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Analisis. Bolivia: las convulsiones de un régimen político tempranamente agotado

Luego de veinticinco días de bloqueos, toma de cuarteles, toma de rehenes y decenas de detenidos y procesados, Evo Morales inició una huelga de hambre que fue levantada a los cuatro días de haberse iniciado. La derrota parcial del evismo será analizada en el "ampliado nacional de emergencia" convocado por el Pacto de Unidad, este 10 de noviembre, en la sede de las Seis Federaciones del Trópico de Cochabamba, ubicado en el municipio de Lauca Ñ.

Viernes 8 de noviembre 10:32

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* Javo Ferreira es dirigente de la Liga Obrera Revolucionaria (LOR-CI) de Bolivia, que forma parte de la Red Internacional La Izquierda Diario en ese país.


En las últimas semanas vimos recrudecer la crisis política del régimen boliviano. La escalada de Evo Morales, que busca un camino que valide su intento de presentarse a una nueva elección en medio de acusaciones de pedofilia y otros delitos, incluyó bloqueos de ruta, la ocupación por parte de sus seguidores de tres cuarteles en el trópico cochabambino y la denuncia de un ataque a tiros contra el convoy en el que viajaba.


La creciente debilidad de las diversas fracciones en disputa (que incluye la interna dentro del MAS entre Morales y el presidente Arce, y también la debilidad de la derecha), dificulta que alguna pueda imponer su propia salida al conflicto, prolongándose en el tiempo y profundizando la crisis social, económica y política ante la suba de precios de los alimentos, medicinas y una crónica escasez de gasolina y diésel. La declaratoria de Evo Morales de una huelga de hambre en la sede de las 6 federaciones del trópico, acompañadas de declaraciones que sugieren un cuarto intermedio en los bloqueos de caminos, es un tácito reconocimiento de un parcial fracaso en el intento de detonar un levantamiento espontáneo alrededor de su figura. El cerco judicial contra el ex presidente, con las acusaciones que enfrenta, se va cerrando poniendo en riesgo no solo una eventual candidatura presidencial sino incluso su misma libertad.

La agenda proscriptiva de la derecha, detona la crisis

El golpe de estado del 2019 fue “legitimado” en las clases medias mediante un discurso centrado en la lucha por la democracia y contra los esfuerzos reeleccionistas de Morales que el 2016 había desconocido un referéndum constitucional para habilitarse electoralmente mediante una sentencia judicial realizada a “medida”. Sin embargo luego de las elecciones del 2020 y el triunfo de Arce con más del 50% de los votos, sectores de la oposición de derecha y los cada vez más empoderados renovadores del MAS volvieron a acariciar la agenda que les permitiría tener posibilidades de excluir al evismo de cualquier proceso electoral mejorando así sus posibilidades de retener el poder del Estado.

Así, se puso en marcha una serie de declaraciones del Tribunal Constitucional Plurinacional (TCP), que han reafirmado la idea de que Evo Morales ya no puede ser candidato para el 2025. Se pretende de esta manera interpretar la CPE de una manera absolutamente forzada e irregular avanzando en la proscripción de Evo Morales. Por si esto no fuera suficiente, desde la fiscalía y el órgano judicial se reactivaron viejos procesos penales contra Morales mientras se activaban otros como el que lleva adelante la fiscalía de Tarija por los delitos de trata y tráfico de personas. Con esta batería de medidas judiciales se arrincona al evismo empujándolo a la única medida posible en tales condiciones, como es la movilización callejera.

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Las cada vez más fuertes tendencias antidemocráticas y autoritarias que se impulsan desde el gobierno de Arce, son las que vienen alimentando la creciente tensión social, la movilización evista y el empoderamiento creciente de las instituciones armadas y represivas del Estado. El giro a derecha y reaccionario es el resultado inevitable de esta política.

