Se trata de una adaptación de Shakespeare situada en lo mas austral de la Argentina. Al príncipe de Dinamarca se le opone un estudiante de ascendencia originaria. Una obra hilarante que teje su trama dentro del absurdo patriotismo burocrático de la escuela.
Jueves 5 de diciembre 17:53
Una escuela pública azotada por tormentas de nieve y por la impotente burocracia escolar, será el refugio de un joven Hamlet que huirá de la sangre que mancha la corona de Dinamarca, en busca de una extraña utopía austral. Perseguido por el fantasma de su padre, terminará encontrándose con los vientos de otros espíritus, los de aquellos y aquellas que habitaron estas tierras mucho antes de que el Estado argentino inventara una patria y una nación.
Hamlet de patagones conserva los textos de Shakespeare, en una original adaptación escrita por Analía Tarrio Lemos, quien también es directora de la obra. Esta ópera prima de Tarrio, echa mano de otras piezas clásicas como La vida es Sueño, para componer una curiosa dramaturgia, de intensidad poética y descontracturado humor absurdo. Entre "intrigas palaciegas" y luchas de poder, emergen las pasiones humanas más mezquinas, pero también las más románticas y utópicas.
La bellísima complejidad de los diálogos, empapados en comedia, se sostiene en la acción de personajes desbordados, y en una variedad de propuestas escénicas que recuerdan por qué es mucho mejor pasar un domingo en el teatro que viendo una serie en casa. Con un elenco entrenado, en parte, dentro del estudio de Pompeyo Audivert, los actores y actrices llevan una trama hilarante con gran despliegue físico y cuestionamientos filosóficos de actualidad.
¿Qué es la nación? o ¿de quién es la nación?, son preguntas ocultas en la obra.
Un inspector de escuela autoritario, totalmente pasado de cafeína y ansias pueblerinas de escalar en el poder, nos recuerda la dimensión militar y más xenofóbica del patriotismo. El niño Moreno (como versión de Laertes), lleva al extremo las aspiraciones de un ascenso social a la europea, como adoctrinamiento patriótico sobre la población marrón. Ofelia, un maestra de buen corazón, será tironeada de un lado a otro (igual que el personaje de la obra original), pero esta vez, mostrando en carne la opresión patriarcal que consolidó el estado moderno. Y el príncipe Hamlet, calmo soñador con sombras belicosas, es el europeo enamorado de las tierras patagónicas, que será recibido por las autoridades con una bandera nacional como alfombra.
Hay duelos físicos, poéticos y argumentales. Intrigas detrás del pizarrón. Hay laberintos de escarapelas y formularios kafkianos. Bailes, fiestas y tragedia. En el complejo teatral Ítaca, los próximos domingos 8, 15 y 22, a las 20 horas.
"Hamlet de Patagones pretende poner en cuestión nuestras actitudes frente al distinto, al diferente, al desconocido, así como también nos interpela en relación a nuestra propia colonización cultural, nuestras costumbres heredadas y nuestros rituales aprendidos vaciados de contenido" -explica su sinopsis.
Una oportunidad para estallar de risa en lo absurdo de los más conservadores sentidos patrióticos. Y para reflexionar entre la expiación de las carcajadas, ¿qué identidades construyen la cultura nacional?
Actúan: Lucas Krutnik (Hamlet), Irvin Meza (niño Moreno), Brenda Peluffo (señorita Ofelia), Martín Di Paola (el inspector), Natalia Hermoso (la directora) y Fernando Naval (el secretario). En iluminación y fotografía, Neno VD. Dirección musical, Jorge Federico Mobili. Maquinaria, Nacho Aldaya. Dramaturgia y dirección, Analía Tarrio Lemos.