La noticia del paro indefinido votado masivamente en la FES Acatlán, refleja la voluntad de miles de estudiantes de defender sus derechos y acabar con el autoritarismo de Martínez Justo.
Viernes 30 de septiembre de 2022
La administración de la FES Acatlán, al mando de Manuel Martínez Justo, Nora Goris y Claudia Márquez, se ha vuelto famosa por la represión que mantiene hacia la comunidad en la facultad.
La utilización del equipo de fútbol americano como grupo de choque, la desaparición de Daniel Rosell, activista en huelga de hambre, el intento de expulsión de estudiantes que participan en movimientos estudiantiles, el despido a profesores que participaron en asambleas en el movimiento #UNAMNoPaga, la utilización de un comando armado para desalojar un cubículo estudiantil, entre otras acciones, son parte de lo que la comunidad de la facultad no olvida.
No es casual el nivel de rechazo que mantiene "Justo el In-Justo", expresión permanentemente de este rechazo de cientos de estudiantes en redes sociales tiene este trasfondo. Es algo que no pueden ya contrarrestar las autoridades, aún con la utilización de bots y cuentas falsas en los grupos de Facebook de la facultad.
El proceso estudiantil actual es muy profundo. Luego de los años de la pandemia, los estudiantes han regresado a las escuelas con mucha disposición de defender sus derechos y enfrentar el autoritarismo de directores y funcionarios.
La “casta dorada” de la rectoría, con funcionarios como el director de Acatlán, acumula un fuerte rechazo entre estudiantes, docentes y trabajadores de la UNAM. Esto es lo que hoy ha explotado de la mano del aumento de la precarización en la juventud, que ve cómo se complican sus condiciones de vida para mantener sus estudios.
Este fenómeno es precedido por los “tianguis” que se realizaron en múltiples escuelas y facultades, como respuesta a la insensibilidad de las autoridades que intentaron reprimir y amedrentar a estudiantes que necesitan vender comida y otras mercancías para poder costear sus estudios.
Hoy en la FES Acatlán se pone de pie una nueva generación, estudiantes que piensan en el bien común y en las necesidades colectivas, en un comedor para los estudiantes y transporte seguro y accesible para la comunidad, pero también que ve la necesidad de luchar por sus demandas. La confrontación con la dirección de la facultad es un hecho que se hace consciente en más y más estudiantes a medida que notan sus sucias maniobras “democráticas” y sus torpes intentos de deslegitimar al movimiento estudiantil con decenas de perfiles falsos.
Para quienes sostenemos el paro, sabemos que no se puede confiar en autoridades que no sólo no entregan llaves, sino que quitan el agua al 95% del plantel. Es un boicot declarado al movimiento estudiantil de parte de estas personas que se presumen como “abiertas al diálogo”.
Pero también es una generación que expresa las contradicciones de la época en que le toca luchar: una época de precariedad profundizada por dos largos años de pandemia, de grandes problemas sociales, nacionales e internacionales. La necesidad de “generar dinero” para costearse los estudios, dividir la vida entre trabajar y estudiar y, cuando es posible —si es que hay tiempo—, intentar vivir la vida. El orden económico y político reduce nuestro tiempo de ocio a un estrecho margen temporal cada vez más pequeño. La belleza de la vida y la experiencia de vivirla para disfrutarla es solo un momento fugaz en el capitalismo.
Un escenario social de fuertes tensiones, crisis y movimientos sociales es el presente en el que emerge esta generación. A este marco general, hay que integrar un elemento muy valioso: la voluntad de luchar (el elemento subjetivo del movimiento estudiantil), que sin embargo tiene como elemento contradictorio significativas debilidades organizativas.
Es importante tener la voluntad de querer cambiar la realidad, pero también es necesario abrir la reflexión y preguntarse cómo lograr mantener no sólo una saludable fuerza para sortear los obstáculos que las autoridades colocan una y otra vez, sino de conquistar una robusta fuerza organizada para doblar el brazo de las autoridades administrativas que encabeza Martínez Justo.
Hay una generación que, a diferencia de otros años, no tiene miedo a votar un paro indefinido o demandar un comedor o transporte subsidiado o de ir más lejos y arrebatar a las autoridades el control del plantel cuando éstas no están dispuestas a ceder ante una asamblea democrática de miles. Sin embargo, la falta de tradición organizativa del movimiento estudiantil mexicano se hace presente una y otra vez en cada coyuntura.
Sacar las lecciones, enseñanzas y aprendizajes de las experiencias inmediatas que se fraguaron al calor la lucha de numerosos estudiantes y generaciones en los movimientos que le precedieron es una tarea de primer orden para estar lo mejor armados ante autoridades que traman, día y noche, en el frío y cerrado espacio cuadrado de sus oficinas, cómo desgastar, dividir y quebrar el movimiento estudiantil.
Desde la Agrupación Juvenil Anticapitalista, en los distintos planteles donde nos encontramos, de la mano de nuestras compañeras de Pan y Rosas, queremos encarnar esas lecciones del pasado y aportar al desarrollo consciente de la organización y del movimiento estudiantil. Como organización sabemos lo importante que es lograr mantener hilos de continuidad entre generación y generación, preservando las enseñanzas del pasado y la juventud del presente.
Somos parte de esa nueva generación que se pone de pie contra el autoritarismo de la rancia burocracia de la universidad. Una generación que ha dicho basta a la administración de Martínez Justo, basta a la represión y basta a la antidemocracia.
Pero también queremos ser esa nueva generación que retome lo mejor de las experiencias pasadas del movimiento estudiantil, esa generación que defienda nuestros derechos hasta el final. Luchamos por la perspectiva de una nueva sociedad, donde lo importante sea la vida y no la ganancia de unos pocos grandes capitalistas que destruyen el planeta entero para acumular la riqueza que no podrán gastar ni ellos ni sus hijos o nietos.
Ese es nuestro horizonte de lucha y organización, y queremos invitarles a formar parte de este esfuerzo colectivo para construir la universidad que queremos en el mundo que los trabajadores merecemos.
Luchemos en el presente por el futuro que queremos. Conócenos, discutamos y organicemos. ¡Súmate a nuestra agrupación!