Fragmentación y dispersión política derechista y masista

Este reaccionario giro a la derecha, sin embargo, no se produce en el vacío sino que es alimentado por una profunda crisis de legitimidad que corroe el conjunto de las instituciones estatales y arrastra en su caída a todos los partidos del régimen, desde la derecha que luego del gobierno de Áñez no ha parado de fragmentarse, incluso con varios de sus máximos exponentes como Camacho o Pumari presos, hasta el MAS donde el arcismo y también el evismo, continúan debilitándose mientras la crisis del partido se trasforma en una verdadera crisis estatal.

Luego del golpe de estado del 2019, el conjunto de instituciones estatales, empezando por los cuatro órganos del Estado quedaron cada vez más deslegitimados y divorciados del grueso de la población. La policía y las FF.AA. fueron las primeras instituciones en quedar maltrechas luego de los acontecimientos, sin embargo, y contradictoriamente, los actores políticos de derecha como del MAS (antes Evo y hoy Arce) no han dejado de buscar apoyos en estas instituciones, provocando que a la par que se deslegitiman, se van empoderando e interviniendo en forma creciente en la vida política nacional.

La derecha, fragmentada, no logra reconstruir mecanismos de unidad luego de que uno de sus principales referentes, Luis Fernando Camacho, se encuentra en el penal de máxima seguridad de Chonchocoro. De todo este espectro derechista y golpista, dos figuras intentan posicionarse y convertirse en los articuladores de la unidad derechista como son el empresario cementero Samuel Doria Medina y el ex capitán y actual alcalde de Cochabamba, Manfred Reyes Villa. Habrá que esperar a los primeros meses del año que viene para ver si estos esfuerzos cuajan en alguna fórmula unitaria.

Por su parte el MAS, luego de estos últimos bloqueos de carreteras, está evidenciando que Arce pese al control del Estado, va perdiendo su capacidad de convocatoria ante las crecientes dificultades para garantizar estabilidad de precios y crecimiento, lo que hace aún más urgente la necesidad de proscribir a Morales si desea tener alguna posibilidad en las próximas elecciones. Por otro lado Evo Morales, ha revelado una pérdida importante de influencia política en todo el país, reduciéndose su K’atu electoral a las federaciones del trópico de Cochabamba. Su, hasta hace poco, indiscutida hegemonía sobre el campo popular ha decrecido sistemáticamente, no solo por los actuales procesos penales en su contra, sino fundamentalmente por su vergonzoso papel durante el golpe de Estado de 2019. Sin embargo, el evismo es aún la corriente política más fuerte entre todos los débiles, poniendo en evidencia el estado actual del sistema de partidos y la precariedad política que esto significa.

Cuarto intermedio en los bloqueos: ¿derrota parcial del evismo?

El miércoles 6 de noviembre, finalmente los seguidores de Evo Morales atendieron las solicitudes del ex presidente y anunciaron la declaratoria de un cuarto intermedio de 72 horas en la medida de presión, con el objetivo de facilitar el diálogo solicitado por Morales al gobierno de Arce. Evo Morales días atrás propuso el inicio de un dialogo “sincero” mientras proponía la suspensión de los bloqueos de caminos y cambiaba esta medida por la declaratoria de la huelga de hambre que el ex presidente inició el 2 de noviembre en la sede de la coordinadora de las 6 federaciones del trópico cochabambino.

Sin embargo, estas últimas declaraciones de Morales seguidas por la reciente suspensión de los piquetes, contrasta con las beligerantes declaraciones de él mismo y de sus seguidores 25 días atrás cuando se iniciaron las medidas de protesta. En ese entonces Morales y sus afines anunciaron que el objetivo era la renuncia de Arce y Choquehuanca, lo que hubiera facilitado el ascenso al gobierno del presidente del senado, el evista Andrónico Rodríguez. Sin embargo ante las dificultades que empezaron a tener, al no poder masificar y nacionalizar los bloqueos de caminos, y luego de que los intentos de radicalización de la medida de fuerza fracasaron, dejándolos peligrosamente aislados, los anuncios guerreros de “hasta las últimas consecuencias” dieron paso a las moderadas declaraciones actuales.

