Este jueves el director de la Biblioteca Nacional anunció que votara con “cara larga” a Scioli. La debacle de una intelectualidad que se pretendió crítica y terminó en la obsecuencia más abierta.
Jueves 22 de octubre de 2015 16:56
La culpa progresista que recorre al periodismo y la intelectualidad kirchnerista llegó hasta la Avenida Las Heras. Fue Horacio González, director de la Biblioteca Nacional, quien reiteró que este domingo irá a votar a Scioli con “cara larga”. La definición no tiene nada de novedoso. Pudo leerse en la editorial del domingo pasado de Horacio Verbitsky, en el diario Página12.
González, uno de los referente de Carta Abierta y del espacio político-cultural kirchnerista, se lamentó porque le gustaría que se usaran “conceptos más bellos” en la campaña. En declaraciones a Radio Rivadavia, señaló que son “todos candidatos salidos de gabinetes de publicistas, de gabinete de asesores, de cálculos electorales en una elección muy dura que exige frases milimétricas para no quedar mal parados".
Eso le sucede a González por elegir entre Scioli y Macri o Massa. El candidato de la izquierda, Nicolás del Caño, no tiene nada en común con eso.
Pero volvamos al director de la Biblioteca Nacional. Esta desazón, en lo que alguna vez de definió como una intelectualidad crítica, no debería sorprender. En su defensa del “proyecto” siguieron a éste hasta el hundimiento en el fango menemista que representa Scioli.
Su capacidad de crítica, que se había perdido del todo ya con la segunda Carta Abierta, se convirtió en apología “incombustible” de todas y cada una de las medidas de este gobierno. Su foja de servicios incluye haber defendido públicamente a Amado Boudou ante las acusaciones de corrupción.
Ahora, llaman a votar a Scioli, a pesar de haberlo condenado durante más de una década como un hombre que representaba “la vuelta a los años 90”.
González, entre la resignación y el humor, afirmó esperar que "la próxima política cultural no se base en Ricardo Montaner y los Pimpinela”, haciendo referencia a los gustos musicales de Daniel Scioli.
Lamentablemente para Horacio González, los Pimpinela aparecen solo como la punta del ovillo. Junto con Scioli vuelve el menemismo pleno, en el terreno político y en el cultural. Está por verse cuanto demorará en hacerlo en el terreno económico.
La intelectualidad de Carta Abierta, que según el fallecido Nicolás Casullo debía ser la “conciencia crítica de una sociedad” acompañó la Restauración menemista hasta la puerta de entrada de la Casa Rosada.
Eduardo Castilla
Nació en Alta Gracia, Córdoba, en 1976. Veinte años después se sumó a las filas del Partido de Trabajadores Socialistas, donde sigue acumulando millas desde ese entonces. Es periodista y desde 2015 reside en la Ciudad de Buenos Aires, donde hace las veces de editor general de La Izquierda Diario.
