Entrevista a Susana Roitman. Licenciada en Filosofía Doctora en Ciencias Sociales. Docente e Investigadora de la Universidad Nacional de Villa María.
Miércoles 18 de mayo de 2022 12:00
LID: ¿Qué evolución tuvo el empleo privado en relación a la población en los últimos 10 años? ¿Qué transformaciones relevantes se pueden ver en el mercado de trabajo privado?
SR: Pese a los discursos altisonantes del gobierno provincial, el empleo privado registrado ha sufrido pérdidas significativas en los últimos 10 años, aún en relación a los parámetros nacionales o comparativamente con Santa Fe, provincia que por población y estructura económica resulta bastante comparable.
Yendo a los números del SIPA (Sistema Integrado Previsional Argentino) que contabiliza entre otros datos los asalariados privados aportantes a la jubilación, podemos ver en este cuadro la relaciones numéricas entre ambas provincias entre el 3er. Trimestre de 2011 y 3er.de 2021
Como se puede ver Córdoba arranca con un número ligeramente superior y termina la década con menos trabajadores.
La reducción de empleos entre ambas puntas de la serie en Córdoba es de 10 mil, un 2,5% aproximado. Si tenemos en cuenta aproximadamente el crecimiento vegetativo de la población, la pérdida de empleos “reales” en el sector privado registrado asciende entre un 12 o 13% como mínimo en la década. Se puede ver en el gráfico el impacto de la crisis devaluatoria del 2018, expresada en la brusca caída de 2019 y la crisis pandémica de 2020 y como la recuperación del 2021 es mínima, no alcanza ninguno de los otros años de la década. A nivel nacional la pérdida de empleo asalariado registrado entre las dos puntas es un poco menos del 1% sin tener en cuenta el crecimiento demográfico. O sea, un desastre. Ahora bien, el plus de “desastre” en Córdoba ¿debe atribuirse al “cordobesismo”? Si vemos cuales son los sectores en que se perdió el empleo nos encontramos una notable caída en la industria insignia, la automotriz, de cuatro mil puestos de trabajo y en la construcción de 5 mil. Esto, pese al anuncio y la realización permanente de obras públicas y de inversiones en el sector automotriz, como los de Nissan o Renault en el último mes. Los cambios tecnológicos y organizativos posibilitan que las automotrices presionen con los llamados “retiros voluntarios”, que con la complicidad gremial obligan a los trabajadores a la renuncia a cambio de una indemnización algo superior a la correspondiente por ley. En la construcción también los mega emprendimientos inmobiliarios adonde va a parar parte de la renta sojera y grandes obras públicas resistidas por el daño al ambiente, como la del corredor bioceánico para sacar la producción agropecuaria o la del valle de Paravachasca con muy peligroso impacto ambiental permiten la mayor productividad del trabajo en empresas como Roggio, Paolini, Chediack y la cementera Holcim. Estas son señales de que dentro de una política nacional extractivista y que propende a la concentración, Córdoba va más allá en el entrelazamiento con el núcleo empresarial concentrado lo que trae consecuencias en el empleo. Aún dentro del empleo registrado los fenómenos marcados de tercerización, práctica cada vez más extendida en las ramas automotriz, servicios empresariales para el agronegocio y construcción tiran el salario a la baja fuertemente. Es común por ejemplo que un “retiro voluntario” de una automotriz pase a cumplir las mismas tareas en una tercerizada por sueldos que suelen ser la mitad del original, y peores condiciones en todos y es un cuesta abajo irreversible. Es decir, la concentración trae consecuencias en términos de pérdidas de empleo, de acentuación de la intensidad de ritmos de trabajo, de enfermedades y muertes laborales y salario a la baja.
