En esta nota nos proponemos recorrer el libro recientemente editado por Siglo XXI Editores, autoría de Lucas Rubinich. En “Contra el Homo Resignatus: Siete ensayos para reinventar la rebeldía política en un mundo invadido por el desencanto” aborda una serie de problemáticas que apuntan a pensar la política más allá del estrecho horizonte que imponen los límites de lo posible.
Lucas Rubinich es sociólogo y docente de la Universidad de Buenos Aires y especialista en sociología de la cultura, para lo cual se apoya particularmente en la sociología de Bourdieu. En este conjunto de ensayos el autor nos trae una serie de reflexiones que pretenden dar respuesta al desencanto y la apatía que, plantea, existe en la sociedad. Lo interesante de este aporte es que no se limita a explicarlo, sino que pretende abrir una elaboración sobre las vías para, tal como lo plantea el título del libro, ir “contra el homo resignatus”.
La obra parte de cuestionar las expresiones posibilistas que se extienden en el panorama político tras la suposición de que el escenario actual es el único posible. A su vez intenta dar lugar a proyectos que, con la mirada más allá de la coyuntura, sugieren desafiar la idea según la cual el orden social dominante es inevitable, poniendo el horizonte en la “utopía” de otra sociedad.
A lo largo de las páginas del libro el autor analiza diversos ejes que configuran el perfil del “homo resignatus”. Un eje de su trabajo aborda la incertidumbre que genera la degradación de las instituciones en el marco de lo que él denomina la cultura del capital financiero. Cultura que genera incertidumbre ante el derrumbamiento de las instituciones que antaño sirvieron de contención, a la vez que incentiva la lucha por la sobrevivencia de “los mejores”. De este escenario surge la pregunta si existen condiciones para crear formas organizativas que unifiquen colectivos que sean portadores de la lucha contra la precariedad de la vida.
De este interrogante se desprende otro eje articulador: ¿Es posible la convivencia de un sistema democrático y una sociedad inclusiva en los marcos del neoliberalismo? Para ensayar una respuesta a esta pregunta, el autor parte de la predominancia de la cultura del capital financiero en la época neoliberal, que entra necesariamente en contradicción con una tradición igualitaria que existe en nuestro país. Aquí surge uno de los ejes centrales de su elaboración, que gira en torno a indagar si puede existir una expresión política que retome las tradiciones igualitarias para construir una relación de fuerzas en una sociedad fragmentada socialmente.
Un primer obstáculo a este desafío es que las instituciones relevantes para la lucha política de los oprimidos se han dañado fuertemente producto de las transformaciones del trabajo y el deterioro de las tradiciones que reivindicaban colectivos sociales. El autor retoma que en la primera mitad del siglo XX:
“miles y miles de obreros industriales que realizaban trabajos similares, que habitaban barrios comunes y convivían a diario en grandes barracas, encontraban condiciones objetivas para sentirse parte de un grupo común.” (p47)
Eran estos grupos quienes formaban colectivos comunes y dejaron marcas en la cultura obrera alrededor de la organización como un valor de las clases populares, lo cual necesariamente tuvo un peso relevante en establecer determinada relación de fuerzas en nuestra sociedad. El deterioro y fragmentación de estas instituciones, tal como lo retoma el autor, abre la posibilidad a que tomen mayor peso las corporaciones económicas internacionales.
