Revisitando los ochenta, a propósito del último libro de Víctor Lenore.
Espectros de la movida (Akal, 2018) es el segundo ensayo de Víctor Lenore. Con este título tan sugerente el periodista musical trata de captar la atención hacia una crítica a los discursos culturales que se fraguaron allá en la década de los ochenta y que tienen su continuación en la actualidad. Profundiza así la línea iniciada en su primer ensayo Indies, hipsters y gafapastas. Crónica de una dominación cultural (Capitán Swing, 2014).
Revisión de la Transición
El régimen político nacido en la Transición vive una crisis profunda desde 2011. Esto se ha expresado en varios ámbitos, desde el cuestionamiento a la casta política que abrió el 15M, concretado en la consigna de "no nos representan", pasando por la Judicatura, que desde hace tiempo viene siendo muy criticada por favorecer a los bancos y por criminalizar a las víctimas de violencia de machista, hasta la actual crisis que golpea a la monarquía, impugnada hoy directamente por amplios sectores con la juventud a la cabeza. En ese sentido, los cuestionamientos llegan por todos los lados y, por qué no, también desde la cultura. O, dicho de otro modo: con el cuestionamiento al régimen político nacido de la Transición también llega el cuestionamiento al modelo cultural que en aquellos años cristalizó y terminó imponiéndose hasta el punto de seguir vigente hoy en día.
Víctor Lenore trata con este ensayo de llegar al origen del modelo cultural que domina en la actualidad y en el que centró su anterior libro. Una mirada atrás, "un retorno a los 80 por motivos estéticos y políticos" que ayude a comprender el origen de la dominación del modelo cultural neoliberal.
Los relatos de la movida
Como vemos, el relato oficial de la movida se pone cada vez más en tela de juicio. Del mismo modo que el relato de la Transición como modélica o necesaria es cada vez más difícil de sostener incluso para aquellos que siempre lo hicieron. Pero el análisis de la movida como expresión cultural de la Transición siempre ha oscilado entre dos visiones muy diferenciadas: la movida como renacimiento pop, efervescencia creativa y ruptura total con el régimen anterior o, por otro lado, como montaje dirigido por algunos sectores del régimen político para desviar a amplios sectores de la juventud hacia la despolitización y que de fondo suponía una continuidad con el régimen franquista. Ambas visiones son demasiado rígidas y no permiten abordar el fenómeno en toda su amplitud.
Lenore se enmarca en una tesis intermedia respecto a lo que fue el universo de los 80 y la movida. Respecto a los que plantean limitarse a deplorar la clamorosa ausencia de talento de buena parte de las creaciones culturales de la movida, dice "merece la pena ubicar la movida en un horizonte social más amplio, con extensas zonas de sombra e intersecciones complejas". Vemos que para Lenore pesan mucho más las "zonas de sombra"; aunque parte de una visión intermedia, el libro pone el acento en todo ese sistema de patrocinio cultural que permitió y endulzó con un revestimiento de modernidad la continuidad del régimen franquista por la vía democrática, con lo que los aspectos progresivos respecto a la expresión cultural de la época quedan bastante relegados.
La movida es el discurso y el relato que se impuso. Sin embargo, qué decir tiene que no fue toda la cultura que se vivía en los ochenta. Tampoco el relato de la movida ha llegado completo hasta nuestros días y en toda su amplitud, sino la vía en la que terminó derivando. Esto es quizá lo que Lenore trata de analizar.
Lenore se apoya en su perfil de periodista para sostener su tesis gracias a una gran cantidad de testimonios de "protagonistas de la época". Desde managers, cantantes, músicos, periodistas... Toda una galería de personajes que tratan de trasmitir lo que por aquellos años fue una realidad y que desmonta las tesis más optimistas sobre la movida: la censura del PSOE a las expresiones artísticas más politizadas o cuestionadoras, la marginación de las expresiones o figuras más incómodas, la promoción del hedonismo por parte de las instituciones, la centralidad y privatización de la cultura enfocada al mercado.
El libro de Lenore termina siendo un documento que señala claramente como artífice de todo ese modelo cultural al PSOE. Podemos decir que a través del control de las instituciones —primero locales y posteriormente del Estado— se apoyó en la promoción cultural para aplicar todo el plan neoliberal de un modo más simpático. Esto es, cubrió perfectamente estos ataques en el plano económico y social con un halo de modernización a través de la cultura. Además, el enorme nicho electoral de la nueva juventud con derecho a voto que se abría tras el franquismo era un elemento muy favorable para el PSOE. Hay decenas de argumentos y ejemplos, muchos de ellos desarrollados por Lenore, que evidencian esta idea de que el PSOE fue artífice de todo ese "desvío" o instrumentalización de algo que no dejó de ser una realidad amplísima en la que muchos sectores de la sociedad sentían una "liberación", pero aún tenían enormes aspiraciones políticas y democráticas, aspiraciones que expresaban el movimiento obrero, el vecinal y el estudiantil; y que sin duda este contexto se expresaba del mismo modo y en toda su complejidad en la música, la manera de vestir y de divertirse, en el arte...
Sin embargo, una vez señalada la intención por parte del PSOE de apoyarse en esa nueva efervescencia cultural, cabría profundizar en por qué pudo darse aquella situación en la que se desvió todo el potencial creativo hacia los límites del mercado. La pregunta es sencilla, aunque la respuesta no lo sea. ¿Por qué tuvo tan fácil el PSOE vaciar las calles y llenar las salas de conciertos?
Cultura neoliberal y paz social
Respecto a las tesis antes señaladas, la cultura no tiene por sí misma la capacidad de desactivar la calle. Los discursos culturales y las políticas culturales no operan en el vacío. Se sostienen en realidades sociales que combinan elementos objetivos y subjetivos pero concretos. Esa apropiación de los fenómenos culturales y ese desvío hacia el mercado, el neoliberalismo y el hedonismo solo se pudieron dar en el marco de un adoctrinamiento social sustentado en el ataque brutal al movimiento obrero, barrial y estudiantil que desde finales del franquismo venía poniendo en jaque al régimen español. Las políticas del PSOE se apoyaron en la complicidad y colaboración de las direcciones obreras y sindicales con el régimen. La estrategia de “reforma pactada” del PCE fue central en aquellos años para contener y desviar la lucha de la clase trabajadora.
La desviación de los procesos culturales, que tuvo unos artífices concretos como bien señala Lenore, se basó en la desactivación de la lucha obrera y popular, condición necesaria para poder avanzar con todos los planes neoliberales. Del mismo modo que las políticas culturales tuvieron unos artífices concretos, la situación social que las permitió también. Sin ese nuevo marco el PSOE habría encontrado mucho más difícil desviar toda la expresión cultural que por aquellos años brotaba no sólo de los hijos de la burguesía, sino de los jóvenes de los barrios obreros y populares.
COMENTARIOS