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SEMANARIO

El marxismo revolucionario y la emancipación de las naciones oprimidas: Stalin y Trotsky

Federico Grom

Guillermo Ferrari

Ilustración: Diógenes Izquierdo

El marxismo revolucionario y la emancipación de las naciones oprimidas: Stalin y Trotsky

Federico Grom

Guillermo Ferrari

Ideas de Izquierda

En la primera parte de este artículo, hacíamos un breve recorrido teórico e histórico sobre la evolución del pensamiento de Marx y Lenin, acerca de la cuestión nacional y la relación entre la emancipación de las naciones oprimidas y la emancipación del trabajo asalariado y la explotación.

De dicha relación, la experiencia de la Revolución Rusa es su expresión más avanzada, ejerciéndose de la mano de la clase obrera en el poder el derecho de autodeterminación por las naciones oprimidas por el imperio Ruso de los Zares de forma sin precedente en la historia.

Se ponía fin así a la “cárcel de pueblos” que representaba el Estado Zarista, donde a un conglomerado de naciones muy diversas, que suponían más de la mitad de la población del Imperio, se le imponía la lengua, la administración, la cultura y la religión. Al mismo tiempo que muchos de estos grupos sufrían los pogromos, masivos linchamientos que iban acompañados del saqueo de bienes y que eran promovidos por el propio régimen.

El poder soviético surgido de la Revolución de Octubre había ya reconocido el derecho de Finlandia y de Ucrania a la separación, y acto seguido reconoció la independencia de Georgia, Armenia, Azerbeidjan y Rusia Blanca, así como la soberanía de Polonia, Lituania, entre las más importantes. Dando libertad no solo para constituir un Estado independiente sino el Régimen político que se considerase sin ultimatismos, lo que contribuyó junto al programa de los bolcheviques a la experiencia de las masas con las direcciones nacionalistas pequeño burguesas y dio como resultado en la mayoría de los casos poderes soviéticos que se fueron federando, a veces primero regionalmente, en un complejo proceso hasta la constitución de la URSS. Donde los soviets, fundamentos del nuevo Estado, y su proceso de unificación y federación fue superando sus estadios de organización regional e incluso local, para imponerse naturalmente un criterio nacional y la necesidad de federar estas naciones. Pero al mismo tiempo y en especial acabada la guerra civil, se combina con un enorme movimiento autonomista-federativo de pueblos y regiones. Andreu Nin detalla todo este complejo proceso y la política de los bolcheviques en su trabajo “Los Movimientos de emancipación nacional”, al que le dedica varios capítulos. [1]

Se formaba así en diciembre de 1922 la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). Unión conformada por la República Socialista Federal Soviética de Rusia, la República Socialista Soviética de Transcaucacia, la República Socialista Soviética de Bielorrusia y la República Socialista Soviética Ucraniana. Una Federación de Repúblicas Socialistas libres e iguales, donde se reconocía en todo momento el libre derecho a la separación, como garantía de que esta unidad era y seguiría siendo libre. En su declaración de formación, la cual posteriormente pasó a formar parte de la Constitución Soviética de 1924, se posicionaba contra “las desigualdades nacionales, la esclavitud colonial y el chovinismo, la opresión de las nacionalidades…” y se proponía servir “de sólido muro contra el capitalismo mundial” y una trinchera de la revolución internacional “en el camino de la unificación de los trabajadores de todos los países en la República soviética socialista universal.” [2]

De esta manera los pueblos de la unión podían desarrollar, la educación y la administración, así como las publicaciones y periódicos en su propia lengua lo que tuvo como resultado un enorme desarrollo cultural entre las distintas naciones que integraban la URSS hasta el inicio de la década del treinta.

Stalin y Georgia

Sin embargo, el atraso material y cultural del que se partía era enorme. Los problemas militares y la lucha contra el hambre, que requirieron la máxima atención, habían limitado los avances en la construcción del nuevo régimen soviético. En diferentes ocasiones se manifestaron tendencias que eran una supervivencia del chovinismo ruso y que Lenin y Trotsky, combatieron sin ambigüedad.

