Sin plan de lucha de ATE nacional, pero con la disposición de enfrentar los despidos de los propios trabajadores, es necesario debatir las medidas a seguir para continuar la lucha.
Jueves 5 de abril de 2018 10:33
En un artículo anterior, reflejamos como los dos meses de lucha del Inti mostraron una enorme disposición y fuerza por parte de los trabajadores y trabajadoras para enfrentar los 258 despidos del Gobierno y lograr la reincorporación de todos. El enorme apoyo popular a esta lucha y el gran malestar social con el Gobierno de Macri, fue el telón de fondo de esta pelea favorable para hacer retroceder a Macri.
Sin embargo, planteamos críticamente cómo la política de ATE Nacional fue y es “aislar” a los conflictos, sin definir un plan de lucha nacional y general a la altura de poder enfrentar los ataques del gobierno sobre el conjunto de los trabajadores del Estado. La Junta Interna fue y es parte de esta orientación del sindicato, y la Naranja que lo ha criticado en distintas ocasiones, no logró ser una alternativa a este curso central del conflicto. Sin plan de lucha de ATE a nivel nacional, sin aportes de dinero significativos del sindicato para sostener el fondo de huelga, y con la negativa a coordinar con otros sectores en lucha por parte de la Junta Interna y la Naranja, la lucha de los trabajadores y trabajadoras del Inti quedaba por esta vía enfrentando sólo con medidas propias (como si no existiese sindicato, ni otros sectores en lucha, ni otras comisiones internas, sindicatos combativos ni despedidos de otros sectores para coordinar y pelear juntos) a un gobierno nacional dispuesto a avanzar sobre el conjunto de los trabajadores estatales.
En esta “encrucijada” se encuentran las y los trabajadores del Inti, pero aún hay tiempo para tomar otro rumbo: exigencias al sindicato de medidas contundentes y un plan de lucha general, coordinar con otros sectores y sólo confiar en las medidas de lucha y la fuerza de los trabajadores y no en las falsas “negociaciones” que propone el Gobierno.
El “acta-trampa” y el por qué del sinfín de promesas y reuniones del Gobierno
Luego de las primeras dos semanas de conflicto se firmó el acta del 9 de febrero, que prometía abrir una negociación para evaluar reincorporaciones, que los despedidos puedan estar dentro del Inti e iniciar la “normalización” de la institución.
Este acta fue presentada por la Junta Interna y Naranja (aunque con críticas a algunos aspectos) como un triunfo porque “caía el lock out” y los despedidos y no despedidos estarían juntos en el predio del Inti. Estos hechos eran ciertos, pero dentro de una trampa por lo central que logró el acta: ninguna negociación (un engaño) y un cambio de las condiciones de lucha.
En primer lugar, el Gobierno no abrió ninguna negociación seria de ningún tipo, pese al acta en donde era uno de los ejes escritos. No hubo ni un sólo reincorporado ni una sola propuesta concreta (pese a que por vías informales muchas veces la Junta Interna habló de algunos reincorporados o de que devuelvan los descuentos por el paro).
En segundo lugar, fue un cambio central en la lucha, porque el “lock out” del gobierno era “defensivo”, una respuesta a la permanencia pacífica de los trabajadores dentro del establecimiento que junto al acampe garantizaban que el Inti no funcionara.
O sea, estaba paralizado afectando las necesidades del gobierno que quería su normalización y lógicamente no había descuentos para nadie como pasó luego con el paro. O sea, la permanencia pacífica era una medida de fuerza que paralizaba la institución y permitía que no haya ataques a los trabajadores no despedidos como hubo luego con los descuentos para terminar con el paro.
Los trabajadores votaron día tras día paros generales con mucho esfuerzo y orgullo, y junto a los despedidos, organizaron distintas medidas de lucha, pero luego de la firma del acta se entró a una “segunda etapa” del conflicto con nuevas y más difíciles contradicciones: sostener el paro contra los descuentos del Gobierno (y encima sin fondos del sindicato para el fondo de huelga, sólo con el aporte de los trabajadores, la solidaridad de distintos sectores de la comunidad y de las organizaciones de izquierda como el PTS y el PO).
Parecía correcto en su momento un aspecto de esta nueva “etapa” que surgía del acta: que los despedidos y no despedidos iban a confluir en asambleas y votar el paro como de hecho pasó. Sin embargo, no advertir el peligro de que el Gobierno iba a buscar desgastar el paro con los descuentos (y no tomar medidas para que eso no pase como el fondo de huelga para cubrir esos gastos) a largo plazo debilitaba la lucha. El Gobierno comprendía esta dinámica y por eso la clave de ellos fue ganar tiempo, con reuniones que se pasaban y negociaciones que nunca eran tales.