Aunque el evismo no está definitivamente derrotado, lo cierto es que en las últimas semanas ha quedado en una posición muy comprometida, sin impedir que los procesos penales en su contra se detengan, más bien aumentaron, y sin posibilidades de establecer un interlocutor válido para sus demandas electorales.

El gobierno de Arce fue categórico al afirmar que solo pueden negociar las competencias y facultades que se les otorga por la CPE y por la Ley, lo que significa que en un eventual diálogo entre el evismo y el gobierno, no podrán abordarse los temas centrales que le interesan al ex presidente: los juicios en su contra, que amenazan encerrarlo por años, y la candidatura electoral del 2025. Con este escenario, es incluso dudoso que el evismo esté en condiciones de impulsar nuevamente el bloqueo de caminos la semana entrante. De darse un escenario de esta naturaleza, es probable que se vaya asentando una derrota de Morales, derrota que aunque no definitiva, ya que queda un año hasta las próximas elecciones y que Evo intentará aprovechar para mejorar su posición, en la coyuntura lo deja debilitado y con mayores riesgos para su libertad. En horas de la mañana del miércoles 6 de noviembre la procuraduría del Estado ya solicitó la aprehensión del ex ministro Juan Ramón de la Quintana y dos dirigentes campesinos, Ponciano Santos y Humbertos Claros, afines al evismo acusados de alentar los bloqueos.

Las enfermizas convulsiones del Estado Plurinacional de Bolivia

El Estado Plurinacional de Bolivia (EPB), surgido de la Asamblea Constituyente pactada con la derecha, prometía superar de una vez por todas las taras racistas y excluyentes que habían caracterizado a la formación económica y social boliviana desde sus orígenes. Incluso este EPB se presentaba como superador de lo que había significado la revolución de 1952, y que, de la mano de Evo Morales y el MAS, las clases trabajadoras y subalternas podían encontrar el camino pacífico y democrático, hacia algún tipo de igualdad social anunciada como el socialismo comunitario.

Álvaro García afirmaba que el proceso constituyente era el puente desde formas estatales gelatinosas, esencialmente represivas, hacia lo que él concebía como un Estado cada vez más integral, inclusivo y soldado a una sociedad civil que en teoría debía robustecerse de manera creciente gracias a las políticas redistributivas que el boom de precios de entonces alentaron. La apuesta era fuerte. Se pretendía superar, por las vías de la democracia representativa y una movilización social controlada, la estructura racializada de la sociedad, heredera del coloniaje y la República, haciendo realidad los presupuestos universalistas de la ilustración de la igualdad jurídica de las personas. Con estas audaces promesas de cambio y de inclusión social comenzó la desmovilización social al tiempo que los dirigentes campesinos, obreros, y de sectores populares se incorporaban masivamente a la estructura estatal en calidad de diputados, de ministros, de directores, etc.

La continuidad de las relaciones sociales capitalistas, de propiedad y de intercambio, quedaban garantizadas aunque ligeramente modificadas por la cambiante relación de fuerzas entre las clases, claramente, esta vez, favorables a los sectores populares que demolieron el régimen de democracia pactada y al modelo económico neoliberal. Así, la llamada “Revolución Democrática y Cultural” que proclamó el evismo, que cristalizaba en la nueva constitución y en el Estado Plurinacional, venía a constituirse desde sus inicios en la negación de toda posibilidad de desarrollo anticapitalista, mucho menos socialista.

El llamado proceso de cambio se disponía a cambiar diversas normativas, autonómica, jurídica, etc, pero sin cambiar nada de las formas de propiedad y por lo tanto de la estructura de clases de la sociedad. El Estado, entendido esencialmente como un aparato de coerción al servicio de las clases dominantes, y garantía de las relaciones jurídicas de la sociedad capitalista adquiría un nuevo rótulo a la par que adoptaba nuevos mecanismos, algunos más democráticos que otros, para el funcionamiento del aparato estatal y del ejercicio del poder público, emergiendo bajo el nombre de EPB, un nuevo régimen político, expresión y/o cristalización, deformada y contradictoria, de las nuevas relaciones de fuerzas establecidas entre las clases. No en vano había sucedido desde el inicio del milenio cinco levantamientos nacionales, por izquierda, y tres asonadas derechistas autonómicas, por derecha, derrotadas.

