Hasta el cierre de esta nota los parlamentarios no se han podido poner de acuerdo para elegir la nueva mesa directiva y, por tanto, la designación del nuevo presidente de la República sigue pendiente. Mientras esto ocurre en el hemiciclo, miles de jóvenes se seguían movilizando y hacían vigilias en diversas plazas de Lima y del interior del país arengando contra la corrupción de la denominada “clase política”.
Lunes 16 de noviembre de 2020
Foto: Agencia Andina
Como se sabe, a raíz de las masivas movilizaciones - fundamentalmente juveniles - que se desarrollaron en diversas regiones del país y que terminaron con la renuncia de Manuel Merino, se creó un vacío de Gobierno, el cual buscó ser llenado desde la perspectiva institucional, llamando, desde la renunciante mesa directiva del parlamento, a una sesión extraordinaria donde se daría la elección de la nueva mesa directiva del Congreso, cuyo presidente se convertiría inmediatamente en el nuevo presidente del país.
Recordemos que el factor que aceleró la renuncia de Merino, fue el asesinato de dos jóvenes estudiantes por la policía nacional cuando estos se movilizaban en la noche del pasado sábado 14 de noviembre junto a miles de manifestantes por el centro de Lima. A raíz de este hecho, muchos de los ministros renunciaron a sus cargos y el congresista Luis Valdés Farías (presidente, en ese entonces, del parlamento) llamó a Merino a renunciar y anunció que el también renunciaría a su investidura como presidente del Parlamento. Presionado por estos sucesos, al mediodía del domingo, Manuel Merino renunció de manera irrevocable a la presidencia.
La ira popular que se focalizó en la persona de Manuel Merino y en los 105 congresistas que votaron a favor de la vacancia de Vizcarra, se basa en que la mayoría de la población los percibe a todos ellos como parte de los políticos corruptos ansiosos de controlar hegemónicamente el poder legislativo y el poder ejecutivo para salvaguardar sus intereses económicos. En ese entender, se terminó asumiendo de manera implícita que ninguno de estos 105 parlamentarios debería participar en la nueva mesa directiva, por esa razón no fueron considerados y solo se tomaron en cuenta a quienes no votaron por la vacancia.
Así pues, se terminó presentando una lista única, la cual quedó constituida de la siguiente manera; Rocío Silva Santisteban del Frente Amplio (a la presidencia); Francisco Sagasti del Partido Morado (a la 1era presidencia); Luis Roel de Acción Popular (a la 2da visepresidencia) y Yessica Apaza de UPP (a la 3era visepresidencia). Si esta lista resultaba electa con los 66 votos requeridos, Roció Silva se convertía inmediatamente en presidenta de la República y Francisco Sagasti en presidente del Parlamento. Sin embargo, no alcanzaron los votos requeridos, lo cual obligó a que se abra un cuarto intermedio para que los congresistas busquen una salida a este impasse que les impide designar un nuevo presidente del Perú.
Rocío Silva Santisteban, quien hace parte de la bancada del Frente Amplio pero que no votó por la vacancia de Vizcarra, era vista por algunos sectores como una figura que podría aplacar la ira juvenil y con ello contribuir a la desmovilización social, esto debido a su condición de docente universitaria, a su vinculación con las organizaciones de derechos humanos y por sus posiciones liberales de izquierda.
Santisteban es considerada por la gran prensa y por algunos sectores empresariales como una política de la “izquierda seria y moderna” ya que es una asidua defensora de la institucionalidad democrática, por esa razón, desde que llegó al parlamento se mostró muy cercana a las políticas de Martín Vizcarra.
Esta fallida elección de la mesa directiva, contribuye a deslegitimar aún más al grueso del Parlamento y seguramente abonará el descontento social. Para nosotros, ninguno de los congresistas que termine siendo elegido como presidente es una garantía para el pueblo trabajador ya que todos ellos hacen parte de la casta de políticos al servicio de los empresarios. Solo la imposición de una Asamblea Constituyente Libre y Soberana nos abrirá un camino hacia cambios más de fondo que beneficien a las grandes mayorías explotadas y oprimidas, y para que esta Constituyente sea convocada necesitamos un Gobierno de emergencia nacido de la movilización social y que esté constituido por los trabajadores y los sectores que luchan, en ese entender es importante que la CGTP y las otras centrales sindicales aprueben cuanto antes un Paro Nacional para acabar con los corruptos y con el régimen de 1993 heredado por el fujimorismo.