Horacio Verbitsky entrevista al ministro de Economía. El Papa y su gira latinoamericana en el centro del análisis. El peronismo como apuesta estratégica para mantener el orden en la Argentina.
Domingo 12 de julio de 2015
Deudas y silencios
En lo que se insinúa como una suerte de nuevo formato para sus columnas, este domingo nuevamente Horacio Verbitsky entrevista a un representante del kirchnerismo “puro”. Como lo hizo con Carlos Zannini el domingo pasado, esta vez le toca el turno al ministro Kicillof. La agenda discute frondosamente el tema de los fondos buitres, vuelve sobre la sumisión al FMI durante los años 90’, pasa por Grecia y, cuando debe tocar los problemas estructurales que deja la “década ganada”, se pierde en una nebulosa discusión de detalles. Aquí algunos extractos.
“La cuestión de los fondos buitre condensa temas centrales de la historia argentina como la soberanía o la dependencia (…) es una lucha de David contra Goliat, la Argentina contra el sistema financiero internacional, en su versión más deleznable (…) Lo que ocurre hoy en Grecia permite ver cómo llevan a los países a endeudarse cada vez más, con un objetivo que no es cobrar”.
Como siempre, el Relato sobre la Soberanía omite decir que las reestructuraciones de los años 2005 y 2010 también implicaron negociar con Buitres que, en ese caso, “solo” se llevaron una rentabilidad cercana al 300% según confesión gubernamental. Eso implicó una deuda a futuro que hoy supera los 220.000 millones de dólares.
“Soberanía para hoy, sumisión para mañana” podría ser una paráfrasis del viejo refrán.
Sigamos a Verbitsky: “También le pregunté por otras cuestiones centrales que tienen que ver con la soberanía, como el tipo de industrialización que ha tenido la Argentina en los últimos tres lustros y sus consecuencias para la balanza de pagos (…) por la dolarización de la economía, la fuga de capitales y una reforma impositiva que sigue pendiente”.
Entrevistado y entrevistador se pierden entonces en el laberinto de números que implica el porcentaje de componentes extranjeros de la industria automotriz o de la fabricación de celulares en el sur argentino. Kicillof señala que “ciertas ramas industriales como la automotriz o la electrónica liviana son muy difíciles de sustituir porque se han concentrado a escala internacional. No es un problema de la Argentina, es un problema mundial”.
Pero la dependencia estructural y el peso de la restricción externa, como lo ha reflejado esta nota de La Izquierda Diario hace pocos días, no están dadas solo por dos ramas sino por el conjunto del peso del capital imperialista en el país, expresado en las importaciones, en las salidas de capital al extranjero y en las remesas de utilidades que las empresas imperialistas en territorio local envían a sus casas matrices.
Esas dificultades estructurales que se omiten empujan a respuestas que lindan lo bizarro. Así, en otra nota que refleja la entrevista, Verbitsky dice “hoy nadie contempla alegremente la posibilidad de una devaluación” y Kicillof contesta: “Sí, porque las grandes devaluaciones en la Argentina fueron porque no se podía pagar la deuda externa. Cuando nosotros desendeudamos al país lo volvimos más fuerte, más estable, menos vulnerable a esas corridas que nos tratan de hacer todavía hoy”.
Resulta paradójico que la afirmación la haga el mismo ministro que, hace año y medio, empujó una devaluación de más del 40% del peso, ante la presión sobre el dólar. Paradojas del “proyecto”
Francisco y América Latina
La visita del Papa a varios países de América Latina es otro de los ejes de este domingo. En La Nación Fernández Díaz analiza la ubicación política de Francisco en esta gira:
“Francisco es propenso a abrazar los populismos latinoamericanos, y esta certeza empírica provoca alegrías en el oficialismo y alergias en la oposición: las dos miradas son parejamente superficiales. Mientras elogia el asistencialismo populista, Bergoglio es capaz también de reclamar bajo las narices de Correa y de Evo Morales que se terminen los personalismos y los liderazgos únicos, y recomendar la libertad para los medios de prensa, las ONG y los intelectuales (...) Bergoglio es preperonista: se formó con las encíclicas sociales de León XIII y con una serie de punzantes pensadores socialcristianos. Y luego creyó ver astillas de esos mismos ideales en el hipotético Perón del regreso, aquel león herbívoro que venía a abrazarse con Balbín y que sería estragado por sus propios monstruos de ultraizquierda y ultraderecha, y por los achaques mortales de la edad (…) para Francisco, el populismo no es un objetivo, sino apenas un punto de partida”.
Por su parte, en Página12 Washington Uranga escribe:
“Jorge Bergoglio eligió su primera gira latinoamericana para profundizar el posicionamiento político-ideológico-cultural-evangélico con el que viene sorprendiendo a la sociedad casi desde el mismo día en que asumió como máxima autoridad de la Iglesia Católica el 13 de marzo de 2013 (…) Ecuador, Bolivia y Paraguay se cuentan entre los países más pobres de la región. En ese contexto eligió hablar el Papa”.
