Convocada para debatir desde el feminismo socialista “contra la distopía ultraliberal y la utopía de reformar el capitalismo”, Andrea D’Atri y Yohia Cardoso Marino de Pan y Rosas, cautivaron durante una hora la atención de 200 estudiantes, trabajadoras, y miembros de las asambleas barriales de la Ciudad. Una invitación especial: sumate a militar con nosotras.
Lunes 29 de julio 08:18
La presentación estuvo a cargo de Selma Román, joven trabajadora y estudiante de Filosofía en la UBA, de la Red de Precarizadxs. “Antes de comenzar, si les parece, queremos proponerles hacer una foto en apoyo a la lucha de los trabajadores del SUTNA que están enfrentando los despidos en una empresa que viene ganando millones y donde su dueño, el empresario Madanes, es uno de los emprearios más ricos del país. Mirá si va a tener alguna crisis. Mostremos que las que estamos acá apoyamos su lucha, que los feminismos tenemos que apoyar su lucha porque si triunfan, es un mensaje que dará fuerza a otros y a otras”. Inmediatamente las y lxs presentes se acomodaron en sus sillas, algunas se pusieron de pie. Mientras tanto agitaban el cántico de FATE escucha, tu lucha es nuestra lucha.
Andrea D’Atri es la fundadora de la agrupación internacional Pan y Rosas y legisladora porteña el PTS/Frente de Izquierda. Yohia Cardoso Marino es psicóloga, docente de la UBA y forma parte de la Posta de Salud y Cuidado. Reproducimos a continuación las ideas centrales que desarrollaron, que surgen de debates que Pan y Rosas viene planteando en diversos ámbitos de estudio, trabajo y barrios y que están reflejados en el suplemento Ideas de Izquierda aquí y aquí.
Yohia comenzó su planteo partiendo de que ya van siete meses de gobierno de Milei, donde tuvo algún triunfo como la aprobación de la Ley Bases, aunque lleno de contradicciones y acompañado por los votos de Pichetto, radicales, del PRO y sectores peronistas, así como una reforma laboral hecha a medida de algunas alas de la CGT. También se refirió a que “avanzan los despidos en el sector privado y público en áreas sensibles como la salud, programas de atención a víctimas de violencia de género. El FMI, el agro y el capital financiero piden una nueva devaluación”.
En este marco reflexionó que “esta ofensiva neoliberal se encuentra acompañada, a su vez, por una batalla cultural o ideológica que vemos en diversas redes sociales contra el ‘marxismo cultural’, dentro de lo que está incluído el feminismo. Abundan los discursos de odio contra las mujeres, la diversidad sexual y los sectores vulnerables, que. son utilizados sistemáticamente para justificar el desguace de políticas públicas, por ejemplo las que buscaban paliar las violencias de género. Lo que tal vez resulta ‘novedoso’ es que a este giro conservador que pone en agenda nuevamente debates en torno a la familia tradicional, los valores tradicionales, también lo encontramos en redes sociales y streamings opositores o supuestamente opositores. Un ejemplo más que claro es Guillermo Moreno que viene de cuestionar que hayamos conquistado el matrimonio igualitario hace 14 años, por decir lo más evidente”.
La docente continuó: “¿Y entonces cómo llegamos a que en el país del movimiento de mujeres y la marea verde haya este giro conservador?”. Y siguió: “Cinco años y tres gobiernos pasaron de la irrupción en escena del movimiento de mujeres por el aborto legal. Hacia el movimiento de mujeres este periodo fue acompañado de dos políticas activas por parte del peronismo; por un lado la cooptación de referentes del movimiento y por ello la institucionalización del mismo a partir de la creación de programas, secretarías y el Ministerio de Mujeres Diversidad y Género en 2019 (todo lo que hoy está siendo fuertemente atacado por el gobierno de la Libertad Avanza con despidos de sus trabajadoras y el vaciamiento y cierre de programas) . De esta forma se intentó ubicar al Estado como ‘garante de todos los derechos’, fomentando la pasividad de un movimiento que había sabido conquistar las calles. Con un ajuste en curso, el peronismo se dedicó a separar activamente la conquista de los derechos democráticos de los reclamos económicos y sociales, evitando las críticas, que con razón, realizamos otros sectores del feminismo, particularmente de la izquierda, como los de nuestra compañera Myriam Bregman, que nos mantuvimos siempre independientes al gobierno de Alberto, Cristina y Massa”.
