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“El sindicalismo vasco recrea el conflicto y la huelga, contra la estrategia sindical de consenso y paz social”

ENTREVISTA A JON LAS HERAS

“El sindicalismo vasco recrea el conflicto y la huelga, contra la estrategia sindical de consenso y paz social”

Cynthia Luz Burgueño

Ideas de Izquierda

Entrevista a Jon Las Heras, profesor de economía política en la Universidad del País Vasco. Conversamos sobre la conflictividad en Euskal Herria, la apuesta del sindicalismo vasco por el conflicto laboral, huelgas y caja de resistencia. Crisis de representación sindical y la reforma laboral actual.

Jon Las Heras ha realizado un interesante trabajo junto al economista Lluís Rodríguez titulado: “Hacer huelga para renovar: las estrategias de organización de los sindicatos vascos y el uso de la caja de resistencia”, publicado en la revista British Journal of Industrial Relations de la universidad London School of Economics, y de gran impacto en el Estado español.

Esta investigación parte de la premisa de que, si el País Vasco se sitúa a la cabeza en número de huelgas en Europa, es debido al rol protagonizado por los sindicatos vascos como el mayoritario ELA (Euskal Langileen Alkartasuna), también LAB (Langile Abertzaleen Batzordeak) y ESK, que apostaron por la confrontación en la calle y en los centros de trabajo; una práctica contraria a la de las direcciones de CCOO y UGT, que desde décadas confeccionan pactos a favor de las empresas, colaborando así en el empeoramiento de las condiciones laborales de la clase trabajadora.

Esta interesante conversación con Jon Las Heras nos aproxima a la realidad de este verdadero laboratorio de la lucha de clases en Euskal Herria, con el objetivo de seguir profundizando en el conocimiento de la clase trabajadora y las particularidades de la organización sindical vasca.

Foto: Jon Las Heras

En primer lugar, en vuestro trabajo dais cuenta del incremento significativo de la conflictividad laboral en Euskal Herria. Desde un nuevo ciclo de huelgas en el 2001, un auge huelguístico en el año 2016, así como también entre 2018 y 2019 continuaron las huelgas sectoriales que se han mantenido en el tiempo ¿Cuáles han sido las reivindicaciones o demandas laborales que han activado estos procesos?

Estamos en un contexto en el cual la acción huelguística, en todos los países de Europa se han reducido. También en España y en Euskadi, pero relativamente porque sí es verdad que se mantiene. De media hay menor conflictividad en los países desarrollados por varios motivos: la fragmentación del mercado laboral, nuevas técnicas de organización que aumentan la automatización del proceso productivo, bajo una realidad muy compleja donde se inventan nuevas figuras como contractos de becarios, en prácticas, temporales o parciales. Muchas formas de contratación en las que al final se abaratan los costes con muchos tipos de contratos.

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Por ello, uno de los motivos que me llevó a hacer esta investigación fue que, al encontrarme con técnicos y abogados de diferentes sindicatos, que tenían que llevar los procesos de negociación y tenían conocimientos de la realidad económica legal de las empresas, me decían que era difícil llegar a todas las empresas. Y que había ciertos convenios firmados que son los sectoriales, -que en España tienen mucha relevancia histórica-, pero que luego se veían con dificultades para saber si la empresa realmente los aplicaba o no.

En España todavía se arraigaba a los convenios sectoriales, que son muy importantes, a la hora de asegurar las condiciones laborales, pero a los sindicatos se les había olvidado ver si realmente los aplicaba la empresa y cómo. En los años 70 y 80 aún todavía había huelgas sectoriales en las que se movilizaba la gente de todo tipo de empresas para pelear por un convenio conjunto, cada uno o dos años la gente se movilizaba para cambiar sus condiciones. Pero los convenios con el correr de los años, quedaron en un marco legal que ni se aplica.

Lo que decimos en este trabajo es que en Euskadi, en este caso el sindicato ELA en particular, se da cuenta de que el marco de relaciones laborales legal, el vigente, se convierte en un marco legal vacío de contenido que, acompañado con el diálogo social y los pactos de Estado y grandes pactos marco para que la economía tuviera un ‘empleo en crecimiento’. ELA, que es el primer sindicato vasco, se pone en la tesitura de denunciar sus propios logros, se da cuenta igual que eso que habían conseguido no era tan sólido y empiezan a problematizar sobre estos mismos convenios. Se empiezan a plantear luchar contra los propios convenios, para transformarlos y restarles legitimidad porque se dan cuenta que el propio sindicato es incapaz de aplicarlo.

Donde primero se vio que había que cambiar esta estrategia fue en el sector del metal. ELA empezó a plantear procesos de lucha en la década del 2000, año 2007 por ejemplo, en contra de la firma del convenio del metal, donde tienen una mayoría importante como sindicato con un 80% de representación, porque pensaban que no iba a mejorar sustancialmente las condiciones. Otros sindicatos sí optaban por firmarlo. ELA va reforzando una estrategia de denunciar convenios sectoriales que desmovilizan, para movilizar la empresa contra la vigencia de un marco legal vacío de contenido, con luchas y huelgas muy significativas en el metal. También en otros sectores feminizados con condiciones muy precarias, con huelgas muy largas. Se empieza entonces por apostar por el conflicto, por la huelga, que sirviera a tractor para sectores no movilizados.

