La situación epidemiológica se torna cada vez más crítica en las aceiteras. Los protocolos varían según la necesidad productiva de cada empresa. La campaña sigue a todo ritmo: los dólares son de las patronales, los contagios de los trabajadores.
Martes 11 de mayo de 2021 17:35
La segunda ola empieza a sentirse con todo a las aceiteras del cordón industrial. “En Vicentin sale el que le da positivo y los demás siguen laburando”. “Tenemos una sala de descanso sin ventilación donde tenemos que estar 8 personas”, cuentan en Molinos. "En Cofco no aíslan a todos los contactos estrechos, hay que estarles atrás para que la patronal cumpla con los protocolos". Los testimonios cuentan a La Izquierda Diario que hay cada vez mas positivos. La campaña está a plena máquina y no puede parar: cada vez que se contagia un trabajador, un compañero de otro turno lo reemplaza esparciendo el foco de contagio.
La exposición y el miedo crece entre los trabajadores al mismo ritmo que los porotos llegan a los puertos: la campaña de la soja y el negociado millonario que significa aumenta los ritmos de trabajo y las horas extras, aumentando también la exposición al contagio.
“En uno de los turnos hay 4 contagiados y 2 aislados, por lo que tenemos que ir a cubrirlos desde diferentes turnos porque sino la planta tiene que parar. Con esto esparcimos el virus hacia todos los turnos. La situación se fue de las manos”, cuenta un trabajador de Renova. “Como contratado no me puedo dar el lujo de contagiarme porque no se si la consultora me va a mantener el puesto o darme de baja el contrato porque es de tiempo indeterminado. Con mi familia decidimos dejar de ver a otra gente, pero en la fábrica no hay forma de cuidarse porque no nos dan barbijos, no hay alcohol en gel y somos muchísimos en un contenedor. Así que me cuido como puedo y paso los días angustiado porque no puedo darme el lujo de quedarme sin laburo”, cuenta un trabajador de una contratista. Trabajadores de Renova describen que "el punto más crítico son los vestuarios, aunque hay separadores el espacio total es muy chico para la cantidad de personas que se cambian, ahí es imposible cumplir el distanciamiento".
Nuestras vidas importan
Por el complejo agroexportador circulan miles de camiones cada día. Las fábricas no paran y no es porque hacen comida para la gente que está sufriendo la miseria. Exponen a los trabajadores al contagio para exportar y tener ganancias a costa de la salud de los trabajadores y sus familias.
El año pasado, la cuarentena se trabajó completa. Los aceiteros sufrieron los contagios y varios fallecieron. En empresas como Cofco, al falta de protocolos claros implicó muchísimos trabajadores aislados. Esto no se puede repetir; el SOEA tiene que imponer con medidas de lucha un plan de vacunación para todos los trabajadores. Los trabajadores sabemos que para estas empresas somos un número; tenemos derecho a preservar nuestra salud y la de nuestras familias, eligiendo en asamblea comisiones de higiene y seguridad independientes donde podamos garantizar que se cumplan los protocolos, parando las tareas riesgosas.
Nuestra salud y la de nuestras familias valen! Contanos como están en tu trabajo