En los momentos en que se vuelve a reabrir la discusión entre diversos sectores sobre la necesidad de explorar las vías para poner en pie una izquierda anticapitalista y revolucionaria, desde la Liga de Trabajadores por el Socialismo (LTS), quienes hemos publicado recientemente una propuesta en ese sentido, venimos planteando lo fundamental que es para ese objetivo, el sacar las lecciones históricas sobre el balance del chavismo y el papel jugado durante el mismo por las diferentes corrientes de la izquierda. Así como también es clave pasar revista a la intervención en los procesos políticos más importantes en los últimos años.
Especial interés tiene revisar cómo se condujo frente al fenómeno de Chávez, el arco de la izquierda que se reivindica obrera y socialista. Es decir, las corrientes que, a diferencia del reformismo clásico (como los PC) o el populismo, no considera la revolución socialista como un asunto para “otra etapa” o un futuro indeterminado, sino como una tarea de la época actual, y cuyo objetivo no es el establecimiento de gobiernos burgueses “progresistas” o hipotéticas “alianza antiimperialistas” con sectores burgueses, es decir, de colaboración de clases, sino la conquista de un gobierno propio de los trabajadores.
Históricamente, la izquierda en nuestro país estuvo hegemonizada por partidos y corrientes provenientes del stalinismo o variantes del mismo, por lo cual siempre apostaban a alguna variante de colaboración de clases, bien fuera con algún caudillo o sector “militar patriota”, bien fuera con sectores “progresistas y nacionalistas” de la burguesía o la pequeñoburguesía, por eso no es de extrañar que al aparecer en escena la figura de Chávez, casi la totalidad de esta izquierda se sumara en masa a su proyecto. Sin embargo, siendo el trotskismo una corriente internacional que se forjó históricamente reivindicando, entre otros aspectos claves de la tradición revolucionaria del marxismo, la independencia política de la clase obrera ante movimientos y gobiernos burgueses, era de esperarse de aquellas corrientes que en Venezuela se reivindicaban del trotskismo, una mejor ubicación política, de lucha por la independencia política de la clase trabajadora ante el fenómeno del chavismo. ¿Cómo se ubicaron las corrientes que se reivindicaban como tal? ¿Qué discusiones hubo?
Si en recientes artículos hemos debatido con otras corrientes de la izquierda, como las que se agrupan genéricamente en el chavismo crítico, en este artículo queremos avanzar sobre las posiciones que mantuvimos las corrientes que hoy se conforman como PSL [1], Marea Socialista y la LTS, incluyendo los debates suscitados, en el largo período del surgimiento, asentamiento y debacle del chavismo.
Esta es una discusión muy necesaria de llevar a cabo de cara a los trabajadores y trabajadoras, la juventud, las mujeres que luchan y la militancia de las corrientes de izquierda. La situación actual del país, marcada por un retroceso muy profundo del movimiento obrero y de masas, por una debilidad extrema de las corrientes de izquierda, hace urgente buscar las vías de reconstrucción de una izquierda revolucionaria en el país, y para este desafío por supuesto son claves aquellas corrientes y militantes que nos reivindicamos de la lucha por la revolución socialista, como los compañeros que mencionamos y a quienes hemos hecho el llamado explícito recientemente. Por lo cual, revisar la ubicación política, las estrategias y las políticas de las diferentes corrientes en estas dos décadas, reviste mucha importancia para pensar las bases de la reconstrucción de una izquierda revolucionaria en Venezuela. Se trata de sacar las lecciones estratégicas de la experiencia de un proyecto político que, tal como todos los nacionalismos burgueses o reformismos del siglo XX en América Latina, condujeron a la clase obrera, campesinos pobres y sectores populares a la frustración, desmoralización, cuando no directamente a derrotas.
La búsqueda de sacar lecciones no es un ejercicio de mirar “al pasado” porque sí, es importante para construir en el presente y hacia el futuro, es para avanzar, pues el fenómeno del chavismo con todas sus implicancias, se trató y se trata de uno de los acontecimientos políticos más importantes en nuestra historia reciente. Aun cuando la polémica pueda mostrarse dura, se parte del mayor espíritu de unidad, tal como nos ha encontrado en diferentes espacios de lucha, en actividades unitarias internacionalistas y de debates. Esta es, de hecho, la historia del movimiento obrero revolucionario en general y del marxismo en particular: alrededor de los grandes acontecimientos de la lucha de clases, de los movimientos políticos, de las derrotas o las victorias, se han ido sacando lecciones y balances que permiten delimitar y reorganizar fuerzas.
Aprovechamos de responder a algunos elementos de este balance que han sido puestos por escrito, como es el caso de los compañeros del PSL, en su libro “¿Por qué fracasó el chavismo?” (Cehus, Buenos Aires, 2018). Como vemos es un debate abierto, puesto sobre la mesa.
El recorrido es extenso, por eso no es posible realizarlo en un solo texto, por lo que dividiremos la discusión en dos partes. En esta primera tomamos en parte el período de auge y consolidación del chavismo, es decir, por lo menos a los años próximos a 1999 – la primera presidencia de Chávez – hasta el año 2008. La segunda que implicará una parte aún de Chávez en el gobierno hasta por lo menos el año 2019, que incluye al Gobierno de Maduro, momentos en que se realiza la embestida golpista por quien se autoproclamará “presidente interino” de la mano de Donald Trump. Es claro que solo tomaremos aquellos momentos que marcaron puntos inflexión en la política nacional y en las discusiones de las corrientes políticas.
