Ha comenzado la “XLI Convención nacional ordinaria del STRM” y los trabajadores de base necesitamos hacernos parte de las discusiones que ahí se dan, toda vez que estas definirán el rumbo de nuestra organización para el siguiente año.
Domingo 25 de septiembre de 2016
En un 2017 cuyos pronósticos económicos y políticos, nacionales e internacionales, preocupan hasta a los mismos estadistas y al sector empresarial, de importantes definiciones en el área de las telecomunicaciones y de fuertes golpes (más aún) a la clase trabajadora y el pueblo pobre.
Nubarrones en el horizonte nacional e internacional
Ante un panorama internacional marcado por la desaceleración del crecimiento económico, por la inestabilidad del mercado financiero, disputas comerciales, políticas y militares entre las grandes potencias y de ajustes muy agresivos contra el sector obrero y popular en todo el mundo, las perspectivas hacia el interior de nuestro país no son nada alentadoras.
Recientemente la devaluación del peso mexicano frente al dólar ha roto el límite crítico de los $20, continua la caída de los precios del petróleo, se ha anunciado un recorte presupuestal histórico del Estado para el 2017 que traerá más recortes a la salud, educación y el campo, las perspectivas de crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) en el siguiente año son mínimas e incluso calificadoras internacionales ven una situación riesgosa. Por si fuera poco la carrera presidencial está en marcha y el gobierno pasa por una de sus peores crisis de legitimidad en todo su sexenio.
En el campo de las telecomunicaciones está por definirse si el 2017 será el año en que Telmex adquiera su añorado permiso para ofrecer el triple play, lo cual catapultaría el negocio de los Slim hacia una nueva etapa de desarrollo tecnológico y comercial, aunque en un entorno nacional e internacional cruzado por fuertes tensiones. Si bien el “sentido común” dice que si una empresa aumenta sus utilidades a los trabajadores les va mejor, la realidad actual demuestra que los patrones solo pueden incrementar sus ganancias a través de disminuir y abaratar la mano de obra, por ello las políticas anti-obreras que la mayoría de los gobiernos aplica en sus propios países, siguiendo los dictados de las principales corporaciones financieras e industriales del mundo.
Las viejas épocas de prosperidad capitalista se encuentran lejos del horizonte y los trabajadores debemos cuestionarnos si nos conviene “caminar de la mano” de los patrones u optar por un rumbo independiente que ponga nuestras necesidades e intereses de clase por delante.
Debate sobre el proyecto sindical del STRM
En el caso del Sindicato de telefonistas, desde los años 80´s la estrategia sindical frente a la empresa y el gobierno ha sido la “conciliación de intereses”, es decir la vía de la negociación donde en teoría “todos ganan”. Esta política se expresó más claramente en los 90´s a partir del proceso de privatización de Telmex, donde el sindicato optó por someterse a las exigencias neoliberales del gobierno y los Slim disfrazadas de “modernidad” (inversión privada, productividad, calidad, competitividad y flexibilidad), a cambio de no haber despidos ni recortes profundos al Contrato Colectivo de Trabajo (CCT); de esta manera “todos ganan”.
Es cierto que el caso de la privatización de Telmex se convirtió en la excepción a la norma de las privatizaciones de los 80´s y 90´s, donde distintos sindicatos fueron duramente golpeados por el capital privado, pero esto fue posible no tanto como consecuencia de la actitud conciliadora de la dirección de nuestro sindicato, sino de la estrategia del “buen patrón” de Carlos Slim quien, apoderándose del ex-monopolio estatal de las telecomunicaciones bajo una retórica de desarrollo del sector - área económica en pleno desarrollo mundial -, tenía todo que ganar en su meteórica carrera hacia convertirse en uno de los mayores capitalistas del mundo, una verdadera excepción a la norma en países atrasados como el nuestro.
El monopolio de Carlos Slim creció tanto durante los 90´s que en poco más de una década la joya que recibió de manos del gobierno se convirtió en la gigante multinacional América Móvil, con filiales en casi todo el continente americano y recientemente en algunos países de Europa. Durante este proceso de expansión internacional de la empresa, el grueso de su inversión no estuvo puesta en México, era momento de salir del cascaron y centraron sus energías hacia Sudamérica, lo cual poco a poco ocasiono deterioro en la red de cobre de Telmex por falta de mantenimiento, escasez de personal y atraso tecnológico.
En lugar de seguir invirtiendo en el país, “el buen patrón” endureció sus exigencias productivas a una planta laboral cada vez más reducida, aumentó la contratación de personal tercerizado para presionar a la base sindicalizada, incrementó el control patronal en los centros de trabajo y reformó cláusulas clave de nuestro CCT como las jubilaciones y el fondo de ahorro. Parece que esa idílica relación entre la empresa y el sindicato de los 90´s, en pleno auge de las políticas neoliberales a nivel mundial y del monopolio privado de Carlos Slim, está lejos de alcanzarse en una actualidad de profunda crisis económica internacional y de reducción del mercado nacional de Telmex y América Móvil.
