La palabra de les de abajo sobre la situación que atraviesan miles de jóvenes en nuestra provincia, en medio de la pandemia por covid 19 y la extendida precarización laboral.
Domingo 23 de mayo de 2021 16:25
Mendoza atraviesa una situación compleja. En medio de la segunda ola de la pandemia del Covid-19, con casi todas las camas terapia intensiva ocupadas, altos niveles de inflación, aumento del desempleo y la pobreza. Pero estos porcentajes que vemos que se repiten en diarios y noticieros, se hacen carne en miles de mendocinos.
Desde La Izquierda Diario, dialogamos con tres jóvenes: R, mozo en un café de Chacras de Coria; G, repartidor de Pedidos Ya; y F, enfermera de un hospital público de la provincia en el área covid. Los tres son monotributistas, trabajan en la informalidad sin vacaciones, ni ART.
Ellos, como la mayoría de los jóvenes en Mendoza, nunca han trabajado registrados. Una changa por acá, otra por allá y así. “Cuando he conseguido, ha sido con consultora, que te tienen tres meses y te sacan. Así he ido voyando entre obras sociales y art, el resto todo en negro. Me terminé pagando el monotributo social, pero ya se te fragmenta la plata que tenés en el bolsillo. Más los impuestos, capaz que comés poco” relata R.
Durante el año pasado, en pleno confinamiento, R trabajó como rider de UberEats, hasta que se fueron “Tenía laburo por las apps de delivery, pero a mi hermanos les vino muy mal. Ahí estuvimos como pudimos. También tuvimos la IFE que por lo menos pudimos tirar unos meses”. G hizo lo mismo sólo que en la app de Pedidos Ya. “Y durante la pandemia, éramos los reyes de la calle” ironiza. “Me río, ja ja ja , porque de alguna manera sí, laburamos mejor cuando está todo cerrado, pero la vida se vuelve terrible porque para lo único que salís es para trabajar.”
“Cuando fue la primer Fase 1 acaba de entrar y laburé un montonazo. Después de un tiempo empecé a tener problemas en las rodillas. La primera vez que me pasó estuve como dos semanas sin poder trabajar” .
F estuvo en la primera línea como enfermera del área covid de un hospital provincial. “Pasamos de ser un hospital de baja y mediana complejidad a ser de alta complejidad, porque cuando los hospitales que tenían camas de terapia intensiva se quedaron sin camas, tuvimos dos opciones: O abríamos una terapia intensiva o dejábamos que se murieran, porque básicamente no podíamos hacer nada. Fuimos aprendiendo a la fuerza [...]”
El sueño de la mayoría de los jóvenes es poder independizarse, tener una casita, un departamentito donde vivir. Pero cada día es más difícil alquilar. La vivencia de F es un ejemplo de ello: “En mi caso yo vivo con mi familia, porque me es imposible vivir sola, pagar el alquiler. Y podemos solventar entre tres adultos que trabajamos, y bueno ahí la vamos llevando, pero bueno, tampoco estamos bien como quisiéramos. Yo creo que en este momento sobrevivimos, no disfrutás de la vida, no tenés todo lo que querés o necesitás. Sobrevivís.”
Encontrar un lugar cómodo para vivir se vuelve cada vez una tarea más complicada, con depósitos, comisiones e inmobiliarias que vacían los bolsillos cualquiera, alquilar un monoambiente, tranquilamente se puede llevar entero el sueldo de un pibe laburante.
“Le alquilo una habitación a una amiga. Un monoambiente para mi, no me da, pero puedo alquilar compartido, tipo juntarme con unos pares más. Pero no , para un monoambiente no me da ni en pedo” , expresa G
“Yo tengo la suerte de no pagar alquiler, y aun así llego con lo justo”. Las palabras de R, se repiten por cientos en nuestra provincia. El mes pasado, Mendoza registró un 4,8% de inflación, cuatro puntos por encima de la media nacional. Durante los últimos doce meses, los alimentos aumentaron más del 50%.
Desde su cotidianidad como rider, de pasar muchas horas en la calle, G dice: “Se re nota, como aumenta la comida. Los gustos también, que hay que dárselos y son importantes tenerlos...y de repente no te podés dar ni un gusto porque una cerveza sale 300 mangos.”
Así, una familia mendocina, durante el mes pasado, necesitó aproximadamente unos $57mil para no ser pobre. “Yo creo que si juntara mi sueldo con el de alguien más, no llegamos. O llegamos muy de pedo [...] En pedidos ya, facturé más o menos un sueldo de indigencia, que después lo compensé haciendo unos tatuajes, pero si tuviera que vivir sólo de Pedidos Ya, no haría más de 25.”
Los aumentos que golpean al pueblo trabajador, más el incremento en el desempleo, y la precarización laboral, dejan a la provincia atravesada por un complejo panorama. Es que más del 66% de los niños mendocinos viven en hogares pobres, y más del 60% de los jóvenes de los 15 a los 29 también se encuentran por debajo de la línea de pobreza. Una situación que no alienta buenas perspectivas para el futuro.
