A pesar de que las preferencias políticas hacia el presidente López Obrador en Coahuila alcanzan 74 %, Morena sólo obtuvo 21.4 % de los votos en las elecciones para gobernador en el estado.
Jueves 22 de junio de 2023
Manolo Jiménez, el candidato que la “Alianza por la Seguridad” del PRI-PAN-PRD postuló como candidato a la gubernatura de Coahuila para el periodo 2023-2024, resultó ganador luego de que el pasado 4 de junio el electorado le otorgara 57 % de los votos, superando por más de 30 puntos al morenista Armando Guadiana, quien se quedó en un lejano segundo lugar con 21.5 %. En tercer y cuarto lugar quedaron Ricardo Mejía (PT) y Lenin Pérez (UDC) con 13.3 y 5.9 % de los votos, respectivamente.
Es preciso destacar que la victoria de Manolo Jiménez estuvo sostenida por la descarada compra masiva de votos, así como del amedrentamiento, amenazas, levantamiento y represión contra más una treintena de militantes y simpatizantes de Morena y el Partido del Trabajo –incluyendo una candidata a diputada y un morenista hospitalizado– por parte de la policía estatal de Miguel Riquelme.
Al margen de esto, el factor más decisivo de la victoria priísta fue la división interna del obradorismo, pues, a pesar de la crisis nacional que atraviesa el PRI, en la que, de los 14 estados que gobernaba en 2019, ya solo mantenía tres iniciando el año, el tricolor coahuilense no solo venció con creces al partido del presidente, sino que incrementó el número de votos que había conseguido en las elecciones del 2017.
En aquella contienda, el actual gobernador Miguel Riquelme obtuvo 482 mil 891 votos, lo que significaba 38.9 % del total. Ahora, y sin contar los votos de sus partidos aliados, el PRI consiguió 616 mil votos (47 %), es decir, aproximadamente ciento treinta y cinco mil votos más que hace seis años.
Esta aplastante victoria se da a pesar del avance vertiginoso del partido del presidente a nivel nacional y regional desde las elecciones del 2018. De hecho, el crecimiento de Morena en el estado no es un dato menor que se deba menospreciar en los análisis. El morenismo pasó de 151 mil 657 sufragios en el 2017 a conseguir 279 mil 894 en este año. O sea, casi 200 % en un sexenio.
Y, si sumamos los votos fragmentados de todos los partidos que presumieron defender la “Cuarta Transformación” en las campañas, el resultado es de casi 530 mil votos, lo que representa más del 300 % de crecimiento para el obradorismo en Coahuila con relación al 2017.
Incluso, si de los partidos “Cuatrotetistas” hablamos, el Partido del Trabajo fue quien mejor desempeño tuvo en términos de crecimiento, al pasar de poco más de 19 mil sufragios en el 2017 a 173 mil 380 en el 2023, aumentando considerablemente sus prerrogativas en una muy cuestionada jugada del presidente nacional del partido, el ex maoísta Alberto Anaya.
Sin embargo, aún con su innegable crecimiento, la derrota del Morena tiene un sabor amargo entre sus simpatizantes y militantes, quienes creen que las divisiones y los errores terminaron por arrancarles el triunfo.
Y es que, si bien Coahuila es un bastión histórico del PRI, la crisis nacional que enfrentaba el partido alcanzaba, desde luego, a irradiar a la cuna del moreirismo. Al margen del hartazgo que el tricolor venía encubando durante 9 décadas en el poder, el priismo venía experimentando desde el año pasado un éxodo de importantes cuadros políticos, viejos lobos de mar curtidos en la ingeniería electoral coahuilense, hacia las filas morenistas.
Por otra parte, el PRI había perdido en diciembre del 2022 una estructura política valiosísima, luego de que le fueron arrebatadas 2 de las 3 secciones del SNTE que controlaba, en manos de planillas cuyos líderes simpatizaban con el Morena.
Y todo esto en un contexto donde el fenómeno López Obrador le arrancaba una fuerte base electoral a través de los programas sociales asistencialistas.
De ahí que el electorado fiel de Morena en Coahuila se sienta decepcionado tras la derrota al percibir que existían condiciones favorables para impedir que el PRI cumpliera un siglo en el poder del estado.
El obradorismo no votó por Morena
Como bien sabemos y lo hemos analizado en este espacio, al desconocimiento de los resultados de la encuesta interna de Morena por parte de Mejía Berdeja, se sumó la ruptura del comité estatal del partido guinda y la expulsión de 22 de ellos a consecuencia del espaldarazo que dieron al exsubsecretario. A continuación, vino la fragmentación de los partidos de la coalición “Juntos Haremos Historia” abanderando a tres candidatos distintos.
Entonces aparecieron las acusaciones de traición contra los simpatizantes del “Tigre” Mejía, mientras que estos esgrimían que no aceptarían las imposiciones de la dirigencia nacional morenista.
