Las fallas eléctricas de ascensores y escaleras eléctricas se acentuaron producto de la deficiente mantención y la baja contratación de trabajadores técnicos para resolver estos problemas con rapidez, para que discapacitados o personas de mayor edad puedan utilizar el medio de transporte. Los cuales hoy muchos no pudieron optar a este servicio para llegar a sus destinos. Y estaciones de Hospitales y La Cisterna tuvieron que cerrar.
Viernes 23 de junio de 2023
Llegaron las lluvias y el Metro de Santiago nuevamente hizo agua. La gran recaudación de fondos por medio del alto costo del pasaje (uno de los más caros de Latinoamérica) llegando hasta los $800, no se expresa en las condiciones que se encuentran las estaciones del Metro. Con goteras, elevadores sin funcionar y accidentes de usuarios debido a las malas condiciones de las estaciones.
Las filtraciones de agua desde los accesos y las goteras dentro de las inmediaciones, que año tras año siguen sin reparación, produjeron inundaciones ocasionando el cierre de estaciones como La Cisterna y Hospitales. La pésima condición de la estructura de las estaciones provocó incluso que usuarios se accidentaran.
Los trabajos provisorios los realizaron los trabajadores subcontratados y más precarizados de Metro, llevando a cabo tareas que no competen con sus funciones. Además estas fallas estructurales producen un mayor agobio y esfuerzo para los trabajadores, imágenes muestran que personal tuvo que vaciar baldes y secar constantemente las goteras producto de la pésima condición en que se encuentran las estaciones del servicio. Asistentes y guardias instalando cajas de cartón a falta de alfombras antideslizantes, y bajando o subiendo coches o sillas de ruedas por las escaleras debido a los ascensores fuera de servicio. Son muestras de un abandono del servicio por parte de la administración privada y que goza de altísimos sueldos. Agreguemos a esto, que la mayoría de los usuarios del metro son trabajadora/es que se desplazan a sus labores o a sus casas y por lo tanto son quienes viven los efectos de esta situación, alargando sus horas de viaje y deteriorando su calidad de vida.
Las fallas eléctricas de ascensores y escaleras eléctricas se acentuaron producto de la deficiente mantención y la baja contratación de trabajadores técnicos para resolver estos problemas con rapidez, para que discapacitados o personas de mayor edad puedan utilizar el medio de transporte. Los cuales hoy muchos no pudieron optar a este servicio para llegar a sus destinos.
Las y los trabajadores son quienes conocen a fondo cuáles son las falencias y cómo deberían mejorarse. Si fueran esos mismos trabajadores quienes decidieran sobre lo que recauda Metro y cómo utilizarlo en una mejoría de su infraestructura e instalaciones, en vez de financiar a privados ni pagar millonarios sueldos a los gerentes, sería posible un sistema de transporte más eficiente, seguro, accesible y con una tarifa mucho más barata, donde no exista el trabajo precario o insalubre, pasando a planta a todos sus trabajadores, con sueldos que cubran la canasta familiar básica de $650mil y reduciendo la jornada laboral a 6 horas 5 días a la semana para combatir la sobrecarga laboral y el desempleo. Esto, en la perspectiva de estatizar el sistema de transporte bajo gestión de trabajadores y usuarios, terminando con las concesiones, que incluso garantizaría un servicio público gratuito.
Los sindicatos de Metro y la Federación sindical podrían jugar un rol importantísimo en dar respuesta a estas problemáticas, especialmente en tiempos de alerta climática como la que se vive estos días. Podrían ir recorriendo las estaciones, realizando consultas a trabajadores de planta y subcontratados, y levantando asambleas unitarias resolutivas y cuerpos de delegados para exigir las soluciones o incluso el cierre de los lugares que pongan en peligro a trabajadores o usuarios. Se podrían impulsar instancias de coordinación con trabajadores-usuarios del metro para detectar los problemas y medidas para resolverlos. Una medida podría ser detener inmediatamente la fuga de recursos del metro a empresas privadas y capturar a través de impuestos progresivos la renta que hoy se llevan las inmobiliarias que ofrecen viviendas cerca de las estaciones, para destinar todo eso a un mejoramiento cualitativo de la infraestructura y las condiciones. Para ello es necesaria una completa independencia del gobierno y las gerencias. Pues la organización y la movilización será lo que ponga fin a un sistema de transporte ineficiente que solo esté enfocado en los intereses empresariales y garantice un sistema público en función de los millones de trabajadores y sectores populares para quienes es un servicio esencial.