“Esta separación fue acompañada de un discurso por parte de referentes peronistas que ubicaban en el reclamo del movimiento de mujeres y de la diversidad, la responsabilidad por el crecimiento de la derecha. Como si la legalizar el aborto hubiera implicado que el mismo sector olvidaba, si eso fuera posible, resolver el problema de la pobreza. La institucionalización del feminismo por parte de sus corrientes políticas hegemónicas no es gratuita, implica una integración al Estado que es capitalista y patriarcal”.
“Esto viene acompañado del rol activo que está teniendo la Iglesia católica intentando rearmar un proyecto peronista que se encuentra en crisis por diversas razones, por un lado en su crisis de representatividad tenemos a sectores más a la derecha como Moreno que no tiene ningún tapujo en reproducir discursos arcaicos y reaccionarios y por otro referentes como Grabois que intentan “transmitir” los valores eclesiásticos de ayuda al prójimo mientras le lavan la cara a Bergoglio ocultando que esa misma Iglesia es la que, en su larga historia, se ha opuesto a: la patria potestad compartida, el divorcio vincular, a la ley de educación sexual integral, de matrimonio Igualitario, y del aborto legal. Básicamente, a cualquier derecho democrático de los individuos en general y de las mujeres y la diversidad sexual en particular”.
Al finalizar, Yohia señaló “Quizás la crisis más importante que tenga el proyecto peronista hoy en día, esté dada por la imposibilidad de volver a reconstruir un Estado como ‘garante de todos los derechos’, debido a la crisis internacional en curso y también a la profundización del sometimiento al régimen del FMI con el cual, ninguna variante política, excepto la izquierda, plantea su ruptura. Sin duda, el nuevo periodo de crisis en Argentina nos plantea decenas de desafíos entre los cuales se encuentra que el movimiento de mujeres vuelva a emerger como actor político. El pasado 8M mostramos algo de esa fuerza y darnos estos debates, para Pan y Rosas, es importante porque consideramos que este movimiento tiene que ser independiente del Estado, sus gobiernos y de la Iglesia. Porque la pelea por nuestros derechos democráticos, económicos y civiles, no puede estar atada a los éxitos o fracasos del gobierno de turno”.
Andrea D’Atri, para seguir con el hilo de lo que planteaba su compañera, partió de la crisis nacional de la mano del FMI y aseguró que “el feminismo peronista, por ejemplo, dice que el Estado es una ‘zona de promesas’, que conquistando su poder mediante las elecciones, se pueden hacer políticas públicas que tiendan a la justicia social. Pero aún en el hipotético caso de que se vivieran circunstancias excepcionales totalmente improbables, igualmente, el tema no es solo la subordinación al gobierno progresista, sino esta idea de que es a través del Estado capitalista que avanzamos, gradualmente, en la ampliación de derechos ¿ese es todo nuestro horizonte? El Estado capitalista no es un estado neutral que garantiza el bien común. En primer lugar, garantiza la posibilidad de la explotación de las mayorías por parte de una clase minoritaria de la cual defiende su propiedad privada de los medios de producción. Con mayor regulación o totalmente desregulado para permitir que esa explotación sea salvaje, sin ninguna moderación. Lo que algunas feministas socialistas, marxistas vinieron a agregar a esto es que, además, el Estado capitalista ‘crea’ -por así decirlo- un tipo de trabajo, que es el trabajo doméstico, ese trabajo no remunerado, que se hace en la privacidad de los hogares familiares, y que recae mayoritariamente sobre las mujeres, con el que se produce y reproduce esa fuerza de trabajo que es explotada por los capitalistas”.
