad de oportunidades” educativas en las sociedades capitalistas –lo demuestrala historia y peor aún cuando el sistema capitalista de conjunto está en decadencia, atravesado por una crisis económica política y social de dimensiones históricas–, sin romper las ataduras con el FMI y el Banco Mundial, sin cuestionar las ganancias exorbitantes de unos pocos a costa de la gran mayoría, la clase trabajadora.
Tenemos que organizarnos, exigir espacios democráticos de organización y decidir cómo cambiar esto, nuestro futuro está siendo atacado por la crisis y encima nos niegan el derecho a tener una carrera universitaria. Tenemos que salir las calles a enfrentar el ajuste, exigir un mayor presupuesto para la educación y salud pública, pero uniéndonos a las demás luchas de trabajadores que están en curso mostrando que hay otra opción, donde los estudiantes junto a los docentes y a la comunidad educativa podamos organizarnos para construir universidades accesibles para todes.