En días recientes circuló un texto por parte de las autoridades de la Facultad de Economía de la UNAM en donde condenaba los esfuerzos por parte de los profesores de mantener abierta su fuente de trabajo. La precariedad docente y el cierre masivo de clases son el trasfondo de un problema que se vive a diario en la máxima casa de estudios.
Martes 5 de febrero de 2019
Son decenas de grupos los que se cierran cada semestre en la Facultad de Economía de la UNAM, producto de la normas segregacionistas de la máxima casa de estudios.
Éstas provocan la pérdida de la materia de trabajo de un gran número de profesores cuya situación de precariedad e inestabilidad se agudiza.
El bloqueo del conocimiento para centenares de alumnos, quienes ven frustradas sus posibilidades académicas al no poder cumplir con los requisitos establecidos en la legislación universitaria espuria, es otra de las consecuencias de esta medida de las autoridades.
El cierre de grupos es un problema histórico para la institución.
Hay profesores que tienen base y cuyas materias están relativamente aseguradas sin importar el número de alumnos inscritos. Éstas representan no más del 30% de las clases que se importen en la facultad. El otro porcentaje, abrumadoramente mayoritario, está conformado por profesores de asignatura, quienes no poseen un contrato colectivo de trabajo digno y cuya materia de trabajo sólo se garantiza cuando existen mínimo 10 alumnos inscritos por materia.
Contrario a lo que menciona el director de la facultad en cuanto al libre albedrío de los alumnos para decidir sus materias, la medida garantiza que cientos de alumnos pierdan la oportunidad de estudiar las áreas de la economía con las cuales más se sienten identificados y sean de su interés, para sustituirlas por la de tendencia generalizada, aún cuando en muchas de estas áreas no encuentren una satisfacción académica o pedagógica.
Además de restringir y mermar el conocimiento para la comunidad estudiantil y universitaria, este tipo de medidas propician la competencia entre profesores por mantener sus clases y por lo tanto sus ingresos. Todo esto bajo la mirada de la dirección y las autoridades universitarias, quienes en ningún momento se preocupan por el bienestar de los alumnos, coadyuvando a la elitización de la universidad y la pérdida de contenido educativo.
El derecho a la educación tiene que ser la prioridad en la universidad, así como el acceso a un trabajo digno para la planta docente, lo cual incluye la basificación de todos los profesores, sin excepción. Estudiantes y académicos debemos exigir que no haya ni una materia cerrada más. Esto pasa necesariamente por sumar voces de apoyo a los docentes que hoy exigen dignificación de su labor y denuncian la precarización e inestabilidad laboral en la UNAM.
Jesús Pegueros
Estudiante de la Facultad de Economía de la UNAM