En una nueva carta abierta, CFK se ubica como alternativa para "enderezar" al peronismo y propone al Partido Justicialista (PJ) como el lugar para hacerlo. A su vez, vuelve sobre la idea de reforma laboral; la cuestión del déficit fiscal y el papel del Estado; y de la educación pública. Todo como parte de un giro a derecha, que ya ha expresado en otras cartas. Una vez más, se desentiende del gobierno que integró con Alberto Fernández y Sergio Massa. Y busca que el peronismo juegue un rol como partido del orden ante el "peligroso liderazgo del caos" que representa Javier Milei.
Lunes 7 de octubre 21:16
A menos de una semana de iniciado el "operativo clamor" por parte militantes y funcionarios de La Cámpora para candidatear a Cristina Fernández de Kirchner como presidenta del Partido Justicialista nacional (PJ), la expresidenta vuelve a publicar una carta que la pone en el centro de la escena política. Allí plantea, precisamente, que se postula para ese cargo.
¿El objetivo? Enderezar y ordenar al peronismo, que atraviesa una de sus mayores crisis de poder político y de representación, luego de cosechar una amplia derrota ante la ultraderecha de Javier Milei.
“Hoy el peronismo sólo gobierna 5 de las 23 provincias argentinas y perdió la mayoría en la Cámara de Senadores; siendo esta una situación de pérdida de representación institucional inédita en el período democrático”, admite CFK.
"¿Es solo por el fracaso de los dos últimos gobiernos democráticos? ¿O es que una parte de nuestra sociedad está dispuesta a soportar cualquier cosa antes de que gobierne un peronista? ", se pregunta Cristina. Una forma de preguntarse si la sociedad se volvió gorila.
Sin dudas, el triunfo del Frente de Todos (y la vuelta del peronismo al poder en 2019) fue por oposición al desastroso gobierno de Mauricio Macri, quien ahora tiene que ir como furgón de cola del gobierno libertario y garronear su cuota de poder, mientras apuntala la gobernabilidad del presidente que ya comienza a perder popularidad por sus ataques a los jubilados, a los ingresos de las mayorías, a los estudiantes y a la salud.
El triunfo de Javier Milei se explica, en gran parte, por el desastroso gobierno de Alberto Fernández y de Sergio Massa, que Cristina integró, ideó y propuso, en el que el peronismo legalizó la estafa de la deuda macrista, aplicó un programa de ajuste al servicio del FMI y el pueblo trabajador continuó sufriendo un saqueo millonario de sus ingresos por parte del capital más concentrado.
Así las cosas, la "elección de tercios", como la llamó Cristina, mostró una debilidad en el conjunto del régimen político. "El tercio ’post pandemia’ de Milei, más el tercio disminuido del antiperonismo, inclinaron la balanza del balotaje en contra de nuestra fuerza política, incluso a costa de elegir a un presidente como el que tenemos", explica en esta carta. La derrota, sin embargo, fue por 11 puntos. Durísima.
Hacia el final del texto publicado, Cristina resume su propuesta. "Está claro que hay que enderezar lo que se torció y ordenar lo que se desordenó. Esto plantea la necesidad de crear un ámbito de discusión y participación que hoy no existe y que su ausencia sólo genera confusión y vacío. No tengo dudas que, en esta etapa, el partido es el lugar más apropiado para desarrollar el continente que genere el contenido y que este, además, tenga dirección y objetivos". Ahora queda más claro que su apuesta política es hacia el PJ. Al insistir en la necesidad de unir a todo el peronismo, vuelve a hacer un guiño a sus sectores de derecha: es un camino que en los últimos 9 años llevó a tener de candidatos a presidentes a Daniel Scioli, Alberto Fernández y Sergio Massa, con resultados a la vista.
Partido peronista del orden, va acompañado de giro hacia la derecha. "Debemos aceptar que nada está grabado en piedra y que todo debe ser repensado y discutido", plantea la ex vicepresidenta. Recuerda, además, que "en el documento del 6 de septiembre señalamos algunas cuestiones: modificación de las relaciones laborales y su impacto, nueva estatalidad para un nuevo Estado, reversión del déficit fiscal y cómo hacerlo, revisión y reforma de la educación pública, seguridad, modificaciones en la comunicación social, etc".
De esta manera, CFK cede en gran parte de la agenda que vino a imponer la ultraderecha.
La burocracia sindical peronista, a la cabeza de la CGT, ya transó la reforma laboral de Javier Milei y la reforma del Estado. ¿Cristina viene a ordenar esto en un programa político?
También se escuchó a las distintas alas del peronismo decir una y otra vez, ahora que Milei es presidente, que sí era necesario un ajuste para ordenar las cuentas fiscales. Y para muchos la actitud pasiva del peronismo frente a estos ataques, se interpreta como que dejan que otro haga el trabajo sucio, para después volver en 2027 a administrar las ruinas de lo que quede.
Por último, en su posdata, la carta de Cristina Kirchner hace un guiño de reconciliación a las grandes patronales del campo.
Entonces, ¿orden para qué? ¿Para una reforma de la educación, una reforma del Estado? ¿Orden para aplicar una vez más, las recetas fallidas que exige el Fondo Monetario Internacional?
