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Red Internacional
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Universidad. Graue y Ackerman, un pacto mal avenido para los grupos de poder en la UNAM

Ackerman respalda a Graue para reelegirse como Rector de la UNAM, ¿qué expresa este apoyo?

Jueves 31 de octubre de 2019

En su reciente artículo publicado en Proceso, el investigador, docente y referente intelectual del Morena, John Ackerman, ha planteado su apoyo categórico a Enrique Graue Weichers para su reelección como Rector.

“Durante los cuatro años de su primera gestión como rector de la máxima casa de estudios, el doctor Enrique Graue ha demostrado su firme independencia tanto de los gobiernos como de los poderes fácticos”. Así comienza el artículo del académico titulado “La reelección de Graue”, publicado por el semanario el pasado 20 de octubre.

Sin embargo, Ackerman no puede tapar el sol con un dedo. En internet aún se puede encontrar la foto de Graue, donde alegremente posa con Peña Nieto y Narro, la cual nos recuerda su pasado abiertamente príista.

Así lo manifestó en su declaración en el 2018, cuando llamó a votar a favor del PRI en plena campaña presidencial, durante el acto por los 75 años de la Secretaría de Salud, donde además expresó su aprecio a Narro, su predecesor en Rectoría.

Más recientemente, el propio AMLO una vez que había ganado las elecciones -y a mitad del proceso de lucha estudiantil contra el porrismo en septiembre del 2018 en la UNAM-, dio un espaldarazo a Graue, visibilizando los pactos entre el futuro gobierno y Rectoría para garantizar la estabilidad y pasividad del movimiento estudiantil.

Graue, defensor de la educación pública, según Ackerman

El investigador celebró que se haya mantenido la gratuidad durante el recortado de Graue. Lo que no menciona es el avance en los cobros cada vez más comunes en diplomados, cursos, trámites y credenciales –particularmente en bachillerato–, los cuales reducen las posibilidades de garantizar que estudiantes de bajos recursos puedan cubrir todo lo necesario para su educación.

También se reserva sus comentarios sobre la presencia de empresas privadas del ramo de alimentos en las dependencias, escuelas y facultades, que aumentan los costos de la comida. Y peor aún, festeja el aumento de estudiantes becados, sin mencionar a los 137 mil 734 excluidos de la educación superior que fueron rechazados por la UNAM este año.

Y aunque en 2017 la matrícula incrementó apenas 3 mil lugares, a pesar de esto no se da abasto para la población juvenil que año con año aspira a obtener un lugar en la UNAM. Todo esto en el marco de la crisis presupuestaria que enfrentan otras universidades.

Y sobre seguridad ...

Graue además fue pionero en su abierto “combate contra las drogas”, que criminaliza a la juventud y a los consumidores de sustancias psicoactivas, con la campaña “no es tu amigo, es un narco”, la cual replicaba el discurso del gobierno federal de Peña Nieto durante su “guerra contra el narco”, responsabilizando a los y las consumidoras de la violencia dentro y fuera del campus.

También implementó una estrategia de seguridad nacional mediante la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES), aumentando la presencia de efectivos de seguridad, policía dentro de los planteles, la cooperación con los MP’s, como el caso de CU que cuenta con una estación especializada “ en delitos universitarios”. Situaciones que Ackerman también deja por fuera de su análisis.

Resulta escandaloso, además, que Ackerman mencione que “Graue mantiene la universidad en paz (ante) las lamentables acciones de los grupos porriles”. Esto a un año del 3 de septiembre de 2018, cuando decenas de porros atacaron una movilización en plena Rectoría, convocada por estudiantes de CCH- Azcapotzalco. Grupos porriles que sabemos que son financiados por partidos como el PRI o el extinto PRD, vinculados a los grupos de poder dentro de la UNAM.

Además, celebra el aumento de la seguridad dentro de los campus, para garantizar la integridad de la comunidad universitaria, cuando fue durante el rectorado de Graue que vivimos el feminicidio de nuestra compañera Lesvy Berlín Osorio. Compañera que fue revictimizada por la propia Rectoría y en cuyas indagaciones su colaboración fue nula.

