¡Estimades lectores! Inauguramos esta sección para intentar responder, cortito y al pie, algunas preguntas que nos hacemos, que nos llegan o que surgen de algunas charlas que tenemos y que en muchos casos parten de los sentidos comunes que instalan los discursos e ideologías hegemónicas. Por su extensión, no podremos resolver con profundidad ciertas problemáticas, pero no dudes en seguir los links que dejamos para conocer más de estos temas.
Hoy hablaremos sobre los sentidos comunes que intentan asociar al comunismo o al socialismo a los procesos de burocratización y autoritarismo, como oposición a la democracia capitalista. Empresarios, políticos, funcionarios, todos reconstruyen la historia de la URSS y lo hacen para marcar los límites a las libertades individuales, los atrasos y errores del mal llamado "comunismo real", para destacar que la democracia capitalista es superior.
Hace muy poquito, Putin salió a decir que Ucrania era un "invento" de Lenin y la URSS. Del otro lado del charco, Trump muchas veces salió a decir que Estados Unidos jamás sería comunista porque allí reinaban los valores de la democracia. Más acá en el globo, se escucharon los ecos del fantasma del comunismo entre las diapositivas de los empresarios de la Asociación Empresarial Argentina para hablar sobre la importancia de la “libertad” de mercado. Muchos autores se ven en las universidades y terciarios que discuten y tergiversan estas ideas del comunismo, asociándolo a Stalin, al autoritarismo o a la burocratización.
¿El Socialismo implica autoritarismo?
Una de las principales imposturas teóricas que suelen desarrollar es la de unir el régimen político (la forma de organización política de la sociedad) al régimen social (su contenido económico-social y su forma de producción) o la de separar artificialmente uno del otro. El debate sobre los totalitarismos tuvo su auge posterior a la Segunda Guerra Mundial y con la caída del Muro de Berlín. Muchos autores se dieron cita en estas discusiones como Kershaw (con sus prolíficas biografías sobre Hitler y sus discursos), o Lewin (con una teoría desde la psicología experimental sobre la maldad humana). Los discursos predominantes buscaron, a partir de la Segunda Guerra Mundial, explicar el nazismo proponiendo que había una guerra entre la “democracia y el fascismo”. Algunos politólogos se han parado en la categorización que realiza Sartori, retomando el problema de los regímenes políticos totalitarios y autoritarios para nombrar el caso de la URSS, que queda mecánicamente emparentado con el nazismo. Se discute sobre su forma política pero no sobre su contenido social. Se busca construir un relato, a fin de cuentas, donde el capitalismo es democrático y el comunismo [1] es autoritario. Pero no hay una correlación directa entre el régimen político y social de cada una. La burguesía ha utilizado muchas veces las dictaduras para imponer su dominio, tanto en sus países, como en otros. Por otra parte, el socialismo como tal implica que haya procesos de democratización para su desarrollo. El estalinismo y la burocratización no fue su “culminación natural”, sino su negación.
¿Pero Marx no hablaba de dictadura del proletariado?
Sí, pero lo hacía para establecer que existe un dominio de una clase social sobre otra. Marx sostenía que la democracia capitalista era el dominio de una minoría (los grandes empresarios), sobre la mayoría. No importa cual sea el régimen político que revista, aun en la república más democrática, se utiliza la fuerza policial para defender el derecho privilegiado: el de la propiedad privada, que se alza por encima de cualquier cosa. Ya lo vimos, por ejemplo, en las crisis mundiales: en 2008, para salvar a los bancos, el Estado norteamericano dejó a millones sin vivienda por la crisis. O las múltiples veces que la policía desaloja a los trabajadores que toman una fábrica para ponerla a producir y no perder los puestos de trabajo, en defensa de los intereses de la propiedad de los empresarios. En todo caso, cuando Marx habla de dictadura, no lo hace en términos de las dictaduras (capitalistas) que nosotros conocemos. Su significado proviene de la antigua Roma, donde la dictadura era un período corto de transición donde se establecía una magistratura extraordinaria en donde se concentraban los poderes. Habla del contenido social, no político. El capitalismo se dice abanderado de la democracia, pero sólo ha podido ofrecer democracias degradadas, desgastadas, llenas de guerra opresiva, pobreza y miseria. Eso sí nos tapamos un ojo, porque si lo destapamos vemos que el paladín de la democracia, Estados Unidos, sostiene y ha sostenido muchísimas dictaduras (como las de Afganistán e Irak o las de Latinoamérica), en pos de sus intereses económicos.
