Entrevistamos a Diego Gentile. El actor de Relatos Salvajes opina sobre la cultura, el oficio de actor y su nueva película, que llegó a las salas porteñas.
Miércoles 5 de octubre de 2016
¿Cómo comenzó tu vocación de actor? Háblanos de tus primeros pasos…
Siempre digo que es la definición más pura de vocación, porque en mi familia, nadie tiene nada que ver con la actuación, con lo artístico. En casa se veía mucha, mucha tele, como referentes de ser actor… se veían muchas novelas por canal 9, y le decía a mi mamá, más o menos cuando tenia ocho años “quiero ser actor, quiero estar allí en esas novelas”…bueno, y me decía, cuando aprendás a viajar sólo en colectivo, iras a estudiar y harás tu camino.
Naciste en Floresta…
Sí, fue así que a los 12 años empecé a viajar solo, de Floresta a Flores hasta un Centro Cultural, Roberto Arlt, ahí empecé mis primeras clases de actuación, hasta que a los 13 años empecé con Agustín Alezzo. Pero son esas cosas mágicas de la vocación, que no sabes de donde te bajan, como es que de pronto se escuchan. Me formé con Agustín Alezzo, por cinco años y después con Alejandro Masi, y desde ahí nomás empecé a trabajar.
¿Tus primeras obras?
Lo primero que hice fue en quinto año de la secundaria, se vino a filmar la coproducción de “Las Cosas del Querer” y ahí estuve cinco días de rodaje y lo único que decía, era “No”… (risas) pero bueno, estaba ahí, y tenía 17 años y la pude ver a Ángela Molina, que es una diosa…
Después hice dos capítulos de Poli ladrón, unitarios de Migre por canal, y después me volqué de lleno, muchísimo, al teatro independiente. Tenía la necesidad de hacer teatro, ese fue mi semillero.
Hablemos un poco del impacto que fue Relatos Salvajes, ¿Qué cosas de la sociedad argentina crees que reflejo? ¿Hay algo de la crisis actual todavía persiste en esos relatos?
Parece que fue un impacto, que se trasladó por ejemplo de estudiarla en las escuelas o en las clases de periodismo, lo que pasa es que lo que tenía la película más allá del elenco o la espera de la vuelta de Damián Szifrón, de lo específicamente cinematográfico, lo que pasó es que la gente se identificó, hizo catarsis con los personajes.
Todos entendíamos lo que pasaba allí, más allá de lo moralmente cuestionable o no, todos sabíamos qué pasaba, todos habíamos estado en algún punto, en algún lugar de esa película. Fue muy catártico.
Fui muchas veces a verla solo al cine, para ver qué pasaba con el público y la gente interactuaba, gritaba o aplaudía, es decir tomaba partido.
En general todos tendemos a reprimir muchas cosas, allí los personajes soltaban, cortaban polea, se volvían salvajes.
¿En las escuelas qué opinaban?
Una vez nos tocó ir a una escuela, Leo Sbaraglia, Walter Donado y yo, y charlamos con los alumnos, incluso nos preguntaban si la película no estaba muy exagerada. Para nada está exagerado, vos abrís los diarios y la película queda naif al lado de lo que pasa socialmente con la gente. Así que definitivamente puede decirse que de algún modo es reflejo de la crisis.
Contanos sobre tu personaje en la obra TOC-TOC
Esta obra lleva seis años en cartel, soy Oto, es un personaje simétrico hasta en el nombre, no puede pisar las rayas y el consultorio del doctor esta lleno de rayas, entonces se complica mucho, tiene un tema con el orden y la simetría.
Asocio mucho lo que pasa con Relatos Salvajes y Toc-Toc, a nivel del reflejo de lo que pasa con la gente, acá se divierten y hacen catarsis con el humor. La gente se siente identificada con algo de lo que allí pasa. De un tiempo a esta parte se empieza a hablar del Toc y creo que la obra algo contribuyó para que eso pasara. Que se hable que hay un trastorno que puede conocerse, tratarse, que la gente puede pedir ayuda, que no está sola en la enfermedad. Por más que sea tratada como comedia y de forma comercial, pero sirvió para hablar del tema.
¿En qué te basas para armar tus personajes?
Durante mi adolescencia trabajé en un video club y consumí muchas películas.
Como Tarantino..
(risas) Sí, consumí mucho cine, con mucha avidez, viendo muchos trabajos de actores talentosos. Pero no armo mis personajes de antemano, tiene mucho que ver el libreto, si está bien escrito, el personaje entonces sale.
