Después de las medidas drásticas de confinamiento tomadas a partir de la pandemia de Covid-19, China reporta un crecimiento interanual en el segundo trimestre de un 3.2%.
Sábado 18 de julio de 2020
Entre abril y junio, el segundo trimestre de un año caracterizado por la brutal crisis sanitaria y económica producida por la pandemia de coronavirus, China, la segunda economía mundial y potencia regional asiática, reporta un crecimiento interanual del 3.2% respecto al mismo período del año anterior.
Este resultado se da como producto del fuerte plan de choque que significó la clausura de zonas industriales y la paralización de la economía atravesada por una drástica cuarentena en las centros urbanos del país. Lo que le permitió anunciar el control de la pandemia dentro de sus fronteras a fines de marzo.
Ahora, cuando muchas de las principales economías del mundo aún batallan por mitigar la presencia del virus y encaminarse a una "nueva normalidad", estos números se adelantan a las proyecciones de crecimiento de los economistas del establishment internacional.
A finales de abril, la potencia mundial había declarado que esperaba una contracción para 2020 del 6%, la primer caída en medio siglo. Y el Banco Mundial declaró que su crecimiento no superaría el 1% en el marco de la recesión mundial, mientras el FMI pronosticaba un 1.5%.
Este panorama sombrío para una economía que, aún con un relativo retroceso, reportó un crecimiento de 6.1% en 2019, parecía confirmarse con los datos del primer trimestre de este año. La contracción interanual del 6.8% indicaba la primera recesión en 40 años; peor aún, el volumen del PIB en los primeros tres meses se había reducido en un 10 por ciento. Las estadísticas de marzo revelaban que la producción industrial cayó un 11% y las ventas al por menor, un 15.8%, mientras que la inversión bajó otro 16.1%.
Los duros estragos sufridos por la población, sin embargo, hacen que el gobierno chino sea cauteloso. De acuerdo con El País, en rueda de prensa para presentar los datos, la portavoz de la Oficina Nacional de Estadística, Liu Aihua, aseguraba que:
Los datos apuntan a “un restablecimiento del crecimiento y una recuperación gradual”. “Tenemos confianza en una recuperación de la economía en la segunda mitad del año”, agregó. Con respecto a los tres meses previos, el PIB del segundo trimestre creció un 11.5%, lo que compensa con creces la caída del 10% primer trimestre. [1]
Los datos apuntan a “un restablecimiento del crecimiento y una recuperación gradual”. “Tenemos confianza en una recuperación de la economía en la segunda mitad del año”, agregó. Con respecto a los tres meses previos, el PIB del segundo trimestre creció un 11.5%, lo que compensa con creces la caída del 10% primer trimestre. [1]
Solución drástica sobre las espaldas de los trabajadores
Tres meses después de levantar el bloqueo de Wuhan, el epicentro de la pandemia, las detecciones diarias de casos no han sobrepasado las decenas en un país gigantesco y las medidas de persecución a los nuevos brotes parecen ser eficaces. La limitada recuperación económica responde a que, luego de veinte días de titubeos, el control que China consiguió sobre la epidemia de Covid-19, mediante drásticas medidas de confinamiento, rastreo y pruebas masivas a la población.
Pero el costo humano para respaldar estas medidas fue de grandes proporciones. Una visión conservadora preveían que 9 millones de trabajadores en las ciudades de China perdieran sus empleos este año, siendo aproximadamente el 60% de ellos de la industria de servicios y que de 18 a 30 millones de personas en áreas urbanas, probablemente sufran recortes salariales de 30% a 50%, de acuerdo con Dan Wang, analista de la Unidad de Inteligencia de The Economist.
Ya desde la crisis del 2008 se viene instalando en la economía china la cuestión del desempleo crónico, que el estado reconoce y lo sitúa alrededor del 5%, cerca de 20 millones. A la salida de la crisis en el mes de abril el estado reportaba 26 millones. pero las restricciones de tránsito para enfrentar la crisis sanitaria mantuvieron atrapados en los últimos meses a 205 millones de trabajadores migrantes que representan un cuarto del proletariado chino y que a su vez son prácticamente trabajadores sin derechos por su origen rural, muy por debajo de los trabajadores urbanos, los únicos que aparecen en las estadísticas del gobierno.
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Las medidas de apoyo para enfrentar la pandemia sólo se redujeron a incentivar a los sectores de industria y construcción, los más fuertemente afectados por las medidas económicas, tratando de evitar los despidos masivos y que ahora que son la base de dicho crecimiento. Así, es muy probable que aunque los índices positivos se mantengan mientras el conjunto de la economía se restablece, las condiciones de vida de la población en general se mantengan por los suelos y que esa sea la base de la recuperación, por la vía de aumentar el sufrimiento físico del conjunto de la clase trabajadora.
Poco a poco empiezan a crecer los volúmenes de importaciones y la demanda exterior también, aunque tendrán que esperar la recuperación de los mercados que aún no se pueden desprender de la crisis sanitaria. Pero los signos de debilidad aún se expresan en el sector servicios un 1% por debajo de los niveles anteriores a la pandemia. Las ventas al por menor aún continúan un 1.8% por detrás de lo que eran hace un año.
La inestabilidad política para el gobierno del Partido Comunista, al parecer es manejable, en cuanto que pueda capotear las bravatas y agresiones comerciales de Trump y mantener el férreo control sobre la disidencia hongkonesa. Pero es posible que, al calor de la crisis sanitaria y las drásticas medidas impuestas, la población trabajadora del campo y la ciudad comience a expresar su descontento.