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Red Internacional
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Costa Rica: Un Primero de Mayo de duros cruces políticos

Las durísimas críticas del presidente Chaves a los diputados y las ásperas respuestas desde el parlamento dan cuenta de una ruptura política sin precedentes en la historia reciente entre el personal político costarricense. La ruptura, en el marco de un escenario internacional convulsivo, puede permitir la emergencia de las reivindicaciones trabajadoras y populares de manera espontánea.

Martes 7 de mayo

El escenario político después del Primero de Mayo

Como hemos señalado en otras ocasiones, el Primero de Mayo es un día fundamental en el régimen político de Costa Rica, pues se elige el Directorio del parlamento por un año y también el Ejecutivo presenta su informe de labores al pleno del parlamento. Se combina esta característica del régimen con el tradicional desfile de sindicatos y de izquierda. Por ello una foto adecuada del Primero de Mayo puede reflejar en buena medida la situación política efectiva.

El primer elemento a tomar en cuenta es la batalla abierta, directa, entre el Presidente del país, Rodrigo Chaves, y el presidente del Directorio del parlamento, Rodrigo Arias. Este último logró mantenerse como cabeza del Directorio de dicho ente con la votación de liberacionistas, liberales, religiosos y una fracción del PUSC. En este momento específico, Chaves, por decirlo de alguna manera, es minoría en el escenario político. Por ello lanza una estrategia de guerra de movimientos caótica apuntando al "estado profundo" (es decir a la burocracia estatal liberacionista) con el objetivo de adquirir cuotas de poder e impulsar algo de su agenda política.

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Ahora bien, si Chaves en este momento lleva las de perder, sus objetivos son fáciles de conseguir. Chaves condiciona lanzar uno o varios referendos a los acuerdos al interior del parlamento, donde sus diputados puedan jugar un rol protagónico. En caso de lanzar el o los referendos Chaves podría conseguir lo mismo y más, no solo el protagonismo de sus diputaciones sino de todo el equipo de gobierno, lo cual es básicamente preparar las condiciones para la elección del 2026, en las cuales Chaves podría finalmente “estrenar” el carro que durante tanto tiempo ha ansiado, es decir, tener un partido que le garantice sus cuotas de poder. Esto Chaves lo podría preparar incluso con la recolección de firmas para un único referendo.

Arias, en respuesta, espeta directamente a Chaves que su orientación está socavando las bases de la institucionalidad democrática del país, lo cual es verdad. Para Liberación esto son pésimas noticias, pues da cuenta de que su objetivo es mucho más difícil, pues debe mantener un sistema de instituciones en franco deterioro que poco reflejan a quienes participan de las grandes cadenas de valor y menos aún a quienes no lo hacen. En este sentido, la propia existencia de Chaves es tal vez el síntoma de que la crisis de representación de hecho ya había alcanzado en cierto grado a la institucionalidad. Habría que plantear también que un retroceso como el del PAC debió dejar una huella en las instituciones.

La situación es grave porque Arias también parece responder en otro plano. Al ser consultado sobre su política después de garantizar con significativas dificultades su continuidad como presidente del parlamento, Arias puso en primer lugar salvar la democracia, directamente contra el presidente. Pero en segundo lugar puso el avance de investigaciones sobre narcotráfico, alguna de las cuales llegó a decir estaban avanzadas según conversación con la Fiscalía. Pensar conversaciones entre la Fiscalía y Arias para informar sobre narcomenudeo es difícil. Esto abre la interrogante: ¿Hacia quién apunta la política de Liberación?

El resto de partidos, como el Liberal Progresista, Nueva República, el Frente Amplio y, sobre todo, el PUSC, en la discusión política propiamente hablando, solo giraron alrededor de la batalla entre los Rodrigos, incapaces de jugar un rol propio, imposibilitados de jugar un rol hegemónico. En medio de la crisis de hegemonía han brotado de los poros de la sociedad costarricense muchas plataformas de clases medias, de derecha y de izquierda, que juegan papeles secundarios en medio de los verdaderos actores en pugna, pero que podrían jugar importantes roles para acelerar o retardar los acontecimientos futuros.