Te tiro dos datos. Se habla mucho de la emergencia de “trabajadores pobres”. Esto no solo se refiere a cuentapropistas o trabajadores en negro sino también a trabajadores registrados. Analizando los microdatos de la EPH en el Gran Córdoba, los trabajadores con aportes jubilatorios y obra social pobres (en el sentido del INDEC, es decir, que pertenecen a familias en las que la suma del ingreso per cápita no alcanza a la Canasta básica Total) aumentó en un 40% entre el tercer trimestre de 2017 y el del 2021, mientras en Río Cuarto el número se multiplicó por tres. Entre paréntesis, todos los indicadores se deterioraron en Río Cuarto, pese a ser una ciudad de la “pampa gringa”, la del “pejotismo bien afiatado”. Y aunque lamentablemente, en Villa María la recolección de datos no se realiza o se realiza pero no se publica (tanto la Municipalidad como la Universidad cuentan con estructura para el relevamiento) es dudoso que los números sean tanto mejores, como sugiere Natanson al hablar de “villa sin villas”. Claro que el núcleo pampeano tiene ciertas dinámicas que localmente logran condiciones mejores que las del Gran Córdoba o las del noroeste pero la tendencia es a empeorar más rápidamente, como pasa en Río Cuarto. Un dato más, en esa ciudad los jóvenes asalariados sin descuento jubilatorio, o sea “en negro” pasan de 4 mil a 7 mil desde el 2016 al 2021.
Pero volviendo a la fracción del “trabajador pobre” registrado, cuentapropista o no registrado, aunque su emergencia y fortalecimiento no es nueva se acelera frente a los números de la caída salarial que además de ser muy fuerte es heterogénea. En términos generales el salario del sector privado registrado perdió el 15,6% entre 2018 y 2021, el 20,3% entre el sector público y el 25,9% en el sector privado no registrado, según el IARAF, una fuente que no puede ser tachada de exageración. Pero estos promedios no deben ocultar el acrecentamiento de la heterogeneidad que es una base material – no mecánica, claro - para la dificultad en la articulación política.
Por otra parte, aunque la matriz productiva de Córdoba aparezca heterogénea, existen numerosos entrelazamientos entre las ganancias extraordinarias provenientes de la agroindustria a los que se acoplan también los de la “megaminería”, un concepto que introducen Deón y otros para hablar de la extracción de áridos a gran escala y fuera de todo ordenamiento territorial, de los mega-emprendimientos inmobiliarios y la industria automotriz. Esta última, como muestran Fitzimons y Guevara, se valorizan gracias a la agroindustria. Esta matriz, que se potencia con políticas locales y nacionales para favorecer este núcleo, tiene como condición el empleo barato, precarizado. Quizá en Córdoba la pasivización regresiva, es decir, en términos gramscianos, aquella que quita espacio a las clases subalternas para la iniciativa popular ha logrado un éxito más marcado que a nivel nacional, por la habilidad de la “rosca” pero sobre todo por las propias condiciones estructurales que habilitan la “unidad” entre los sectores dominantes y la dispersión entre los subalternos. Esto, me parece, es el éxito de lo que se presenta como la “eficiencia del modelo cordobés”. Creo que el episodio donde “Grobo y Grabo” lanzaron su campaña colaborativa en la radical (partidariamente) ciudad Universitaria (no por ello menos pejotista) es indicio y símbolo de revolución pasiva regresiva, de desplazamientos moleculares en la correlación de fuerzas. A estos desplazamientos contribuyen sectores medios o medio-altos ligados a los núcleos empresariales inmobiliarios, agronegocios, industriales, la gestión de la salud cada vez más privatizada o a altos cargos en el poder político que actúan como “intelectuales orgánicos”, impulsados por los medios, de una clase dominante organizada que construyen hacia abajo un sentido común meritocrático y autoculpabilizador. En otro momento podemos hacer un análisis más detallado de ese decil de mayores ingresos de la población del Gran Córdoba.
LID: ¿Cómo ves la situación de los trabajadores desde el punto de vista de las condiciones de trabajo, tanto en el empleo privado como en el público?
SR: En cuanto las condiciones de trabajo se deterioran en todos los planos. Si tenés un 10,1% de desocupados y un 28,9% de ocupados demandante de empleo, cifras más altas del país en el tercer trimestre de 2021, la presión crece hasta límites insoportables. En el Gran Córdoba los trabajos registrados entre 2017 y 2021 han disminuido un 5,7% y han aumentado los no registrados un 17%. %. En la síntesis entre las dos tendencias el número de asalariados aumentó el 1%, lo cual no tiene en cuenta el crecimiento vegetativo. O sea, los empleos totales no aumentan y además bajan los registrados y suben los no.