El episodio de Georgia a inicios de 1922 está inscripto en esta situación de enormes dificultades y encendió todas las luces de alarma en Lenin. Stalin, responsable de la cuestión nacional del partido y del Estado, había entrado en disputa con la dirección bolchevique georgiana a la que acusa de “autonomización” de la política comunista en Georgia. Stalin –georgiano- envió a uno de sus “representantes”, Grygory Ordjonikidze, quien empleaba un método brutal, llegando a golpear a un dirigente comunista georgiano. Lenin se enfrentó con él a partir de esta cuestión que considera inadmisible, se solidariza con la dirección comunista georgiana y denuncia a Stalin y sus métodos, al que acusa de “basto esbirro ruso”.

El 31 de diciembre escribía “…acerca del problema nacional he escrito ya que el planteamiento abstracto del problema del nacionalismo en general no sirve para nada. (…) Por eso, el internacionalismo por parte de la nación opresora, o de la llamada nación "grande" (aunque sólo sea grande por sus violencias, sólo sea grande como lo es un esbirro) no debe reducirse a observar la igualdad formal de las naciones, sino también a observar una desigualdad que de parte de la nación opresora, de la nación grande, compense la desigualdad que prácticamente se produce en la vida. Quien no haya comprendido esto, no ha comprendido la posición verdaderamente proletaria frente al problema nacional; en el fondo sigue manteniendo el punto de vista pequeñoburgués, y por ello no puede por menos de deslizarse a cada instante al punto de vista burgués.”

Y agrega más adelante en una referencia directa a Stalin:

“El georgiano que desdeña este aspecto del problema, que lanza desdeñosamente acusaciones de "social-nacionalismo" (cuando él mismo es no sólo un "social-nacional" auténtico y verdadero, sino un vasto esbirro ruso), ese georgiano lastima, en esencia, los intereses de la solidaridad proletaria de clase, porque nada retarda tanto el desarrollo y la consolidación de esta solidaridad como la injusticia en el terreno nacional…”

Y en otra carta sobre el mismo episodio, donde rebate los argumentos que Stalin y sus colaboradores esgrimían, señala el carácter de principio del problema. Para Lenin, en las duras condiciones de guerra civil y de hambrunas en las que el Joven estado Obrero había transitado sus primeros años:

“es muy natural que la "libertad de separarse de la unión", con la que nosotros nos justificamos, sea un papel mojado incapaz de defender a los no rusos de la invasión del ruso genuino, chovinista, en el fondo un hombre miserable y dado a la violencia como es el típico burócrata ruso.” Y hace una dura advertencia “No cabe duda que el insignificante porcentaje de obreros soviéticos y sovietizados se hundiría en este mar de inmundicia chovinista rusa como la mosca en la leche.”

“Yo creo que en este asunto han ejercido una influencia fatal las prisas y los afanes administrativos de Stalin, así como su saña contra el decantado "social-nacionalismo". De ordinario, la saña siempre ejerce en política el peor papel.” (…) “A este respecto se plantea ya un importante problema de principio: cómo comprender el internacionalismo.”

Propone entonces “castigar ejemplarmente al camarada Ordjonikidze” y señala a Stalin y Dzerzhinski como responsables políticos de esta “campaña de verdadero nacionalismo ruso” [3]

Este episodio sería el quiebre de confianza definitivo de Lenin a Stalin. Lenin acosado por su enfermedad propone a Trotsky dar lo que sería, sin saberlo, su última batalla. Su enfermedad se lo impedirá. Tanto estas notas redactadas desde la convalecencia como lo que se conocerá como su “testamento” fue ocultado por Stalin y sus afines después de su muerte.

Es paradójico que el colaborador de Stalin que propinara el golpe al dirigente comunista georgiano, Ordjonikidze, posteriormente a la muerte de Lenin, sea quien presida la Comisión Central de Control, pensada por el fallecido líder revolucionario para batallar contra los excesos burocráticos en el partido y el Estado, hecho que denunciará Trotsky.