Chaves, hablando de la inflación, la mencionaba como la causa inmediata del ascenso de Milei en Argentina. En la afirmación de Chaves sin embargo existen una serie de ambigüedades. En parte, el Gobierno ha tenido un giro populista muy marcado, acompañado de un giro retórico “desarrollista” con matices izquierdizantes, para dar una apariencia más de centro. Con un componente cínico de sus discurso, jugando con el nombre de Dios y con la fe religiosa de la gente. Tal vez Chaves ha estimado que el espacio político mileísta costarricense es difícil de pelear contra los liberales, los religiosos y los neoliberales.

En todo caso, dejando sentado la completa charlatanería de quien está sentado en la silla presidencial y de lo que está dispuesto a realizar un energúmeno para seguir accediendo a sus rolex y a sus mansiones, un aprendiz de brujo que trata al espíritu humano como si fuera una caja de pándora de artilugios diseñados para engañar a los incautos, su giro “a la izquierda” tiene un fundamento social real.

La desigualdad social de fondo

El deterioro de la situación económica, política y democrática de ninguna manera es responsabilidad exclusiva de Chaves. Esto lo sabe la clase trabajadora y el pueblo costarricense, es un lugar común de sus reflexiones, podríamos decir. En primera instancia fue por ello que fue votado en segunda ronda frente a Liberación.

Para los sectores con más claridad, Chaves o Arias es el camino entre Escila y Caribdis. El propio Frente Amplio tiene criterio suficiente como para no votar por Liberación al Directorio, que era la exigencia que desde la extrema derecha de la izquierda (o sea desde la derecha) le hacía Vladimir De La Cruz, amparándose en la historia del Partido Comunista costarricense ante el régimen democrático. Una posición puramente antigubernamental, como la que exhiben incautos, no conseguirá comprender la dialéctica del régimen ni conseguirá orientar una estrategia independiente. El peso político del Estado ahora se divide entre Chaves y Arias más claramente que antes y ambos tienen grados de responsabilidad frente a los ojos de las masas por el constante deterioro.

Tanto el 24 de Abril como el Primero de Mayo, en movilizaciones de tamaño y peso político similar, se repitió una y mil veces la exigencia de acceso al agua. De hecho se convirtió en la principal consigna política nacional de sindicatos, izquierda, etc. Hay que explicar, si se tiene una auténtica voluntad de poder, porqué esto sucedió y cuál es su relación con la situación política nacional.

La exigencia del agua se planteó simplemente porque hubo un vehículo propio a través del cual se expresó la necesidad más sentida de las masas en un momento concreto: hubo organizaciones vecinales, independientes en la gran mayoría de los casos, sobre las cuales surge espontáneamente la movilización, misma que encontró medios propios de divulgación en la izquierda. Ningún sindicato ni partido político tuvo la capacidad de sentir dicha reivindicación que emanaba de las masas, claro indicio de organizaciones burocráticas separadas de dichas masas, en otro ejemplo de separación entre representantes y representados.

Incluso, el propio Primero de Mayo ningún sector de masas o de vanguardia en la lucha del agua se movilizó y, si lo hizo el 24, el hecho de que a media marcha las comunidades se hayan separado de las organizaciones, es el mejor indicio del grado de separación entre comunidades y sindicatos y organizaciones oficiales de izquierda. Las comunidades tienen mucho más claro el contenido de ‘golpear juntos y marchar separados’ que mucha de la dirección política del 24 y el Primero.

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La desigualdad social está corroyendo las estructuras de representación, permitiendo la emergencia de movimientos espontáneos y semi espontáneos imposibles de prever para los aparatos burocráticos oficiales, pero accesible bajo un marco teórico marxista dinámico.

Alejándonos de todo mecanicismo, poniendo énfasis en la praxis de las clases, y procurando comprender las categorías sociales que se están sintetizando en Costa Rica, algunas de las cuales emanan desde abajo hacia arriba, como por ejemplo el atraso económico histórico-universal del país ante el mercado capitalista, mientras otras vienen de arriba hacia abajo, como por ejemplo la disputa entre Estados Unidos y China y la posible inversión en superconductores en el país. Cuáles son esas categorías es materia para otro momento, pero resulta claro que se puede prever el futuro político nacional con estas herramientas, que permitieron postular la emergencia de un movimiento por fuera de sindicatos y representaciones oficiales, que cuestionaría el deterioro social y a la casta política responsable.