Rectoría es cómplice del tortuoso camino que los familiares, su madre Aracely Osorio, varias organizaciones feministas y la comunidad estudiantil tuvo que transitar para que por fin, hace apenas unas semanas, su asesinato fuera tipificado como feminicidio y se condenara a su asesino, aunque se mantienen impunes los funcionarios cómplices.

Ahora Graue plantea cínicamente en su programa para competir por la rectoría que no se revictimizará a ninguna compañera que sufra violencia dentro de las instalaciones de la UNAM.

No olvidamos además los casos de Víctor Orihuela, Marco Antonio, Adié Mendoza y Luis Roberto Malagón cuyos casos se presentaron, como el de Lesvy, durante el rectorado de Graue, a pesar de su política de senderos seguros y del incremento del cuerpo de vigilancia y automotores dentro de la UNAM.

Suena ridículo el respaldo a un protocolo de género a todas luces fallido, con el que muchas estudiantes han planteado no sentirse seguras para denunciar los casos donde los acosadores son profesores eméritos o de tiempo completo, bien parados en el mundo de la academia. O el caso de las trabajadoras que tienen que enfrentar hostigamiento laboral, sin ninguna garantía de protección a sus puestos de trabajo, siendo que la burocracia sindical utiliza mecanismos de violencia sexual para disciplinar a la base femenina del sindicato.

Sin mencionar que, en los hechos, el protocolo de género sólo refuerza el aparato represivo de la UNAM, el inquisidor tribunal universitario que ha expulsado a más de 3 mil estudiantes por motivos políticos y plantea la cooperación con los Ministerios Públicos en una perspectiva punitivista para enfrentar la violencia de manera aislada, mientras deja impunes a los funcionarios y estructuras que replican la violencia patriarcal, la misoginia y el machismo.

La “cultura de la no violencia” que presume Graue haber construido, está basada en botones de pánico, y medidas infructíferas. Se permitió incluso, en algunos planteles periféricos, la presencia de fuerzas represivas y del ejército dentro de los campus, como en FES Acatlán, aún cuando Graue declaró que se privilegiaría que la actuación de estos cuerpos de seguridad fuera únicamente por fuera de las instalaciones.

Pactos por arriba, el Morena aliado al viejo PRI

Resulta perverso que John Ackerman, plantee que Enrique Graue se ha mantenido por fuera de intereses partidistas, cuando su propio artículo representa el respaldo político de un intelectual orgánico del Morena a su reelección. Nada debería de sorprendernos, si en caso de quedar Graue como Rector por un nuevo periodo, Ackerman termina con algún cargo directivo, de estos centros cuya construcción tanto celebra.

Además de con Graue, el compromiso de Ackerman es con el régimen universitario antidemocrático, contra el cual no escribe ni un renglón ni repudia la estructura ni las decisiones antitdemocráticas que toma la Junta de Gobierno al definir qué pasará con la sucesión de rectoría a espaldas de toda la comunidad, depositando esa decisión solo en 15 “notables” al tiempo que niega la voz y la decisión de miles de estudiantes, trabajadores y académicos que deberían poder votar universalmente a su próximo Rector o Rectora.

Desde la Agrupación Juvenil Anticapitalista partimos de denunciar este régimen universitario antidemocrático y medieval, y exigimos la desaparición del Tribunal Universitario, la Legislación Orgánica, el Consejo Universitario y la Junta de Gobierno.

Proponemos que esta estructura se reemplace por un gobierno tripartito con mayoría estudiantil que sea proporcional al número de estudiantes, trabajadores y académicos que constituyen la comunidad universitaria, donde estudiantes y trabajadores representan sean rotativos y revocables, tengan voz y voto, sin poder de veto por parte de directivos ni del Rector, y sin decidirse nunca a espaldas de la base.

Solo así podremos garantizar que medidas como dormitorios, comedores subsidiados, etc., que faciliten nuestra estancia dentro de la universidad, así como la incidencia en programas de estudio, seguridad y cuestiones de género sean una realidad.