Después de encabezar, por ahora, la primera posición en las primarias, François Fillon se perfila como el posible candidato de la derecha y, quizás, como el próximo presidente de Francia.
Miércoles 23 de noviembre de 2016
Recordamos una trayectoria política poco conocida, la de una figura en la sombra que supo actuar como manijero al servicio de la patronal durante cuarenta años de carrera política.
1981-1993: un encaje inicial en la política local
La carrera política de François Fillon comenzó gracias al papel de sus redes familiares. Nacido en la región de Sarthe, Fillon procedía de una familia muy pudiente. Antes de cumplir su deseo de ejercer como periodista, se alojó bajo el ala del diputado por Sarthe, Joël Le Theule, antiguo amigo de sus padres, y se convirtió en su asesor parlamentario. A la muerte de Le Theule, Fillon le reemplazó como diputado por Sarthe en 1981, convirtiéndose, a sus veintisiete años, en el diputado más joven de la Asamblea Nacional. Dos años más tarde, conquistó la ciudad de Sablé-sur-Sarthe, que se convertiría en su feudo electoral.
Durante los años ochenta y principios de los noventa, Fillon buscará un ascenso político en el partido político “Agrupación por la República” (RPR). Sin embargo, la ideología tradicional como ala derecha del gaullismo se convertiría en un obstáculo para él. Sus valores reaccionarios respecto a la cuestión social en la construcción europea no se correspondían con el espíritu de la burguesía francesa, quien, en el contexto de la restauración neoliberal, debía decidir entre situarse en la era de la mundialización o en ceder algunas concesiones parciales en el terreno social, bajo la posibilidad de algunas luchas internas. En 1982, se niega a legalizar la homosexualidad y vota contra el Pacto de Solidaridad Civil, ya en 1989. En 1992, tomó parte en la campaña por el “no” al Tratado de Maastricht.
1993-2005: la represión al servicio de la patronal
Su anclaje gaullista, demasiado tradicionalista para una derecha que buscaba una imagen “moderna”, le valió para que se le negara un puesto en el Ministerio de Defensa, pero su influencia en Sarthe le permitiría probar la intensidad de sus ataques anti-sociales. En 1993, nombrado Ministro de Educación, desarrolló un ataque brutal basado en una “autonomía” de las universidades francesas. Una medida, a la vez, retrógrada para la época, pero muy perjudicial para los intereses de la burguesía francesa, que tuvieron que matizar algunos artículos ante el Tribunal Constitucional.
No obstante, su reputación como hombre de negocios se forjó en 1995, donde consiguió liberalizar y privatizar las telecomunicaciones y la venta de capitales de la empresa pública “France Télécom”. Una agresión que sentará las bases de una victoria para la patronal del país y que provocará la famosa oleada de suicidios de trabajadores de la compañía durante los años 2000. A partir de ese momento, se convertirá en el arma indispensable de la patronal hasta que, en 2005, será el arma de los gobiernos de la derecha. En 2003, se le llama para ocupar la cartera ministerial de Servicios Sociales y Trabajo para flexibilizar la jornada de treinta y cinco horas, reformar parcialmente la Ley de Modernización Social de 2002 y reformar las pensiones de los jubilados. Entonces, demostró su “saber hacer” pese a la movilización masiva de los trabajadores, apoyándose, también, en la represión por parte de la burocracia sindical. Por una parte, si volvía al gobierno, bajo la recomendación de Nicole Notat, antigua dirigente de la Confederación Democrática del Trabajo (CFDT), reconvertida en Presidenta General, podía “darse con un canto en los dientes” [fracasar]. En abril, frente al bloqueo por parte de los institutos, cada vez más numerosos, envió a los Antidisturbios de la Policía y declaró: “por cada bloqueo de un instituto, habrá un desbloqueo”.
Sin embargo, habrá un rechazo por parte de Jacques Chirac debido al rechazo de los profesores y estudiantes, notablemente tras su reforma fallida del bachillerato. Hombre de las sombras, más de “saber hacer” que de “hacer saber”, según sus propias palabras, su figura de austericida y de rigor privativo le hizo convertirse en una referencia de la UMP. En conflicto abierto con Chirac a raíz de su expulsión, declaró entonces: “cuando se haga el balance de Chirac, no nos acordaremos de nada, salvo de mis reformas. […] Voy a invertir a fondo en la UMP, preparar las futuras inversiones para Nicolas Sarkozy en 2007. Desde el gobierno, han hecho de mí un director de campaña antes de tiempo”.
2007-2016: la revancha del “colaborador”
Estas directrices previas le van a convertir en uno de los principales hombres de la sombras en la victoria de Sarkozy, un logro que el presidente le reconocerá y que le permitirá convertirse en primer ministro de su gobierno. Pero, de nuevo, la situación cambiará fuera de los medios de comunicación, y Sarkozy lo consideraría “un simple colaborador”. Esto será una nueva afrenta que colmará la paciencia del diputado de Sarthe, y que va a acrecentar su sed de reconocimiento. Por otro lado, detrás de su apariencia de rigor, no desea permanecer al lado de Sarkozy. En 2010, confesó bajo una gran presión mediática que había sido invitado por el presidente egipcio, Hosni Mubarak, a pasar una semana de vacaciones en Navidad con toda su familia y pagadas por el Estado egipcio.
Desde entonces, Fillon buscará ponerse al frente del partido. Su trayectoria y ánimos revanchistas se plasman en varios enclaves, como las elecciones legislativas de 2012, donde no consiguió ser candidato en el segundo distrito que le podría aupar a las elecciones de la alcaldía de París, en 2014. Al mismo tiempo, intentará coger las riendas de la UMP, pero su rival Jean-François Copé consiguió impedirlo bajo acusaciones de engaño y calumnias. Finalmente, consiguió imponerse en las primarias de la derecha en el mes de diciembre, que le sitúan en una holgada primera posición.
Viendo a Sarkozy obligado a votar por su antiguo “colaborador” en la segunda vuelta de las primarias, Fillon se encuentra en una búsqueda de gloria y reconocimiento, para los cuales ha servido con obediencia y disciplina desde la sombra de la patronal francesa. Pero detrás de este conflicto de orgullo, el objetivo de Fillon se traduce también en el retorno de una derecha mucho más tradicional que recuerda a la derecha perdedora de las luchas internas entre los años 1990 y 2000. Entre los mecanismos de descomposición de la democracia burguesa, un sector de la clase dominante comenzó a diseñar una estrategia “thatcheriana”, abiertamente reaccionaria, autoritaria y que espera imponer las contra-reformas. Una posición encarnada por Fillon en el transcurso de la campaña de las primarias, y también expresada a lo largo de su carrera política.
He aquí el currículum de uno de los mejores escuderos y manijeros de la patronal francesa y que bastó para hacer olvidar su estatus de pequeño burócrata provincial. Frente a él, estará uno de los defensores a ultranza del imperialismo francés, Alain Juppé, para el cual el discurso imperialista franco-africano constituye por sí solo un argumento sagrado para justificar su candidatura.
Traducción: Agustín Valverde