Divide y no ganarás
Ya hemos explicado en la anterior nota la importancia de la coordinación de los sectores en lucha para golpear con acciones contundentes y unificadas al gobierno y su plan general de ajuste.
Desde el PTS y el MAC hemos insistido en distintas oportunidades con propuestas en este sentido y más allá de la negativa de la Junta Interna a avanzar en este camino (que se explica por la línea general de ATE Nacional como ya hemos planteado) llamó la atención la reiterada negativa de los compañeros y compañeras de la Naranja.
En primer lugar, porque había una posibilidad evidente en torno al Encuentro del sábado 17 de febrero llamado por los trabajadores del Posadas de transformar las luchas en curso (en un momento de mucha fortaleza de las mismas) en ámbitos de debates comunes basados en asambleas, para definir acciones de lucha contundentes, más cuando se hacía evidente que las conducciones sindicales habían definido claramente una tregua con el Gobierno.
Esa posibilidad fue abortada por la Junta Interna y la Naranja (que incluso participaron del plenario de los trabajadores del Posadas que fue votado en la asamblea del Inti, pero sus resoluciones y propuestas nunca fueron trasladadas a la misma asamblea que votó participar) impidiendo la confluencia de las luchas y sobre todo la del Posadas y el Inti, ambas de trabajadores del Estado, con amplio apoyo popular y encima a escasos kilómetros de distancia. Era posible por ejemplo, pensar en grandes acciones de lucha con cortes en lugares clave, de enorme repercusión pública y que le harían al Gobierno pagar un gran costo político.
La Naranja se negó a avanzar en este sentido tan necesario para las luchas en curso. Incluso, y más allá de los que convocamos y fuimos parte del Encuentro llamado por los trabajadores del Posadas, la Naranja podría incluso haber avanzado en la coordinación con otros sectores como por ejemplo el SUTNA, en donde el PO es parte de la dirección, o coordinar medidas con otros sindicatos como los Suteba: el PO con Romina del Plá tiene el cargo de la Secretaría General del Suteba de La Matanza, Giselle Santana de la Junta Interna es parte de Opinión Socialista que tiene el cargo de la Secretaría General del Suteba Tigre, y hasta dentro del Inti trabaja José Magallanes, que él mismo es Secretario General del Suteba Escobar, para poner sólo algunos ejemplos.
En el último plenario de delegados de ATE, Alejandro Lipcovich de la Naranja y del PO denunció bien la política de ATE: “el reclamo de un paro activo nacional de ATE fue el planteo recurrente en las intervenciones de delegados y delegadas de ATE del Ministerio de Trabajo, de Hacienda y Finanzas (ex Mecon), del Incaa y de la CNEA. A ello se sumó el planteo de un plenario de delegados y de un plan de lucha unificado de todos los sectores en lucha contra los despidos –Fanazul, Río Turbio, Hospital Posadas, el INTI, la UEP bonaerense, el Senasa...–, que tendría en una movilización unificada a Plaza de Mayo un importante capítulo. Sin embargo, en la ronda los dirigentes de ATE nacional mostraron que la conducción hace oídos sordos.” Sin embargo, esta denuncia correcta no tuvo correlato en el Inti, ni antes del plenario de ATE ni después, con mociones concretas en las asambleas para que sean los trabajadores los que le impongan esta política a las conducciones que se niegan, no sólo cuestionando en concreto el curso general del sindicato sino también para desarrollar una política concreta de coordinación de las luchas en curso.
Esta decisión de la Naranja tuvo un gran costo político, y no sólo en la consecuencia evidente de que no se fortalezcan las luchas de conjunto, sino que en última instancia sólo sirvió para fortalecer la línea política de la Junta Interna y ATE Nacional de pelear por establecimientos de manera aislada, que no haya acciones contundentes y coordinadas, y por ende quedar presos de la espera de las negociaciones que ofrecía el Gobierno.
Sigamos
La lucha del Inti aún tiene un gran punto de apoyo: la fuerza de los despedidos y de los trabajadores que no quieren dejar que el Gobierno siga engañandolos con falsas promesas. De cara a las medidas que resolvió ATE Nacional del 9 al 13 de abril, los trabajadores y trabajadoras tenemos que discutir las mejores medidas a desarrollar en el marco del paro y del acampe, buscando como golpear con medidas contundentes y unidos a los sectores en lucha (como el Posadas y su última asamblea o los trabajadores de Río Turbio que están preparando una gran delegación para venir a Capital y definir medidas de lucha) exigirle al sindicato un plan de lucha nacional hasta que todos los despedidos sean reincorporados y que garantice el fondo de lucha para todos los que lo necesiten.