A la 1.24 (hora local) de hoy en Kiev, donde se encuentra el “Memorial a los héroes de Chernobyl”, se realizó un acto en memoria de los “liquidadores” que actuaron para cortar la pérdida de un reactor nuclear, causando una catástrofe mayor que Hiroshima y Nagasaki juntas.
Martes 26 de abril de 2016
El 26 de abril de 1986 en el sitio del accidente murieron 31 personas impactadas por un poder nuclear 200 veces superior al de las bombas de Hiroshima y Nagasaki combinadas. Pero alrededor de 135.000 personas tuvieron que ser evacuadas poco después en áreas que permanecieron deshabitadas por años y la radiación se extendió a al menos 13 países de Europa central y oriental. La lluvia radiactiva llegó de hecho hasta Irlanda. La cantidad de muertes desde entonces por trastornos genéticos, malformaciones de órganos internos y cáncer como consecuencia de la radiación es incierta, según algunos cálculos la cifra se eleva a 500.000 muertos.
“Cinco millones de personas que viven hoy en día en áreas contaminadas de Ucrania, Bielorrusia y Rusia se ven afectadas por partículas de estroncio y plutonio que son absolutamente peligrosas si se inhalan o ingieren”, indicó Rashid Alimov, activista antinuclear de la sede Moscú de la organización Greenpeace. El plutonio tiene una vida media de 24.000 años.
El accidente se produjo en las primeras horas del día, durante una prueba para simular un corte de suministro eléctrico. El aumento súbito de potencia en el reactor 4 de la central produjo el sobrecalentamiento del núcleo del reactor nuclear, lo que terminó provocando la explosión del hidrógeno acumulado en su interior. Chernóbil, a 120 kilómetros de Kiev (la capital de Ucrania), liberó a la atmósfera más de 50 millones de curies de radiación.
Inmediatamente después del accidente se construyó un “sarcófago”, para aislar el interior del reactor. Pero por factores naturales esa construcción se fue degradando y corre el riesgo de desplomarse.
Protestas de los “liquidadores”
Las conmemoraciones de este 30 aniversario vienen precedidas por las protestas de los llamados “liquidadores”, aquellos cientos de miles de personas que participaron en las labores de extinción de las consecuencias de la catástrofe al precio de sus vidas o de su salud.
El pasado 17 de marzo, la Rada Suprema (Parlamento ucraniano) adoptó una ley que devolvía a varias categorías de “liquidadores” y veteranos algunos beneficios sociales que habían sido eliminados en 2011, como tratamientos médicos gratuitos o compensaciones. También se contemplaban indemnizaciones para los familiares de algunos “liquidadores” fallecidos, según su grado de relación con el accidente. Sin embargo, la ley fue vetada por el presidente Poroshenko, que la devolvió a la Cámara con una lista de enmiendas para su estudio.
“Los cambios supondrán gastos adicionales para el presupuesto de Ucrania y, según los cálculos del Ministerio de Finanzas, la aplicación de la ley supondría un desembolso anual” inasumible para el presupuesto nacional, explicó el presidente. Varios días después, el 23 de marzo, miles de miembros de organizaciones ucranianas de “liquidadores” se manifestaron en el centro de Kiev para exigir al Gobierno que les devolviera las ayudas. Unas 800.000 personas participaron en estas tareas, entre trabajadores de la planta, bomberos, militares o mineros, que recibieron altísimas dosis de radiación los primeros días tras la catástrofe.
La situación de los “liquidadores” empeoró tras la desintegración de la URSS en 1991. “En los tiempos soviéticos la sanidad era gratuita, teníamos protección social. Después se hizo de pago y no podemos hacer frente a los tratamientos”. “Lo que hicimos salvó al mundo, evitamos que se repitiera una explosión que habría sido más letal que la primera, que habría destruido ciudades como Kiev y Minsk y hecho de Europa un continente inhabitable”. En la actualidad, solo quedan vivos unos 130.000 “liquidadores”, y según otro de ellos, Mijaíl Beznar, “el Gobierno cierra los ojos ante nuestros problemas”.
La emisión de radiación masiva solo pudo ser aplacada hacia el 13 de mayo, después de días del sacrificado trabajo de bomberos y “liquidadores”. En los meses posteriores se construyó una primera y precaria cubierta para el siniestrado reactor, cuya vida útil llega a su fin. Por ello, un consorcio internacional está terminando de construir junto a la central un nuevo sarcófago, una estructura gigante en forma de arco. Se prevé empiece su funcionamiento a finales de 2017, se quiere evitar que haya escapes de radiación del reactor número 4 durante el próximo siglo.
Para el presidente Poroshenko, cuando visitó la “zona de exclusión” y la central nuclear “el desastre contribuyó a que el país se independizara de la antigua URSS”.
Fuentes: Agencias Ansa y ENFE.-