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Red Internacional
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Día internacional de las y los trabajadores. Construyamos una alternativa de las y los trabajadores para retomar la lucha contra Boluarte e imponer una Asamblea Constituyente Libre y Soberana

La falta de una dirección política revolucionaria en el seno de la clase obrera y de los sectores campesinos y populares impidió que el último levantamiento popular termine en la caída de Boluarte y en la implementación de una Asamblea Constituyente Libre y Soberana que nos permita liquidar el régimen del 93 impuesto por Alberto Fujimori. Este 1.º de mayo, día internacional de la clase obrera, reflexionemos sobre la necesidad de construir esa alternativa política de los trabajadores que se proponga acabar definitivamente con el régimen del 93 y avanzar hacia el socialismo.

Domingo 30 de abril de 2023

Según la OIT, el Perú es el país de Latinoamérica que tiene la segunda tasa más elevada de informalidad. Es por ello que, uno de cada dos trabajadores ocupados es informal. En un reciente informe (febrero, 2023) se indicaba que en el Perú la informalidad laboral alcanzaba el 70% de la Población Económicamente Activa PEA. Estas cifras van en la misma dirección de lo que estableció el INEI el año 2022, donde señalaba que el 70.9% de la clase obrera ocupada se encuentra en esta situación.

Las cifras mencionadas abarcan únicamente a los trabajadores varones, ya que la informalidad laboral en el caso de las mujeres llega al 80%, esto es así porque en el sector servicios, donde las mujeres laboran mayoritariamente, se presentan las mayores tasas de informalidad laboral del país.
Recordemos que la clase obrera del mundo fue tremendamente afectada por los despidos masivos en plena pandemia por la covid-19. Bajo figuras como la suspensión perfecta de labores, miles de trabajadores y trabajadoras perdieron el empleo y con ello la precariedad laboral y la pobreza se profundizaron significativamente.

Una de las expresiones más concretas de la precariedad laboral en el Perú se manifiesta en el empleo de cientos de miles de trabajadoras/es en el sector de la agroindustria, donde trabajan del día a día, sin contratos y sin beneficios sociales. Las y los trabajadores de este sector el 2020 protagonizaron enormes jornadas de lucha rechazando las condiciones de sus empleos y han jugado un rol central en los paros y cortes de carreteras en contra del gobierno golpista de Dina Boluarte.

En el sector minero, la tercerización laboral supera el 60% de los trabajadores de este sector. Sin embargo, la burocracia sindical de la Federación Minera no incorpora como prioridad la lucha contra la tercerización y el pase a planta de quienes laboran mediante contratas.

El autoempleo y la consiguiente auto explotación, es lo que prima en el país; pero la ideología neoliberal, promovida por los medios de comunicación y por un sector de la “academia”, nos lo venden con los discursos del “emprendimiento” y de “ser tu propio jefe”, esto con la finalidad de ocultar la falta de empleo formal y evitar que la clase obrera se organice y pueda luchar contra el conjunto de políticas que precarizan nuestras vidas.

A pesar de ello, el “consenso” sobre el éxito del modelo neoliberal en estos últimos años, ha sido cuestionado en distintos momentos por las luchas sociales donde la clase obrera, a pesar de todos sus límites de dirección, ha jugado un papel importante, como se pudo apreciar en las luchas contra la denominada “ley pulpin”, en las potentes huelgas de los trabajadores de las agro exportadoras, así como en las protestas masivas contra el gobierno ilegítimo de Merino y últimamente en el levantamiento popular contra Dina Boluarte.

No podemos perder de vista que esta informalidad y precariedad laboral son la herencia del régimen del 93, impuesto por Alberto Fujimori a través del autogolpe de estado de 1992. Este régimen económico y político, que se sostiene jurídicamente en la Constitución de 1993, ha sido mantenido y profundizado por los diversos gobiernos que sucedieron a Fujimori, para lo cual contaron con la complicidad de la burocracia sindical de la CGTP (Central General de Trabajadores del Perú) y las demás centrales obreras y campesinas del país, las mismas que provienen de los viejos partidos estalinistas como el partido comunista peruano, patria roja y el partido socialista.

Es este régimen político, el que ahora se encuentra en crisis y empieza a ser cuestionado por el pueblo trabajador. Una expresión de esa crisis y del descontento con el régimen del 93, lo pudimos apreciar últimamente en las masivas y contundes movilizaciones y acciones de lucha que protagonizaron los campesinos, trabajadores y sectores populares de todo el país contra el gobierno golpista de Dina Boluarte. Estas acciones de protesta pusieron en el centro de sus demandas el cuestionamiento a la constitución del 93, a los partidos políticos, al Congreso de la República, al Poder Judicial y a las instituciones represivas quienes, con la venia del gobierno, terminaron por asesinar a más de 70 personas que participaron de manera directa e indirecta en las movilizaciones.

Sin embargo, y a pesar de la fuerza y combatividad de las acciones desplegadas por los manifestantes en este último proceso de lucha, no se pudo alcanzar la victoria. Esto está directamente relacionado con el papel jugado por la burocracia sindical que controla las grandes centrales obreras y campesinas del país y al rol asumido por los partidos de la izquierda reformista y neo reformista, quienes, en todo momento, evitaron que la clase obrera ubicada en los sectores estratégicos de la economía, pueda entrar a la escena y, con sus propios métodos de lucha y auto organización, terminen por derrotar al gobierno golpista de Dina Boluarte.

Por esa razón, este primero de mayo, fecha en la que se conmemora a nivel internacional el día de la clase obrera; las y los trabajadores peruanos, debemos reflexionar sobre la necesidad de empezar a construir cuanto antes un partido revolucionario de las y los trabajadores que actúe con independencia política de los empresarios y de las diversas variantes reformistas y neo reformistas de izquierda.
En la medida que podamos avanzar en concretar ese objetivo estratégico, podremos también dar un salto cualitativo y pasar de las revueltas hacia la revolución. La existencia de un partido revolucionario que se proponga acabar con el capitalismo y pelear por un gobierno de las y los trabajadores, nos permitirá también retomar la lucha en mejores condiciones contra el gobierno golpista de Dina Boluarte e imponer una Asamblea Constituyente Libre y Soberana sostenida en la movilización y la auto organización obrera, campesina y popular. De esa manera, se podrán concretar las grandes demandas de las y los trabajadores y del pueblo explotado y oprimido en su conjunto.