“La clase trabajadora y el movimiento de mujeres con sus luchas puede arrancarle al Estado capitalista determinados derechos como la educación pública o vacaciones pagas. Puede conseguir que gran parte del trabajo de reproducción social de sí misma sea sustentado por el Estado o por los capitalistas. Pero cada vez más, lo que sucede es lo contrario: el achique de los servicios públicos, la pérdida de derechos laborales, etc. Y además, no puede eliminar por completo que gran parte de la reproducción de la fuerza de trabajo recaiga en la responsabilidad de la familia particular. Sobre esa subordinación de las mujeres se fundan todas sus desigualdades materiales que hacen que, aun cuando en las democracias capitalistas se consiga la igualdad de género respecto de los derechos formales, las mujeres no estén en las mismas condiciones para poder ejercerlos. Por ejemplo, para estudiar, trabajar, organizarse en el sindicato o hacer política”.
“Por eso, si vamos hasta el final en la lucha contra la opresión patriarcal, tenemos que ser anticapitalistas. En primer lugar, enfrentar al Estado que legitima, reproduce, garantiza y perpetúa esa situación de subordinación. Por eso, tenemos que pelear para que los movimientos sociales como el feminismo y cualquier otro, sean políticamente independientes de los partidos de gobierno. Siempre es obvio respecto de la derecha, pero es menos obvio cuando se trata de partidos que tienen discursos de cierto ‘estatalismo progresista’”.
“Pero lo que nos define como socialistas, no es únicamente que estamos en la vereda opuesta de la derecha o que somos anticapitalistas ‘en general’. Si no, que también militamos, cada día, para desenmascarar a quienes nos invitan a moderar la catástrofe que es el capitalismo patriarcal y a resignarnos a que el desastre, en última instancia, es inevitable. No solo porque esas corrientes políticas no ofrecen ninguna salida de fondo, sino porque -y esto es lo peor-, por esa vía, lamentablemente, solo consiguen que se fortalezca la derecha. Fíjense qué paradójico: mientras las nuevas derechas agitan el peligro del cooperativismo, del marxismo cultural, del socialismo y el comunismo, los que se presentan como la única alternativa realista a la derecha, enarbolando las banderas de la justicia social, son los que siempre dan por muerto y sepultado al socialismo”.
“¿Y qué decimos las feministas socialistas? Muchas cosas. Pero en primer lugar, que en Argentina, por ejemplo, si se redujera la jornada laboral a 6 horas y 5 días a la semana, actualmente se podrían repartir las horas de trabajo entre ocupados y desocupados y acabar con la desocupación, como también con la sobreexplotación de jornadas laborales interminables. Todo lo contrario a lo que propone Sturzenegger. Pero también, fíjense qué paradoja, ¡también es contrario a lo que propone Grabois! , ¿no?
Uno dice que tendríamos que trabajar 12 horas, sin derechos, hasta los 75 años. El otro dice que ya no tiene sentido reclamar que el capitalismo genere puestos de trabajo con derechos, entonces, solamente queda una posibilidad ya que no se puede transformar la situación actual. Solo se puede hacer un sindicato de la economía popular y reclamar subsidios al Estado para poder vivir menos miserablemente. Nosotras, a la vez que peleamos por arrancarle al Estado capitalista todos los derechos para paliar la situación actual de pobreza, planteamos que hay que discutir quién paga esta crisis y atacar ese poder económico y político, el de los empresarios. ¿Nosotras vamos a pagar la crisis o los que se convirtieron en mega multimillonarios a costa de nuestra explotación? Reducir las horas de trabajo, sin reducir el salario y que todos puedan trabajar, significa achicar el margen de ganancias multimillonarias que tienen los capitalistas. Y eso requiere de una gran lucha para imponerse. Una parte de esos nuevos puestos de trabajo, podrían destinarse a obras públicas por ejemplo, que podrían dedicarse a transformar, en gran medida, el trabajo de cuidados en ocupaciones asalariadas y en servicios sociales públicos y gratuitos”.