Siguiendo con números, vemos que jóvenes son los más afectados ya que en el tercer trimestre del 2021 el Gran Córdoba tiene cifras de 27% de desocupados entre 18 y 26 años. En los jóvenes pobres la cifra se eleva a 39%. Estos números entre las mujeres son respectivamente 28 y 43 %. Esto es impactante, las mujeres jóvenes pobres que buscan trabajo sin encontrarlo son casi la mitad de ese segmento de Población Económicamente Activa.
Pero no solo son números, la plataformización, la uberización, la idea del “colaborador” son formas novedosas de explotación que hay que abordar muy seriamente. Lo mismo que el ninguneo a los que en pandemia demostraron que eran realmente los “esenciales”: salud, docencia, los cuidadores, reproductores y productores de la vida. No hay espacio para hablar del tipo de actividades pero digamos que pese a que el sector público registrado se ha mantenido estable, se han acrecentado en gran medida los no registrados o semi-registrados dependientes del estado: becas, pasantías, monotributos, tercerizaciones están generando una especie de estado paralelo de gente de confianza en muchas dependencias. Esto es notable de la municipalidad de Córdoba con los “chalecos celestes” o los profesionales comunitarios que responden de manera mucho más obediente a sus jefes políticos en la gestión de los comedores, planes de empleo etc. Este mecanismo apunta a garantizar sistemas de lealtades. En este sentido el empleo público registrado por la EPH pasó del 16% que señala el 2017 con apenas un 2,5% de “no recibir descuento jubilatorio” a un 20%, en 2021 con la novedad de que un 7% no recibe descuento jubilatorio. Esto nos dice ante todo que el mito del sector público más pequeño del país, es eso, un mito y que hay aumento de personal relativamente al total. Una pequeña parte opera como vía de contención de ese universo precarizado, heterogéneo, que debe lealtad a sus jefes políticos o territoriales. Lejos quedaron los días en que entraban los punteros de Giacomino, Juez o Mestre a la Muni y Daniele batallaba por el pase a planta hasta conseguirlo y así se diluían las lealtades primarias. Ahora se intenta que recorran órbitas diferentes. Pero la mayoría de los nuevos asalariados de los estados provincial o municipales son precarizados que frente a la pandemia se contrataron para hacer frente a los problemas de salud ante todo, pero también docencia, limpieza. Sumamente precarizados, con salarios imposibles. Ellos han sido motores de las luchas en pandemia junto a trabajadores de plataformas, limpieza, algunos gastronómicos. Son un grupo abigarrado, heterogéneo, jóvenes, con vínculos con la educación en los distintos niveles y con las barriadas populares, con un estilo de disciplinamiento menos rígido que el fabril, aunque no menos duro. Un sector creciente, esencial, ligado a la reproducción de la vida, que encabezó muchas de las luchas de Córdoba pandémica junto con los autoconvocados del transporte urbano e interurbano. En esto el cordobesismo no tiene diferencias con el resto del país. Por otra parte, hay que seguir con atención las cifras de enfermedades profesionales y “accidentes” laborales (la comilla corresponde a que se podrían haber evitado) que desde 2019 publica la Superintendencia de Riesgos de Trabajo. Entre enero y diciembre de 2020 hay en Córdoba 40 muertes y en el mismo período 2021, 41, al mismo tiempo que se registra para los mismos períodos un alza del 29,3% de accidentes de trabajo y enfermedades profesionales que pasan de 31.500 afectados a 41.000, sin contar los casos de Covid-19. Proporcionalmente a los trabajadores registrados, el número es más alto para Córdoba que para el resto del país. Esta situación sin duda se agrava entre los trabajadores no registrados y cuentapropistas no reflejados en esos números. Hay mucha tela para cortar en temas de condiciones de trabajo y no me quiero extender porque LID refleja en forma exhaustiva desde situaciones puntuales al marco general que habilita el empeoramiento de las mismas. Pero insistir que Córdoba tiene ese “plus” que debilita las luchas intercapitalistas, entre sectores dominantes y dificulta la unidad en la “clase que vive del trabajo”. Es decir, la configuración estructural trae consecuencias en términos de