De la candidatura de Chávez a sus primeros años de gobierno
Como hemos indicado, queremos partir, a manera de referencia para la presente discusión, de una especie de balance que intentan hacer los compañeros del PSL en el libro antes mencionado y desarrollado más en particular en la parte que lleva como título “El debate en la izquierda y el movimiento trotskista”. En una de las partes de su exposición, y como a manera de conclusión los compañeros afirman: “Podemos decir que nuestra corriente siguió, casi al pie de la letra, las recomendaciones de Trotsky en el caso de la postura ante el gobierno de Chávez”. Una afirmación atrevida, por decir lo menos, pues veremos a seguir cómo en realidad estuvieron bastante lejos de las posiciones del histórico dirigente revolucionario, y por el contrario, más cerca de Chávez. Una posición que ya estaba en las lógicas de la última etapa del Partido Socialista de los Trabajadores (PST) en Venezuela a finales de los 90’s, y que este grupo de compañeros mantuvo casi una década, hasta el 2007; otros, como los compañeros de Marea, le dieron continuidad hasta el 2015, ya en la debacle del chavismo.
La mayoría de los dirigentes y militantes históricos que señalamos tanto del sector del PSL como de Marea Socialista provienen del Partido Socialista de los Trabajadores (PST), que se fundará a finales de los años 70, más conocido por “La Chispa”, su órgano de prensa, partido que supo hacerse un lugar importante en sectores del movimiento obrero y sus luchas, cierta inserción también en el movimiento estudiantil universitario, llegando en los 90’s a dirigir varios sindicatos importantes y luchas destacadas, aunque frente al surgimiento del chavismo entrará en una profunda crisis que lo llevará a la disolución, aspecto sobre lo que escribiremos más adelante.
En una entrevista en el portal Aporrea.org en el año 2007 Orlando Chirino afirmará que: “Nos ufanamos de haber sido la primera agrupación política, como el PST- La Chispa (Partido Socialista de los Trabajadores), de haber propuesto el nombre de Hugo Rafael Chávez Frías, como candidato presidencial. El Presidente recuerda las reuniones y actos que impulsábamos desde la urbanización La Quizanda en Valencia o desde el sector de los textileros en Aragua" (negritas nuestras). Efectivamente así lo sostuvieron desde los muy tempranos años de 1997 como PST, afirmando en La Chispa N° 223 que: “Desde septiembre de 1997, cuando decidimos apoyar la candidatura de Hugo Chávez, insistimos y seguimos insistiendo en que él recoge el descontento de las masas, con la propuesta de Constituyente muestra su disposición a acompañar al pueblo en el proceso de ruptura con este régimen (el puntofijismo, NdR)”. Por eso Chirino tiene razón en ufanarse de haber promovido y proponer al Teniente Coronel Hugo Chávez, incluso cuando aún afirmaba ser un partidario de la Tercera Vía al estilo de Tony Blair y Bill Clinton presentándose como una figura “anticorrurpción” y que luego después surgirá como representante del nacionalismo burgués venezolano, en el papel de caudillo central.
Tal vez alguien puede pensar que una vez asumido Chávez, los que en ese entonces fungían como dirección del PST cambiaran de política, y se dispondrían a preparar a los trabajadores para los seguros enfrentamientos entre sus ilusiones y las pretensiones bonapartistas del gobierno, pero no. "El combate contra la corrupción con Chávez como primer soldado y comandante, seguramente dará confianza y alegría al pueblo, y si va más allá del circo efectista, liberará cantidad de recursos para los planes económicos", escribían para febrero de 1999 (La Chispa, N° 227). Y esto lo planteaban en momentos en que el Comandante planeaba lanzar su plan cívico-militar para lavarle la cara al ejército burgués y empezaba a entablar negociaciones con el FMI para renegociar la deuda externa. Así sostenían que Chávez representaba un "canal por el cual aglutinar el esfuerzo de todos aquellos que quisieran hacer oposición a los planes económicos, al régimen, la CTV, incluido atacar al sistema capitalista" (La Chispa, N° 227).
Esta adaptación al chavismo ya en sus tempranos años, impedirá que los compañeros que en ese entonces se aglutinaban alrededor de la Liga Internacional de Trabajadores (LIT-CI) se convirtieran en una corriente importante en la vanguardia obrera y juvenil pues partían de todo un caudal acumulado en la etapa anterior. Por nuestra parte ya 1999 escribíamos: “Desde estas páginas de Estrategia Internacional esperamos contribuir a la reflexión de todos los honestos militantes del trotskismo venezolano que quieran limpiar las banderas del trotskismo de las desviaciones centristas que lo llevan a la liquidación, y convertirlo en un claro punto de referencia revolucionario para la vanguardia obrera venezolana”. Pero rápido veremos que el PST no solo que no se transformó en una corriente importante, sino que terminó implosionando.
La cuestión de fondo es que el PST venezolano, de donde provenían todos estos compañeros, no pudo resistir en su momento a la oleada del Comandante Chávez, lo encontró sin preparación para hacerle frente a los cantos de sirena, no ya de frentes populares (gobiernos de colaboración de clases entre organizaciones obreras y partidos burgueses), sino que ni siquiera frente a fenómenos como el de Chávez, mucho menos radical que un frente popular, pero girado a izquierda con relación a los gobiernos neoliberales y proimperialistas de los 90’s. Su preparación resultó ser solo para enfrentar gobiernos burgueses semicoloniales más “normales”, como los de Rafael Caldera o Carlos Andrés Pérez. El PST se desarrolló enfrentando un régimen que administraba en clave neoliberal la crisis estructural del capitalismo dependiente iniciada a finales de los 70’s, gobiernos burgueses que lejos de asentarse en políticas de mejoras parciales de las condiciones de vida del pueblo, gestionaban los ataques al movimiento obrero y la caída de las condiciones de vida que acompañó las décadas de los 80’s y 90’s.