Cuando Marx habla de dictadura del proletariado, establece que cuando los trabajadores tomen el poder, establecerán su dominio (el de la mayoría) sobre los empresarios (la minoría social) como forma transitoria hacia el comunismo, donde no existirá el Estado como tal. Y esto por supuesto no implica que el régimen político deba ser autoritario, sino todo lo contrario. El proceso que conocieron Marx y Engels y que demostró los esbozos de un nuevo régimen político aun más democrático que lo que conocemos, fue la Comuna de París en 1871, un gobierno obrero que desarmó al ejército burgués y lo reemplazó por el pueblo en armas, instauró una cámara única de representantes que concentraba las funciones legislativas y ejecutivas, impuso que los funcionarios fueran revocables y ganaran lo mismo que un obrero, entre algunas de sus principales medidas.
¿Entonces la burocratización no es un proceso inherente al poder o al desarrollo social?
Muchas interpretaciones del proceso de burocratización de la URSS intentan explicarse a la luz de la teoría weberiana sobre la burocratización, como forma de desarrollo necesario de una sociedad racional para lograr la eficiencia de la misma. Sin embargo, el proceso ruso demostró todo lo contrario: cuanto más se desarrollaron las formas democráticas, más se desarrolló la vida social, económica, política y cultural. Mayor fue la inventiva del pueblo trabajador para otorgarle soluciones a sus problemas. La clase obrera y el pueblo pobre han demostrado una enorme creatividad en la forma de conquistar y repensar nuevas instituciones de poder político. En Rusia en 1905, por ejemplo, surgieron organismos que disputaron el poder del zarismo y eran organismos de coordinación con una amplia democracia: los soviets. Construyeron en ellos la base del poder, profundizándolo en 1917, instancias de discusión de las cuestiones económicas y políticas simultáneamente, uniendo las figuras del ciudadano y el productor, que están divididas en la democracia burguesa. Tomaron en sus manos las formas novedosas de la democracia de la Comuna de París y debatieron sobre todas las formas de mejorar la vida real de los diversos sectores sociales. El partido bolchevique puso en el centro toda acción posible para empoderar a los sectores sociales a que tomaran las riendas de la organización de las fábricas y de los campos. Con importantes Congresos de múltiples debates, realizaron legislaciones sociales, educativas y de salud que siguen siendo innovadoras al día de hoy. La URSS fue el primer lugar en transformar por completo la vida de las mujeres: fue el primer lugar donde fueron tratadas como iguales, con legislaciones como el divorcio express o el derecho al aborto otorgado en 1918, en donde también se despenalizó la homosexualidad.
¿Por qué se burocratizó entonces la URSS?
Los procesos de burocratización son complejos y responden a múltiples causales. Tienen bases materiales y culturales y dependen mucho de la estrategia de los partidos que dirijan la insurrección. Trotsky, Lenin y muchos militantes del Partido Bolchevique dieron una enorme pelea contra la burocratización. Creían que era un problema que tenía bases materiales: el ataque de catorce potencias había dejado al pueblo trabajador exhausto y mermado. Los sectores más valientes y audaces habían muerto combatiendo. La URSS vivía en una situación de mucho atraso social, económico y cultural, derivado del Imperio Zarista que gobernaba anteriormente.
Estos fueron elementos determinantes, porque si uno tiene tantas penurias materiales, es más difícil poder involucrarse en la política y en las decisiones cotidianas de la organización de un Estado.
El atraso era muy grande no solo en la vida, sino en el trabajo. Se otorgaron las 8 horas de trabajo por primera vez a nivel mundial en la URSS, una demanda muy sentida. Pero el 85% de la población era campesina y analfabeta en muchos casos. Los métodos de labranza y cosecha eran terriblemente rústicos. Los revolucionarios en ese momento sabían que sólo si avanzaba la revolución en otros países más avanzados, como Alemania, podría ser una palanca central para revolucionar la vida de toda la URSS. Por eso volcaron sus experiencias y discusiones a ayudar a los Partidos Comunistas en Europa. Se abrieron procesos revolucionarios en muchísimos países: los trabajadores de todo el mundo, por primera vez, veían materializada la posibilidad de la revolución y se levantaban contra la guerra mundial que los había mandado a la muerte. Sin embargo, los procesos revolucionarios no triunfaron: en Alemania en 1918 y 1923, en Italia en 1921, en Hungría en 1919 y China en 1925. Se abrió un proceso de estabilización donde, derrotada la clase obrera, la URSS terminó muy aislada.
