Después de cuatro décadas el tianguis cultural El Chopo se mantiene en la oferta cultural de la Ciudad de Mexico no sin cambios ni problemas pero su historia es también la historia de la ciudad.
Jueves 8 de octubre de 2020
El cuatro de octubre de 1980 las puertas del Museo Universitario del Chopo abrían esperando atraer a un sector de la escena cultural de poca cercanía con las esferas tradicionales de la "alta cultura"
Cuando el antiguo Museo de Historia Natural dejó las instalaciones fue todo un reto llenar el espacio que otrora ocupaban fósiles y maquetas. Bajo la iniciativa del promotor cultural Jorge Pantoja fue que el museo se propuso organizar en sus instalaciones un espacio abierto al intercambio de discos y música. La propuesta original incluía cuatro fines de semana, cuatro décadas después aquella apuesta sigue dando frutos.
El primero de los meses de lo que ahora llamamos el Chopo no fue más que un conjunto de mesas dispuestas para que, jóvenes y no tan jóvenes, expertos y neófitos, intercambiaban extraños y a veces valiosos discos de vinil, de esos que nuestros padres aún guardan en cajas que a su vez guardan en los rincones de la casa.
El tianguis de trueque que inició en el el Chopo pronto migró a la calle. De ahí no saldría hasta ahora, pero su andar ha cambiado de ubicación durante estos años. Sus primeros años pasó por las calles aledañas al museo, por las cercanías del Casco de Santo Tomás, por el kiosco Morisco hasta que llegó a las inmediaciones de la estación de trenes Buenavista.
De las calles de Santa María la Rivera hasta las fronteras con la colonia Guerrero, la oferta del tianguis ha evolucionado. Lo que fue un espacio de intercambio musical se convirtió en las décadas siguientes en un rincón desde donde exponentes del rock y otros generos, se atrincheraron para defender un espacio que consideraron suyo.
Desde los exponentes del movimiento Rupestre encabezado por Rockdrigo González hasta las bandas de ska en los noventa, pasando por muchos otros géneros y artistas con pocos reflectores, el Chopo también es un lugar donde anidó un sector de la juventud que no hallaba identidad en los espacios del espectáculo dominados por los grandes medios de comunicación.
Para muchos millenials queda el recuerdo de los conciertos en los que cada fin de semana podían encontrar lo mismo al Salón , Los RudeBoys, al Panteón, las Ultrasónicas y a un largo etcétera de bandas que ahora son reconocidas pero que a principios de los noventa peleaban por un espacio en el tianguis. Desde luego también quedaron en esas calles los sonidos de un sinfín de actores que, aún sin tener nombre, dejaron una huella en la historia del Chopo
Entre las decenas de puestos en los que ahora se venden artesanías, ropa, libros y desde luego música, permanece en menor medida el trueque como si éste viejo método estuviera en el ADN del lugar.
Por otro lado la imagen contemporánea del tianguis trae a la cabeza los grupitos de jóvenes que religiosamente caminan los pasillos del Chopo cada fin de semana, casi siempre, sin comprar mucho pero atentos a laa experiencia que ofrece el tianguis.
Esta historia no ha estado exenta de disputas y problemas por el rumbo que debe tomar el proyecto, sin embargo, después de cuarenta años esperamos que el Chopo permanezca en el paisaje de la ciudad como trinchera para un sector disidente del espectro cultural.