La organización sucumbió rápidamente, llegando al extremo de su disolución dadas las fuertes tensiones internas. Una disolución en la que jugaron un papel clave compañeros que luego serán dirigentes importantes tanto del PSL como de Marea, en el caso específico del compañero Orlando Chirino (principal dirigente sindical de la organización), fue de los que sin esperar las resultas del debate interno en el PST, deciden meterse de lleno en el chavismo, asestando un duro golpe al partido, ya debilitado políticamente por sus dubitaciones, entre la progresiva imposición de la línea abiertamente partidaria de apoyar a Chávez sin muchos miramientos, y la incapacidad del sector resistente (que de igual forma era partidario del apoyo, aunque crítico y manteniendo la existencia independiente del partido) de oponer una firme batalla que permitiera preservar la existencia del partido y su independencia política. Lo que era hasta entonces una pequeña pero importante organización obrera independiente, terminó disuelta, sumando puntos a favor de que no hubiese nada por izquierda como alternativa al chavismo.
De todo este apoyo político a Chávez en sus inicios, que incluye la disolución del PST, no hay la mínima alusión en el libro del PSL “¿Por qué fracasó el chavismo?”, aun cuando hacen referencia a sus posiciones con respecto a Hugo Chávez desde los inicios. Tampoco hacen mención alguna a las posiciones de Trotsky ante caudillos del nacionalismo burgués en los países semicoloniales, pues de hacerlo estarían imposibilitados de afirmar, como señalan, haber seguido al pie los consejos del revolucionario ruso. No encontrarían, por supuesto, posiciones en la que este se ufane de ser impulsor de candidaturas o de apoyos políticos a figuras del nacionalismo burgués [2].
2002-2005: el enfrentamiento a la reacción y los intentos de reagrupamientos políticos
Para agosto de 2002, al calor de los duros enfrentamientos frente a los ataques de la reacción proimperialista, hay un reagrupamiento de varios de los grupos y militantes que habían quedado cada cual por su lado años atrás tras la disolución del PST, incluyendo parte de los compañeros que habían sido claves en su disolución, que se conformará como Opción de Izquierda Revolucionaria (OIR), sin embargo, para continuar con la misma línea política. Tal reagrupamiento se hizo sobre la base del acuerdo de no hacer balances sobre “el pasado”, y su contenido político fundamental era ubicarse como una organización por dentro de “la revolución bolivariana”, en apoyo a Chávez.
De parte de la FT-CI, planteamos una política que, consciente del arrastre popular de Chávez y de las batallas que se daban en Venezuela, partiera de mantener los principios de la independencia política de los trabajadores, sin por eso implicar ningún abstencionismo ante los combates que la realidad presentaba. Proponíamos dialogar con las aspiraciones de las masas, al mismo tiempo que participar del lado del pueblo en los enfrentamientos con la reacción burguesa proimperialista, con una lógica política en la que enfrentar a la reacción no implicaba apoyo político a Chávez.
El núcleo de compañeros jóvenes que formaron la Juventud de Izquierda Revolucionaria (JIR) en 2002, sin ser parte de la FT-CI aun, en el proceso de búsqueda de una orientación marxista consecuente, participaron de la lucha contra la reacción, al tiempo que cuestionaban el carácter de clase del gobierno de Chávez y planteaban la necesidad de un proyecto propio de los trabajadores. Esta ubicación implicó que a la par de participar de jornadas claves como el 11-A en el propio Puente Llaguno, el 13-A en las afueras de la 42 Brigada de Paracaidistas en Maracay (planteando la necesidad de la entrega de armas para el pueblo dispuesto a combatir el golpe), y las distintas movilizaciones y enfrentamientos de calle contra el paro patronal y sabotaje petrolero, dieran en su prensa de entonces la discusión sobre que el de Chávez no era el proyecto político ni el gobierno de los trabajadores, sino un proyecto de reformas burguesas.
Cuestionando las negociaciones de Chávez con los golpistas, su inconsecuencia para llevar la lucha hasta el final, su política de apaciguar a las masas, los límites de su antiimperialismo, señalaban además: “el proyecto que abraza el gobierno es el de desarrollar un ‘capitalismo nacional’… se mantiene y se consagra constitucionalmente la propiedad privada burguesa. Ese es el callejón sin salida para la clase trabajadora y el pueblo pobre” (Prensa Luchadora N° 3, julio 2004).
Como vemos ya en el núcleo de jóvenes de la entonces JIR en ese período, es prácticamente imposible conseguir en las organizaciones que provenían del PST y que conformaron la OIR, una ubicación semejante, claramente de oposición por izquierda al gobierno de Chávez. Es por eso que en esa búsqueda de una orientación principista, en 2002 la naciente JIR acudió al llamado para conformar OIR, haciendo sin embargo una experiencia breve de varios meses, retirándose luego, dada la subordinación al chavismo y la negativa a luchar por una alternativa política de clase independiente de Chávez.