Consultamos a los entrevistados al respecto, y sus respuestas fueron por demás profundas. R comienza expresando: “Desde que se nace hay que pelear bocha por encontrar la oportunidad, y cuidarla y dejar todo para que crezca y valga la pena, pero a cambio entregamos mucho y solo esperamos. Y si no encontraste la oportunidad entregas tu tiempo al viejo conocido explotador, y te cuestionas si estás haciendo las cosas bien, dormís mal, capaz no comes, o no tenes gas y pasas frío, pero sentís que "no queda otra" y podés llegar a resignarte, sobretodo si en la tele te muestran que sos un número”
G, por su parte: “Me hace pensar qué estoy haciendo mal , o que problema tengo yo que no estoy pudiendo progresar, ahorrar para construir un proyecto grande, o parar darme un gusto o para estar cada día mejor y no peor. Pero también me he encontrado con un montón de gente, que está teniendo muchos problemas económicos y que eso se traslada a un montón de aspectos de la vida. Si estás todo el día pendiente de donde mierda vas a sacar la plata para pagar el alquiler, las cuentas, para alimentarte, como que eso te invade todo el tiempo. Cuando pienso que no soy la única persona que la está pasando así, que no es hay algo malo en mí, sino que hay una situación generalizada y que hay gente a la que no le está pasando lo mismo que a nosotros, es poca gente, pero hay gente que la está pasando muy bien, da bronca esa desigualdad”
“La verdad que es impactante ver niños pobres y jóvenes precarizados, porque tienen ganas de estudiar, ganas de progresar, sueños, ilusiones, y te topás con una realidad que te dice “no, tenés que laburar para sobrevivir “ ni siquiera darte un gusto. Entonces intentás llevar una carrera, intentás trabajar, y muchas veces, lo que encontrás es trabajos como PY, super precarizados, que no garantizan nada y por unos mangos, vas y lo hacés, y después tenemos a pibes que terminan muertos, o incapacitados, y no hay nadie que se haga cargo. Es impactante, causa impotencia y mucha bronca. Un niño no debería pasar hambre, un niño debería vivir bien. Nosotros en el hospital, hubo un tiempo en que teníamos muchos niños y que venían en situaciones terribles, y la verdad que golpea esta realidad” finaliza F.
Dejar la vida en el trabajo, es algo que por desgracia también se repite. Durante el 2020, leímos más de una vez un titular que anunciaba la muerte de otro pibe haciendo delivery, o subido a una antena. Al respecto G recordaba la vez en la que un compañero recién llegaba del hospital enyesado luego de un accidente repartiendo, y automáticamente tuvo que volver a subirse a la moto. Rememora también que acompañó, junto a 40 riders más, en un funeral a una familia de un repartidor fallecido. Reflexiona: “Y… como que … en cualquier momento le puede pasar a uno, y no porque uno sea más importante que el otro que ya perdió la vida. Pero también como ponerse en el lugar de esa familia que perdió a su hijo. Digo que perdió a su hijo, porque a veces son chabones que tiene mi edad, pero también no sé, niños que se quedan sin su padre, por llevar una pizza. Es como muy sin sentido, y además porque es evitable.”
“No estoy seguro, pero a lo mejor cayó un referente de la empresa, a la familia y a sobarles el lomo y a decirles “lo siento mucho” y a lo mejor hasta les dieron una indemnización. Pero ¿quién le devuelve la vida a ese pibe? O sea... Y no importa si es mucha o poca la plata que les hayan dado, que no sabemos ni siquiera si existe, si ese pibe ya perdió la vida. No se la devuelve nadie.”
Trabajar para estar mejor viene siendo una tarea difícil. Trabajar y estudiar también. La falta de una oferta educativa que se adecúe a los tiempos de los jóvenes que trabajan, más la virtualidad que desnuda las desigualdades con las que se encuentran miles que quieren estudiar, dejan las cosas cuesta arriba.
“Estudio la licenciatura en enfermería en la Universidad de San Luis, a distancia, porque como se sabe en Mendoza no podés ser licenciado, a menos que pagues una universidad privada, No hay otra opción porque la UNCuyo cerró el acceso a la licenciatura para cualquier terciario y bueno no queda otra que seguir profesionalizando en otras provincias.” cuenta F. Un verdadero disparate en medio de la crisis sanitaria que atravesamos.
Por su parte, R y G son artistas. R es baterista, dibuja y hace fanzines. Sobre estudiar responde: “Y...digamos que no”. G es artista visual y cuenta que este año dejó de estudiar porque se hace difícil con la virtualidad.
“Los últimos meses, que ha sido más difícil la situación, no me ha dado mucho para la creación, no sé si el arte es un ocio, pero sí siento que para ponerse a crear y que las ideas vuelen hace falta, tener como cierta estabilidad. O por lo menos me pasa a mí. Por ahí capaz hay artistas que te dicen “ay no, de la crisis sale algo hermoso” o crear a partir de la crisis, pero para mí siempre ha sido una actividad que hago como para expulsar lo más profundo que uno lleva a dentro, para volar la imaginación, y si estás tan tensionado por la vida cotidiana es difícil tomarse el espacio para crear.” expresa pensativo G.
Frente a un panorama difícil y el augurio de un futuro pobre, los pibes tienen otras perspectivas. G, recordando la lucha de los jóvenes mendocinos por la 7722 y luego de haber estado un viernes en la Plaza Dignidad, conociendo a la primera línea chilena dice: “Hay que hacer como en Chile obvio. Si eso pasara acá sería increíble, nos cambiaría la vida una bocha. Tienen como una idea sembrada de que la solidaridad entre los de abajo, existe y es real y que logra grandes cambios o sea... no por la constituyente...sino por estas cosas que se expresan así, en pequeños gestos de solidaridad. Eso que entre los pobres estando unidos se generan cosas muy buenas.”
R finaliza diciendo: “Muchos jóvenes estamos familiarizados con las luchas. Nadie va a salir a asegurar nuestro futuro, y mucho menos con nuestras perspectivas y nuevos paradigmas [...] los grandes hitos que nos quedan son recuperar lo que la historia nos robó”.
El relato de estos jóvenes, sus realidades, sus sueños y aspiraciones son también las de miles en Mendoza, y en el país, que todos los días intentan encontrarle la vuelta a las cosas. Sus palabras pintan un presente complicado, pero también evidencian que hay fuerzas y ganas para tener otro futuro.