pérdidas de empleo, de acentuación de la intensidad de ritmos de trabajo, de enfermedades y muertes laborales, salario a la baja y fragmentación. También hay que decir que los planes de empleo que implementa el gobierno provincial como el Primer Paso consisten en subsidios encubiertos a las empresas, algunas Pymes, pero especialmente las grandes. La instalación de grandes inversiones en informática o en la automotriz tiene siempre condición que la Provincia pague parte del salario. Marina Falvo ha explorado eso en las automotrices con detalle. Hace algunas semanas, cuando se anunciaba la inversión de Nissan, con la presencia de Alberto Fernández, la prensa reflejó el momento en que Schiaretti lo mira fijamente a Fernández diciendo que los provinciales son los modelos de planes de empleo. Se refería a que los primeros años la provincia pagará parte del salario de los nuevos puestos de trabajo. ¿Necesita una multinacional como Nissan que un estado endeudado hasta las orejas aporte parte del salario? Bueno, eso es un resumen del cordobesismo. Subsidio y facilidades de toda índole al capital entrelazado y subordinación de la subalternidad a esa directriz.
LID: Cuando se hace referencia a los factores que le dan estabilidad al modelo cordobés, mucho se habla de la importancia del complejo empresarial pero poco se habla del mundo sindical, en una provincia con sindicatos de peso tanto en el sector industrial como en comunicaciones, transportes y servicios. ¿Cómo ves el rol que juegan las conducciones sindicales en el esquema de la gobernabilidad provincial?
SR: Me parece que también hay una impronta provincial, con algún desplazamiento con respecto a la “normalidad nacional”. Los dirigentes aquí son integrantes en la construcción del cordobesismo, no solo apoyaturas como pasa a nivel nacional. Si con el gobierno de los Kirchner fueron desplazados a nivel nacional con ciertas rupturas, etc. aquí conservan su poder en el corazón mismo del entramado. No es casual que el eterno ministro de Educación sea el ex secretario del gremio de los docentes que lleva a la pobreza al sector público más poblado (muchos de estos “trabajadores pobres” de los que hablamos son docentes) o que haya habido alguien como Dragún secretario de SMATA, que intentó borrar la memoria histórica de las luchas del sector automotriz, como Ministro de Trabajo. O del eterno Pihén, del Sindicato de Empleados Públicos, legislador por Hacemos por Córdoba, secretario de la CGT. Y a aquel que muestra algún grado de indisciplina como Luz y Fuerza o Saillén se les remueve o desprestigia judicialmente sacando sus trapitos al sol, que obviamente los tienen, no se trata de inventos, pero se utilizan en el momento justo. Lo sindical es una parte muy importante de la configuración del “cordobesismo”. Tiene un papel central en la contención del conflicto. Lo mismo ocurre con una buena parte del movimiento de las organizaciones de la “economía popular”, o como se la denomine y en esto creo que si hay similitudes con nación. Los que en relación a nación son kirchneristas o albertistas acá son schiarettistas, como el Movimiento Evita y otros. Siempre hay maneras de justificar las contradicciones con el latiguillo de que la prioridad es “resolver los problemas de la gente”. La pregunta a las y los compañeros es que si en este marco de acuerdo con el Fondo, de deuda provincial en dólares reestructurada con intereses altísimos y creciendo siempre, de enriquecimiento fenomenal de los sectores dominantes, se pueden resolver con alguna seriedad los “problemas de la gente”. Y no es una pregunta retórica porque hay quienes sueñan con cambiar la correlación de fuerzas con minipolíticas que habilita el estado en sus tres niveles. Y ahí hay un problema. Poulantzas decía “contra el estado y en el estado”, pero acá parece que el “contra” quedó en el olvido. Y el “en “ se toma como sumisión a un marco donde “no hay alternativa”. La crítica al autonomismo, las propuestas de capilaridad, muchas cuestiones interesantes del debate post 2001 han derivado en estos tiempos en una aceptación acrítica de la vía estatal o del “entrismo”. La posibilidad de un proyecto alternativo propio, de clase para disputar poder no se ve como horizonte, hay que construirla desde abajo.