A propósito de OIR, en 2002 desde la FT también escribíamos que: “Los integrantes de OIR (Opción de Izquierda Revolucionaria, ex integrantes del PST), nos parece, tendrán que sacar las lecciones de esta experiencia que obstaculizó y retrasó la construcción de un partido revolucionario, obrero e internacionalista en Venezuela para levantar una política de independencia de clase y una estrategia política para superar esa gran mediación que es el chavismo”.
Es decir, ya en esos tempranos años planteábamos un camino distinto a seguir pues tal política se transformaba en un obstáculo en el camino a la construcción de un partido revolucionario, por su política frente al chavismo. Los compañeros si bien mantenían su independencia organizativa, lejos estaban de una independencia política consecuente. Porque extraña “independencia política” es esa en la que “nos ufanamos” de ser los primeros en llevar a Chávez como candidato a la presidencia… y seguirlo apoyando durante sus primeros años de gestión del capitalismo venezolano.
2005: El PRS y los intentos de reagrupar fuerzas entre las distintas corrientes por la independencia de clase
Desde nuestra corriente, en esa ubicación de evitar tanto el sectarismo como el oportunismo ante el fenómeno que implicaba el chavismo, estuvimos abiertos y dispuestos a hacer y agotar todas las experiencias posibles en dar pasos en poner en pie un partido de trabajadores revolucionario. En ese sentido con los compañeros que se reivindicaban de la izquierda obrera y socialista, buscamos dar pasos en tal sentido planteando nuestras posiciones, abiertos al debate. Es así como en 2005, conformada ya la JIR como sección venezolana de la FT-CI, fuimos parte activa de la iniciativa de impulsar el Partido Revolución y Socialismo (PRS). Y así lo veníamos planteando en su momento: “los trabajadores y trabajadoras debemos impulsar la construcción de un fuerte partido propio para participar organizadamente y como clase social, en la vida nacional, es decir, en la lucha de clases” (“Los trabajadores necesitamos nuestro propio partido”, Prensa Luchadora N° 5.)
También escribimos cuando surge la iniciativa entre diversos sectores sobre el PRS: “Por eso hemos acogido con entusiasmo el llamado a la discusión para la construcción de ‘un partido revolucionario de los trabajadores que luche por el socialismo’, hecho en acto público el 9 de julio por los compañeros de Opción de Izquierda Revolucionaria, Opción Clasista de los Trabajadores, Periódico Verdad Obrera Sindical, Trabajadores al Poder, y el Colectivo Estudiantil Actívate, movimiento al que nos hemos incorporado, al igual que los compañeros del Colectivo Rafael Nogales Méndez.”
Y así escribíamos: “Es pues en este contexto donde está planteada la necesidad de la construcción de un fuerte partido obrero con independencia de clase. Sin la fuerza de la clase trabajadora y el conjunto del pueblo pobre, no se hubiesen derrotado los ataques de la burguesía nacional pro imperialista, pero cada victoria obrera y popular era “administrada” por el gobierno para preservar intactas las relaciones económicas, es decir, las propiedades y negocios de los capitalistas nacionales y extranjeros.
Así vemos que el gran problema ha sido que la clase obrera y el conjunto del pueblo trabajador no han tenido una política independiente de la del gobierno, por lo que toda su energía se ha visto canalizada detrás de esta política del gobierno de preservar la propiedad capitalista. Lamentablemente, producto del papel de sus direcciones políticas y sindicales, los trabajadores no han conseguido levantar su propio programa, antipatronal y contra la explotación capitalista, yendo tras el programa de conciliación de clases de Chávez.”
Por eso es que con respecto a la declaración de principios que se presentaba por parte de los compañeros de OIR para impulsar el PRS y encaminarnos para el Congreso fundacional, fuimos claros al señalar que había “Grandes ausentes en el texto: Chávez y el gobierno”. Decíamos: “Hay muchas cuestiones que deberemos discutir en todo este período hasta la realización del Congreso fundacional, pero queremos señalar aquí una cuestión que nos parece importante. En el documento presentado para la discusión, el borrador de programa hay una gran ausencia: prácticamente no se habla del gobierno ni del liderazgo de Chávez, cuando esto es lo central hoy en el país. Lo decimos porque esta ausencia impide explicar que las políticas que nosotros defendemos, es contraria a la que defiende el gobierno. Y al no estar claramente delimitada esta cuestión, permite que en el acto público en Valencia, una compañera que tomó la palabra llegó a decir que todos nuestros esfuerzos eran ‘para lograr la patria buena y la revolución bonita de las que nos habla nuestro comandante Chávez’, afirmación totalmente contraria a la independencia política de los trabajadores.” (Por la construcción de un partido obrero revolucionario y con independencia de clase)
Marcamos de entrada esta cuestión nodal, sosteniendo “Si no saldamos esta cuestión clave, creemos que esta manera no ayuda a ganarnos a los trabajadores para una política anticapitalista, antipatronal y socialista, es decir, contraria a la del gobierno. Por eso es necesario explicar que es precisamente Chávez, que aun llamándose “revolucionario” y “socialista”, encabeza un gobierno que administra el capitalismo.” Pues al estar la ausencia en el programa de qué posición se tenía ante la figura central que dirigía el movimiento de masas hacia la colaboración de clases, todas las declaraciones “principistas” colocadas en el texto perdían toda validez.