Planteáis como premisa que un motivo clave para el desarrollo de la conflictividad sindical en Euskadi es el rol de los sindicatos vascos, con una práctica contra el diálogo social, apostando por la organización de las bases y la caja de resistencia, ¿Puedes explicar un poco sobre la característica y la práctica de estos sindicatos?

Sí, nuestro trabajo quiere mostrar la importancia de los sindicatos vascos y cómo su estrategia política puede demarcar significativamente la conflictividad laboral. Por lo tanto, hacemos un análisis político de cómo los sindicatos quieren renovarse, tras un estudio territorial por bloques sindicales y luego por sindicato. Y vamos viendo cuáles son los sindicatos dentro de un mismo territorio que quieren hacer huelga y los que no quieren hacer huelga. Las estrategias que buscan legitimar su posición social como CCOO y UGT, apuestan por el consenso sin conflicto. ELA y LAB empezaron a salirse de todos los órganos de concertación social, instituciones de supervisión, se salen del concejo de relaciones laborales -una institución que ellos mismos habían promovido en los años 80’-, rechazan las subvenciones para gestionar los recursos de empleo, como UGT y CCOO que son partícipes de la gestión de los fondos públicos y de formación para dinamizar el mercado laboral. ELA y LAB rechazaron estos órganos y defendieron que fueran públicos y sin la injerencia de ningún sindicato, rechazando obviamente todos los ingresos que eso implica. Y así mantener su autonomía política, ya que esto es clave.

En tus trabajos partes de una lectura crítica con el diálogo social de CCOO y UGT de parte de los sindicatos vascos, que los lleva a retomar una práctica renovada del funcionamiento de las décadas 60 y 70 con las cajas de resistencia, organización asamblearia y la negociación de los convenios, en contra de firmar flexibilidad a favor de las empresas, entre otros ¿Cuál es la relación entre esta práctica y esa cierta autonomía política de la que hablas, que por ejemplo el hecho de que ELA rompió con el PNV? Diferente a CCOO y UGT, siempre en relación orgánica con los partidos del Régimen político.

Sí, ya habían roto desde la transición, entre ELA y el PNV ya había cierta separación aunque había gente del PNV aún afiliada a ELA. En los años 90 es cuando existen reformas laborales que precarizan, los pactos de Toledo, el modelo laboral de las ETTs, etc. Y la búsqueda del conflicto fue reduciéndose de forma sustancial a través de pactos, porque el consenso, dentro de una lógica socialdemócrata dentro de Europa, se consideraba la mejor vía. Y empezó una lectura conservadora de “para qué hacer huelga, si ya sabes hasta dónde vas a llegar”, pues, ya no se hacen huelga y mejor hacer pactos directamente. Esta es la estrategia que adoptaron los sindicatos, la del consenso y el pacto, acompañamiento mutuo, de paz social, como objetivo en sí mismo, y no mejorar las condiciones laborales. El consenso perpetuo que está obviando que hay una relación de conflicto. La estrategia política de ELA y de los sindicatos vascos es de cierta beligerancia, no han renegado del conflicto, al contrario, lo entienden como un momento necesario para el cual hay que estar preparado. El sindicalismo vasco recrea el conflicto y la huelga, la caja de resistencia, contra la estrategia sindical de consenso y paz social de CCOO y UGT.

Sí, CCOO y UGT negaron el conflicto y, frente a las sucesivas crisis, no han convocado una huelga general desde el año 2012. Otra cuestión para reflexionar es sobre hechos como la huelga del 30N del 2020 en Euskadi, un ejemplo de, como lo denominas en artículos tuyos, una “huelga en clave ofensiva” por sus demandas como la reducción de la jornada laboral a 35 horas, asegurar las pensiones, salario mínimo de 1200 y otras de carácter social como pudimos ver en la La Carta de Derechos Sociales de Euskal Herria. ¿Sería intentar incorporar en la agenda política programas que beneficien a la clase trabajadora?

Sí, es así. Esa huelga fue producto de diez años de trabajo, de intentar forjar alianzas. Son demandas que muestran que los sindicatos en el país vasco abogan por una política social más amplia, aunque luego cada sindicato hace eje en diferentes aspectos, pensiones, salarios, etc. Por ejemplo, el movimiento de pensionistas dieron apoyo a una huelga sectorial del metal de Bizkaia, que duró diez días. Piensa que además, huelgas del metal como tales no hay muchas en España, excepto en sitios donde hay una reestructuración importante que afecte a toda la provincia. Pero que exija mejoras en las condiciones laborales, no creo que haya. Entonces las alianzas han sido importantes para fortalecer las huelgas como estas, ejemplares, que exigen mejores condiciones.