“Todo eso nos daría más tiempo, para imaginar nuevas ocupaciones creativas, placenteras, comunitarias y políticas, incluso para autoorganizarnos colectivamente. El capitalismo hace que vivamos para trabajar. Nuestra lucha por el socialismo es una lucha contra el trabajador alienado y por más tiempo para vivir. ¿Y no les parece que eso cambiaría mucho la vida que hoy tenemos las mujeres y todes en el capitalismo patriarcal? Podríamos expandir y explorar nuevas formas de sensibilidad y afecto. ¿No sería muy distinto el cuidado de las otras y los otros, si liberamos al cuidado del agotamiento personal y la carga económica en las que hoy el capitalismo atrapa todos los vínculos?
“A todas las compañeras que sienten que comparten estos propósitos, incluso aunque quieran conocer más, estudiar, discutir algunas cosas… pero que, durante estos meses, se movilizaron con nosotras, en cada lucha, y compartieron cada actividad y cada debate, las invitamos a partir de hoy, a sumarse a Pan y Rosas. Y pelear, junto a nosotras, por la independencia política del movimiento feminista y por fortalecer un ala izquierda, socialista, de ese enorme y diverso movimiento, levantando un programa, contra el Estado capitalista, dando también una batalla política e ideológica contra el avance de la derecha, sus ideas reaccionarias y las de la Iglesia y todos los oscurantismos que vuelven. ¿Qué dicen?”
“Miren, participar en las luchas sociales es un piso mínimo para ser de izquierda. Pero no depende de la izquierda que haya luchas. Luchas habrá siempre que haya ataques contra las condiciones de vida de las masas. El desafío no es solo luchar. Sino preparar el triunfo de esas luchas, hacer todos los esfuerzos posibles para que no terminen aplastadas por la represión ni disipadas en el intento inútil de los progresismos que siguen sosteniendo este sistema que hace agua por todos lados. Por eso, quienes militamos en el PTS, participamos en todos los escenarios y bajo las múltiples formas en que esas luchas se presentan, incluyendo las luchas feministas. Lo hacemos con este propósito. Eso significa que cada una de esas batallas, incluyendo la participación en las luchas feministas pero no solamente, las damos con la perspectiva de transformar esta sociedad desde sus raíces. Y, sobre todo, apostando a la construcción de una fuerza política de la clase trabajadora, socialista e internacionalista, que se gane el derecho a ser un factor imprescindible en futuros momentos decisivos, es decir, cuando esté planteado dar vuelta la relación de fuerzas más definitivamente”.
“Por eso, a las compañeras que estén convencidas de que no hay liberación de las mujeres, sino hay liberación de la humanidad y del planeta de la explotación, la opresión y la depredación capitalista, las invitamos a dar un paso más y convertirse en militantes de nuestro partido. Ojalá salgamos de esta charla, duplicando nuestras fuerzas políticas, de Pan y Rosas y el PTS, para dar juntas estas batallas en las redes sociales, en La Izquierda Diario, en los lugares de trabajo, en los sindicatos, en los centros de estudiantes, en las asambleas barriales y en la mismísima lucha de clases. Contra el capitalismo patriarcal, hay que poner en pie una fuerza política que se proponga no someterse, ni tampoco ser cómplice”.
Luego de los aplausos a Andrea, Yohia tomó la palabra para invitar a hacer preguntas. Pero la charla se convirtió en un hervidero de debates y diálogos en pequeños grupos entre las amigas y compañerxs presentes sobre la invitación a sumarse a militar en Pan y Rosas y el PTS. Así, nuevas compañeras estudiantes y trabajadoras, comienzan a organizarse. Decenas de libros de Ediciones IPS de la Colección Mujer, el folleto de socialismo, entre otros, fueron vendidos durante la actividad. Es parte de profundizar en las ideas que dan sustento a las peleas del día a día. Para conocer las experiencias de esas compañeras y compañerxs, habrá que esperar a la continuación de esta nota.