Degeneración del Estado obrero, chauvinismo y rusificación

El aislamiento del joven Estado obrero, producto del fracaso de la revolución alemana, así como su incipiente burocratización y degeneración, quedaban expresadas de forma patente en esta crisis y su posterior desarrollo en favor de la camarilla estalinista. Con respecto a la política nacional del Estado obrero el resultado fue la vuelta a la dominación gran rusa y la restauración de las peores opresiones vividas bajo el zarismo. En este aspecto, como en muchos otros, las conquistas de la revolución fueron perdiendo terreno en favor de las viejas prácticas.

La rusificación de otros pueblos, como política de dominación de la elite rusa, característica del Zarismo volvían a emerger después de haber sido combatida por los bolcheviques, tanto en aspectos políticos como culturales. Ya poco y nada quedaba de la letra o el espíritu de lo que incluso el propio Stalin había escrito en su trabajo el marxismo y la Cuestión Nacional, por encargo del propio Lenin, en donde señalaba que “Tenemos, pues, la igualdad nacional de derechos en todas sus formas (idioma, escuelas, etc.) como punto indispensable para resolver la cuestión nacional. Se precisa, por tanto, una ley general del Estado basada en la plena democratización del país y que prohíba todos los privilegios nacionales sin excepción y todas las trabas o limitaciones puestas a los derechos de las minorías nacionales.” [4]

En la década del 30 Ucrania sufrió, después de una purga interna, que sus cargos de gobierno sean remplazados por rusos, así como que el idioma ruso fuera impuesto en la educación y los medios escritos. En Polonia, Georgia, Armenia, Azerbaiyán, Lituania, y Bielorrusia entre otros, se avanzará en el mismo sentido habiendo un claro cambio de rumbo en la política del Estado obrero de la mano del ascenso de Stalin en el partido y la persecución de la oposición política.

En 1936, Stalin reforma la Constitución Soviética. Para Trotsky esta significaba “la liquidación jurídica de la dictadura del proletariado”. En esta nueva redacción a diferencia de la de 1924 no hay referencias a los pueblos que forman la Unión, sino que el término es usado en singular. La igualdad de derechos de las nacionalidades de las que se hablaba formalmente ya son papel mojado, mientras que la perspectiva de revolución internacional está ausente. Para el viejo revolucionario ruso “la nueva Constitución, cortada y cosida a la medida del grupo dirigente, sigue el mismo curso histórico que el abandono de la revolución mundial en favor de la Sociedad de Naciones, la restauración de la familia burguesa, la sustitución de la milicia por el ejército permanente, la resurrección de los rangos y condecoraciones, y el crecimiento de la desigualdad. Reforzando jurídicamente el absolutismo de una burocracia "fuera de las clases" [ya que éstas según la burocracia dirigente ya estaban extintas], la nueva Constitución crea las premisas políticas para el nacimiento de una nueva clase poseedora.” [5]

En 1938, el ruso se hizo asignatura obligatoria en cada escuela soviética no rusa y hacia finales de los años 50 estas fueron en buena parte remplazadas por escuelas rusas. Para 1939, a las lenguas no rusas se les dieron nuevas formas de escritura basadas en el alfabeto cirílico.

Las deportaciones a múltiples nacionalidades y etnias por parte de Stalin, por sospechas de posible colaboración con los alemanes en las vísperas de la segunda guerra Mundial, continuaron durante la contienda bélica. En todo este periodo se promueve un “patriotismo soviético” cada vez más asimilado al pueblo ruso.

Otro de los hechos que evidencian la ruptura con la tradición marxista-leninista y el pensamiento bolchevique con respecto a la cuestión nacional, será el discurso de Stalin en la recepción en honor de los comandantes de las tropas rojas del ejército, pronunciado el 24 de mayo de 1945 en el Kremlin, exaltando la nación rusa y haciendo así gala de ese chauvinismo denunciado tantas veces por Lenin.

