Asistimos a la manifestación convocada por la CIG para el 19 de junio en Vigo, en el marco de una serie de manifestaciones convocadas en todas las ciudades gallegas. Una manifestación que venía a suplir la desconvocatoria de huelga general.
Jacobo A. García @Jacobscarface
Miércoles 20 de junio de 2018
Alrededor de mil personas secundaron la movilización para luchar por los derechos perdidos en la crisis económica con el gobierno del Partido Popular. La manifestación comenzó a las ocho de la tarde en el cruce de “A Dobrada” y discurrió por Urzáiz hasta la Farola, cerca del museo “O Marco”, en el centro de la ciudad.
Además del propio BNG y sus juventudes “Galiza Nova”, dentro de las organizaciones juveniles destacaron la principal central estudiantil nacionalista, “Erguer-Estudantes da Galiza”, así como “Isca”. También estuvo presente el PCPE además de una delegación de “Contracorrente Galiza”, formada por CRT e independientes. El colectivo feminista y de pensionistas de la CIG también tuvieron pancarta propia.
Como relatábamos con anterioridad, la CIG había hecho público el 1 de mayo la convocatoria de una huelga general gallega para el 19 de junio. Tanto la burocracia de CCOO y UGT como los sindicatos alternativos CUT y CGT habían rechazado participar en esta huelga.
A pesar de esta convocatoria pública y debido al cambio de gobierno precipitado por la moción de censura, la propia dirección de la CIG decidió suspender la huelga de manera “provisional”, como muestra de buena voluntad hacia el gobierno de Pedro Sánchez y el PSOE.
De hecho, al final de la manifestación, en el discurso de cierre, se repitieron los argumentos que ya Paulo Carril, secretario general de la CIG, había esgrimido en la rueda de prensa donde se había suspendido la huelga hace unas semanas.
En ese mismo discurso de final de manifestación, la dirección de la CIG se proclamó como el estandarte de la movilización y la lucha social. Se afirmó que la huelga era la “moción de censura” de la clase trabajadora gallega, y que debido al cambio de gobierno, ya había cumplido su principal objetivo. Para después decir que “sabemos muy bien qué es el PSOE”, exponiendo los recortes y las políticas anti-obreras que realizó este partido en el poder. Además se valoró correctamente las tendencias neoliberales y reaccionarias del nuevo gobierno, con ministros como Borrel o Grande- Marlaska, manteniendo que “no tenemos ninguna confianza en el PSOE”. De este modo se proclamó que la CIG se mantendría firme y no dudaría en volver a convocar otra huelga general si no se cumplen las principales reivindicaciones “en unos meses”.
Sin embargo las palabras contrastan con los hechos. El hecho de que una convocatoria de huelga por parte de la principal central sindical gallega, con alrededor de 80.000 afiliados y una gran periferia, finalice siendo una pequeña manifestación auto-proclamatoria, muestra el error de la dirección de la CIG al interpretar el escenario político.
Más allá del aspecto obvio de que en Galicia seguimos teniendo un gobierno del Partido Popular, donde Feijóo sigue imponiendo políticas neoliberales, afirmar que la moción de censura acontecida en el Congreso de los Diputados hace un mes es la “moción de censura de la clase trabajadora gallega” (o de cualquiera) es un error de análisis propio de aquellos sectores que desde una visión simplista han definen el gobierno de Sánchez como progresivo.
La moción de censura, lejos de ser el objetivo (o el triunfo) de la clase trabajadora, es un golpe de timón del Régimen para intentar salir de una crisis, definida especialmente por la cuestión catalana, donde el partido de la derecha tradicional, el PP, estaba demasiado golpeado por la corrupción como para seguir pilotando la nave.
Sirva como ejemplo más que suficiente de lo “progresivo” de este gobierno, que va a mantener los presupuestos del Partido Popular.
Sin embargo, nosotros, desde “Contracorrente Galiza” y la CRT, siempre defendimos que hay condiciones objetivas y subjetivas para la huelga general en Galicia y en el resto del Estado. Y que la vía para conseguir derechos y parar los ataques no puede pasar por la negociación con el gobierno social-liberal del PSOE, si no que debe de estar centrada en la luchas de clases.
Como dice la CIG, “no tenemos ninguna confianza” en el partido copartícipe del 155 y la represión a Cataluña, del artículo 135 y el pago de la deuda, de la jubilación a los 67, los GAL, la primera reforma laboral del 2010, de los primeros recortes en servicios públicos, y responsable de la desindustrialización gallega en el sector del metal o de los astilleros, entre otros.
Y siendo consecuentes, eso implica la convocatoria de una huelga general organizada por asambleas de base en todos los centros de estudio y de trabajo, además de la unificación de las distintas luchas sociales en curso. Desde las luchas sectoriales, como la de la Justicia o la Sanidad, hasta la lucha feminista, la estudiantil o la de los pensionistas, pasando por la del derecho la vivienda y contra la pobreza, e incluso la ambiental, contra la destrucción de nuestro entorno.
Pero eso no se puede conseguir con sectarismo y desunión sindical. La táctica que necesita en estos momentos la clase trabajadora y el conjunto de los sectores oprimidos es el frente único en la lucha de clases. Una táctica que permita unificar las filas obreras contra los ataques, que rearme a través de la unidad de todas las luchas mencionadas al conjunto de la clase trabajadora para pelear en mejores condiciones.
La CIG y el sindicalismo alternativo que tienen que plantearse este problema central para la clase trabajadora, organizar acciones comunes que presionen a CCOO y UGT a que hagan lo mismo. Esta es la manera de desenmascarar ante sus bases el rol de cortafuegos y sostén del Régimen y de la Patronal que juegan las direcciones burocráticas de CCOO y UGT.
Por otra parte hallamos insuficientes, aunque correctas, las demandas que expone la CIG. No es suficiente con la anulación de las reformas laborales, o de las pensiones, y con volver a un escenario previo a la crisis económica. Lo cierto es que también existía una importante parte de la población excluida de los beneficios del capital entonces.
Es por eso que nosotros planteamos la necesidad de la reducción de la jornada laboral a 6 horas, 5 días a la semana, la subida de los salarios y pensiones mínimas a 1500 euros, para hacer frente a la inflación, así como el desarrollo de servicios públicos que garanticen todas la necesidades sociales, incluso aquellas que no estaban cubiertas antes de la crisis.
Ya basta de explotación, paro, emigración y miseria. Nosotros tenemos que claro que no va a ser un gobierno del PSOE quien lleve adelante nuestras demandas, más bien el contrario. Va a ser un gobierno ajustador y servil a los intereses de la Troika y del capital.
La única manera de conquistar derechos y libertades va a ser con la lucha de la calle, con un plan de lucha mantenido en el tiempo, en la perspectiva de un gobierno de la clase trabajadora, donde los pueblos del Estado español decidan de manera democrática sobre todas las cuestiones económicas y sociales que les afectan.