Rumbo a la Convención Nacional Democrática convocada por la NCT y otras centrales sindicales, consideramos fundamental que las y los trabajadores sindicalizados y no sindicalizados podamos discutir cuáles son las claves políticas para conquistar nuestras demandas en el marco de la situación nacional.
Viernes 29 de septiembre de 2023
Este 29 y 30 de septiembre se lleva a cabo la Convención Nacional Democrática de las y los Trabajadores convocada por Nueva Central de Trabajadores y otras centrales sindicales, el objetivo de la misma es discutir el posicionamiento del sindicalismo que se reclama independiente en la coyuntura nacional, la situación laboral, salarios, jubilaciones y pensiones, así como un punto sobre la reforma laboral aprobada a inicios de sexenio, sus implicaciones para el fortalecimiento y organización de las y los trabajadores.
Situación nacional: elecciones, la 4T y el movimiento obrero
En medio de un ambiente preelectoral, dónde ya están definidas las candidaturas de Claudia Sheinbaum para dar continuidad al proyecto de la 4T y Xochitl Gálvez por la oposición de derecha, muchos sectores sindicalistas se han decantado por un apoyo casi acrítico hacia la continuidad del proyecto de la 4T, y otros, aunque señalan las contradicciones de la política del gobierno federal, llaman a cerrar filas con Morena frente a la derecha y la presencia de la extrema derecha.
Esto a pesar de que el gobierno de la 4ta transformación ha sido reacio a dar foro y abrir diálogo con distintos referentes sindicales, y con quienes lo ha hecho, como el magisterio que tuvo casi veinte mesas de negociación con el gobierno federal, se ha negado a resolver sus demandas y hay conflictos que siguen sin solución, como la huelga del SUTNOTIMEX.
Por eso es necesario señalar con claridad cuáles son las características de la política del gobierno federal, sus consecuencias para las y los trabajadores y qué contradicciones ha tenido, para unificar nuestras demandas y construir un plan de acción como trabajadores sindicalizados, no sindicalizados, de la ciudad, del campo, jóvenes, mujeres, como la clase trabajadora en su conjunto y enfrentar los ataques en el sector educativo, en la salud, en el terreno laboral y de las libertades democráticas. También para enfrentar la política de precarización laboral, contrataciones simuladas y fragmentación sindical que ha impulsado el gobierno y profundizado en comparación con gobiernos abiertamente neoliberales, como se vio con la austeridad republicana que implicó decenas de miles de despidos para trabajadores estatales.
Mejores condiciones para pocos, precarización para la mayoría
En el terreno laboral es cierto que el gobierno federal ha impulsado un aumento al salario mínimo histórico, pero que choca con un momento económico internacional que encarece los precios de la canasta básica y que termina siendo un paliativo frente a la pérdida del poder adquisitivo de los trabajadores.
Sin duda, es muy importante que los trabajadores que tenemos contrato y relación laboral reconocida ahora tengamos 14 días de vacaciones por ley. Sin embargo, seguimos siendo de los países con menos días de vacaciones a nivel internacional y la posibilidad de acceder a esas vacaciones está sujeta a la permanencia en el centro de trabajo, cuando hay millones de jóvenes que viven bajo la precariedad de rotar constantemente de trabajo y gremio o como en la industria automotriz dónde la patronal impone paros técnicos para preservar sus ganancias y la única forma para que un trabajador perciba el 100% de su salario en esas fechas es utilizar sus días de vacaciones. Ni hablemos del sector informal o de quienes laboran en programas sociales o sin reconocimiento de relación laboral.
Lo mismo pasa con la reforma al outsourcing, nos prometieron nunca más un trabajador subcontratado, pero solo la tercera parte de los trabajadores en México tiene contrato y derecho a la seguridad social. Por ejemplo, en las áreas de parques y jardines del gobierno de la CDMX hay licitaciones que se llevan empresas prestadoras de servicios, que no solo se restringen al sector estatal, en decenas de gremios hay trabajadores que “prestan sus servicios” y que no tienen ningún tipo de reconocimiento laboral. O en el peor de los casos son reconocidos como “socios” como los repartidores de las distintas aplicaciones.
Ni un peso a la Guardia Nacional, ¡juicio y castigo a los responsables de los crímenes de estado!
México enfrenta uno de los sexenios más violentos desde el inicio de la supuesta guerra contra el narcotráfico, si bien López Obrador intentó delimitarse de la derecha diciendo que no habría guerra y que se cambiaría la estrategia de seguridad, la realidad es que ha habido un fortalecimiento de las fuerzas armadas, con la creación de la Guardia Nacional, cediendo obras como el AIFA o el Tren Maya a la SEDENA y el gobierno continuó y profundizó la militarización del país.
Más allá de la retórica de “Pueblo armado” las mismas instituciones responsables de la violencia en general y de la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa se fortalecieron. En la marcha del 26 de septiembre los padres de Ayotzinapa cuestionaban por qué Omar García Harfuch, que ha sido nombrado dentro de las investigaciones independientes sobre la desaparición de los normalistas, es precandidato de Morena a la gubernatura de la CDMX.
El supuesto cambio de la estrategia de seguridad y la continuidad de la militarización han dado como resultado lamentables casos como la desaparición de jóvenes trabajadores de Call Center en Jalisco o Zacatecas, un aumento en las desapariciones forzadas y casi el doble de las cifras de feminicidio si comparamos datos con el 2015.