En el tercer ensayo, liga el problema de cómo los valores que impone el neoliberalismo, entre ellos las presiones individualistas se ligan con la degradación de la democracia. Este proceso tiende a que fuerzas políticas que en otro momento se presentaban como defensoras de la integración de sectores oprimidos, hoy aparezcan limitándose a propuestas extremadamente moderadas. Moderación que ante la situación actual se traduce en una homogeneización de la acción política del estado tendiente a administrar las bases neoliberales que impone la cultura del capital financiero. Sobre esto retomamos una definición del autor que nos parece acertada:
“La idea de lo mejor dentro de lo posible en una situación de relaciones de fuerza desfavorable hace de lo posible algo cada vez más estrecho; la actuación de una ética de la responsabilidad, que, sin ideología trascendente, es apenas un recurso elegante de adaptación a las condiciones de status quo”. (p97)
Para concretizar esta definición Rubinich dedica un ensayo a graficar la moderación y degradación de los partidos tradicionales, y como en particular tanto Cambiemos como el Frente de Todos se fueron forjando en lo que el denomina “clase política”. Retoma dos hechos de importancia nacional: la brutal represión que encabezó el Gobierno de Axel Kiciloff con Berni al frente, sobre las familias de Guernica y la privatización de tierras públicas en Costa Salguero, impulsada por Juntos por el Cambio, donde el Frente de Todos jugó un rol de garante ante los inminentes “límites de lo posible”. Al respecto de cómo se ubica esta coalición ante el régimen y ante la sociedad, Rubinich plantea:
“Eso da como resultado que se hagan evaluaciones que se podrían explicar con la expresión, también propia de esa tradición, “desensillar hasta que aclare”. Ocurre que como tarda mucho en aclarar, la necesidad de sobrevivencia se convierte en el objetivo primordial. Y allí, entonces, el objetivo con el electorado es, a la par que convencerlo de los límites de lo posible, evitar formas organizativas que promuevan la deliberación porque pueden surgir demandas fuertes que superen aquellos límites”. (p90)
Otro eje de su planteo es el abordaje de los cambios en el orden simbólico alrededor de las institución de las identidades colectivas, que antaño tuvieron importancia en la constitución de los estados nacionales. Desde aquí busca entender cómo su disgregación impacta en los estados periféricos hoy bajo la pregunta de si es posible un Estado sin nación.
Como cierre de la reflexión Rubinich, luego de atravesar los diferentes elementos que estructuran la subjetividad de lo que denomina “homo resignatus”, plantea la necesidad de retomar tradiciones de lucha hoy olvidadas, que a la par de constituir identidades colectivas abarcadoras habilite a retomar estas experiencias rebeldes y pensar en otra sociedad.
Unir lo que el el neoliberalismo dividió
El caso de la lucha por tierra y vivienda en Guernica que el libro retoma, es interesante porque, además de graficar la estructura del régimen político argentino nos permite ensayar algunas respuestas a interrogantes que deja planteado el libro, uno de ellos es el problema de las identidades y la disgregación de los sujetos. Rubinich trae una postal de disgregación de los sectores oprimidos (y en particular de la clase obrera) que se conformó luego de la caída del muro de Berlín y la ofensiva neoliberal. Sin embargo, también es importante considerar que a pesar de estar atomizada, hoy en día la clase obrera es más numerosa que nunca antes en la historia. De aquí se remarca la necesidad de pelear por la unidad de sus filas.
Previo al desalojo de los distintos barrios de Guernica se dio un proceso novedoso donde se forjaron asambleas que alrededor del problema de la vivienda que buscaron tender lazos con otros sectores de trabajadores. Esto se replicó en diferentes puntos del país. Estas asambleas son un embrión de otro tipo de organización, que busca ligar a los diferentes sectores de la clase y unir lo que las patronales, las burocracias y el estado dividen.
A su vez, si bien es en pequeña escala, estos ejemplos de autoorganización permiten pensar la relación planteada más arriba entre democracia e igualdad. Dos elementos que, desde nuestra perspectiva, se encuentran estrechamente ligados. ¿Es posible la existencia de un sistema democrático de forma separada de las condiciones materiales que lo sustentan? o de otra forma ¿es posible la democracia cuando lo que prima es una desigualdad manifiesta entre los sujetos que la integran?