“Quisiera proponer que bebamos a la salud de la gente soviética, y sobre todo de la gente rusa. Bebo sobre todo a la salud de la gente rusa porque es la más excepcional de todas las naciones que constituyan la Unión Soviética." [6]

Trotsky por el contrario, en 1939, desde su exilio en Coyoacán donde seria asesinado por un agente de Stalin, sostendría en contra de la enorme opresión burocrática chauvinista gran rusa y la degeneración del Estado obrero la perspectiva de “la independencia de Ucrania Soviética y, si los bielorrusos lo desean, por una Bielorrusia Soviética independiente.” Mientras que a la vez “en los sectores de Polonia ocupados por el Ejército Rojo, los partidarios de la IV Internacional están jugando un papel decisivo: expropiando a los terratenientes y a los capitalistas, repartiendo la tierra entre los campesinos, creando soviets y comités obreros, etc. Mientras tanto, deben perseverar en su independencia política, luchar en las elecciones de los soviets y comités de fábrica para que en el futuro sean independientes de la burocracia...” [7]

Conjugando de esta manera la continuidad del leninismo en cuanto a la política hacia las nacionalidades oprimidas, la valoración positiva del cambio de la propiedad privada ligado a la imperiosa necesidad de combatir a la burocracia estalinista.

La rusificación también alcanzó a la propia internacional, poniendo por delante de los intereses del proletariado internacional y la lucha de clases, los propios intereses de la burocracia rusa del kremlin. La política del estalinismo en la Internacional Comunista en la segunda revolución china, así como la propia revolución española serán trágicas muestras de esto.

Trotsky, la cuestión nacional y la Revolución española

Frente a este escenario, Trotsky organizó la Oposición de Izquierda, corriente que se constituyó como continuidad del bolchevismo revolucionario. En el marco de un acelerado proceso de burocratización de la URSS y del Comintern, la Oposición de Izquierda dio una dura batalla contra el estalinismo como forma de enfrentar el proceso contrarrevolucionario que se dio al interior del partido bolchevique ruso y el Estado obrero, así como en diferentes procesos revolucionarios de otros países. Batalla que también dio en el campo teórico y programático.

Este combate político se reflejó en relación al proceso revolucionario español abierto a la caída de la Monarquía a principios de la década de los 30 del siglo pasado. Dentro de este, jugó un rol importante el problema de las nacionalidades oprimidas, como era el caso de Catalunya. Los trabajadores y los pueblos del Estado español debían acometer una serie de tareas democráticas de primer orden como la caída de la monarquía o la cuestión nacional entre otras.

Trotsky nunca fue equidistante, posicionándose claramente contra “El nacionalismo español” como un factor imperialista reaccionario: “… el nacionalismo catalán es un factor revolucionario progresista en la fase actual. El nacionalismo español es un factor imperialista reaccionario. El comunista español que no comprenda esta distinción (…) corre el peligro de convertirse en agente inconsciente de la burguesía española, y de estar perdido para siempre para la causa de la revolución proletaria.” [8]

El fundador del Ejército Rojo veía la cuestión democrática catalana como parte del proceso de “revolución proletaria” contra la “burguesía española”. Un comunista de cualquier lugar del Estado español debía diferenciar, en primer lugar, la nación oprimida de la opresora. El peligro era “convertirse en agente inconsciente de la burguesía española”. Esto es el abc del comunismo respecto de la cuestión nacional.

Las luchas nacionales suelen reflejar la indignación de un pueblo por defender derechos sociales y laborales. Para Trotsky, “… mientras que el "separatismo" de la burguesía catalana no es para ella, en su juego con el gobierno de Madrid, más que un instrumento contra el pueblo catalán y español, el separatismo de los obreros y de los campesinos es la envoltura de su indignación social." [9]. Esta diferencia es clave para entender por qué un revolucionario debe participar de estas luchas. Abandonar a las masas catalanas a la acción de sus propias burguesías es un crimen político.

La clave consistía en: “separar de su burguesía a los obreros y campesinos oprimidos nacionalmente (…). Los obreros defenderán hasta sus últimas consecuencias el derecho de los catalanes y de los vascos a organizar su vida en un Estado independiente en el caso de que la mayoría de la población de dichas naciones se pronuncie por la separación completa.” [10] La lucha por desarrollar hasta el final el derecho de autodeterminación y hasta la separación, era vital para que los trabajadores y el pueblo hagan una experiencia con la burguesía catalana.

