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El “Manifiesto por la paz” y el rearme imperialista alemán

Stefan Schneider

El “Manifiesto por la paz” y el rearme imperialista alemán

Stefan Schneider

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En las últimas semanas, cientos de miles de personas han firmado en Alemania el “Manifiesto por la paz”, impulsado por Sahra Wagenknecht, dirigente del partido de la izquierda reformista Die Linke, y por Alice Schwarzer, una feminista muy reconocida en ese país, entre otras personalidades. El manifiesto ha generado mucha atención. Pero, mientras que las iniciadoras de esta campaña llaman a la apertura de negociaciones diplomáticas, guardan silencio sobre el rearme de la Bundeswehr. En este contexto, se abre un debate importante sobre cómo se puede detener la guerra y el rearme militarista alemán.

El "Manifiesto por la Paz" de Sahra Wagenknecht y Alice Schwarzerha ha hecho olas en los últimos días. Más de 600.000 personas ya lo han firmado. Los aproximadamente 70 primeros firmantes incluyen personalidades destacadas como el sociólogo Wolfgang Streeck, el investigador sobre la pobreza Christoph Butterwegge, representantes de la Sociedad Alemana de la Paz y la teóloga Margot Käßmann. Gregor Gysi (Die Linke) también firmó la petición, aunque no estuvo entre los primeros firmantes. Sin embargo, los adherentes también incluyen a Peter Gauweiler de la Unión Social Cristiana de Baviera (CSU) y el exgeneral de brigada Erich Vad, quien entre 2006 y 2013 fue asesor de política militar de la excanciller Angela Merkel. Y en Twitter, el portavoz federal del partido de la extrema derecha Alternativa por Alemania (AfD), Tino Chrupalla, anunció su apoyo al manifiesto. El 25 de febrero, Wagenknecht y Schwarzer organizaron un acto en la Puerta de Brandeburgo junto con el exgeneral Vad. En la manifestación participaron unas 20.000 personas.
Este frente tan heterogéneo de adherentes al Manifiesto ya indica que este no puede describirse fácilmente como progresista. No obstante, el hecho de que más de medio millón de personas estén apoyando el "Manifiesto por la Paz" en vísperas del aniversario de la reaccionaria invasión rusa de Ucrania es un indicio de un cambio en la sensibilidad social acerca de la guerra. ¿Acaso abre la posibilidad de que pueda emerger un movimiento contra la guerra en Alemania?

No es casualidad que el manifiesto se publique en un momento en que los países de la OTAN y especialmente Alemania han anunciado el envío de cientos de tanques a Ucrania, después de que en los últimos meses se hayan entregado toneladas de armamento y equipos pesados al ejército de Zelenski. Por su parte, Putin ha recuperado el discurso de las amenazas nucleares en los últimos meses, lo que genera temor a una escalada sin control. Mientras tanto, en Alemania se discute en los medios acerca de la conveniencia o no de suministrar de aviones de combate y la reintroducción del servicio militar obligatorio. El fondo especial de financiamiento de la Bundeswehr se incrementará aún más, mientras que los estrategas del Ministerio de Defensa ven los aumentos salariales en el sector público como una amenaza para un mayor rearme. Un año después del inicio de la guerra, aún no se vislumbra un final, mientras la espiral de escalada militarista sigue girando.

Al mismo tiempo, se han impuesto sanciones cada vez más severas a Rusia en los últimos meses. A nivel internacional, la guerra y las sanciones han llevado a un aumento de la inflación sin precedentes en una década y tendencias recesivas que exacerban la crisis económica de los últimos años. Junto con esto, los Gobiernos de países imperialistas como Gran Bretaña quieren imponer medidas contra el derecho a la huelga o implementar reformas reaccionarias, elevando la edad de las pensiones como en Francia. En respuesta a estos ataques, en los últimos meses hemos sido testigos de un resurgimiento de la lucha de clases, lo que indica que la unidad nacional en torno a la guerra comienza a mostrar sus brechas.

En Alemania, según una encuesta, una estrecha mayoría de la población está ahora en contra de la entrega de tanques y armas pesadas. El rechazo a estas medidas es más alto en Alemania Oriental y especialmente entre las personas más jóvenes. Los cientos de miles de firmas al “Manifiesto por la paz” son parte de esta atmósfera.