No olvidamos que el “ejército del pueblo” hace 9 años participó en la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa junto a diferentes niveles del poder y redes del crimen organizado. Por eso seguimos exigiendo juicio y castigo para los responsables y justicia, con reparación integral del daño para las víctimas y sus familias, y por la desmilitarización inmediata de todo el país.
Que el dinero destinado a la policía, el ejército, la marina y la guardia nacional se invierta en educación, salud, cultura y vivienda. Es indispensable que estas demandas sean retomadas por los sindicatos y las centrales que se reivindican democráticas como la NCT y la UNT, pues solo con la fuerza y los métodos de lucha de la clase trabajadora como el paro y la huelga podremos acabar con la violencia, la precarización y arrancar nuestros derechos y mejores condiciones de vida.
La reforma laboral y el TMEC. Fuera el imperialismo y el estado de los sindicatos
En los documentos hacia la convención, se menciona que bajo la reforma laboral se abrió una nueva coyuntura, aunque incipiente, de surgimiento de nuevos sindicatos que se reclaman democráticos en contra de la burocracia sindical de la CTM, la CROC y la CROM.
Es real que la reforma laboral tuvo como una consecuencia no buscada por el gobierno la apertura de un proceso de politización muy importante y planteó de nueva cuenta la necesidad de pelear por democracia sindical, aunque en un país con un tasa de sindicalización del 10%, tan sólo 4 millones de trabajadores fueron consultados.
También, bajo la nueva ley laboral y la votación para la legitimación de los Contratos Colectivos de Trabajo (CCT) se catalizó un hartazgo contra la burocracia sindical, que no solo se mostró en el avance de los sindicatos alternativosen San Luis Potosí, Morelos, Coahuila, Guanajuato o Tamaulipas, sino que cientos de centros de trabajo votaron contra un CCT pactado entre la burocracia sindical y la patronal a espaldas de la base trabajadora.
Esta proceso aunque fue incipiente, expresó en primer lugar el hartazgo frente a las condiciones de trabajo y salariales impuestas por la burocracia sindical y la patronal, pero advertimos de la enorme tasa de des sindicalización que tuvo como consecuencia que miles de trabajadores se queden con un contrato individual frente al patrón, sin posibilidad de organización y defensa colectiva.
Esto, sumado a la necesidad de pelear por el derecho a la basificación y sindicalización de todos los y las trabajadoras, plantea la urgencia de tener una política que vaya más allá de la filas que forman parte de los sindicatos. Las centrales que se reivindican democráticas deben tener una política para unificar la lucha de sindicalizados -incluyendo trabajadores de base de las centrales charras- y no sindicalizados por mejores condiciones laborales y de vida, golpeando como uno solo contra la patronal, el gobierno y la derecha.
El aspecto que es visto como progresivo por muchos trabajadores, y que ha detonado este tipo de fenómenos a nivel nacional, no puede desligarse de los aspectos regresivos en materia laboral, que tienen que ver con su profunda relación con el T MEC.
La injerencia de Estados Unidos sobre México se ha redoblado a partir de la firma del T MEC, un tratado de expoliación imperialista, y el capítulo laboral está íntimamente vinculado a la reforma laboral. Tras la “preocupación” sobre la “libre sindicalización” y mecanismos para garantizar la democracia obrera, se esconden elementos como el acotamiento del derecho a huelga, la extensión de las juntas locales y federales y con ellas el derecho laboral para pasar toda controversia al poder judicial y la enorme injerencia que tiene el Estado en la vida interna de las organizaciones obreras.
Es indispensable que las y los trabajadores y nuestras organizaciones denunciemos la subordinación al imperialismo estadounidense que mantiene este gobierno, porque tras los fenómenos progresivos de cuestionamiento, como la votación en contra de la burocracia sindical y la fundación de nuevos sindicatos, se oculta una ley laboral pro patronal que dejó intacta varias de las cuestiones más regresivas de la reforma laboral de Felipe Calderón.
Bajo este panorama surge la necesidad de que los trabajadores tomemos una postura combativa e independiente frente al escenario electoral, lo cual es muy distinto a la política que vienen tomando sectores del charrismo sindical, incluso de la de algunos que se han reclamado opositores y democráticos en el pasado. Esta independencia política no solo puede ser organizativa, es decir no diluirnos en el gobierno, sino que tiene que expresarse en una política propia para enfrentar el ataque.
En este sentido, es clave que las y los trabajadores sindicalizados y no sindicalizados vinculemos la lucha por conquistar las demandas de salario digno que aumente según la inflación, la reducción de la jornada laboral sin reducción salarial, estabilidad laboral y basificación, y respeto a las jubilaciones y pensiones que necesitamos para nuestras familias con la lucha por construir un polo independiente del gobierno y la derecha, un polo clasista y combativo que se apueste a arrancar nuestros derechos con la movilización y métodos como el paro y la huelga, acordando un plan de lucha unitario, construido desde la base para arrancar nuestras demandas y para evitar que éstas sean usadas como botín político electoral y como promesas de campaña que serán olvidadas después de las elecciones.
¡Solución a todos los conflictos laborales! ¡Alto a la precarización laboral! ¡Viva la unidad de la clase trabajadora!