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Red Internacional
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CONGRESO DEL PP. Feijóo busca acordar con el gobierno los ajustes y “sacrificios” contra la clase trabajadora

La “moderación” de la que hablan muchos medios es un anuncio de los nuevos consensos del extremo centro ante la crisis y la escalada imperialista. Unidas Podemos queda comprometida a esta reedición de los Pactos de la Moncloa.

Santiago Lupe

Santiago Lupe @SantiagoLupeBCN

Lunes 4 de abril de 2022

El diagnóstico es casi unánime en los grandes medios. Desde el ABC hasta Público coinciden, con sus matices, en reconocer que el recién clausurado Congreso extraordinario del PP y el mandato de Feijóo apuntan a un supuesto giro al centro.

Dos son los hechos que lo corroborarían: una dirección nacional en la que han quedado excluidos representantes de ayusismo y el mañuequismo y los anuncios de ofertas de pactos de Estado hacia el PSOE. La crisis abierta tras las elecciones de Castilla y León entre Casado y la presidenta de la Comunidad de Madrid, se habría saldado con el primero en el ostracismo y la segunda reducida a mantener el mando de la Comunidad y tal vez el partido regional, pero contenida en aspiraciones nacionales mayores.

Feijoó marca distancias de Vox sin romper con el que podría ser su próximo vicepresidente

La exclusión de cualquier representante del PP castellanoleonés y el apoyo en el andaluz, donde Moreno optaría por ir a elecciones antes que integrar a Vox en la Junta, se vende como un marcar distancias de la extrema derecha. Un relato poco sustentable si se atiende a que el pacto que ha hecho a Mañueco presidente autonómico se gestó ya bajo el liderazgo de facto de Feijóo y que Moreno ha seguido contando, igual que Ayuso, con los votos de la extrema derecha para gobernar estos 3 últimos años.

Las encuestas siguen dando, de celebrarse elecciones ahora, un mapa político muy fragmentado. la última de ellas, publicada por El País y la Cadena SER, mantiene la tendencia al alza del PP -que pasaría de 89 a 99 diputados- y de Vox - de 52 a 66 - y una bajada del PSOE de 120 a 105 y de su socio de Unidas Podemos de 35 a 33.

En este contexto todas las opciones siguen siendo posibles. En 2023 podríamos ver la reedición de una coalición de investidura como la de 2019 en favor del PSOE, aunque cada vez más ajustada. Esta es la hipótesis y la política a la que se juegan desde Unidas Podemos.

También podría ser el momento de un gobierno a la castellanoleonesa en Moncloa si el ascenso de la derecha y la extrema derecha se mantiene. De aquí que las distancias con Vox del PP de Feijóo no puedan ser leídas más que coyunturalmente y en clave de táctica electoral.

Los pactos de Estado: la pinza del bipartidismo contra la clase trabajadora

Pero incluso también existe la posibilidad de un entendimiento entre los dos viejos partidos del bipartidismo en forma del modelo de “gran coalición” varias veces ensayado en Alemania. Una hipótesis hoy lejana pero no descartable, más si el contexto económico e internacional sigue agravándose.

Buena parte de la “opinión publicada”, los grandes medios, anhela y promueve esta última opción. En un momento de crisis económica sin horizonte, inestabilidad geopolítica, tendencias belicistas, escalada imperialista en forma de rearme y guerra económica, descontento social y “sacrificios” para los de siempre, lograr un gobierno estable del extremo centro sería la mejor de las noticias para el IBEX35 y la CEOE.

La política de pactos de Estado ofertada por Feijóo tiene un componente de esta política de “gran coalición”. No sería la primera vez que se aplica. La última gran tanda la vivimos en la crisis de 2008. Entonces el gobierno de Zapatero se benefició de la mano extendida del PP de Rajoy para llevar adelante el primer gran rescate a la banca o enmendar la Constitución en agosto para garantizar el pago de la deuda por delante del sostenimiento de las pensiones, la sanidad o la educación.

