Tras el ataque del martes Hollande juega a la “guerra de las civilizaciones” en una avanzada de la islamofobia y la militarización. Prolongación del estado de emergencia por otros seis meses.
Miércoles 27 de julio de 2016
En una iglesia de la Alta Normandía, dos hombres que se reivindicaron de Estado Islámico (EI), entraron equipados con armas blancas y tomaron de rehenes a cinco personas. El cura fue asesinado y otras tres personas fueron heridas, una de las cuales se encuentra en grave estado. Luego de este nuevo atentado realizado en nombre de EI, desde el gobierno llamaron a mantener una actitud de unidad.
Hollande hizo nuevas declaraciones militaristas al afirmar que continuará la guerra contra el EI por todos los medios. En el conjunto de la clase política, las declaraciones se multiplicaron para teñir como guerra de religión este nuevo atentado reaccionario. Esta lógica contribuye a dividir a la juventud y a los trabajadores y para ocultar la responsabilidad de las políticas del gobierno en los atentados. La intensificación de las intervenciones militares en el plano exterior así como la escalada de seguridad en el plano interno, de la cual el gobierno ha hecho uso y abuso, son un callejón sin salida que pone contra la pared a la juventud y los trabajadores.
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La toma de rehenes tuvo lugar la mañana del martes en la iglesia de Saint-Ettiene-du-Rouvray, cerca de Rouen. Los dos secuestradores, que se reivindicaron de la organización EI, al entrar al lugar, fueron abatidos tras la intervención de la Unidad de Investigación e Intervención [BRI según sus siglas en francés]. Entre las víctimas de este atentado ultra reaccionario, el Padre Jacques Hamel, de 84 años, fue degollado, así como también tres feligreses fueron heridos tras un intento de degollamiento.
En primer lugar, nos solidarizamos con las víctimas y sus familiares, víctimas inocentes que pagan el precio de crímenes que no cometieron. Más allá del horror de estos asesinatos, que siguen al atentado asesino de Niza, que dejó más de 84 muertos el 14 de julio, rechazamos marchar al compás del paso militarista que proponen Hollande, Valls y el conjunto de la clase política, tanto de izquierda como de derecha.
Esta ola de atentados reaccionarios que recorre Europa, especialmente Francia y Alemania, responde y seguramente se ve acelerada por las lógicas securitarias y guerreristas. “Debemos llevar a cabo la guerra contra el Estado Islámico por todos los medios”, señaló Hollande. “El Estado Islámico nos declaró la guerra”, agregó, retomando los términos militares que habían acompañado el giro bonapartista del gobierno luego de los atentados del 13 de noviembre, caracterizado por la instauración del estado de emergencia, por primera vez desde la guerra de Argelia.
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De este modo, es la intensificación de una lógica cada vez más reaccionaria que preconiza el gobierno frente a la extensión monstruosa de la guerra asimétrica que libran las fuerzas jihadistas.
Luego del asesinato de un cura en su lugar de culto, las declaraciones del conjunto de la clase política no ha dejado de teñir de religioso este nuevo ataque reaccionario. Es en este sentido que François Hollande llamó a los franceses a la “unidad”, que luego de este asesinato, sería una guerra que opone al islamismo con el catolicismo. Es en este mismo sentido que el jefe de Estado decidió reunir el miércoles a la Conferencia de los Responsables de Culto de Francia (CRCF), creada en noviembre de 2010, bajo el gobierno de Nicolas Sarkozy, que comprende seis órganos que se dicen representativos de las iglesias cristianas (católica, ortodoxa, protestante), del islam, del judaísmo y del budismo.
Si bien el hecho ha sido perpetrado por EI en nombre del islam -“la operación en respuesta al llamado a apuntar a los países de la coalición cruzada”-, la vinculación directa entre este atentado y el islam, no es más que la unidad con el catolicismo para aumentar el odio contra la población musulmana y dividir a la juventud y a los trabajadores, ocultando la responsabilidad central del gobierno imperialista en estos atentados.
A la derecha, el ex presidente Nicolas Sarkozy pronunció un breve discurso en el que demanda a François Hollande aplicar “sin demora” las propuestas de la derecha en materia antiterrorista. “Debemos ser implacables. Las argucias jurídicas, los pretextos para una acción incompleta no son admisibles”, continuó, aprovechando el hecho de que uno de los autores del atentado fue registrado como “S”, con brazalete electrónico. A pesar de que el estado de excepción viene de ser prolongado por seis meses, y que fue establecido un arsenal judicial y de seguridad sin precedentes desde la guerra de Argelia, la derecha y la extrema derecha que presionan para subir la apuesta, podrían beneficiarse con los últimos sucesos.
Luego de la utilización, por primera vez en cincuenta años, de la reserva operacional, el gobierno aún es presionado por derecha. Será difícil repetir la escalada. Aunque Hollande intenta recrear las diferencias entre izquierda y derecha, “la copia siempre es menos atractiva que el original”. Es en este sentido que Marine Le Pen saca ventaja, afirmando así que "la responsabilidad de todos aquellos que nos gobiernan desde hace treinta años es inmensa. ¡Verlos hablando es deplorable!”
Mientras el conjunto de la clase política desarrolla una demagogia autoritaria, de seguridad, teñida de una amalgama apenas disimulada contra la comunidad musulmana y los más reaccionarios llamados a luchar contra el “enemigo interior”, pretenden ofrecernos las mismas “soluciones” de siempre, de más seguridad, menos libertad y más guerra. Frente a la extensión monstruosa de la guerra asimétrica que libran las fuerzas jihadistas, una amenaza que en realidad tiene sus raíces en una situación geopolítica y sistémica en la que el imperialismo y sus agentes son los primeros responsables, la única salida de la juventud y del movimiento obrero será la de construir un gran movimiento contra la guerra y sus consecuencias, contra la austeridad y el desempleo, contra el racismo, la islamofobia y por la unidad de nuestra clase alrededor de los combates comunes, con el objetivo de frenar la "huida hacia adelante" del imperialismo y, en este caso, del gobierno francés.
Traducción: Analía Micheloud