Meade, secretario de Hacienda, entregó la planeación financiera y el presupuesto de egresos para el 2018 en el congreso. Aseguró que este paquete tiene tres ejes sobre los cuales se concretó: estabilidad, certidumbre tributaria y sentido social.
Viernes 8 de septiembre de 2017
Días antes de esta entrega José Antonio Meade, encargado de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, informó que el paquete no incluiría nuevos impuestos y que se tomaría en cuenta un ajuste al gasto público para alcanzar la estabilidad económica del país, y aunque reconoció que el ajuste sería menor al de los años anteriores, no especificó los rubros en los que se haría dicho recorte.
Desde la recepción, la cámara de diputados tiene hasta el 20 de octubre para aprobar la ley de ingresos, y hasta el 15 de noviembre para aprobar el proyecto de egresos. La cámara de senadores contará con 15 días más para estas tareas.
El gasto previsto en el presupuesto de egresos para 2018 es de 5.2 billones de pesos, monto que contiene un 2.2% de aumento real respecto al aprobado en 2017, contrasta este techo mayor con la reducción propuesta de 28.300 millones de pesos para las dependencias gubernamentales.
El aumento al gasto público se da sobre todo en el aumento que se prevé para el gasto del costo de la deuda, es decir, el pago de intereses que ascienden a más de 643 mil millones de pesos.
Dentro del paquete económico también se pretende la llamada “suavización del precio de las gasolinas”, que se refiere a la política de estímulos fiscales para poder controlar el precio del combustible.
¿Qué significa todo esto?
La idea sobre la reducción de la deuda y el aumento del gasto, que el gobierno de Peña Nieto quiere implantar alrededor del paquete económico 2018 es un tanto confusa.
Pero si miramos de cerca resulta muy clara y “casualmente conveniente” para los grandes empresarios y la popularidad de la clase política.
Resulta que desde hace ya dos años atrás en nuestro país existen recortes presupuestales recurrentes que han buscado dar salida al bache económico abierto desde 2009 e intensificada con la caída de los precios del petróleo.
Sin embargo, lo que no se dice es que estos recortes se dan sobre todo en educación, salud y el campo; y contrastan con aumentos en los egresos que tienen que ver por ejemplo con los cuerpos armados y el pago de los intereses de la deuda externa.
Este próximo 2018 el paquete económico tiene objetivos claros, que responden a las consecuencias negativas de las reformas estructurales y al aumento de la deuda, que desde hace dos años se viene inflando para solventar la depreciación de la moneda y la caída de los precios del petróleo.
Este 2018 pretende destinarse mucho más dinero para pagar los intereses de la deuda que la clase política infló, aumentando así el techo del presupuesto de egresos, pero no para dar mejores servicios públicos a la población que se ha visto afectada por los golpes a la economía sobre todo en términos de la inflación en los productos de la canasta básica. Lo que pretenden es solo un número que les permita salir a decir que este año se redujo la deuda… nunca nos dicen cómo.
Por otro lado la reforma energética nos ha dejado la gasolina mucho más cara de los que imaginamos, los precios suben a diario y muchos somos os que destinamos un buen porcentaje de nuestro salario a consumir el combustible para poder realizar nuestras actividades.
Lo que se pretende en este paquete económico es “suavizar la subida de los precios”, dando más incentivos fiscales a las empresas extranjeras privadas que hoy compiten con Pemex en la venta del combustible, probablemente será mediante la condonación de impuestos que el gobierno “convenza” a estas grandes empresas de bajar los precios, a fin de cuantas los de a pie, somos los que hemos venido pagando las consecuencias de sus reformas.