La política de los Slim hacia Telmex ha pasado de considerarla su joya más importante y dedicarle gran parte de su inversión, a aplicar recortes de presupuesto durante años y aumentar la productividad (“hacer más con menos y a bajo costo”), para que sus ganancias no se vean afectadas aun con una baja inversión y deterioro del servicio, con esto la lógica de “todos ganan” se quebró y los beneficios más grandes se encuentran del lado del patrón, tal como se ha demostrado en las negociaciones de los últimos años donde conscientes de su poder nos han arrinconado e impuesto duras reformas a nuestro CCT.
¿Es la “conciliación de intereses” el rumbo adecuado para defender y ampliar nuestras conquistas ante una patronal y un gobierno cada vez más urgidos de recortar nuestros derechos y prestaciones? ¿O es necesaria una estrategia sindical más combativa e independiente acorde a estos duros tiempos de crisis económica y ofensiva capitalista?
Creemos que el proyecto sindical telefonista surgido de la privatización de Teléfonos de México, que incluso después se convirtió en el modelo por excelencia de la Unión Nacional de Trabajadores (UNT) - “armonizar” las demandas obreras con las políticas neoliberales de las empresas y el Estado -, es impotente para defender hasta el final nuestras conquistas, sobre todo en los difíciles tiempos actuales y por venir. Hay quienes defienden argumentando que esta política de “apoyo al patrón” ha impedido escandalosos recortes de personal o de prestaciones como ha ocurrido en otras empresas y sindicatos, pero es un hecho que de manera paulatina ha permitido una importante reducción de nuestra plantilla laboral y de nuestro CCT - basta comparar el número de trabajadores y trabajadoras que somos ahora con el que existía a principios de los 90´s, o confrontar el CCT del que gozaban los telefonistas de los años 80´s con el actual -.
Otro rasgo que demuestra los límites de la estrategia seguida por nuestro sindicato desde hace décadas es la evidente inclinación pro-patronal de muchos representantes sindicales, que lejos de ver por las demandas de la base anteponen las de la empresa, culpando a los trabajadores de los malos resultados productivos y financieros de la compañía y presionándonos a “aumentar la producción” incluso bajo sanciones sindicales, ubicándose más como administradores de la empresa que como portadores de la voz de la base.
La vida democrática de nuestro sindicato se ha degradado al punto de que carecemos de espacios de información y discusión (“primero están las necesidades de la empresa”), lo cual nos aísla de formar parte de las grandes discusiones y decisiones de nuestra organización, se reprime a quienes levantan la voz contra lo que no están de acuerdo, se hacen acuerdos a espaldas de la base, etc.. En pocas palabras, el costo de la política conciliadora que nuestro sindicato ha impulsado trajo como consecuencia la falta de identidad de clase de la base trabajadora, su desorganización sindical y el incremento de los rasgos pro-patronales, burocráticos y represivos de la representación.
La tradición de lucha de nuestra organización es bastante rica y demuestra que ningún derecho importante y duradero puede obtenerse o defenderse mediante negociaciones conciliadoras, sino a través de la lucha política y de los métodos de organización y combate de la clase trabajadora, así como del apoyo efectivo de sus aliados oprimidos y explotados del campo y la ciudad.
Los verdaderos aliados de los más de 50 mil miembros del STRM no se encuentran en “Los Pinos”, en el Congreso de la Unión o en las cámaras empresariales, todos ellos están de acuerdo en descargar los efectos de la crisis sobre las espaldas del pueblo trabajador para proteger sus ganancias y nivel de vida. Nuestros aliados son, en primer lugar, los trabajadores de las empresas terciarizadas explotados por Slim, y con quienes debemos soldar una fuerte unidad, luchando por iguales y plenos derechos sindicales y laborales.
Nuestros aliados reales están en los miles de maestros y maestras que combativamente enfrentan el ataque privatizador y neoliberal del gobierno hacia la educación pública, laica y gratuita, en las decenas de millones de trabajadores y trabajadoras de la industria y los servicios que al igual que nosotros resienten los recortes, aumentos de jornadas de trabajo y salarios que se desvanecen, en las ejemplares obreras maquiladoras del norte que decididamente enfrentan la súper-explotación de sus patrones transnacionales y el control gansteril de la CTM, en los millones de jóvenes estudiantes y trabajadores condenados al desempleo y a la precariedad laboral y en el conjunto del pueblo pobre que sufre en carne propia los efectos de la crisis, la represión, corrupción y violencia.
Los telefonistas de base necesitamos estudiar y retomar lo mejor de las luchas sindicales de los 70´s y las décadas anteriores, periodos de grandes luchas y lecciones obreras y juveniles que mediante paros y huelgas conquistaron los derechos que heredamos, mismos que tenemos la responsabilidad de defender para las siguientes generaciones.
La tradición de lucha de nuestra organización es bastante rica y demuestra que ningún derecho importante y duradero puede obtenerse o defenderse mediante negociaciones conciliadoras, sino a través de la lucha política y de los métodos de organización y combate de la clase trabajadora, así como del apoyo efectivo de sus aliados oprimidos y explotados del campo y la ciudad.