La lucha de clases internacional como norte

Chaves comparaba el futuro del país con el de Argentina. La posibilidad del ascenso de un Milei, que no fuese Chaves, en dos años, parece hoy una posibilidad compleja. El campo político mileísta cuya cabeza pelearían mínimo alguna figura cercana a Chaves, o el liberal sionista Feinzag, o el religioso Fabricio, o tal vez algún neoliberal clásico (o sea liberacionista o del PUSC). Muchos caciques para pocos indios, como dice el refrán popular. Más bien parece que Chaves es ya nuestro Milei. Uno que no tiene la fuerza de Trump, Bolsonaro, Milei o Netanyahu y que podría terminar peor que el PAC.

En todo caso de Argentina emana también otra posibilidad, como es la emergencia de un movimiento de trabajadores, estudiantes, mujeres, comunidades originarias, todos los cuales han tenido suceso importante en los últimos años en Argentina y que podrían ir hacia una movilización más drástica contra Milei y todos los políticos del ajuste.

Si llegara a desarrollarse en Costa Rica un espacio como el del Frente de Izquierda y de los Trabajadores (FIT), una oposición de izquierda, con perspectiva de gobierno obrero y relativa capacidad de movilización, y/o si se diera la consolidación de un proyecto político como el que encarnan el PTS argentino con figuras como Christian Castillo y Alejandro Vilca entre una constelación de importantes dirigentes como Miryam Bregman, Andrea D’Atri, Claudia Cinatti, etc. Si ese espacio se desarrollara, decimos, entonces las condiciones políticas nacionales cambiarían.

En Francia, Revolutión Permanente da cuenta de que esa posibilidad de crecimiento está dada desde el punto de vista internacional. Aunque también podría ser que tengamos que esperar más. Sin embargo, este desarrollo no solo es posible, sino que además es importante para poner las necesidades de la gente en primer plano y comenzar a cerrar la brecha entre representantes y representados. Por ello decimos que todo el escenario político nacional podría cambiar, pues no se daría una disparidad tan grande entre sindicatos y organizaciones y las bases trabajadoras y populares costarricenses, lo cual redundaría en fuerza política para la izquierda.

Hemos realizado gran cantidad de llamados unitarios a elecciones nacionales y universitarias, hemos llamado a construir espacios unitarios de la izquierda para militar de manera conjunta campañas que permitan la construcción de una organización revolucionaria. Sin embargo las diferentes organizaciones de izquierda se niegan sistemáticamente a dicho espacio, pues no quieren tener que discutir sus programas y estrategias. Este debate no se puede ahorrar en la construcción de una perspectiva socialista y revolucionaria efectiva, ni puede ser un debate entre cuatro paredes.

Las tácticas para la intervención revolucionaria están ya estudiadas y escritas y parece poco lo que se pueda sumar a su estudio desde Costa Rica. Otra cosa es la audacia con que se impulsen a cada momento oportuno. La táctica de frente único obrero, de comités de acción, comités de base, etc. son las herramientas básicas para que la izquierda pueda procesar sus diferencias en pos de un acuerdo político más sólido. Es absurdo pensar que el programa de la revolución no es un asunto de debate público y abierto y solo una mentalidad burocrática puede creer que éste programa emerge de la cabeza de la débil intelectualidad de izquierda del país e "iluminar" posteriormente a las masas.

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Llamamos al activismo, sobre todo al que ha iniciado su vida política después de la pandemia, a que construyamos espacios de militancia política conjunta, donde podamos formarnos políticamente en la discusión en torno a cuáles son las mejores consignas y las mejores tácticas para avanzar en la construcción de una agrupación socialista, internacionalista y revolucionaria cuyo crecimiento vaya a la par, orgánicamente, de un crecimiento en la capacidad de organización y movilización de trabajadores y el pueblo pobre, levantando las consignas democráticas de manera radical y denunciando el continuo deterioro del nivel de vida de las masas, que es responsabilidad de todas las facciones políticas oficiales.