×
×
Red Internacional
lid bot

Música / Rock. Cuando Charly García se acercó a la izquierda y grabó uno de sus discos emblemáticos

El encuentro del músico con el intelectual David Viñas como inspiración de “Pequeñas anécdotas sobre las instituciones”, una dura crítica al sistema desde Sui Generis en los años de la Triple A.

Juan Ignacio Provéndola @juaniprovendola

Sábado 23 de octubre de 2021 00:00

Charly García le cumplió el sueño a muchos presidentes: tener una foto junto al artista popular que atravesó e inspiró décadas y generaciones. Primero fue el célebre encuentro con Carlos Menem en las postrimerías de su último mandato, una forma de cerrar aquella polémica iniciada por Charly en 1989, cuando dejó para siempre la famosa frase: “Es un burro quien crea que Nemen, o como se llame, es solución a algo”. También lo buscó Fernando de la Rúa para los shows gratuitos que le organizó —tanto cuando era alcalde porteño como presidente— el entonces sushi boy y ahora vulgar pescado Darío Lopérfido (de tapa de la revista Rolling Stone a triste negacionista).

Luego tocó y posó con Néstor Kirchner, también con Cristina Fernández. Lo mismo con Mauricio Macri, aunque eso no le impidió marcar su posición durante su lamentable gestión: “No cuenten conmigo, ignorantes”, escribió en una carta pública, mientras que, en un recital en Córdoba, durante la interpretación de “Inconsciente colectivo”, espetó sin rodeos: “Mauricio Macri, la puta que te parió”.

Algunos podrán decir que el derrotero político de García fue sinuoso. Otros, más conspicuos, leerán ese camino como la búsqueda de un artista que siempre intentó sintonizar con los tiempos históricos que le tocaron vivir, acaso teniendo en claro que su obra estaba por encima de los colores partidarios que tiñeron cada época. “Yo solo tengo esta pobre antena que me transmite lo que decir”, avisaba Charly a mediados de 1994 en La hija de la lágrima, acaso su último gran disco.

Pero, como había cantado en “Canción para mi muerte” (primer gran éxito de Vida, álbum debut de Sui Géneris) “hubo un tiempo que fui hermoso, que fui libre de verdad”. Los 70’s avanzaban entre el fin de la penúltima Dictadura argentina, el regreso de Perón al país y la efervescencia política. Charly parecía haberse aburrido rápido del estilo folk costumbrista de los dos primeros discos de Sui y buscaba algo más que canciones para fogones. Corría el año 1974, la violencia entraba en una escalada irrefrenable y fue su productor Jorge Álvarez quien le abrió los ojos y la cabeza mientras García pergeñaba su primera gran obra conceptual: Pequeñas anécdotas sobre las instituciones.

En 2011, la revista Noticias le había preguntado a Álvarez si en aquellos tiempos la política “interfería” en la carrera de los músicos que él manejaba. “No”, respondió el productor. “Para los chicos rockeros, la política no existía. La crítica del rock era a las costumbres”.

“Charly me tenía un poco harto con eso de ‘aprendí a ser formal y cortés, cortándome el pelo una vez por mes’. Si eso era la única crítica social que podíamos hacer, estábamos mal. Mi idea era que sus letras empezaran a hablar un poco de la realidad”, le contó Jorge Álvarez a La Nación en 2013. Entonces, convenció al intelectual David Viñas para que se reuniera con García. Tuvieron dos encuentros, aunque el resultado sobrepasó al productor: “Nunca supe de qué conversaban, pero Charly se pasó de rosca enseguida. Y lo tuve que parar a David, porque me lo estaba convirtiendo en un marxista-leninista”.

Beatriz Sarlo recordó: “Un día estábamos en una reunión del PCR. Caigo a la casa de David, y me dice: ‘¿sabes que vinieron dos pibes? los podríamos usar para algún festival…’ Le pregunto quiénes eran y me contesta: ‘uno me dijo que se llamaba Charly…’.”

En uno de los tantos reportajes que le realizaron los periodistas Fernando Sánchez y Daniel Riera (muchos de ellos compiladas en el libro García. 15 años de entrevistas con Charly), el músico profundizó sobre aquella experiencia: “Yo era miembro del Partido Comunista Revolucionario. Era maoísta. Iba a reuniones en las que estuvieron intelectuales. Fui a cantar un par de veces a la villa. ¡El Partido Comunista Revolucionario, boludo..! ¡Jajaja! Casi un tirabombas. Antes de conocerlos, solía decir cosas fuertes al final de los conciertos de Sui Géneris: hablaba del Che Guevara, arengaba a la gente... Entonces, cuando los maoístas éstos me vinieron a hablar, me copé. En Instituciones quería poner el Manifiesto Comunista solamente para cagarme de risa. Ya Marx me parecía re-fashion…. Pero me lo tomé en serio porque me parecía que a los hijos de puta había que matarlos. Era una cosa urgente, porque si no, nos mataban a nosotros”.

En la misma entrevista, Charly García reconocía igualmente que “realmente nunca fui de la mano “A desalambrar”; hacer eso para ganarse el público siempre me pareció de última. Yo quería hacer discos y quería decir cosas. Quería rockear y tocar para la gente. Y si te censuraban, fuiste”.

Por esto último fue que el propio Álvarez y los directivos de Talent (el sello subsidiario de la compañía Microfón) se alarmaron cuando leyeron las letras de las canciones que Charly había escrito para Pequeñas anécdotas sobre las instituciones. A diferencia de los dos discos anteriores de Sui Géneris, este estaba construido alrededor de un concepto en el que criticaba por igual al matrimonio, el Poder Judicial, la Policía y la violencia que estaba dominando la escena social y política de Argentina. “Entonces le dije que bajáramos el nivel de agresividad, porque se tiraba contra la Policía muy violentamente”, reconoció Jorge Álvarez.

Así, Charly García tuvo que reescribir cinco de las nueve canciones y directamente eliminar dos (“Juan Represión” y “Botas locas”, recuperadas recién muchos años después en posteriores reediciones). A pesar de su enojo inicial, García reconocería con el tiempo que esos cambios terminaron beneficiando la calidad de una de sus obras supremas: las letras perdieron su explicitud panfletaria pero, al mismo tiempo, lo iniciaron en el camino de una ironía más sutil pero no por ello menos mordaz. Un rasgo que, por cierto, profundizaría en tiempos más aciagos: durante la última Dictadura, su poesía fue de las más valientes e inteligentes que el rock argentino supo registrar durante esa época tenebrosa, tal como lo certifica “Canción de Alicia en el país”.