Al mismo tiempo se plantea hacer una amplia propaganda para convencer (no imponer) a los catalanes y vascos de que “la unidad económica del país, con una amplia autonomía de las nacionalidades, ofrecería grandes ventajas a los obreros y campesinos desde el punto de vista económico y cultural.” Es decir, que impulsar decididamente el derecho de autodeterminación no quiere decir “que los obreros avanzados empujen a los catalanes y a los vascos a la separación.” [11] Sino que es la forma para ganarse la confianza de ellos y proponerles una autonomía amplia y generosa en la cual se puedan sentir cómodos.

Trotsky también alertaba contra las ilusiones nacionales pequeño burguesas que encierran estos movimientos: “¿Dónde está el peligro de las ilusiones nacionales pequeño burguesas? En que pueden dividir al proletariado español en sectores nacionales. El peligro es muy serio.” [12] Plantea el peligro de balcanización de la península. (Problema que aborda tanto en sus escritos de mayo del 1917 “El derecho de las naciones a la autodeterminación” como en una carta al Secretariado Internacional el 13 de julio de 1931, “La cuestión nacional en Catalunya”) La clave es que la lucha por la autodeterminación sea liderada por el proletariado junto a los sectores oprimidos de la población contra la burguesía española y también la catalana.

En otro texto escrito un año antes el revolucionario ruso expresaba “Sin embargo, ¿la vanguardia proletaria hace suya la consigna de la separación de Cataluña? Si es la expresión de la mayoría de la población, sí.” [13] Es decir que, si la minoría nacional expresa mayoritariamente la voluntad de separarse, entonces el proletario debe apoyarle en tal empresa, pero desde una perspectiva de lucha contra la burguesía republicana y completamente independiente de ella. Esto último es importante puesto que los revolucionarios luchamos por la constitución de repúblicas obrera que se hermanen con el resto de los pueblos y trabajadores.

“Apoyando todo movimiento verdaderamente democrático y revolucionario de las masas populares, la vanguardia comunista lleva a cabo una lucha sin compromiso contra la burguesía que se llama a sí misma republicana, desenmascarando su perfidia, su doble juego y su carácter reaccionario, y resistiendo su tentativa de someter a su influencia a las clases trabajadoras.” [14] Así se entiende que las tareas democráticas y las sociales se deben realizar en lucha contra la burguesía y no colaborando con ella como planteaba el estalinismo.

En caso que la minoría nacional aún no se haya expresado, las fuerzas revolucionarias no tienen motivo para impulsar tal separación. Mientras se lucha para ejercer el derecho de autodeterminación, hay que hacer propaganda de los beneficios de permanecer unidos ampliando el autogobierno catalán: “Semejante solución sería momentáneamente aceptable, incluso para los separatistas más fervientes, puesto que es muy claro que, en caso de victoria de la revolución, sería inmensamente más fácil que hoy llegar a la libre disposición de Cataluña, como también de otras regiones.”

Sin embargo, Trotsky en 1934, en una situación revolucionaria, poco antes de la insurrección de Asturias y como parte de conquistar un bastión defensivo de la clase trabajadora en Catalunya contra la amenaza fascista y para preparar la ofensiva que pudiera hacer avanzar a la revolución española, consideraba necesario que las fuerzas del movimiento obrero y revolucionario sostuvieran audazmente la independencia de Catalunya frente a la reacción y el peligro fascista. “Nuestros camaradas” escribe Trotsky “deben hacer agitación a favor de la proclamación de una república catalana independiente, y han de exigir, para garantizarla, el armamento inmediato de todo el pueblo.” Para lo cual insistía en la necesidad de la independencia política de los trabajadores y su iniciativa, así como en la formación y armamento de milicias obreras “que no sólo exigirán del gobierno el mejor equipamiento, sino que lo obtendrán desarmando a los reaccionarios y los fascistas.” [15]

El método de Trotsky consiste en ligar las demandas democráticas a la iniciativa de los trabajadores en la perspectiva de alzarse como líder de la nación oprimida y tomar el poder. Las tareas democráticas como la completa separación de la Iglesia respecto del Estado, la cuestión nacional, la reforma agraria, acabar con la monarquía, etc., están vinculadas al poder de los trabajadores y el pueblo, como agentes reales de la resolución íntegra y efectiva de aquellas. La burguesía no solo ha dejado de lado las tareas democráticas, sino que hace lo imposible por limitarlas e incluso anularlas.