Al mismo tiempo que escribíamos que “La Juventud de Izquierda Revolucionaria (JIR) compromete todos sus esfuerzos y energías, para que durante la experiencia en común, avancemos a construir sólidamente el PRS, con verdaderas raíces en la clase obrera, dotado de un programa revolucionario frente a las necesidades históricas planteadas. Colocamos a disposición para este importante debate sobre las estrategias que están colocados para el proceso que transcurre en nuestro país actualmente, nuestra publicación En Clave Obrera.” (Hagamos del PRS el partido revolucionario de los trabajadores).
Sostuvimos que: “participamos de este esfuerzo bajo la firme convicción de que para que una clase revolucionaria pueda cumplir su papel histórico en los momentos revolucionarios, es condición necesaria que ésta haya desarrollado los más importantes niveles de independencia política frente a todas las variantes políticas de la clase dominante. En esto radica para nosotros la inquebrantable pelea para que la clase obrera confíe sólo en sus propias fuerzas y métodos de lucha como condición indispensable para el triunfo revolucionario, que sepa diferenciar claramente sus intereses como clase explotada de los de la burguesía y de cualquier proyecto burgués, que vea detrás de cada frase, promesa o discurso los intereses de clase que contiene. El gran desafío de la clase obrera es entonces articular un proyecto y una estrategia de clase propia, contrapuesta a cualquier proyecto y liderazgo burgués, para presentárselo como alternativa al conjunto de las masas explotadas y sellar una alianza obrera, campesina y popular que luche por la derrota del capitalismo, bajo la hegemonía de los trabajadores asalariados. Éste es también el desafío del partido revolucionario: luchar a brazo partido por lograr que cada vez más franjas de la clase trabajadora comprendan la importancia de no creer en otro proyecto, estrategia y liderazgo que los suyos propios”.
Sin embargo, veremos cómo esta iniciativa de un PRS independiente no prosperará, por la política de quienes mayoritariamente lo dirigían, expresada prontamente en el apoyo electoral a Chávez y la negativa a levantar una candidatura propia de los trabajadores.
Tensión dentro del PRS: 2006 y la discusión sobre la candidatura obrera independiente
Al poco tiempo, muchas de las cuestiones planteadas en la declaración de principios para encaminarse al Congreso fundacional del PRS, rápidamente quedaron en el papel, y se abrió en el entusiasmo en la dirección mayoritaria del PRS, a sumarse abiertamente a la campaña por Chávez. Cuestión que, incluso, a diferencia de lo que escribe en su libro el sector del PSL, lejos estuvo incluso de “un llamado de voto crítico”. Por eso, cuando aún faltaban 7 meses hacia las elecciones presidenciales que se llevarían a cabo en el 2006, escribimos “varios dirigentes sindicales del PRS en la C-CURA (Corriente Clasista, Unitaria, Revolucionaria y Autónoma), que públicamente se han sumado a la campaña por los ‘10 millones de votos’, comprometiendo desde ya, por el peso político de sus figuras públicas, al PRS en el voto por Chávez, cuando aún la discusión interna está en sus inicios y no se ha tomado oficialmente una decisión definitiva”.
Los compañeros mayoritarios del PRS presentarán una moción en una plenaria sindical de CCURA donde se propuso y se hizo votar lo siguiente: “ratificamos nuestra voluntad política de acompañar en la batalla contra los enemigos internos y externos de la revolución al ciudadano presidente Hugo Chávez Frías, por lo cual respaldamos su nombre como candidato presidencial... por encarnar el sentimiento de lucha y esperanza de un pueblo para cambiar el modelo capitalista, a pesar de no ser un candidato salido de las filas de los trabajadores y del movimiento sindical” (negritas nuestras). Incluso, en el periódico del sector mayoritario del PRS, Opción Socialista, se ratifica esto, cuando discutía con corrientes sindicales chavistas que no estaba de acuerdo con hacer las elecciones de la UNT ese año, y ponían como argumento las elecciones presidenciales, afirmando que: “...la legitimación de la dirección de la UNT...dará más credibilidad y autoridad a los dirigentes de la central para invitar a sus afiliados y al conjunto de los trabajadores a votar por el presidente Chávez” (OS Nº 5). ¡Apareciendo así como los más consecuentes, incluso que los sindicalistas más claramente chavistas, para convencer a los trabajadores de votar por el Teniente Coronel! No se parece mucho eso a algún “apoyo crítico”, ¿no?
Por nuestra parte escribimos que: “no es un asunto sólo ’táctico’ llamar a los trabajadores a votar por un candidato, que además que no es salido de las filas obreras, encabeza un gobierno y un proyecto político burgués, es decir, opuesto a los intereses estratégicos de la clase obrera y de los explotados. Es por eso que consideramos que la posición frente a Chávez debe responder al más elemental principio de independencia política, obrero y socialista. Llamar a los trabajadores a votar por Chávez, por más condicionado y crítico que sea el voto, es seguir sembrando esperanzas en el proyecto político de un candidato ajeno de su propia clase y de interese históricos contrapuestos, es alimentar esperanzas también en que éste puede avanzar a resolver sus problemas fundamentales, y es negarse a ser francos con los trabajadores.” Y agregábamos que: “Por eso hemos venido planteando la necesidad de levantar una candidatura obrera independiente, con un programa de lucha anticapitalista, por la expropiación de los ‘ladrones nacionales y extranjeros’, para que las empresas, bancos y tierras pasen a manos de las mayorías trabajadoras y planificar la economía de acuerdo a los intereses de los explotados, a través de un gobierno directo de los trabajadores y el pueblo pobre, un gobierno cuyos órganos sean las instancias de lucha y democracia directa de que se dote el movimiento de masas en el transcurso de su lucha. ¿Es posible acaso levantar una política semejante llamando a votar por Chávez?” (Los trabajadores y las próximas elecciones presidenciales).
