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El negocio de la muerte: la guerra y la banca española

Federico Grom

El negocio de la muerte: la guerra y la banca española

Federico Grom

Ideas de Izquierda

La guerra pasó a ser algo de mucha actualidad europea y mundial. La guerra de Ucrania, desatada después de la invasión rusa, así como el genocidio en Palestina por parte del Estado de Israel y el aumento de las tensiones en la región, son parte de un escenario internacional belicista en el cual los estados imperialistas se están armando a gran escala.

Ahora mismo estamos cruzando el umbral de la guerra regional que estaba a las puertas, aunque no se sabe aún a qué escala. Los bombardeos de Beirut y la invasión del sur del Líbano por fuerzas terrestres israelíes junto a la respuesta de Irán, con una andanada de misiles, unos 200 aproximadamente, contra territorio israelí son los últimos hechos de una serie de acciones que pueden escalar.

Sin dudas, un escenario que es de potenciales ganancias históricas para el complejo militar industrial europeo y norteamericano, en una escala mayor a los “nichos de mercado” como fue el conflicto de Yemen.

Es sabido que la guerra puede ser un negocio muy lucrativo. En última instancia, el lucro, es uno de los fines de la guerra junto con las disputas por el poder imperial o por mantener un régimen colonial, como en el caso de Israel, tamizados por la política y con sus propios instrumentos para llevarlos adelante.

La espiral armamentística y militar europea está teniendo un efecto muy directo en las cuentas de resultados de las principales fábricas de armas en España, como Airbus, Indra, GDELS, Expal e ITP Aero, algunas de esta parte de grandes grupos internacionales, quienes dispararon sus ingresos con el aumento del gasto militar por parte de los países de la OTAN.

Los miles de desplazados por los conflictos también son un negocio de la industria militar, ya que la vigilancia y el control de fronteras es un nicho en crecimiento del sector. Del cual los israelíes tienen un desarrollo notable, probando todo tipo de tecnología aplicada para imponer la ocupación que luego será vendida a otros países con el sello de haber estado “probado en el terreno”; siendo así uno de sus principales exportadores de armas y tecnología.

Además de su relación privilegiada con EE. UU., Israel mantiene importantes relaciones comerciales de armamento con países europeos como Italia, España, Alemania o Reino Unido, entre los más de 125 países que en las últimas décadas fueron destino de exportación de material militar israelí.

Por su parte, a pesar de decir lo contrario, el gobierno “progresista” español, ha sido el quinto país de la UE que más material de la categoría 93 (armas y municiones) ha exportado a Israel con posterioridad al 7 de octubre, con material por valor de 1,1 millones de euros.

Pero una de las características del capitalismo moderno, de carácter imperialista, es la fusión de capital industrial y el capital financiero.

Las mayores instituciones financieras europeas invierten en productores internacionales de armas que suministran este material a Israel. En total, estas instituciones financieras han proporcionado 36.100 millones de euros en préstamos y garantías, y poseen 26.000 millones de euros en acciones y bonos de estas empresas. Al financiar la industria armamentística que vende armas a Israel, la banca aceita la maquinaria de guerra sionista para que sigan cometiendo graves violaciones del derecho internacional humanitario, crímenes contra la humanidad y genocidio en Gaza.

¿Qué bancos españoles financian a las empresas que fabrican las armas usadas en la masacre de la población palestina?

A esta pregunta responde el informe del Centro Delás, titulado “La banca armada y su corresponsabilidad del genocidio en Gaza” [1]

En su estudio, se establecen y documentan las conexiones que hay entre las exportaciones de armas de diferentes Estados a Israel estos últimos años, las empresas de armas que las producen y los bancos que las financian.