Hoy, luego de la descomunal pelea entre el evismo y los renovadores, y a cinco años del golpe de estado que cerró ese ciclo político, vemos emerger una situación de crisis que amenaza transformarse en crónica, en el nuevo estado de normalidad de la sociedad boliviana, con filas para obtener combustibles, y en ocasiones hasta productos básicos como el arroz o la harina. Una normalidad de creciente suba de precios, disminución de valor del salario, creciente conflictividad social y crecimiento de las demandas corporativas. Esta nueva normalidad que pareciera querer asentarse es peligrosa ya que alimenta un descontento social que la derecha pretende y puede capitalizar ante la bancarrota del MAS, de su proyecto y hasta de la moral de sus caudillos.

No es de extrañar que tal desarrollo de la situación solo siembre el escepticismo y la decepción en amplios sectores de trabajadores y trabajadoras avanzados y la izquierda, que no encuentran una alternativa progresiva a este estado de cosas.

El EPB, que pretendía ser el inicio de una gran transformación social, se está revelando como el viejo Estado, guardián de las relaciones de explotación y opresión, tan gelatinoso como los anteriores, apenas disimulado durante el ciclo evista gracias a esa nueva relación de fuerzas y a un auge de precios de materias primas que facilitaron la pasivización y una parcial y relativa redistribución de la renta nacional.

Hoy con el desarrollo de fuertes tendencias recesivas en el plano internacional, con los agravantes de cada vez más feroces disputas geopolíticas, que se aceleraran luego del triunfo de Trump y un profundo malestar social que ya el “progresismo”, evista o arcista, no puede contener ni canalizar, preanuncia nuevos y más duros combates entre las clases. Para esta perspectiva es que hay que prepararse.

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El agotamiento del EPB como mecanismo de contención y de canalización de los conflictos, está alimentando las salidas a la crisis por derecha, robusteciendo las tendencias autoritarias expresadas no solo en el gobierno de Arce sino en los esfuerzos de persuasión de sectores de las FF.AA. por parte de todos los actores políticos.

Las fuertes tendencias a descargar la crisis económica sobre las espaldas de las y los trabajadores, alentadas por todas las expresiones derechistas y golpistas, ahora también son sostenidas por las dos expresiones del MAS, como el evismo y el Arcismo, que no se cansan de alentar crecientes ventajas económicas y financieras a los exportadores mientras se van recortando hasta los derechos de organización sindical.

Ante estos desafíos que se le plantean a las trabajadoras, trabajadores y el pueblo, desde la LOR-CI hemos convocado a los sectores avanzados y decepcionados de cómo está terminando el “proceso de cambio” a discutir no solo un balance del ciclo político pasado sino también a la elaboración de un programa de acción susceptible de organizar la defensa de las y los trabajadores, de los sectores populares, del movimiento campesino e indígena y del movimiento de mujeres y de las diversidades, y avanzar en la movilización para resolver la crisis económica descargándola sobre los responsables de la misma, las clases dominantes.

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Este programa de acción, de naturaleza anticapitalista, solo puede ser sostenido y llevado hasta el final por una organización socialista y revolucionaria, que de manera consciente elabore una estrategia para pasar de la resistencia a la ofensiva. Llamamos a discutir cuales son los pasos necesarios para poner en pie lo más rápido posible un Partido de las y los Trabajadores Revolucionarixs, única alternativa a la decadencia capitalista en marcha.


Javo Ferreira

Javo Ferreira nació en La Paz en 1967, es fundador de la LOR-CI en Bolivia. Autor del libro Comunidad, indigenismo y marxismo y parte del consejo editorial de La Izquierda Diario Bolivia. Fue docente de la Universidad Obrera de Siglo XX en Potosí e impulsor del PT de la COB el 2013.

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