Ubicándonos desde una perspectiva marxista, consideramos que ambas son inseparables. Es decir, el contenido de la organización social está íntimamente ligado a quién toma esas decisiones. Tal como está planteada la organización social, no alcanzan con los mecanismos propuestos, la “clase política” que como retoma la reflexión del autor no está dispuesta a poner en discusión el status quo neoliberal. Mientras la capacidad de decisión de las grandes mayorías se limite al sufragio, pero las grandes decisiones cotidianas sobre la política y la economía sean tomadas por los grandes empresarios será imposible congeniar democracia e igualdad. Por lo tanto, a la par de la búsqueda de una respuesta a la disgregación de los sectores oprimidos es necesario pelear por otra organización social sin opresores ni oprimidos.
Para ello es importante volver sobre las experiencias de lucha que menciona el autor, experiencias que aunque no siempre se hagan presentes en lo cotidiano, están latentes para ser reactualizadas y retomadas en las calles:
“Pero ocurre que el mundo no es un tablero y, además, en la vida social, la suerte nunca está echada. Porque está la historia. Y en la sociedad argentina, detrás de las inseguridades e incertidumbres de una población fragmentada y con instituciones de representación agujereadas, están las experiencias de lucha y el ejercicio efectivo de derechos sociales ampliamente extendidos. Y a veces los imprevistos, que indudablemente son parte del fluir social y cultural, resultan vivificadores de esas experiencias en latencia.” (p35)
Como flores en la noche
Desde esta perspectiva se torna necesario retomar la idea de que la pelea por otra sociedad es posible, retomando lo mejor de las experiencias que a lo largo de la historia han desarrollado la clase trabajadora en común con el conjunto de los sectores oprimidos. Al respecto Rubinich plantea:
“Las sensibilidades heredadas de experiencias rebeldes pueden permanecer, como algunas flores en la noche, con sus pétalos contraídos hasta que hechos que permiten reconfigurar prácticas y experiencias diversas otorgándoles sentido (la luz, el amanecer en las flores) habiliten su despliegue y vitalización bajo nuevas formas. Es cierto que las noches de las sociedades pueden ser muy largas y que en el presente nos hallamos inmersos en una selva oscura. Pero lo que resulta incontestable es que esa luz, ese amanecer, estos hechos otorgadores de sentido no serán otra cosa en estas situaciones que procesos de relegamiento del lazo social entre las heterogéneas poblaciones oprimidas, así como de construcción, al fin de algún tipo de identidad colectiva que deberá ser irremediablemente abarcadora”. (p151)
Esta construcción y actualización de estas tradiciones latentes, están planteadas en un mundo donde el neoliberalismo se encuentra en una crisis de la que no se avizora una salida. Luego de una primera etapa que como plantea el autor, la ofensiva neoliberal tuvo consecuencias devastadoras tanto materiales como ideológicas para los explotados y oprimidos, desde el la crisis capitalista del 2008 en adelante, comenzaron a verse más crudamente sus contradicciones. Esto se expresó en diferentes oleadas de importantes luchas a lo largo y ancho del globo, en primera instancia en la oleada iniciada por la primavera árabe en 2013 y luego una segunda oleada que tuvo sus expresiones centrales en Francia con los chalecos amarillos y en Latinoamérica con las revueltas que tuvieron en Chile su epicentro.
Hoy, luego de los efectos de la pandemia en primer término, y las consecuencias globales de la guerra en Ucrania, vemos como empieza a haber nuevas expresiones en la lucha de los sectores oprimidos. Desde el Black lives matter y la generación U en Estados Unidos, hasta las importantes huelgas por salario en Europa (que muestra cierta recomposición del movimiento obrero) y la caída de importantes figuras de los gobiernos de países centrales, como es el caso de Gran Bretaña e Italia. La revuelta en Sri Lanka, que logró quebrar al gobierno que pretendía aplicar un fuerte ajuste de la mano del FMI, también es expresión de esto.
En este mundo convulsionado, donde la catástrofe capitalista está llevando a que los explotados y oprimidos del mundo comiencen a levantarse, creemos que este libro aporta una reflexión importante que refuerza la batalla sobre las vías para reinventar la rebeldía política en un mundo invadido por el desencanto.
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