LID: En uno de tus trabajos, señalas que en la última huelga significativa, la de UTA de 2017, las conducciones sindicales no se solidaron de manera activa con la lucha, evitando llamar al paro. ¿Crees que el resultado de esa huelga fue un punto de inflexión en la lucha de clases en Córdoba de los últimos años? (en el sentido de asentar una relación de fuerzas favorable a la ofensiva patronal-gubernamental)
SR: Con respecto a la huelga del transporte urbano en 2017 no se si fue un punto de inflexión, más bien ceo que fue una posibilidad de iniciativa popular derrotada, justamente por este entrelazamiento empresario, gobierno, sindicatos que ponen freno intentando el consenso o la indiferencia, pero donde no les tiembla la mano de la represión como en este caso. No fue la única batalla, porque Córdoba tiene historia y puede encenderse. Tenemos el 2018 en la Universidad, tenemos decenas de luchas ambientalistas, la lucha de los trabajadores de Minetti, la de los trabajadores de la salud, la de los precarizados, luchas que como pasa en todo el país no logran presentarse en modo de revuelta de gran calado como la del 2001, especialmente en el territorio bonaerense.
LID: ¿Por dónde te parece que pueden venir los fenómenos de recomposición que reviertan esa relación de fuerzas? ¿Qué articulaciones sociales ves necesarias para esto? En este marco, ¿cómo ves el rol de la izquierda?
SR: La modificación de la correlación de fuerzas como ha sido dicho hasta el cansancio no es algo que viene dado como un corset, se construye. No voy a ser nada original si digo que para revertir esto hay que estar en modo debate, articular de la manera más amplia, enfatizar en la iniciativa popular. Lo electoral puede ser disparador, pero la elección burguesa, de individuos atomísticos y atravesados con todos los mecanismos de marketing, neurolingüísticos y el arsenal de dispositivos para la aceptación no puede ser el centro. Hay que acudir a las prácticas tradicionales de lo colectivo y reinventar otras formas de organizarse. Me parece que la Marcha Federal es una esperanza en la disputa territorial, en la calle, el lugar de lo público y lo político. La izquierda es y puede potenciarse como levadura y antídoto contra el discurso de los Milei, que tienen campo orégano para sus divagaciones con el fracaso de los progresismos o de los neoliberalismos más o menos gradualistas, pero también de los discursos gradualistas, del cordobesismo o del progresismo retórico. La izquierda puede habilitar el debate y especialmente las articulaciones y movilizaciones desde abajo. En particular en el tema del trabajo, hay que prestar atención a las formas que emergen de autoconvocatorias, de tangencialidad a los sindicatos. Lo mismo que las formas anti-extractivistas o los feminismos anticapitalistas. Hay que buscar un lenguaje común. No hay prácticamente puntos de contacto entre las luchas contra el agronegocio y la de trabajadores como los aceiteros de Tancacha que tienen una perspectiva de clase en sus reclamos y organización, pero que apoya su poder estratégico en el corazón de la agroindustria ¿cómo vamos a enfrentar estas fragmentaciones? Ese es un desafío mayor. Insisto que el diferencial Córdoba es el entrelazamiento fuerte entre fracciones de capital heterogéneas que ha logrado encarnar el cordobesismo, subsumiendo a los sindicatos, iglesias, movimientos sociales. Presentar contrapartida uniendo las luchas fragmentadas es un área que la izquierda está haciendo pero tiene que profundizar. Para terminar la idea de menos horas, mismo salario y trabajo para todas y todos es muy buena, pero cuando vemos esta fragmentación estructural no sé como podría convertirse en una consigna aglutinadora, en esta a provincia por ejemplo que bate el record de los ocupados que buscan más trabajo. Hay que discutir estrategias, discutir y actuar. Me parece importante que todos los que estamos resistiendo desde la izquierda podamos encontrarnos, tener espacios para debatir, encontrar claves de lectura comunes.