Pese a que la violencia en los hogares ha aumentado para las mujeres, los refugios no cuentan con los recursos suficientes y, peor aún, el gobierno los ha recortado.
Joss Espinosa @Joss_font
Miércoles 15 de abril de 2020
La pandemia ha traído un confinamiento para miles que pueden dejar de laborar o a quienes han cesado de sus trabajos. Muchas familias están en cuarentena en sus casas, sin embargo, para muchas mujeres su casa es el lugar más peligroso.
Los terribles niveles de violencia que vivimos diariamente las mujeres se han agravado con la cuarentena, que ha disparado los casos de violencia, mientras los feminicidios no paran con la pandemia.
Algo que es importante contemplar, es que muchas mujeres dependen económicamente de sus violentadores, lo que hace que los refugios sean una opción para liberarse de la violencia que viven en sus hogares. Esto se suma a que muchas son madres y no cuentan con fuentes de ingresos.
Sin embargo, el procedimiento para que mujeres puedan ser recibidas en los refugios es muy tardado, pueden pasar días para que las mujeres sean aceptadas y puedan salir de sus casas. Ante la pandemia, se hace urgente que el procedimiento se acelere para que las mujeres puedan salvarse en esta cuarentena.
Pero, en el último periodo, hemos visto la reducción del presupuesto a estos espacios. Por ejemplo, con la propuesta del gobierno federal de cancelar los refugios y dar una pensión a mujeres víctimas de violencia, algo que es inútil cuando comparten vivienda con quien las violenta. Esto aunado a que el presupuesto destinado a los refugios no es fijo, sino que año con año se tiene que apelar para que éste se mantenga.
En el mejor caso, cuando se destinan recursos a los refugios, estos terminan siendo cajas chicas, para desviar recursos. Por eso, no solo es necesario incrementar el presupuesto, sino que el mismo esté gestionado por especialistas y usuarias. El presupuesto debe salir del Estado, pero no puede dictar como debe manejarse el mismo ni cómo deben administrarse los refugios.
El presupuesto para los refugios este año es de 405 millones de pesos. Un presupuesto absurdo si lo comparamos con los miles de millones destinados a la Guardia Nacional y el plan DN III. Situación que se agrava, considerando que recién se aprobó el presupuesto, y aun los refugios tienen que pasar un tortuoso camino burocrático para que ese presupuesto baje de forma real a los centros de refugio.
Este procedimiento puede tardar hasta 30 días, en un momento en el que se hace urgente garantizar la vivienda a las mujeres que viven violencia.
Los pocos refugios existentes atienden únicamente a 25 mil mujeres y niñes, pero con la contingencia es muy probable que la demanda aumente brutalmente. Algunos refugios no se dan abasto y están funcionando al 110 % de su capacidad.
Urgen otras medidas
Los refugios están desbordados y los recursos faltan, mientras que la violencia se exacerba. Es necesario que los recursos lleguen a los refugios de forma acelerada, pero aunque esto fuera así no es suficiente, pues lo que vemos es que no basta con la infraestructura actual.
Las grandes cadenas hoteleras, que hoy se encuentran cerradas tras despedir a miles de trabajadoras y trabajadores injustificadamente, deben ser expropiados para ponerlos al servicio de enfrentar la pandemia. Podrían bien funcionar como refugios transitorios, ante la crisis de violencia que presenciamos.
Sumado a esto, no basta con garantizar por una temporada un lugar donde vivir a las mujeres que viven violencia, se necesitan licencias pagadas para que dejen de depender económicamente y puedan ser el sostén de sus familias, en perspectiva de garantizar condiciones de trabajo y vida dignas para todas.
Esto de la mano de poner en pie un plan de vivienda pública, para garantizar que tengan donde vivir una vez salgan de los refugios, sobre la base de expropiar las casas abandonadas y los grandes consorcios que son ocupados como “casas de verano” para los más ricos; también hay que expropiar los bienes inmuebles ociosos de las Iglesias.
Obtener recursos es posible si imponemos impuestos progresivos a las grandes fortunas. De los millones que le roban a las y los obreros, podemos dar salida a las mujeres que viven violencia, con la perspectiva de expropiar sus fortunas.
Para esto, es necesario que el movimiento de mujeres que se expresó en las calles el mes pasado, continúe organizado de forma independiente. Si conquistamos estas medidas mínimas, estaremos en mejores condiciones para forjar un movimiento que vaya por mucho más y que abrace una perspectiva anticapitalista.
En medio de la pandemia, las contradicciones natas del capitalismo se exacerban y cada vez queda más claro que el verdadero virus es el capitalismo. Entre esas contradicciones se encuentra la violencia contra nosotras, ya no podemos seguir esperando, hay que cambiar las prioridades y mostrar que podemos dar una salida distinta a la crisis, de la que proponen los capitalistas.