A esto se sumó la decepcionante, por no decir pésima, campaña de Armando Guadiana, quien no entusiasmó a nadie, hizo el ridículo en los debates electorales y comprobó que no es precisamente un enemigo de Miguel Riquelme. Mientras, su par Ricardo Mejía se empeñó a edificar su candidatura sobre las acusaciones políticas contra el gobernador y el candidato morenista, granjeando importante apoyo entre los simpatizantes obradoristas desencantados de Guadiana Tijerina.
Tan malo venía siendo el desempeño de Guadiana que Mario Delgado se vio obligado a proponer infructuosamente al PT y PV un gobierno de coalición si declinaban a favor del empresario minero. Al final, y ya demasiado tarde, tuvo que pedir por la mala al Verde y al PT que, de no sumarse al senador con licencia, no irían juntos en el 2024.
Todavía, tuvo que intervenir el presidente en un somero señalamiento a Ricardo Mejía de no usar su nombre, ya que su apoyo era hacia quien había ganado las encuestas.
Todo esto condujo a que el obradorismo coahuilense no votara por Morena. Una encuesta de El Financiero realizada entre los votantes arrojó que 74 % de ellos aprueban a López Obrador, pero 50 % votó por Manolo Jiménez.
Manolo Jiménez, el candidato que la “Alianza por la Seguridad” del PRI-PAN-PRD postuló como candidato a la gubernatura de Coahuila para el periodo 2023-2024, resultó ganador luego de que el pasado 4 de junio el electorado le otorgara 57 % de los votos, superando por más de 30 puntos al morenista Armando Guadiana, quien se quedó en un lejano segundo lugar con 21.5 %. En tercer y cuarto lugar quedaron Ricardo Mejía (PT) y Lenin Pérez (UDC) con 13.3 y 5.9 % de los votos, respectivamente.
Es preciso destacar que la victoria de Manolo Jiménez estuvo sostenida por la descarada compra masiva de votos, así como del amedrentamiento, amenazas, levantamiento y represión contra más una treintena de militantes y simpatizantes de Morena y el Partido del Trabajo –incluyendo una candidata a diputada y un morenista hospitalizado– por parte de la policía estatal de Miguel Riquelme.
Al margen de esto, el factor más decisivo de la victoria priísta fue la división interna del obradorismo, pues, a pesar de la crisis nacional que atraviesa el PRI, en la que, de los 14 estados que gobernaba en 2019, ya solo mantenía tres iniciando el año, el tricolor coahuilense no solo venció con creces al partido del presidente, sino que incrementó el número de votos que había conseguido en las elecciones del 2017.
En aquella contienda, el actual gobernador Miguel Riquelme obtuvo 482 mil 891 votos, lo que significaba 38.9 % del total. Ahora, y sin contar los votos de sus partidos aliados, el PRI consiguió 616 mil votos (47 %), es decir, aproximadamente ciento treinta y cinco mil votos más que hace seis años.
Esta aplastante victoria se da a pesar del avance vertiginoso del partido del presidente a nivel nacional y regional desde las elecciones del 2018. De hecho, el crecimiento de Morena en el estado no es un dato menor que se deba menospreciar en los análisis. El morenismo pasó de 151 mil 657 sufragios en el 2017 a conseguir 279 mil 894 en este año. O sea, casi 200 % en un sexenio.
Y, si sumamos los votos fragmentados de todos los partidos que presumieron defender la “Cuarta Transformación” en las campañas, el resultado es de casi 530 mil votos, lo que representa más del 300 % de crecimiento para el obradorismo en Coahuila con relación al 2017.
Incluso, si de los partidos “Cuatrotetistas” hablamos, el Partido del Trabajo fue quien mejor desempeño tuvo en términos de crecimiento, al pasar de poco más de 19 mil sufragios en el 2017 a 173 mil 380 en el 2023, aumentando considerablemente sus prerrogativas en una muy cuestionada jugada del presidente nacional del partido, el ex maoísta Alberto Anaya.
Sin embargo, aún con su innegable crecimiento, la derrota del Morena tiene un sabor amargo entre sus simpatizantes y militantes, quienes creen que las divisiones y los errores terminaron por arrancarles el triunfo.
Y es que, si bien Coahuila es un bastión histórico del PRI, la crisis nacional que enfrentaba el partido alcanzaba, desde luego, a irradiar a la cuna del moreirismo. Al margen del hartazgo que el tricolor venía encubando durante 9 décadas en el poder, el priismo venía experimentando desde el año pasado un éxodo de importantes cuadros políticos, viejos lobos de mar curtidos en la ingeniería electoral coahuilense, hacia las filas morenistas.
Por otra parte, el PRI había perdido en diciembre del 2022 una estructura política valiosísima, luego de que le fueron arrebatadas 2 de las 3 secciones del SNTE que controlaba, en manos de planillas cuyos líderes simpatizaban con el Morena.
Y todo esto en un contexto donde el fenómeno López Obrador le arrancaba una fuerte base electoral a través de los programas sociales asistencialistas.