Pero luego avanzaron en hacerlo votar como resolución en el propio PRS, con un llamado a “reventar las urnas por los 10 millones por Chávez”. En el debate interno que se desarrolló dentro del PRS tenía pocas posibilidades de cambiar esta orientación política que ya era pública en los sindicatos y la central obrera por parte de los dirigentes sindicales del PRS. Así, desgraciadamente, el sector que dirigía mayoritariamente el PRS, en vez de desarrollar una política genuinamente revolucionaria, de una lucha intransigente por la independencia política de los trabajadores, por “consenso mayoritario” resolvió sumarse a la campaña por los “10 millones para la reelección del Presidente Chávez”, contando solamente con la abierta y frontal oposición de una minoría representada por la Juventud de Izquierda Revolucionaria, que siempre consideró que esta política, en vez de ayudar a que los trabajadores se desembarazaran de la influencia política del chavismo, reforzaría la confianza en Chávez.
De esta manera, el sector mayoritario del PRS apoyó abiertamente la política oficial del gobierno al enfatizar que “El próximo 3 de diciembre los trabajadores y el pueblo tendremos nuevamente una cita con el destino.” Para ratificar que: “no dudamos ni un solo segundo en manifestar que haremos nuestros mejores esfuerzos para contribuir a que 10 millones o más de venezolanos y venezolanas reventemos las urnas con votos por la re-elección del Presidente Chávez”, tal como reza la declaración oficial que fue publicada por Aporrea. Consideraban que por agregarle a la campaña “10 millones por una Venezuela Socialista, sin patronos, burócratas, ni corruptos” ya se tiene una política de independencia de clase (negritas nuestras).
Tal decisión condujo a la Juventud de Izquierda Revolucionaria, sección de la FT, a declararnos de inmediato en fracción pública del PRS, “en lucha por la independencia de clase”, dado el hecho que, aun sin haberse llegado a concretar el congreso fundacional, ya por la vía de los hechos se conducía al naciente intento de partido por el camino de apoyo a un proyecto de colaboración de clases y de control del movimiento obrero por parte del Estado burgués.
La alianza con Lina Ron y la UPV del “Con Chávez todo, sin Chávez nada”
De aquí en adelante fue toda una deriva política que no dejó de profundizarse. En plena campaña promovieron e impulsaron un acuerdo electoral vía la C-CURA con la Unidad Popular Venezolana (UPV), el partido de Lina Ron, una organización conocida, en la figura de su líder, por su incondicional apego a las “órdenes del Comandante” y levantar la consigna: “¡Con Chávez todo, sin Chávez nada!”. Si pretendían un dudoso “apoyo crítico”, con este acuerdo pasaron a un apoyo completo e incondicional, pues eso es lo que expresaba la consigna del partido con quien piensan hacer toda la campaña “común” y en cuya tarjeta llaman a votar a los trabajadores. El Protocolo de Unidad Electoral se publicó en Opción Socialista N° 8 pero también el anuncio puede leerse en Aporrea (Orlando Chirino (CCURA/UNT) y Lina Ron (UPV) establecen alianza electoral para respaldar la re-elección del Presidente Chávez).
Es de recordar que la “comandante” Lina Ron, saltó a la palestra pública nacional por encabezar grupos de choque que enfrentaban a las hordas de la oposición de derecha, pero también se opuso a movilizaciones de trabajadores que habían ido a protestar hacia Miraflores, erigiéndose como la guardiana de los alrededores del Palacio Presidencial frente a cualquier protesta, así sean sectores obreros que luchan por sus reivindicaciones. Lina Ron aparecía no sólo completamente incondicional a Chávez, sino que dentro de la nomenclatura del chavismo se ubicaba con los sectores más de derecha, como por ejemplo Diosdado Cabello, en ese entonces gobernador de Miranda, y también al ese entonces Vicepresidente, José Vicente Rangel.
Al siguiente día del triunfo electoral de Chávez, Orlando Chirinos y Stalin Pérez Borges declaraban: “Desde la UNT/CCURA, así como hemos estado todos estos meses poniendo nuestra fuerza en la campaña electoral ahora consideramos, como plantea Chávez, que entramos en una nueva etapa. Este nuevo triunfo popular, abre una nueva etapa para profundizar la revolución y avanzar al socialismo (negritas nuestras).” (“Este nuevo triunfo popular, debe abrir una nueva etapa para profundizar la revolución y avanzar al socialismo”). Así se materializaba y se concluía, una vez más con el apoyo político a Chávez, considerando que abría una “nueva etapa para profundizar la revolución”, cuando la realidad era todo lo contrario, esto fortalecía a Chávez en el control férreo sobre el movimiento de masas y las organizaciones obreras, tal como ya lo venía haciendo y lo profundizará aún más. ¿Y esto es seguir “casi al pie de la letra las recomendaciones de Trotsky”? Hay que ser temerario para hacer este tipo de afirmaciones. Pero aún vendrá más.
La implosión del PRS: de la resolución de incorporar a CCURA en pleno al PSUV a la ruptura de un sector del PRS para incorporarse al partido de gobierno
Con este triunfo en las manos, Chávez avanzará en lanzar el Partido Socialista Unificado de Venezuela (PSUV), como “partido único” del gobierno, llamando a todos los que lo apoyaban a sumarse a su proyecto. No hubo organización política que no sucumbiera a este llamado, así como otros partidos se dividieron. El PRS no estuvo por fuera de esta situación.