El huevo de la serpiente neoliberal
"Nunca pudimos ponernos de acuerdo sobre cuál debe ser el modelo de acumulación económica", deja dicho CFK en la postdata de su carta. Pero al parecer, en los ’90 algo así ocurrió en el régimen político argentino, como ella misma relata, bajo la forma de modelo neoliberal; que, como proyecto del capitalismo mundial, buscaba imponerse en todo el globo.
Fue la propia versión menemista del peronismo la que inoculó el modelo de acumulación neoliberal en la Argentina, que generó desocupación y pobreza estructural, además de engendrar el estallido del 2001.
Y las transformaciones más profundas que dejó esa década no fueron revertidas por los gobierno kirchneristas. Hasta hoy persisten: empresas de servicios públicos privatizadas; precarización y destrucción de los derechos laborales, tanto en el sector público como en el estatal, con flexibilización, monotributo, tercerización laboral, etc. La descentralización federal del sistema educativo y de salud sin el correspondiente financiamiento, entre otras.
Ahora, cuando esos derechos ya precarizados vuelven a ser atacados por un intento de imitación farsesca del menemismo, CFK plantea volver a revisarlos.
Por otro lado, el crecimiento económico en la época kirchnerista se basó sobre la base de la devaluación y "trabajo sucio" hecho previamente por Eduardo Duhalde y tuvo que ver también con que fue una década muy redituable para el comercio de commodities . En esos años de bonanza, el kirchnerismo nunca revirtió los pilares de la estructura neoliberal y dependiente del capitalismo argentino, por lo cual la crisis volvió a sentirse con fuerza años después, mientras que en el terreno de las luchas, su política fue la de cooptar movimientos, en su rol de desviar y pasivizar las fuerzas sociales que se liberaron con el estallido del 2001.
Hoy Cristina se confiesa gratamente sorprendida porque el menemista Roque Fernández afirma que el principal problema de la economía argentina es la deuda (y no el déficit como un fenómeno aislado). Pero ni por asomo admite que fue una vez más un gobierno peronista, que ella integró como vicepresidenta, el que legalizó la estafa de la deuda macrista y legitimó así una vez más la cadena de sometimiento del país con el yanqui FMI.
Comunidad organizada, conciliación de clases
Cuando CFK pone como ejemplo de “remendada comunidad organizada” al primer diseño del gobierno menemista: una alianza entre un grupo empresario del país y la burocracia sindical, junto a un miembro de la academia nacional... además de quizás justificar, de manera indirecta, la integración del matrimonio Kirchner en el gobierno de Menem, también expone el límite de la estrategia peronista: la conciliación de clases.
Esa utopía de lograr que la clase capitalista encare sus negocios multimillonarios con una conciencia de “justicia social”, jamás se vio realizada. La historia ha demostrado globalmente que incluso, aunque haya momentos donde parece que existe una cierta armonía entre los intereses de los empresarios y el pueblo, la clase capitalista siempre ataca a la clase trabajadora.
El empresariado nacional y extranjero se mostraron como enemigos francos y declarados del pueblo trabajador, llegando incluso a cometer un genocidio en nuestro país. Esa “tragedia de la dictadura cívico-militar” que menciona CFK, se volcó al exterminio de toda una generación de luchadores obreros y populares, peronistas sí, pero también de izquierda. Y la contrarrevolución cayó, sobre todo, en los sectores que valientemente se organizaron desde las bases, por fuera del disciplinamiento de las burocracias sindicales peronistas. La última gran batalla de esa generación, fue contra el pacto social del gobierno de Isabel Perón, mientras se enfrentaban también con los asesinos de la triple A.
Lo que tanto el kirchnerismo como el peronismo buscan evitar por todos los medios, es que se vuelva a desatar la fuerza de lucha creadora del pueblo trabajador, como ocurrió en los ‘70, y también en los ‘90 y el 2001.
Incluso hoy en día, buscan dividir y pasivizar, a través de las conducciones gremiales y de la prédica política de los referentes peronistas. Cuando, como afirma la propia CFK, el gobierno “avanza a hachazos sobre jubilados, universidades y hasta hospitales de salud mental”. Cuando, como ella misma afirma, estamos ante “una suerte de extraño y peligroso ’liderazgo’ del caos y la destrucción del que nada bueno puede resultar para el conjunto de los argentinos”.
El rol de la CGT a esta altura es de una traición abierta. El conjunto del peronismo, más allá de sus matices, trabaja con una perspectiva: dejar que Milei fracase arrasando el país para volver en las elecciones.
Quizás por eso, en este nuevo giro a derecha, ahora CFK decide reivindicar, en su postdata, a los padres fundadores de la Revolución Norteamericana. Estos líderes cuestionaron a la Gran Revolución Francesa porque para terminar con el Antiguo Régimen se apoyó en las fuerzas desatadas desde abajo, en el pueblo plebeyo, campesinos y proto-proletarios de la ciudad, que fueron quienes derribaron en pocos meses, instituciones que habían tardado siglos en erigirse y cimentarse.
Si el giro es hacia un PJ que se enderece como partido del orden; las bases obreras y populares, también tienen que estar muy bien regimentadas. Esa es otra de las cosas que lleva implícita la carta de Cristina. Lo confirma diciendo que "acá no sobra nadie". Una forma de convocar a todo el peronismo, incluso el que viene dándole gobernabilidad a Milei.