La concepción sobre la cuestión nacional profesada por Trotsky, estaba basada en el legado de Marx y Engels, así como de la experiencia y conclusiones de la Tercera internacional y el PCUS bajo la dirección de Lenin. Trotsky recuperaba el método de análisis y de elaboración del programa democrático en el marco de un acelerado proceso en el cual la burguesía y sus lacayos se pasaban por completo al campo reaccionario. Prueba de ello fue la carnicería de la primera Guerra Mundial y la invasión militar de la naciente URSS por parte de las máximas potencias imperialistas.

Representa así, un hilo de continuidad del programa, la estrategia y la teoría revolucionaria frente a la ruptura que significo la burocratización y degeneración del Estado obrero ruso, la URSS y la propia Internacional Comunista. Sin este legado, las nuevas generaciones de jóvenes, de trabajadores y trabajadoras, no podrían conocer hoy el comunismo sin las deformaciones y adulteraciones del estalinismo.


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NOTAS AL PIE

[1Nin Andreu; Los movimientos de emancipación nacional, 1935. En: https://www.marxists.org/espanol/nin/1935/los_movimientos_emancipacion.htm.

[2Constitución de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, aprobada por el II Congreso de los Soviets de la URSS el 31 de enero de 1924. En: https://octubre1917.net/2017/03/31/constitucion-1924/

[3Lenin; Acerca del problema de las nacionalidades o sobre la “autonomizacion”, 30 y 31 de diciembre de 1922. En: https://www.marxists.org/espanol/lenin/obras/1920s/testamento.htm

[4J.Stalin; El marxismo y la cuestión Nacional, enero de 1913. En: https://www.marxists.org/espanol/stalin/1910s/vie1913.htm

[5León Trotsky; La revolución traicionada, La URSS en el espejo de la nueva constitución, 1936. En: https://www.marxists.org/espanol/trotsky/1936/rt/10.htm

[6Stalin;Discurso en la recepción en el Kremlin en honor de los comandantes de las tropas rojas del ejército, 1945. Publicado en https://e-nautia.com/pepin.perez/disk?p=8437016

[7León Trotsky; La URSS en guerra, 25 de septiembre de 1939. En: https://www.marxists.org/espanol/trotsky/1930s/edm1.htm

[8León Trotsky; A los camaradas de Madrid, 17 de mayo de 1931. En: https://www.marxists.org/espanol/trotsky/rev-espan/1931abr-may.htm

[9León Trotsky; La revolución española y la táctica de los comunistas, 24 de enero de 1931. En: https://www.marxists.org/espanol/trotsky/spain/19310124.htm

[10Ídem

[11Ídem

[12León Trotsky; A los camaradas de Madrid, 17 de mayo de 1931. En: https://www.marxists.org/espanol/trotsky/rev-espan/1931abr-may.htm

[13León Trotsky; La tarea de los comunistas en España, 25 de mayo de 1930. En: https://www.marxists.org/espanol/trotsky/spain/19300613.htm

[14Ídem

[15Trotsky; El conflicto catalán y las tareas del proletariado, verano de 1934. En: http://www.sinpermiso.info/sites/default/files/textos//trotskycatalunya.pdf
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Federico Grom

Barcelona | @fedegrom
Vive en Barcelona. Técnico en edición e ilustrador. Es militante del la Corriente Revolucionaria de Trabajadores y Trabajadoras (CRT) y escribe en la sección de Política y Mundo Obrero de Izquierda Diario.es

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