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Red Internacional
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Instituto Politécnico Nacional. Del 2014 a la promesa del Congreso Nacional Politécnico: ¿Qué ha pasado?

Los acuerdos firmados entre la Asamblea General Politécnica y las autoridades politécnicas a finales de diciembre de 2014 incluían puntos como la salida de la Policía Bancaria de las instalaciones del IPN y la realización de un Congreso Democrático que resolvería las demandas del movimiento estudiantil, ninguno se ha cumplido.

Martes 8 de agosto de 2017

Imagen: El director del IPN, Enrique Fernández Fassnacht, posa con miembros de la Asamblea Generla Politécnica al terminar las mesas de diálogo Foto: Francisco Olvera.

Hace casi 3 años la Asamblea General Politécnica, cuando aún estaba llena de delegados de todas las escuelas del Instituto Politécnico Nacional (IPN), firmó la propuesta que la Dirección General para poder regresar a la normalidad dentro del IPN después de un paro de casi 3 meses.

La promesa principal era que 3 meses después del regreso a clases ya tenían que estar iniciados los trabajos rumbo a un Congreso Nacional Politécnico. Esa fue la consigna que las autoridades le vendieron al movimiento estudiantil y que fue aceptada.

Los meses pasaron y la movida de las autoridades empezaba a ser clara, repetir el viejo modelo de la promesa del espacio democrático de cambio, que se retrasaría lo más posible hasta que no hubiera más asambleas y así los estudiantes estuvieran alejados de las decisiones de una AGP debilitada, sin representación ni mandato de la base estudiantil.

¿Qué nos llevó a este momento?

Seguían pasando las semanas, la AGP iba vaciándose quedando al frente de ella los sectores de activistas que más confianza tenían en las promesas de las autoridades y que apostaban a llegar al Congreso con “más gente”, pero esta apuesta jamás estuvo acompañada de una política para ligarse de nuevo a la base estudiantil, que inundara el Instituto de asambleas y renutriera la famélica Asamblea General.

La votación de la Comisión Organizadora se retrasaría más de un año y medio, llegando justo a la mitad de un potente paro de todos los bachilleratos del Instituto (Los 16 CECyTs y 1 CET) contra la adscripción del IPN al Sistema Nacional de Bachilleratos -o como es más claro, contra la implementación de la Reforma Educativa en el IPN- que no sólo planteaba la posibilidad de volver a conquistar las posiciones perdidas frente a la autoridades, sino, que nos permitía plantear echar abajo la CoCNP (Comisión organizadora del Congreso Politécnico Nacional) y el mismo CNP de la autoridades e implantar un verdadero organismo de transformación por fuera del control de las mismas.

Leer: Nuevos ataques a la educación pública, ahora en el IPN

La realidad no pudo ser más alejada; los métodos burocráticos y nocivos que se habían enquistado en la AGP condujeron a un callejón sin salida al movimiento de las vocacionales, circunscribiéndolo a que las vocacionales luchasen solas, que de hecho, fue lo que pasó, producto de una lógica de resolver los problemas del IPN negociando con la Dirección General, en lugar de fortalecer la lucha de la juventud politécnica en las calles.

Para ese entonces empezaba a ser notorio que las intenciones de la mesa 5x5 (que también era la dirección de la AGP, con colectivos como Conciencia Revolucionaria y algunos otros personajes a la cabeza) no eran un simple error o una diferencia de como conducir la lucha, sino, una línea de negociar todo con las autoridades, al punto de ubicarse como sus aliados y presionar porque se levantaran los paros en todo el bachillerato politécnico.

El ataque fue frenado por la masiva respuesta de los jóvenes politécnicos, pero la posibilidad de boicotear su Congreso a modo, de echar abajo sus reglas de operación amañadas para que todo fuese a favor de las autoridades y sobre todo, la posibilidad de poner a todo el IPN en lucha de nuevo, se esfumaron.

Es decir, no es casual el momento en el que nos encontramos, hay responsabilidades políticas, que tienen nombre y apellido y que muchos hoy actúan como funcionarios en distintas escuelas, como en el caso del CECyT 5, donde quienes antes eran paladines del movimiento ahora atacan y persiguen estudiantes, mismo caso en la ESIME-Azcapotzalco, donde estos mismos personajes fueron a agredir a compañeros que luchaban contra la imposición de un nuevo director para la unidad educativa.

Un debate inconcluso ¿qué camino tomar?

Muchos compañeros opinan honestamente que el camino es recuperar un Congreso Nacional Politécnico, que aún sin nacer, desde nuestra visión, está ya podrido. Aquí daremos nuestras razones.

Para empezar y sin que sea lo determinante, mientras el paro de la vocacionales se realizaba, la mayoría de quienes seguían organizados concentraron sus esfuerzos en llevar adelante las votaciones de la CoCNP, sin tomar en cuenta que la mitad del IPN estaba paralizado y en lucha.

La segunda y probablemente una de las razones de más peso, es que esta fórmula para desviar y descomprimir nuestro descontento fue una copia y calca de la promesa del Congreso Universitario democrático al final del paro del 87 de la UNAM, levantando el paro y nunca resolviendo ninguna de las demandas de un potente movimiento que puso en jaque al régimen universitario de aquellos días.

La tercera es que pese a que no nos negamos a convocar a un Congreso, Asambleas, Encuentro o la forma que tome un organismo masivo de decisión integrado por estudiantes, académicos y trabajadores del IPN, haber aceptado la propuesta de la autoridades de un CNP como disyuntivo a nuestra lucha, nos puso contra las cuerdas a nosotros, teniendo que enfrentar desorganizados, separados, sin espacios asamblearios cada uno de sus ataques.

La posición de quienes militamos dentro de la Agrupación Juvenil Anticapitalista dentro del IPN ( y también de nuestros compañeros de otras universidades) es la de construir una potente organización militante que recupere las demandas de 2014, pero que profundice esta definiciones.

Es urgente que recuperemos los espacios asamblearios, donde discutamos los problemas más sentidos de la comunidad politécnica, donde elijamos a delegados rotativos y revocables. Tenemos que luchar porque estos espacios sean tripartitos, es decir, que sean conformados por trabajadores, académicos y estudiantes.

Es claro, que las autoridades apuestan a nuestro desgaste, sin embargo, nosotros tenemos que apostar a nuestra organización independiente de los partidos del régimen y de las autoridades del IPN que son sus representantes de nuestras escuelas.

Saquemos a la PBI de nuestros planteles, acabemos con las medidas autoritarias y antidemocráticas dentro del IPN que atentan contra nuestros planes y programas de estudio, nuestro nivel educativo, la gratuidad y que buscan convertirnos es mano de obra barata para las grandes transnacionales. Pero sobre todo transformemos de raíz nuestros Instituto y pongámoslo al servicio del pueblo pobre y trabajador de este país, erradicando el machismo y el acoso dentro de las escuelas y diciendo bien fuerte, que defendemos la educación los hijos de los trabajadores, porque de ahí es de dónde venimos.

Un IPN con un gobierno de los tres sectores y de mayoría estudiantil, es decir, gobernado por sus estudiantes, trabajadores y académicos, que no dependa del gobierno federal para determinar su modelo educativo, pero que pelee ante éste por un mayor presupuesto para construir más planteles y universidades. Que sea un ejemplo de lucha por la defensa de los derechos laborales de los docentes y trabajadores administrativos y no administrativos, un ejemplo de que cuando la educación no es pensada como mercancía, son miles más los beneficiados por la misma. Eso es lo que proponemos y es por eso que luchamos.