En 1924, Bujarin y Stalin consolidaron su teoría del “socialismo en un solo país”, que es ampliamente resistida por sectores del Partido Bolchevique. Ya venía consolidándose un sector del Partido en los altos cargos que, basándose en la importancia de esos cargos, se otorgaba algunos privilegios que fueron creciendo. Con la muerte de Lenin, triunfa esta línea y se asientan estos sectores con más fuerza. Lo siguiente es la persecución política de los sectores contrarios a él: en 1929, Trotsky es exiliado de la URSS y debe escaparse.
Recomendamos ver: El marxismo de León Trotsky - Cuarto encuentro, por Matías Maiello
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¿Cómo se puede evitar el proceso de burocratización?
No hay una forma mágica, depende de la pelea que demos y la construcción de una organización consciente que ponga el foco en este aspecto. Empieza con la lucha contra las burocracias que existen actualmente en los ámbitos del capitalismo, empezando por las del movimiento obrero. El marxismo busca alejarse de todo “esencialismo” en las conductas de lo humano. No creemos que el poder en sí mismo corrompe o que el ser humano es malo por naturaleza. Tampoco creemos que la clase obrera tiende en sí misma hacia la pelea contra la burocratización, sino que tiene inscripto el potencial para dar esa pelea.
El problema de la pelea contra la burocratización es central si queremos construir una sociedad verdaderamente socialista. Cuanto más sujetos sean las masas trabajadoras, cuanto más avanzadas en su conciencia, más difícil será que una burocracia pueda extirparles el poder. Y como dijimos más arriba, para eso es necesario no sólo el mejoramiento de las condiciones materiales sino trabajar menos. Incorporando los desocupados al aparato productivo, se podrá repartir las horas de trabajo entre todas las manos, para trabajar menos. Pero no nos conformamos con ello: si la tecnología disponible en el mundo fuera repartida, trabajaríamos muchísimo menos para poder satisfacer nuestras necesidades.
Por eso una revolución nunca debe detenerse en las fronteras nacionales. Es central avanzar porque cuanto más desarrollo, cuanto más disponibilidad de la tecnología de última generación sea ganada en nuestra pelea contra los capitalistas, más podrá desarrollarse el poder del pueblo trabajador y este podrá combatir cualquier intento de burocratización. Con nuevas revoluciones, los obreros que ya hayan tomado el poder, ganarán en empoderamiento, en fuerza y audacia.
No es un camino fácil y tenemos muchos enemigos pero es un camino apasionante y el único realista para cualquier persona que busque construir una verdadera democracia y sepa que para ello es fundamental borrar las trabas económicas que la impiden.
La democracia soviética ha mostrado ser mucho más democrática que la que vivimos en este sistema, porque unía el ciudadano al productor, involucrándose así a las cuestiones centrales de la economía y la política del país. Muy lejos del voto cada dos años a políticos que, una vez elegidos, hacen lo que quieren y hay que esperar dos años más para volver a involucrarse.
Instituciones como los Soviets, coordinadoras o asambleas han demostrado a lo largo del siglo XX que se pueden constituir en organismos de poder de los trabajadores en su lucha contra el capitalismo. Espacios en donde están representados los distintos lugares de trabajo pero donde se discuten los grandes problemas sociales. En donde participan delegados pero que si no cumplen con lo estipulado se pueden revocar y elegir otro. Y en donde los espacios de mando son rotativos y no se pueden reelegir: los delegados deberán volver a sus puestos de trabajo una vez terminado su mandato.
La lucha por constituir estos organismos no está desligada de la pelea por reducir el tiempo que dedicamos al trabajo. Cuanto menos trabajemos el conjunto de la sociedad, más podremos dedicarnos al arte, a la ciencia y la investigación y a la política.
No nos dejamos engañar, porque sabemos que otro futuro es mejor, porque podemos construir una verdadera democracia de los pueblos, sin hambre ni miseria, sin Estado ni poder.
¡Hasta la próxima! Nos podés escribir a [email protected]
Celeste O’Higgins
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