Escribimos en su momento que “El PSUV será un instrumento para buscar de parte de los sectores obreros, campesinos y pobres que respaldan a Chávez, una más completa subordinación política y organizativa al proyecto de «economía mixta», de alianza con los empresarios nacionales. Es un partido para amarrar a la clase trabajadora y demás sectores explotados al carro de la conciliación de clases. Es un partido para frenar y anular cualquier iniciativa política de lucha independiente de los/as trabajadores/as y explotados/as por sus intereses.” Así lo sostenía Chávez: “Invito a los obreros y obreras... a los empresarios nacionalistas a construir este instrumento unitario (PSUV)” (PSUV, un partido de conciliación de clases).
También planteamos que “Frente a todo esto y la política de un PSUV es imprescindible que los trabajadores nos expresemos en la vida política nacional de manera completamente independiente. Por eso es necesario en lo inmediato hacer una básica delimitación de clase. Frente al PSUV levantemos un partido propio de los trabajadores y trabajadoras, (…) que levante un programa claramente anticapitalista. Una herramienta propia de la clase trabajadora. Esta es la condición hoy básica para avanzar en la independencia política de los trabajadores ante la propuesta de un partido de conciliación de clases como el PSUV.” (Construyamos un gran Partido Obrero Independiente)
Pero en un encuentro nacional de la Corriente Clasista, Unitaria, Revolucionaria y Autónoma (C-CURA), del 13 y 14 de enero del 2007, en Valencia, donde participaron alrededor de 120 dirigentes nacionales y regionales de la UNT, los compañeros que en ese entonces formaban la mayoría en la dirección del PRS continuaron su camino de llevar cada vez más a los trabajadores y trabajadoras tras las políticas e iniciativas del gobierno, manteniendo sólo una fraseología de independencia de clase, pero sin dar ninguna lucha seria por una política obrera independiente. Avanzaron en llevar a los trabajadores más honestos y combativos tras la política del gobierno del PSUV.
En dicho encuentro Orlando Chirino, Stalin Pérez Borges y Rubén Linares entre otros, hicieron votar una resolución que decía que la “...C-CURA se incorporará al proceso de construcción del Partido Socialista Unificado (unitario) de Venezuela, promoviendo en las bases del movimiento sindical el debate para su creación, su programa y sus métodos de lucha” (negritas nuestras). La resolución tenía por título “POR LA ORGANIZACIÓN POLITICA DE LOS TRABAJADORES Y EL INGRESO AL PSUV”. Una resolución que para contentar sus fueros internos no le faltarán las frases del tipo “es ineludible la tarea de construir un partido revolucionario, anti-capitalista, anti-imperialista, democrático, socialista e internacionalista”, completamente contradictoria con la resolución central del ingreso al PSUV (Exitosa plenaria en Valencia de la Corriente Clasista, Unitaria, Revolucionaria y Autónoma). Se trató de una de las resoluciones más trágicas en la corriente sindical: hacerla incorporarse orgánicamente al partido de gobierno, al partido al mando del Estado burgués. El pisoteo de la más elemental independencia de clase era ya flagrante, ya ni siquiera organizativamente se mantendrían las formas de tal independencia.
Luego vendrá el debate a lo interno del PRS, donde un grueso sector en un plenario nacional en Valencia hará la propuesta que, en consonancia con la resolución de CCURA que fuera votada, el PRS debía resolver también el ingreso al PSUV. El sector que con más firmeza lo hacía era el de los compañeros Stalin Pérez Borges, Gonzalo Gómez, José Meléndez, entre otros. Por su parte el sector liderado por Orlando Chirino indicaba que una cosa era la resolución en C-CURA –que su propio sector había impulsado– y otra la del PRS ingresar al PSUV, y no apoyarán la moción presentada, como si una cosa no estaba completamente vinculada a la otra. El sector encabezado por el compañero Chirino impulsó la incorporación al partido de gobierno de la corriente sindical dirigida por el PRS, la cual comprendía a su vez a la mayoría de quienes se reivindicaban del PRS, ¿pero pretendían que luego podría evitarse que el PRS como tal sucumbiera también a esa dinámica? La incorporación que promovieron de la C-CURA al PSUV, por supuesto que abonó el camino y dio alas a quienes propondrían, paso seguido, la incorporación también del PRS. No había que ser muy perspicaz para comprenderlo.
Desde la JIR, que ya habíamos dado una batalla contra el ingreso de CCURA al PSUV, dimos una firme pelea política contra semejante propuesta de llevar el PRS al partido de gobierno de Chávez. No faltaron propuestas “intermedias” de sectores del bloque de Chirino que llegaban a plantear que para mantener la unidad del PRS, se votara una resolución que indicara que un sector entrara al PSUV “para hacer su experiencia” y otro se mantuviese fuera. En esa reunión nacional, el PRS termina de implosionar, donde los que hicieron la propuesta de ingresar al PSUV y que luego adoptarán el nombre de Marea Socialista dentro del PSUV se llevaron al grueso de los organizados en el PRS y la gran mayoría de la corriente sindical CCURA.
Será cuatro meses después, a mediados de abril, que Orlando Chirino planteará que el ingreso al PSUV de la corriente sindical ya no reunía las condiciones. Pero tal declaración era para el pequeño sector de la corriente sindical que lo quedó acompañando y conservando el nombre CCURA, siendo que la gran mayoría se fueron acompañando a Marea Socialista hacia el PSUV.