Ahora bien, actualmente no hay un movimiento contra la guerra en las calles, y en el aniversario de la invasión rusa del 24 de febrero, predominarán las manifestaciones a favor de la OTAN. Los pocos mítines y manifestaciones que se oponen a una mayor escalada de la OTAN vienen siendo, en general, más bien prorrusos.

En nuestro caso, venimos defendiendo desde hace un año una política independiente, y decimos: Ni Putin ni OTAN. Ni el régimen ruso ni los imperialistas occidentales pueden ofrecer una salida progresiva a la guerra en Ucrania. Porque, mientas Rusia quiere subyugar a Ucrania, los países de la OTAN pretenden buscan subordinar completamente al país a sus designios económicos, militares y geopolíticos.

Un flanco abierto a la derecha

El “Manifiesto por la paz” es políticamente ambivalente. Por un lado, se condena la invasión de tropas rusas. Por otro lado, se oponen a una mayor escalada, a la entrega de armas y la continuación de la guerra. Sin embargo, el manifiesto no menciona ni una vez la política de sanciones de la OTAN y la UE, ni tampoco denuncia el papel reaccionario de la alianza militar imperialista, de la OTAN y la Europa del capital. Uno buscaría allí en vano una crítica a la Bundeswehr imperialista, a la política de rearme del Gobierno alemán y al fondo especial de la Bundeswehr. Y esto es muy significativo: el "Manifiesto por la Paz" dice "No" a esta guerra, pero sin oponerse al fortalecimiento del militarismo alemán.

El exgeneral Vad, con quien Wagenknecht y Schwarzer se manifestaron frente a la Puerta de Brandeburgo el 25 de febrero, incluso planteó el debate de la reintroducción del servicio militar obligatorio el año pasado. En una entrevista con el Neue Zürcher Zeitung, el exasesor del gobierno de Merkel habló contra el "pacifismo estructural" alemán y pidió "mejorar las fuerzas armadas alemanas".

Según expresó el exgeneral:

La Marina necesita nuevas fragatas y corbetas, la Fuerza Aérea necesita un reemplazo del Tornado, helicópteros de transporte pesado y mucho más. Cien mil millones de euros es una suma corta. Y necesitamos el F-35 como avión de combate para desarrollar armas nucleares al menos desde que Putin amenazó con usar armas nucleares.

Pero eso no es todo. En 2003, Vad publicó un artículo en Neurecht Postille Secession que pertenece al grupo de la derecha Götz Kubitschek. Vad también ha escrito para el periódico de derecha Junge Freiheit. En uno de sus textos para este periódico defendía tesis históricas revisionistas [relativizando el genocidio nazi] sobre el papel de la Wehrmacht en la Segunda Guerra Mundial. ¿Wagenknecht y Schwarzer quieren salir a manifestarse en las calles “por la paz” con semejante figura?

La entrega de armas y las medidas hacia la guerra de Ucrania en su conjunto no pueden separarse del rearme militarista sin precedentes de los países de la OTAN, y de Alemania en particular, en los últimos meses. No puede separarse de las perspectivas a largo plazo del imperialismo alemán, que está preparándose para un papel más agresivo en el mundo, con el objetivo de proteger las ganancias de las grandes empresas.

Sahra Wagenknecht, por otro lado, no tiene ningún interés en desarrollar una orientación antiimperialista mínimamente consistente. En el mejor de los casos, representa una cierta crítica a la OTAN, desde el punto de vista de otro sector de la burguesía alemana. Por eso, no tiene nada en contra de una Bundeswehr más fuerte y del fortalecimiento del imperialismo alemán. Esto también está en línea con sus declaraciones socialchovinistas de los últimos años.

Así que no es de extrañar que la extrema derecha de la AfD también quisiera sumarse al manifiesto. Su portavoz federal había firmado el manifiesto y lo elogió públicamente. Porque las posiciones de la derecha y las de Wagenknecht en realidad se superponen en cuanto abogan por un papel de Alemania más independiente de la OTAN y de los EE.UU. en el mundo, en defensa de sus propios intereses imperialistas. Por supuesto, Wagenknecht de Die Linke es consciente de que mientras coquetea con las posiciones de AfD, no puede formar ninguna alianza abierta con esta formación política, a riesgo de hundirse políticamente. A Tino Chrupalla, el dirigente de Alternativa para Alemania, no querían ver asomarse en su acto del 25 de febrero.