El ejemplo de cómo los colectivos feministas vascos apoyan las huelgas de los sectores más feminizados de la clase trabajadora, ¿no?

Sí, o el caso de las trabajadoras de la limpieza de hoteles, un sector muy feminizado y racializado, que hicieron huelga porque se cumpla el convenio y triunfaron, logrando un aumento sustancial de los salarios que les ha cambiado la vida a las trabajadoras. O Las trabajadoras del museo de Guggenheim que están en huelga más de 220 días.

El título de vuestro trabajo plantea en un sentido esta perspectiva en términos estratégicos: “Hacer huelga para renovar: las estrategias de organización de los sindicatos vascos y el uso de la caja de resistencia”. A partir de este sindicalismo que tú dices que recrea la combatividad de los sindicatos de las décadas del 60 y 70, ¿crees que podrían aportar a cambiar de alguna manera la práctica sindical confeccionada en la época neoliberal y ayudar a resolver la crisis de representación sindical?

En el País Vasco se está viendo este cambio, también en Navarra. Van creciendo ELA que es el sindicato mayoritario, LAB también es mayoría en varias empresas y se empieza a ver que igual es útil estar afiliados a estas organizaciones y no a otras. Y hay ciertos conflictos en los que han sobrepasado con creces avanzando en los derechos laborales y políticos de los trabajadores. Ha habido ciertos triunfos ejemplares. Esto denota que, aunque la gente sigue viendo con bastante reticencia al sindicalismo, desconfía menos y ya nos los ve como algo ajeno a ellos mismos. O sea, estar sindicado es algo más normalizado en general en el País Vasco, donde en cierta manera, como escribí en un artículo, otra práctica como la del sindicalismo vasco muestra que la lucha obrera puede disciplinar al capital.

Muestra cómo ciertas prácticas de solidaridad básica y división del trabajo colectivo, en este caso la caja de resistencia que implica una solidaridad común de los medios de reproducción, simplemente que la gente pueda reproducirse cuando está peleando y anulando su salario. Y destinar cierto conocimiento colectivo para que dar asesoramiento y formación en los conflictos o en sus derechos laborales. ELA y LAB, en distintos niveles lo hacen, mientras CCOO y UGT considero que eso sí que no lo hacen, aunque tienen muchos recursos, no los dedican para desarrollar una conciencia crítica y subversiva con la realidad.

En estos sindicatos hay mucha gente que se está preparando para llevar ciertos conflictos a una escala mayor, tanto legal como organizativa, se plantean por ejemplo la nacionalización de ciertas ramas, etc. Que se lo planteen es muy positivo y en ese sentido digo que es desde una posición ofensiva que no se limita a mantener los derechos y reproducir las misma lógica de siempre, sino que se plantean ir más allá. Podemos cuestionar si el marco donde operan igual es limitado para satisfacer las necesidades de sus afiliados, pero por lo menos se plantean romper la lógica de siempre.

Pero de todas maneras, teniendo en cuenta el marco legal al que estamos expuestos, la dinámica empresarial y la estructura productiva, creo que sin grandes cambios en los derechos laborales a nivel estatal y también a nivel europeo, todo lo que se pueda ganar a nivel autonómico o local es muy limitado.

¿Cuál es tu visión de la no derogación de las reformas laborales y de la nueva reforma pactada por CCOO y UGT?

El gobierno dice que tiene mejoras, y se puede aceptar que hay algunas mínimas y tácticas, pero aunque con todo el bulo que le van a meter para justificarlas, no va a cambiar ni el marco laboral de forma sustancial, ni la dinámica de los propios actores, porque no lo han pedido ellos así y el consenso lo denota. Tampoco va a cambiar el mercado laboral español y la juventud que se va integrando al mismo no es empleable para las dinámicas de acumulación global que están habiendo, porque además no existe una estructura productiva sustancial. Y las mínimas reformas, por más positivas que sean, no son aplicables, porque por mucho que elimines los contratos por obra y servicios la ley no se aplica casi nunca y los niveles de temporalidad van a seguir. Entonces, por mucho que cambien la ley, si luego no haces que se aplique, no va a cambiar nada.

No pueden vender esto como si fuera un logro gigante, además a través del consenso y la paz social, que es lo que me parece más preocupante. Y los propios sindicatos los están presentando como un cambio sustancial y desmovilizando a sus bases, me parece un error estratégico garrafal.


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Cynthia Luz Burgueño

Barcelona | @LubCynthia
Profesora de secundaria. Doctora en Historia en la Universidad de Barcelona (UB), especializada en clase trabajadora durante el franquismo y la transición. Escribe sobre marxismo y lucha de clases, género y clase, precariedad y feminización del trabajo. Ha sido curadora de la exposición «Las Kellys. Lucha de mujeres en la Barcelona precaria», en La Virreina-Centre de la Imatge. Es coautora del libro «Patriarcado y Capitalismo. Feminismo, clase y diversidad» (AKAL), 2019. Escribe en IzquierdaDiario.es, EsquerraDiari.cat y en ’Contrapunto’.