Pero ese cambio en la política se deberá a dos razones fundamentales, la primera por las declaraciones del 24 de marzo del 2007 de Hugo Chávez con respecto a que los sindicatos no podían ser autónomos y la segunda al nombramiento como ministro de Trabajo de José Ramón Rivero desplazando a Ricardo Dorado, con quién el grupo de Orlando Chirino mantenían buenas relaciones. Lo dirán en un artículo a manera de entrevista titulado “Orlando Chirino: Declaraciones del presidente Chávez alejan posibilidad de que sectores sindicales clasistas y revolucionarios vayan al PSUV” publicado en Aporrea. Pero entre los distintos argumentos centrales estará el de la inexistencia en el PSUV de libertad de tendencias: “Por eso nosotros estamos defendiendo el derecho a que en el PSUV exista libertad de tendencias, sin exclusiones, sin descalificaciones. A nadie se le puede obligar a la disolución, eso es arbitrario, eso es querer matar la discusión antes de empezar el debate. Queremos saber cuál es la opinión del Presidente y de los integrantes del comité promotor”. En otras palabras, si tal libertad de tendencias hubiese existido abrían la posibilidad del ingreso al partido de gobierno con el supuesto argumento de “dar el debate”. Obviamente, el centralismo de Chávez era fuerte y eso terminó por hacer inviable tal ingreso en las condiciones en las que le hubiese parecido aceptable al sector referenciado en el compañero Chirino entrar al PSUV.
Una de las cuestiones importantes a señalar durante el breve período del PRS, es que los compañeros que decían impulsar la construcción del partido, en verdad, todos estaban puestos en la corriente sindical CCURA. No hubo despliegue político para el desarrollo del PRS, tratándose de un proyecto que nunca tomó cuerdo ni llegó a desarrollarse. El centro de los compañeros en el trabajo sindical, prácticamente llevó a diluir al PRS en la corriente sindical.
Es que la cuestión de fondo estaba en que tenían toda una orientación con CCURA en una especie de entrismo en el chavismo en cuanto movimiento, vía el movimiento obrero. Las declaraciones generales como PRS distanciaban mucho de la práctica cotidiana en el mundo sindical, de allí todo el seguidismo político. Es por eso que la resolución del ingreso de CCURA en el PSUV fue aprobada en su totalidad por casi la mayoría de los trabajadores y trabajadores, una consecuencia directa de ese entrismo en el chavismo que venían llevando en la práctica. Repitieron una política que había ya practicado en Argentina la corriente de la que provienen los compañeros, con el entrismo en el peronismo, sin haber sacado ninguna lección, repitiendo lo que ya en ese entonces fue una tragedia: perdiendo drásticamente en ese proceso militantes y peso político propio. No es espacio aquí para extendernos en toda la explicación al respecto de esa experiencia, por lo que recomendamos la lectura de un extenso artículo que escribimos al respecto titulado “Venezuela: Crónica de una capitulación anunciada”, que escribimos en noviembre del 2006, donde ya explicábamos toda su política de conjunto.
Un giro de 180 grados de la USI (PSL) y la profundización del seguidismo al chavismo (Marea Socialista)
Luego de toda esta larga etapa en que hasta el 2007 compartieron una política similar los compañeros referenciados en Orlando Chirino, Stalin Pérez Borges, Gonzalo Gómez, etc., tomarán rumbos bastante disímiles. Dicho sea de paso, en el balance que presentan en su libro los compañeros del PSL, no mencionan este hecho de que, en toda esa etapa en que ellos consideran tuvieron una ubicación “principista”, la política que llevaron adelante fue en conjunto con los compañeros que luego conforman Marea Socialista.
En todo caso, este siguiente período es el que abordaremos en una segunda entrega. Anticipemos que la corriente de Chirino, que luego adoptará el nombre de Unidad Socialista de Izquierda (USI), al hacérsele ya asfixiante e inviable la permanencia en los marcos del chavismo, dará un giro de 180 grados, pasando en su deriva de estar con el chavismo a realizar alianzas político-sindicales con sectores del sindicalismo de la derecha, argumentando razones de “frente único”.
Cambiaran radicalmente su caracterización del gobierno y dieron un giro de 180 grados. Cinco meses antes afirmaban que con Chávez se profundizaba la revolución, y sin saberse cómo, ya no había revolución en Venezuela. Así pasaron a constituir una plataforma sociopolítica con agentes de los patronos en el movimiento obrero, que respondían y aún responden a los partidos opositores burgueses que se han alineado con un proyecto de sometimiento de los trabajadores y directamente proimperialistas. Sobre tal política se puede leer aquí y aquí.
Por su parte los compañeros de Marea Socialista, una vez resuelto su giro al ingreso al PSUV, desplegando abiertamente su política, acentuarán el apoyo político a Hugo Chávez, no sin dejar de hacer sus críticas, pero estarán marcadas por todo un oportunismo político, al no confrontar el liderazgo de Chávez, justo en una etapa que Chávez incluso atacaba a los trabajadores, como fue su primer ajuste económico, cuando se dio en el país un bienio recesivo luego de la crisis mundial del 2008 y la caída de los precios del petróleo. Fue un ataque de medidas que golpeaban al pueblo, pero fueron situaciones que no inmutaron a los compañeros, siguiendo en un camino que incluso acompañaran a Maduro recientemente hasta el 2015.
En una segunda entrega abordaremos toda esta nueva etapa.
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