Incluso la feminista Alice Schwarzer no ofrece una salida progresista ante esta crisis. Su "feminismo" no es ninguna alternativa a la política exterior reaccionaria con un barniz "feminista" de la ministra de Asuntos Exteriores Annalena Baerbock (del partido de los Verdes). Baerbock ha declarado que Alemania “ya está en guerra” con Rusia, aboga por la venta de armas y las sanciones, pero lo hace bajo el pretexto de “defender los derechos humanos y de las mujeres”. Por su parte, tanto Alice Schwarzer y como Wagenknecht vienen sosteniendo también posiciones transfóbicas. Ese no es nuestro feminismo. Por el contrario, sostenemos la necesidad de combinar la lucha contra la opresión de las mujeres, las personas trans y LGTBI, con la lucha contra la explotación capitalista, contra la guerra y el militarismo.

¿Quién puede poner fin a la guerra?

Que cientos de miles de personas hayan firmado el "Manifiesto" es una indicación de un cambio en el sentimiento de un sector de la población en Alemania hacia la guerra. Sin embargo, para que pueda surgir un movimiento contra la guerra, que busque poner fin a la guerra y también detener el fortalecimiento del imperialismo alemán y la expansión de la OTAN, sin subordinarse a los intereses reaccionarios de Putin, debe dotarse de una política independiente.

Las firmantes del Manifiesto por la paz hacen llamados al Canciller alemán para que detenga la escalada de envío de armas y le exigen que lidere “una alianza fuerte para un alto el fuego y por negociaciones de paz”. Ahora bien, el imperialismo alemán y el gobierno se encuentran en un "punto de inflexión" militarista, cuyo objetivo es una aparición aún más agresiva de la Bundeswehr a nivel internacional, en interés del capital alemán. La propuesta del manifiesto es una trampa, porque llama a confiar en que algún tipo de “paz” progresiva para los pueblos puede venir de la mano de este imperialismo alemán, que se está rearmando para la guerra.

Además, las esperanzas de conseguir rápidas negociaciones diplomáticas entre los dos bloques son totalmente ilusorias. Como escribimos en nuestro llamado a manifestaciones contra la Conferencia de Seguridad de Munich el próximo fin de semana:

Los preparativos para una renovada ofensiva rusa no apuntan a un regreso a la mesa de negociaciones, ni tampoco el permanente envío de armas cada vez más pesadas desde Occidente. Incluso si se llevaran a cabo negociaciones de paz, no representarían los intereses de la gran mayoría del pueblo de Ucrania. Más bien, solo se ocuparían de la división de las esferas de influencia entre los bloques. (…) Nuestra esperanza no está en las negociaciones entre los Gobiernos de Washington, Moscú, Berlín y Kiev. Solo una política independiente, defendida por la clase trabajadora de los diferentes países en conflicto, podía poner fin a la guerra.

Esto requiere, en los países imperialistas, a la vez que nos manifestamos por el retiro inmediato de las tropas rusas, de una posición independiente de nuestros propios gobiernos, en la perspectiva de movilizaciones y huelgas contra la entrega de armas, contra el rearme y por el fin inmediato de la guerra. Ni la OTAN y la UE, ni Putin, ni el gobierno ucraniano de Zelenski tienen una solución progresiva que ofrecer a los trabajadores y las masas ucranianas y rusas.

Un año después del inicio de la guerra de Ucrania, la lucha de clases vuelve a estar en escena. Hasta el momento, las huelgas que se han producido en toda Europa y también en Alemania han tenido como motor principal la lucha contra los efectos de la inflación o contra ataques a las pensiones y servicios públicos. Sin embargo, las burocracias sindicales se niegan a ir más allá de las luchas parciales y aisladas. Mucho menos quieren que las huelgas o manifestaciones apunten contra la guerra como una de las causas de la inflación, o contra los gastos militares de las potencias imperialistas. De este modo, aceptan sin cuestionar la política de rearme de los gobiernos imperialistas.

Nuestra perspectiva, como socialistas y revolucionarios, es la opuesta. Participamos y apoyamos todas las huelgas y luchas, defendemos la necesidad de su coordinación y generalización, contra los límites que imponen las burocracias sindicales, al mismo tiempo que planteamos la lucha contra la guerra y sus consecuencias. Impulsamos el desarrollo de una juventud revolucionaria antiimperialista, que busque luchar junto al movimiento obrero por una salida socialista a la crisis, a la guerra y a la catástrofe climática.


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