Aquella reforma del artículo 135 es un buen indicador de lo que podemos esperar la clase trabajadora y los sectores populares de los grandes pactos de Estado entre los dos partidos del extremo centro. En un momento en que se habla de un nuevo “pacto de rentas” - al estilo de los Pactos de la Moncloa que descargaron la crisis de los 70 en una brutal devaluación salarial y destrucción de empleo- y se nos piden “sacrificios” con el mismo discurso que durante la pandemia, PSOE y PP se pueden estar preparando para emprender mano a mano un ajuste que puede dejar pequeño el de Zapatero y Rajoy de la crisis anterior.

El “segundo escudo social” de Unidas Podemos y PSOE podría ser el primero

Medios progresistas como Público advierten que los ofrecimientos de Feijóo tienen “trampa”. Buscarían debilitar y hasta romper el gobierno de coalición. Si el PSOE acepta pactar las grandes líneas económicas y de ajuste con el PP, se intentará que las y los ministros de Unidas Podemos abandonen el barco.

En la cabeza de Feijóo podría estar esta idea. Pero, por el momento, no hay ningún indicio de que esto vaya a suceder. De hecho el primer pacto de Estado en ciernes podría ser el respaldo del PP al llamado “segundo escudo social”, que en palabras de la ministra de Unidas Podemos Ione Belarra sería en gran medida una obra de su influencia en el Ejecutivo. El primer pacto de este tipo sería pues del PP con el PSOE y una de las medidas “estrella” de Unidas Podemos.

Que Feijóo esté dispuesto a apoyarlo da cuenta de que no afecta apenas a los intereses de las grandes empresas y propietarios. Ni los beneficios de las eléctricas se ven comprometidos si quiera, y las medidas sobre el alquiler o los despidos dejan por fuera a la inmensa mayoría de los inquilinos y causas posible de despido - a las empresas que, aunque Feijóo considere insuficiente, puede contar con su apoyo sin problema.

Unidas Podemos se preparar para tragar nuevos sapos para “no hacerle el juego a la derecha”

A cuestas del discurso de “es lo que quiere la derecha”, se vienen justificando sapos cada vez más gruesos. A comienzos de año el portavoz parlamentario de los Comunes, Jaume Asens, nos sorprendía con unas declaraciones en las que afirmaba que incluir mejoras en la reforma laboral que no agradasen a la CEOE era lo que el PP quería para que la patronal retirara su apoyo. Hacer algo de izquierdas era “hacerle el juego a la derecha”.

Tras el inicio de la guerra de Ucrania, Pablo Iglesias lleva haciendo campaña desde su podcast de La Base para convencernos de que todas las políticas de Sánchez para reforzar el imperialismo español - desde el rearme hasta el reconocimiento de la ocupación del Sáhara Occidental- deben ser contestadas con la permanencia de los ministros y ministras de Unidas Podemos en el gobierno que las aplica. Hacer lo contrario sería “hacer lo que quiere la derecha”.

El discurso ahora de que los pactos de Estado del PP buscan dejar del gobierno a Unidas Podemos, mucho me temo que será contestado con el mismo argumentario que ya adelanta Público: “eso es lo que querría la derecha”. Por lo tanto Unidas Podemos no le queda otra que tragar un nuevo sapo, y salvar el alma con algun twit, declaración pública y un especial de La Base.

El relato de que a la derecha se le hace frente moderando las posiciones, asumiendo la agenda cada vez más social-liberal e imperialista del gobierno de coalición y, lo que es peor, siendo parte del gobierno que ahora busca el respaldo parlamentario de esa misma derecha… se muestra cada vez más como un total contrasentido.

La bancarrota del neorreformismo hace cada vez más urgente que entre la izquierda independiente del gobierno y opuesta en todas sus formas a la actual escalada imperialista de éste y la UE, se abra el debate de qué otra izquierda construir, que sea una alternativa desde la clase trabajadora y un programa anticapitalista a la izquierda del régimen y levante así un verdadero dique al ascenso de la derecha, la extrema derecha y las pulsiones beilicistas del imperialismo español.


Santiago Lupe

Nació en Zaragoza, Estado español, en 1983. Es director de la edición española de Izquierda Diario. Historiador especializado en la guerra civil española, el franquismo y la Transición. Actualmente reside en Barcelona y milita en la Corriente Revolucionaria de Trabajadores y Trabajadoras (CRT) del Estado Español.

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