Según estimaciones previas de diversos sectores, el índice de precios al consumidor del mes pasado se ubicaría entre el 6,5 % y el 7 %. Como lo sabe tu bolsillo, los incrementos constantes en alimentos, combustibles, electricidad, gas y otros rubros se hacen cada vez más insoportables.
Martes 15 de noviembre de 2022 10:43
Más que la inflación de septiembre y con varios rubros ayudando al aumento. Así se anticipa que será el anuncio del Índice de Precios al Consumidor (IPC) de octubre que en la tarde de este martes dará a conocer el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec).
Según diversas consultoras privadas, el registro del mes pasado rondaría entre el 6,5 % y el 7 %. Como antecedente se encuentra el registro de precios que mide al Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, que para octubre arrojó una inflación general del 7 %. Allí los rubros “educación”, “salud” (prepagas), “alimentos” y “bebidas” fueron los que más traccionaron.
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Como es costumbre, cada mes el anuncio del Indec está precedido de estimaciones de economistas y empresas dedicadas a las encuestas y las estadísticas. Según varios medios, en general las consultoras hablan de una suba mayor que en septiembre (cuando se registró una inflación de 6,2 %) y de casi un 85 % en términos interanuales (octubre 2021-octubre 2022).
La consultora LCG (que conduce Guido Lorenzo), dice que en octubre los precios en supermercados subieron 6,9 % promedio. La firma contabiliza ocho mil productos alimenticios. “Esperamos 6,7%, en forma generalizada, ningún rubro creciendo muy por encima del promedio”, dijo Lorenzo a Infobae.
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Para Camilo Tiscornia & Asociados la inflación general será del 6,8 % para octubre. Alimentos y bebidas están entre los rubros que más aumentaron. Apenas por debajo de vivienda y mantenimiento del hogar, donde registraron el mayor incremento a partir de los aumentos de las tarifas de electricidad, gas y agua, además de expensas. Y por si fuera poco, la medicina prepaga y las naftas hicieron lo suyo.
El Instituto de Investigación Social, Económica y Política Ciudadana (Isepci) midió un 7,74 % de aumento del Índice Barrial de Precios (IBP) en octubre respecto al mes anterior. El estudio lo hace en comercios de cercanía del conurbano bonaerense, por lo que suele arrojar resultados más altos que el registro promedio nacional que publica el Indec.
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Otra consultoras, como la Fundación Libertad y Progreso, coinciden en que la inflación de octubre fue superior a la de septiembre. En este caso hablan de 6,8 % promedio, con alimentos subiendo hasta un 8,3 %.
A su vez la empresa C&T midió la suba de precios minoristas en el Gran Buenos Aires y registró para octubre un aumento promedio del 6,8 %, superior al 6,2 % de septiembre. Para esa consultora, la variación interanual supera el 87 %.
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¿Cómo enfrentamos la inflación?
No caben dudas de que el aumento constante de precios tiene varias causas. Desde la evolución del dólar que incide en todo tipo de insumos y bienes importados hasta el aumentos de las tarifas energéticas, pasando por los precios internacionales de las commodities y la propia especulación “a futuro” de las grandes cadenas de producción y comercialización.
Como se viene insistiendo desde La Izquierda Diario, en este contexto los grupos económicos con mayor concentración de producción y comercialización de mercancías son los que ganan. Ellos influyen directamente en la fijación de precios de acuerdo a sus propias ventajas. Y lo hacen ante la mirada cómplice del Gobierno nacional y los provinciales, que se entretienen con anuncios de “precios justos” o “cuidados” mientras no se produce ningún cambio estructural en la matriz comercial.
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Para frenar la inflación se necesitan medidas de fondo. De otra clase. Como imponer la apertura de los registros contables y movimientos bancarios de esas empresas, lo que permitirá conocer el verdadero estado de sus ganancias. De allí se podría impulsar un verdadero control de precios a cargo de comités de trabajadores de esas empresas junto a las y los consumidores.
Ligado a ello, es necesario luchar por la defensa del poder adquisitivo del salario como parte de una lucha general por mejorar las condiciones de vida de la clase trabajadora, ocupada y desocupada, y del pueblo pobre. Algo que no está en los planes ni del Frente de Todos, ni del Juntos por el Cambio, ni de la CGT y la CTA.
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