Identificaron 12 entidades financieras españolas, entre ellas Santander, BBVA y CaixaBank, Ibercaja, Banco Caminos o Banca March, que han financiado a siete de las más de 15 empresas que surten de armamento a Israel. Boeing, Day & Zimmerman, General Dynamics, Oshkosh Corp, Leonardo, Rheinmetall y MTU Friedrichshafen. De estas entidades financieras, Santander y BBVA son, de lejos, los principales bancos que han financiado a los fabricantes de armas, con más de 2.442 y 1.500 millones de dólares, respectivamente.

Bombas guiadas, aviones F-15 y F-35, obuses autopropulsados de 155 mm, munición de gran calibre para tanques y artillería, son algunos de los muchos productos entregados por la industria armamentística gracias a la financiación de bancos españoles. Todo este material, de forma documentada en el informe, intervino directamente en la masacre de miles de civiles.

Israel ha lanzado casi 70.000 toneladas de explosivos sobre una pequeña región de apenas 365 km² (11 km de ancho por 50 km de largo), el equivalente a unos 35 kilos de explosivo para cada hombre, mujer, niño y niña en Gaza. Según Bloomberg, a 10 meses de la ofensiva israelí, el 70% de la ciudad había sido reducida a escombros. Más de 40.000 personas han sido asesinadas, incluyendo al menos 16.456 menores.

Sin embargo, no está nada claro que la aplastante superioridad militar le vaya a dar la victoria estratégica en esta guerra. No lo ha hecho en el pasado, radicalizando nuevos sectores en la lucha contra la ocupación colonial.

Y no solo en los territorios ocupados y el mundo árabe, sino también en los países centrales, fortaleciendo el movimiento de solidaridad con Palestina. Solo con la lucha de clases se puede enfrentar la ocupación, como los ejemplos de las acciones de estudiantes que denuncian los convenios de empresas armamentísticas con las universidades, el bloqueo de trabajadores británicos a fábricas de armas o la denuncia y movilización de los trabajadores de AirBus de Getafe. Iniciativas que, aunque sean pequeñas, muestran una perspectiva.

Queda meridianamente clara la obscena complicidad de los Estados capitalistas, la industria armamentista y la banca en el negocio de la guerra en general y en el genocidio del pueblo palestino como ejemplo flagrante actual.

Hay que terminar con la financiación de esta masacre mediante la nacionalización de todos los bancos y cajas de ahorro conformando una banca estatal única que esté bajo control de la clase trabajadora y no de los capitalistas y sus representantes políticos. Esta medida junto al monopolio del comercio exterior son las únicas que pueden garantizar que los ahorros de las familias trabajadoras y el dinero público no se transforme en armas para oprimir y asesinar pueblos. Un sistema estatal único de crédito e inversión podrá garantizar los depósitos de los pequeños ahorradores (lo opuesto a la banca comercial que los ha transformado una y otra vez en víctimas de estafas como las preferentes y que siempre son los primeros en ser confiscados ante la amenaza de crisis bancaria) y concentrarlos para una inversión dirigida a paliar las necesidades del pueblo trabajador, afectando los intereses de los grandes monopolios.

Los mismos bancos que financian la masacre de Palestina, desahucian a miles de familias de las clases populares mientras acaparan y especulan con las viviendas vacías privando del derecho a la vivienda a millones.

El capitalismo, en su decadencia imperialista, transforma periódicamente las poderosas fuerzas productivas creadas por el trabajo humano colectivo en igual de poderosas fuerzas destructivas en su irracional búsqueda de ganancias constantes. Y en esta carrera demencial, promete arrastrar a la humanidad a la barbarie.

Solo la socialización de los grandes medios de producción y los recursos naturales, para ponerlos al servicio de las mayorías sociales mediante una planificación democrática y racional puede poner fin al curso guerrerista. Solo gobiernos de los trabajadores y el pueblo pueden imponer este programa.


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Federico Grom

Barcelona | @fedegrom
Vive en Barcelona. Técnico en edición e ilustrador. Es militante del la Corriente Revolucionaria de Trabajadores y Trabajadoras (CRT) y escribe en la sección de Política y Mundo Obrero de Izquierda Diario.es