¿Cómo ves la situación de la cultura hoy?
En pausa, la cultura está en pausa. Hubo años más allá de lo político, igual que con los derechos humanos, a la cultura se le dio importancia, hubo bastante trabajo y la posibilidad de que todas las ramas de la cultura se pudieran mostrar y algunos hasta vivir dignamente de eso.
Pero de diciembre a esta parte, está en pausa. Los productores no quieren apostar, tienen miedo, la gente tiene miedo de gastar plata, se volvió “elitista” y la cultura no tiene que serlo, tiene que ser popular y no necesariamente por los precios de las entradas, los precios varían desde el teatro independiente al comercial. La gente no quiere gastar, siente que la cultura no es prioritaria y para mi es al revés.
Cuanto mas nutrís, y nutrís de arte tu cabeza, es mejor, pero también si no tenés nada en el estomago, no vas a poder nutrir tu cabeza. Pero el acceso a la cultura tendría que ser obligatorio, habría que buscar la manera que la gente pueda tener acceso, que pueda ir al teatro, no sé, que sea subsidiada.
Sé que estamos en una situación de alerta, de crisis cultural.
¿Qué tan difícil se volvió trabajar como actor?
La gran mayoría está sin trabajo, hay muchísimos actores sin trabajo, no manejo los porcentuales, pero un actor viejo en el oficio, tiró un porcentual así: Si por ejemplo en la sociedad argentina de actores hubiera cien mil asociados, hay solo mil que están trabajando con cierta continuidad. Entonces mucha gente esta sin trabajo, ni siquiera es mitad y mitad que ya es un horror decirlo. Hay compañeros que solo tienen un bolo por año, y con eso no vivís, no podés, tenés que vivir de otra cosa.
Esto pasa también con actores de renombre…
Sí, sí porque no hay lugar para todos, porque no se están haciendo cosas, prendé la tele, que es una fuente de laburo, antes había una tira y estabas todo el año, ahora las tiras son de seis meses, todo está acotado, por eso hablamos con los compañeros actores que estamos trabajando y pensamos que también es muy triste, porque no es que uno mira su propio campito y decís, tengo trabajo, ¡qué bueno!
Uno también la ha pasado mal y sabe lo que es. Es triste, frustrante no trabajar, no poder trabajar de lo que a uno le gusta. Andás por la vida en piloto automático.
Muy poca gente tiene la posibilidad de vivir de lo que le gusta. A muchos no se los escucha o no le permiten tener la posibilidad de desarrollarse en lo que a uno le gusta y eso es muy triste.
¿Lo mismo pasa en el cine? ¿Cómo ves el cine hoy?
Me parece que ahora se están estrenando películas que se hicieron el año pasado, en lo que va del año solo se filmaron seis películas y eso es muy poco, ahora se estrena una película en la que trabajo y que se hizo a finales del año pasado “El muerto cuenta su historia”.
Acá hay mucho talento y también hace falta riesgo, se cree que la gente solo quiere ver determinado tipo de cine o determinados actores y no se le suma riesgo a la gente, hay que subirle el techo.
El INCAA que subsidia el cine, estuvo acéfalo por dos meses, hubo líos y la guita para subsidiar películas está en un proceso de enlentecimiento y la gente que vive de la cultura necesita otros tiempos, como todo el mundo, se necesita otros tiempos para vivir, pagar las cuentas…
Tus próximos proyectos
Hasta diciembre estamos con Toc Toc en el Multiteatro y el 18 de enero vuelve por septimo año, se estrenó “El muerto cuenta su historia” de Fabián Forte, que es una comedia de terror, hay vampiras, muchas cosas de cine fantástico, hecho en Argentina, ahí tenés un riesgo corrido, después te puede gustar o no, pero la película ¡esta buenísima!
Participe en Loco por vos, y voy a trabajar en la serie Nafta Super, Kriptonyta como el Robin del Batman que hace Pablo Rago.
¿Qué le dirías a las nuevas generaciones de actores?
Hay una nueva camada de actores, que los veo muy preocupados por hacerse famosos, conocidos rápidamente, ahora están las redes, las plataformas de youtuber que te podés hacer conocido muy rápido, te volvés una personalidad efímera y tu vida no pasa por la vocación, por lo que vibrar por lo que hacés.
En esta profesión se necesita constancia, perseverancia, paciencia. No hay que desesperarse por lo efímero, porque la desesperación es devoradora y uno tiene ir viviendo paso a paso en este trabajo. No buscar el resultado inmediato, sino buscar la permanencia, haciendo un camino propio.