De ahí que el electorado fiel de Morena en Coahuila se sienta decepcionado tras la derrota al percibir que existían condiciones favorables para impedir que el PRI cumpliera un siglo en el poder del estado.
El obradorismo no votó por Morena
Como bien sabemos y lo hemos analizado en este espacio, al desconocimiento de los resultados de la encuesta interna de Morena por parte de Mejía Berdeja, se sumó la ruptura del comité estatal del partido guinda y la expulsión de 22 de ellos a consecuencia del espaldarazo que dieron al exsubsecretario. A continuación, vino la fragmentación de los partidos de la coalición “Juntos Haremos Historia” abanderando a tres candidatos distintos.
Entonces aparecieron las acusaciones de traición contra los simpatizantes del “Tigre” Mejía, mientras que estos esgrimían que no aceptarían las imposiciones de la dirigencia nacional morenista.
A esto se sumó la decepcionante, por no decir pésima, campaña de Armando Guadiana, quien no entusiasmó a nadie, hizo el ridículo en los debates electorales y comprobó que no es precisamente un enemigo de Miguel Riquelme. Mientras, su par Ricardo Mejía se empeñó a edificar su candidatura sobre las acusaciones políticas contra el gobernador y el candidato morenista, granjeando importante apoyo entre los simpatizantes obradoristas desencantados de Guadiana Tijerina.
Tan malo venía siendo el desempeño de Guadiana que Mario Delgado se vio obligado a proponer infructuosamente al PT y PV un gobierno de coalición si declinaban a favor del empresario minero. Al final, y ya demasiado tarde, tuvo que pedir por la mala al Verde y al PT que, de no sumarse al senador con licencia, no irían juntos en el 2024.
Todavía, tuvo que intervenir el presidente en un somero señalamiento a Ricardo Mejía de no usar su nombre, ya que su apoyo era hacia quien había ganado las encuestas.
Todo esto condujo a que el obradorismo coahuilense no votara por Morena. Una encuesta de El Financiero realizada entre los votantes arrojó que 74 % de ellos aprueban a López Obrador, pero 50 % votó por Manolo Jiménez.
Además, la encuesta también permite ver que 23 % de los que aprueban al presidente votaron por Ricardo Mejía o Lenin Pérez.
Con esto, queda sumamente cuestionado el método del Movimiento de Regeneración Nacional para seleccionar candidatos entre sus militantes y simpatizantes, de cara a las presidenciales del 2024.
De hecho, los militantes morenistas cuestionan que la encuesta pone de ganador al precandidato más conocido, aún y cuando éste pueda ser el más deshonesto. De ahí también se explica la candidatura de la ex priísta Marina Vitela para la gubernatura de Durango en el 2022, entre otras.
Y es que, aún y en la recta final de la campaña electoral, el Comité Ejecutivo Nacional parecía sentirse cómodo con el segundo lugar, previendo quizá que de todos modos su cuota presupuestaria aumentaría, muy a pesar de las legítimas aspiraciones de cambio de su base que no concebía que el PRI cumpliera un siglo al frente del estado. A fin de cuentas, no hay que obviar que el electorado coahuilense sólo representa 2 % de la lista nominal nacional, a diferencia del Estado de México, el cual ostenta más del 12 %.
¿Cómo queda la derecha?
Pero no todo es miel sobre hojuelas para la Alianza derechista. Si bien lograron conjurar el peligro morenista en el estado, el Partido Acción Nacional fue sacrificado reduciéndose a su máxima expresión: de haber obtenido 36 % hace seis años, hoy tan solo obtuvieron poco más de 6 % de los sufragios.
En ese sentido, el voto anti PRI que históricamente había significado el PAN en Coahuila, se trasladó hacia el Morena, el PT y, sobre todo, a la abstención.
De tal suerte que la victoria de Manolo representa para el PAN una victoria pírrica, donde las bajas y las desbandadas hacia otros partidos fue la norma.
Esto le permitirá al PRI tener más prerrogativas sobre la mesa al momento de negociar con el PAN y la alianza “Va Por México” rumbo al 2024.
En otro orden de ideas, queda por ver qué relación tendrá AMLO con la nueva gestión de Manolo Jiménez. Aunque ponerle una carpeta de investigación sobre la mesa al saltillense para doblarle la mano y ceda a las políticas del presidente es una carta que puede jugar, ya que el historial de la familia Jiménez es buen material de trabajo para la fiscalía, es poco probable que la use, pues no la ha usado tampoco con Rubén Moreira, contra quien se rumora entre los pasillos de palacio que ya tiene una carpeta hecha desde antes de que empezaran las campañas.
Como conclusión, el descontento y la decepción entre los simpatizantes y militantes de Morena puede ser un fermento que siga creciendo en el estado, así como expandirse nacionalmente, en el contexto de recambio presidencial, donde ninguna de las corcholatas de Morena tiene ni tendrá la habilidad de sosegar las tendencias centrífugas de su base electoral, como lo hace Andrés Manuel.