Luego de la muerte de David Ramallo, a causa de la desidia de la patronal Dota, los trabajadores de la línea, únicos interesados en su seguridad, son quienes controlan la inspección de la CNRT.
Martes 20 de septiembre de 2016 11:44
Hipocresía y cinismo ante la muerte de un trabajador. Una familia destruida por la sed de ganancia de Monsa-Dota. La empresa abandonó las cabeceras por temor a la organización y solidaridad obrera, y la línea se mantuvo paralizada una semana después de la muerte del compañero. Dota seguía sin dar la cara con los trabajadores, tampoco con la familia de David. A cuatro días de la conciliación obligatoria dictada por el Ministerio de Trabajo, se demuestra que son los trabajadores, los que pueden garantizar que no muera ningún compañero más.
La empresa Monsa-Dota no tuvo acuerdo con el "ítem" incluido en el acta del ministerio, que determinaba que los trabajadores serían parte del control de las unidades, antes de que estas rueden en la calle. No era para menos. ¿A que empresario le gusta que sus trabajadores controlen las máquinas con las que lidian cotidianamente?
Que tan tozuda es la prepotencia de estos empresarios, que recibieron subsidios durante la época kirchnerista, y que lo siguen haciendo durante el gobierno de Macri, que quisieron limpiar la sangre y el nombre de David Ramallo rápidamente, para que como suele pasar con la muerte de un trabajador todo vuelva a la "normalidad".
Eso pretendían lograr, al llevar a la mesa de discusión en el Ministerio de Trabajo, sanciones a varios compañeros de David y no hacerse responsable de su propia desidia. Culpar a las víctimas, como suele hacer todo miembro del departamento de seguridad e higiene de una empresa. Lejos de buscar las fallas, busca la culpa de todo en el trabajador accidentado, en este caso con un trabajador muerto.
El viernes, mientras en Barracas comenzaba la inspección, en Maschwits la empresa ponía todo tipo de excusas y condiciones para presentarse. Una de ellas era que las cabeceras estén controladas por la Gendarmería, una verdadera provocación. Sabiendo que esa misma Gendarmería fue la que reprimió a los choferes en el conflicto del 2015, y que eso llevo a la consigna "Gendarme paga boleto". Luego de no lograrlo se hizo presente a las 16 hs. A las 18 hs en Barracas, delegados y familiares de David Ramallo denunciaban la falta de seguridad para trabajar y exigían justicia para David en los medios.
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En cuatro días de conciliación obligatoria, los mecánicos y choferes de la histórica línea 60, vienen controlando que el Ministerio de Trabajo, así como el Ministerio de Transporte y la CNRT, hagan una efectiva inspección de las unidades. Con los talleres de Barracas cerrados, los trabajadores tienen la enorme tarea, no sólo de controlar la inspección, sino garantizar que la patronal cumpla con las modificaciones en la infraestructura necesarias. Sabido es, que los organismos responsables, que hoy se ven obligados a controlar, habilitaron hace muy poco la cabecera donde murió David, con cientos de irregularidades, desoyendo las denuncias de los trabajadores. Sólo en manos de sus compañeros, se puede garantizar la seguridad, no sólo de quienes sostienen la línea, sino de los millones de pasajeros que viajan en ella.