Relata el columnista que “en el discurso de mayor contenido político (…) Bergoglio comenzó diciendo ante los movimientos sociales en Santa Cruz que “empecemos reconociendo que necesitamos un cambio”. Y para evitar la manipulación del término se apresuró que señalar: “quiero aclarar, para que no haya malos entendidos, que hablo de los problemas comunes de todos los latinoamericanos y, en general, también de toda la humanidad. Problemas que tienen una matriz global y que hoy ningún Estado puede resolver por sí mismo (…) queremos un cambio, un cambio real, un cambio de estructuras. Este sistema ya no se aguanta, no lo aguantan los campesinos, no lo aguantan los trabajadores, no lo aguantan las comunidades, no lo aguantan los pueblos... Y tampoco lo aguanta la Tierra, la hermana madre tierra, como decía san Francisco”.
En la edición de ayer de La Izquierda Diario hemos analizado las razones del discurso político desplegado por el Papa en su gira latinoamericana así como las causas más profundas del “reformismo” de Francisco en relación a la Iglesia Católica.
Volvamos a Fernández Díaz que, poniendo al Papa a jugar en la interna local, afirma que “quienes han visitado estas semanas el Vaticano (…) traen a Buenos Aires una evaluación cabal sobre los dos líderes que cruzarán espadas en la final de finales: Macri y Scioli. Tanto el alcalde como el gobernador les parecen "potables", aunque los prelados emiten más afinidad por el estilo conservador y previsible del líder naranja (…) ni Scioli continuará con el revival del setentismo, ni Macri será el neoliberalismo noventista (…) Scioli saca alguna ventaja. Piensan que el candidato por el Frente para la Victoria tiene más capacidad para domar a los sectores radicalizados, no sólo por su personalidad, sino por la mismísima dinámica interna del peronismo, que con la caja siempre consigue verticalidad y obediencia. El frente Cambiemos posee, por su parte, dirigentes más reformistas y cuestionadores, y el espíritu horizontal de Pro puede resultar más poroso a sus planteamientos y exigencias”.
Este último punto no resulta inocuo. Constituye el centro de los principales columnistas de la Corpo.
Las ventajas del peronismo
Eduardo Van der Kooy escribe que “el macrismo y los radicales (…) están ahora enfrascados en un debate acalorado por el balotaje en la Ciudad. Nada más propicio para la audaz y difícil tarea en que se encuentra empeñada Cristina Fernández: acorralar al Poder Judicial; iniciar la progresiva recuperación de la tenebrosa red de espionaje que durante años controló César Milani en el Ejército”.
Julio Blanck, en el mismo diario, señala que “la manera transparente con la que Macri, dirigentes del PRO y satélites diversos del antikirchnerismo, dejaron ver su fastidio por tener que definir en segunda vuelta, enfrentando a un candidato sostenido por sus aliados nacionales Ernesto Sanz y Elisa Carrió, hablan de cierto amateurismo en la práctica política (…) el amateurismo no tiene nada de malo en sí mismo, si no fuese que esta gente se propone liderar la cruzada para barrer al kirchnerismo del poder. Un duelo de amateurs contra la “maquinaria diabólica” del peronismo (…) puede terminar en una carnicería”.
Morales Solá, luego de su eterna defensa de la aristocrática casta judicial, carga contra Losteau por presentarse al balotaje en la Ciudad de Buenos Aires: “Puede ser que el proyecto de Lousteau consista en conseguir más del 40 por ciento de los votos en segunda vuelta y convertirse en la alternativa futura del macrismo en la Capital, desplazando de ese lugar a Carrió. La experiencia no es buena en ese sentido. Daniel Filmus alcanzó varias veces ese porcentaje en segundas vueltas y no se convirtió en alternativa de nada. Un planteo egoísta en un contexto peligroso, en el que Cristina recorta libertades y acota los derechos civiles”.
Cuando faltan pocos meses para el final del ciclo político marcado por el “nombre” Kirchner, el peronismo demuestra sus ventajas como partido para la contención del orden social y político, rol que ha jugado históricamente. }
En la coyuntura actual, el orden parece registrarse en las filas internas del peronismo donde quienes fueron voceros del progresismo corren a abrazar y apoyar a “duhaldo-menemistas” como Scioli, Aníbal Fernández o Julián Domínguez.
Eduardo Castilla
Nació en Alta Gracia, Córdoba, en 1976. Veinte años después se sumó a las filas del Partido de Trabajadores Socialistas, donde sigue acumulando millas desde ese entonces. Es periodista y desde 2015 reside en la Ciudad de Buenos Aires, donde hace las veces de editor general de La Izquierda Diario.